Hermanos, si no somos bondadosos con los demás, no honramos el sacerdocio de Dios.
Mi amado amigo y colega, el élder Joseph B. Wirthlin, era en verdad un hombre benévolo. Él dijo:
“La bondad es la esencia de la vida celestial, es el modo en que una persona que se asemeja a Cristo trata a los demás. La bondad debe estar presente en todas nuestras palabras y obras, en la escuela, en el trabajo, la Iglesia y, especialmente, en el hogar.
“Jesús, nuestro Salvador, fue la personificación de la bondad y de la compasión”.
Las Escrituras nos enseñan que el ejercicio justo del sacerdocio depende de que vivamos los principios de bondad, caridad y amor. En Doctrina y Convenios leemos lo siguiente:
“Ningún poder o influencia se puede ni se debe mantener en virtud del sacerdocio, sino por persuasión… benignidad, mansedumbre y por amor sincero;
“por bondad y por conocimiento puro, lo cual ennoblecerá grandemente el alma sin hipocresía y sin malicia”.
Discurso completo: Bondad, caridad y amor