La enseñanza de la doctrina de la familia

LA ENSEÑANZA DE LA DOCTRINA DE LA FAMILIAlogo pdf
Hermana Julie B. Beck
Presidenta General de la Sociedad de Socorro

Transmisión vía satélite para Seminarios e Institutos de Religión • 4 de agosto de 2009 • Teatro del Centro de Conferencias

julie-b-beck-largeQué gran bendición es estar con mis maravillosos amigos del programa de seminario e instituto. Gracias por el servicio que prestan a la Iglesia en todo el mundo. En mis viajes para atender mis responsabilidades de la Iglesia he conocido a muchos de ustedes. Con frecuencia son ustedes tanto los líderes de la Iglesia como los líderes y maestros de la nueva generación. Gracias por todo lo que hacen.

Un pequeño número de ustedes se halla conmigo en el estudio en representación de todos. Son maestros de seminario e instituto de la zona de Ogden, Utah, y agradecemos que hayan venido con sus cónyuges para compartir juntos esta experiencia.

Qué bendición es tener maestros y líderes de su categoría que ayudan a la nueva generación. Tienen una gran responsabilidad y gozan de una posición de influencia en el reino. Sabemos que no lograríamos enseñar a los jóvenes con la eficacia de la que hacen gala tanto los voluntarios como los maestros de tiempo completo. Muchísimas gracias. Mi corazón rebosa de gratitud por todo lo que hacen.

Llevo cerca de dos años sirviendo en la Mesa General de Educación y en el Comité Ejecutivo de la Mesa General de Educación, y he visto que cada maestro al que se recomienda para un empleo o cada líder del Sistema Educativo pasa por un proceso de escrutinio que llega hasta la Primera Presidencia. Qué bendecidos somos por contar con ese proceso.

Nos interesa saber quién está enseñando a la nueva generación. La Iglesia ha adquirido un importante compromiso económico con el programa educacional de los seminarios y los institutos de religión. He vuelto a estudiar el manual La enseñanza del Evangelio: Manual para maestros y líderes del SEI (2001) y espero que ustedes también lo estén haciendo, pues se trata de un magnífico recurso para todas sus labores. Justo al principio podemos leer que «la educación religiosa es para la eternidad y requiere la influencia del espíritu del Señor» (pág. 1).Ruego que esa influencia nos acompañe durante los puntos que repasemos hoy.

Antes mencioné el cuidado que pone la Primera Presidencia en todo lo relacionado con la educación en la Iglesia. Sé cuánto dinero se dedica a la nueva generación; sé cuántos empleados trabajan para atender a la nueva generación. ¿Por qué semejante inversión?

Cuando me reúno con jóvenes adultos de todo el mundo, suelo preguntarles: ¿Por qué la Primera Presidencia se preocupa tanto por los jóvenes de la Iglesia y por qué invierte tanto en ellos? Al plantearles esta pregunta en charlas fogoneras, recibo respuestas que a ustedes debiera interesarles conocer. Tal vez deseen preguntárselo a sus propios alumnos. Suelen decir cosas como: «Somos los futuros líderes de la Iglesia». «La educación es la clave del éxito». «La capacitación nos fortalece». «Nuestro testimonio se fortalece en las clases». «Necesitamos conocer a otros jóvenes Santos de los Últimos Días». «Somos la esperanza de futuro». «Lo valoramos», dijo uno. Otro dijo: «Invierten tanto dinero en nosotros porque lo valemos».

Me interesaron mucho estas respuestas. Sepan que a pesar de plantear esta pregunta a muchísimos jóvenes, aun así apenas oigo: «Algún día seré mejor padre o mejor madre, o un mejor líder para mi familia». La familia apenas hace acto de presencia en sus pensamientos. Sus respuestas suelen versar sobre el yo, dado que ése es el momento de la vida en el que se encuentran. Viven en una época centrada en el yo y no piensan en la familia.

El objetivo

Se han revisado los objetivos de seminario e instituto. Ahora se menciona a la familia en ellos. Leemos que la finalidad de ustedes es «ayudar a los jóvenes y a los jóvenes adultos a entender las enseñanzas de la expiación de Jesucristo y confiar en ellas; cumplir con los requisitos para recibir las bendiciones del templo; y prepararse a sí mismos, a sus familias y a su prójimo para la vida eterna con su Padre Celestial». Ése es el objetivo de ustedes; y lo alcanzarán mediante el objetivo personal de vivir y enseñar el Evangelio, y administrar de tal modo que logren fortalecer a los padres de esas familias. Hay un par de sitios más con añadidos acerca de la familia.

Estamos aquí para ayudarles con el propósito del Señor, es decir, ayudarles a lograr la «vida eterna». En Moisés 1:39 se nos enseña: «Porque, he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre». Sabemos que la inmortalidad es un mérito de la expiación de Jesucristo, pero la vida eterna es responsabilidad de cada uno. Hay ciertas cosas que debemos hacer.

El presidente J. Rueben Clark dijo: «Enseñar el evangelio de Jesucristo tal cual se ha revelado en los postreros días es lo que para ustedes tiene que ser lo más importante y su responsabilidad primordial» («The Charted Course of the Church in Education» [discurso para líderes de seminario e instituto, 8 de agosto de 1938], pág. 6, http://www.ldsces.org; véase también La enseñanza del Evangelio, 00 [4]). ¿Qué es ese Evangelio y qué es esencial para lograr la vida eterna?

Sabemos que la vida eterna no es posible sin las ordenanzas ni los convenios del evangelio restaurado de Jesucristo. Hay enseñanzas sobre vivir los mandamientos, prestar servicio o dar al Señor todo lo que tengamos; pero todas esas cosas se basan en los convenios que hacemos. Sin ellos no hay posibilidad de lograr la vida eterna. Ésa es la razón por la que compartimos el Evangelio y preparamos misioneros, pues nuestro Padre Celestial dice: «Todos mis hijos necesitan que se les enseñe y tener la oportunidad de hacer convenios que los salven». Por eso edificamos templos, pues nuestro Padre Celestial dice: «Todos mis hijos necesitan una oportunidad para hacer esos convenios». Por eso hacemos la obra vicaria por los muertos. Nuestro Padre Celestial desea que cada uno de Sus hijos tenga esa oportunidad. Por ese motivo enseñamos el Evangelio a los jóvenes, para que entiendan cumplan y observen los convenios que necesitan para recibir la vida eterna.

Estoy aquí para hablarles de por qué la Mesa General de Educación quiso incluir la familia con tanto hincapié entre sus objetivos. ¿Por qué querríamos que ustedes hablasen de la familia o la comprendieran cuando están enseñando a una generación de personas solteras? Repasaremos la perspectiva teológica de la familia, las amenazas que recibe y lo que esperamos que la nueva generación —sus alumnos — entienda y haga gracias a lo que ustedes le enseñen acerca de la familia.

La teología de la familia

Hablemos en primer lugar de la familia desde una perspectiva teológica y de por qué los maestros de seminario y de instituto precisan entenderla e impartirla. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene una teología de la familia basada en la Creación, la Caída y la Expiación. Desconozco si sus alumnos lo entienden bien. Tal vez puedan decir de memoria los pasos de la Creación pero, ¿saben que pertenece a la teología de la familia? La Creación de la tierra fue en realidad la creación de una tierra donde pudiera vivir una familia. Fue también la creación de un hombre y una mujer, partes esenciales de una familia. No se trató de la creación de un hombre y una mujer que, casualmente, fueron una familia, sino que Adán y Eva formaron una familia eterna a propósito. Era parte del plan que ambos se sellaran y formaran una unidad familiar eterna. Tal era el plan de felicidad.

La Caída permitió que la familia creciera. Bajo su propio liderazgo, Eva y Adán optaron por tener una experiencia en esta vida. La Caída posibilitó que ambos formaran una familia, que tuvieran hijos e hijas. Necesitaban crecer tanto en número como en experiencia, y eso fue lo que la Caída aportó a la familia.

La Expiación permite que la familia se selle por la eternidad. Hace posible que las familias crezcan eternamente y se perfeccionen. El plan de felicidad o de salvación era un plan creado para las familias. No creo que muchos de la nueva generación entiendan que los pilares principales de nuestra teología se centran en la familia.

Cuando hablamos de ser merecedores de las bendiciones de la vida eterna nos referimos a las bendiciones de las familias eternas. Esta comprensión y claridad sobre la familia pertenecía a la doctrina de Cristo, parte de la cual fue restaurada porque se había perdido. Sin tales bendiciones la tierra sería asolada. ¿Cuándo lo supimos? Abramos las Escrituras por Doctrina y Convenios 2. Esta sección es la única de toda Doctrina y Convenios en la que José Smith registró las visitas del ángel Moroni, y dice así:

«He aquí, yo os revelaré el sacerdocio, por conducto de Elías el profeta, antes de la venida del grande y terrible día del Señor.

«Y él plantará en el corazón de los hijos las promesas hechas a los padres, y el corazón de los hijos se volverá hacia sus padres.

«De no ser así, toda la tierra sería totalmente asolada a su venida» (versículos1-3).

¿En qué momento entendió el profeta José Smith que ésta iba a ser una teología de la familia? A la edad de 17 años, cuando empezó a recibir instrucción. ¿Qué promesas se hicieron a los padres? ¿Quiénes eran los padres? Adán, Abraham, Isaac, Jacob y Noé, profetas de la antigüedad que entendían la doctrina de las familias eternas. Las promesas de los hijos hechas a los padres para que los corazones se vuelvan a sus padres. Los corazones se volverían a las bendiciones de vida eterna que serían suyas. Se refiere a las bendiciones del templo, ordenanzas y convenios sin los cuales «la tierra sería totalmente asolada».

Aunque enseñemos todo lo que hay en cada sección de Doctrina y Convenios, aunque enseñemos a los alumnos todos los ríos del Libro de Mormón, aunque pudieran nombrar a todos los profetas del Antiguo Testamento y describir el viaje de los pioneros o la historia de los Santos de los Últimos Días, si aun así no entienden las promesas hechas a los padres a favor de ellos, todo este esfuerzo será en vano. Me atrevo a decir que toda nuestra enseñanza será en vano si los alumnos no logran comprender el contexto de lo que se les enseña.

La Proclamación se redactó para reforzar que la familia es el elemento central del plan del Creador. Sin ella, no hay plan ni motivos para que lo haya.No estoy segura de que todos en la nueva generación entiendan esto con claridad.

Amenazas que se ciernen sobre la familia

Analicemos algunas de las amenazas que se ciernen sobre la familia. Debemos saber contra qué luchamos. Si los jóvenes desconocen contra qué luchan, ni ellos ni ustedes podrán prepararse para la batalla. Por todas partes vemos que la familia carece de importancia. Pierde valor en todas las sociedades. Lo sabemos por el descenso del número de matrimonios, porque aumenta la edad de casamiento, se disparan los índices de divorcio y más de un cuarto de los niños nacen de padres que no están casados. Cada año desciende la tasa de natalidad en todo el mundo. Por el contrario, aumentan los abortos y su legalidad también en todo el mundo. Vemos relaciones desiguales con hombres y mujeres y muchas culturas que siguen practicando algún tipo de abuso en el seno de la familia. Muchas veces, el éxito profesional cobra más importancia que el familiar.

Los estudios que realizamos en las Oficinas Generales de la Iglesia nos indican que los jóvenes confían cada vez menos en la institución de la familia. Tienen menos confianza en su capacidad para formar una familia de éxito. Dado que confían menos en la familia, se vuelcan cada vez más en su educación y mucho menos en el formar una familia eterna.

De nuestras visitas y estudios con ellos se desprende que muestran una falta de fe en su capacidad para tener éxito. No entienden que el formar una familia es una tarea no exenta de fe.

Lo ven más como un proceso de selección, como ir de compras. No lo ven como una bendición del Señor ni que Él vaya a ayudarlos; además, también desconfían tanto de su propia entereza moral como de la de sus amistades. Dado que las tentaciones son tan intensas, no están seguros de lograr observar sus convenios. A esto debemos sumarle unas habilidades sociales insuficientes y sin desarrollar, lo cual les impide formar una familia eterna.

Todos tienen teléfonos celulares. En los últimos tres años no he estado en ningún país donde cada joven no tuviera un celular. Todos tienen un celular y una cuenta de correo electrónico. Cada vez se aficionan más a conversar con alguien que está a 100 kilómetros de distancia pero son incapaces de mantener una conversación con alguien que esté a su lado. Esto dificulta su socialización.

También tenemos entre nosotros el problema descrito en Efesios 6:12: «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes».

Tal es el mundo en el que crecen nuestros jóvenes. Se hallan en un mundo donde hay huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Cada día se promulgan leyes contra la familia; la definición de la familia está cambiando legalmente en todo el mundo. Además de la maldad espiritual, la pornografía campa a sus anchas. Está creciendo el consumo de pornografía entre nuestros jóvenes. Las jovencitas son el nuevo objetivo de quienes la crean. En cualquier medio de comunicación hay mensajes contra la familia y los más jóvenes están muy conectados a estos medios: Internet, la televisión, los contenidos que se descargan a los teléfonos, todos los dispositivos electrónicos les hacen llegar a diario mensajes contra la familia. Los jóvenes tienen cada vez menos motivos para formar una familia o casarse a pesar de todo lo que ustedes les enseñan. Se vuelven insensibles a la necesidad de formar familias eternas.

Leamos sobre cómo está sucediendo esto. Vayamos a Alma 30, donde aparece Korihor. Analicémoslo desde la perspectiva de la familia para ver qué relación guarda con los mensajes que ustedes reciben a diario sobre la familia. Korihor, a quien en el versículo 12 se le describe como un anticristo, dijo en los versículos 13-14:

«¡Oh vosotros que estáis subyugados por una loca y vana esperanza! ¿Por qué os sujetáis con semejantes locuras? ¿Por qué esperáis a un Cristo? Pues ningún hombre puede saber acerca de lo porvenir.

«He aquí, estas cosas que llamáis profecías, que decís que las transmiten los santos profetas, he aquí, no son más que insensatas tradiciones de vuestros padres».

Esto es lo que los jóvenes están empezando a pensar de las familias.

Continuamos en Alma:

«¿Cómo sabéis que son ciertas? He aquí, no podéis saber de las cosas que no veis; por lo tanto, no podéis saber si habrá un Cristo.

«Miráis hacia lo futuro, y decís que veis la remisión de vuestros pecados. Mas he aquí, esto no es sino el efecto de una mente desvariada; y este trastorno mental resulta de las tradiciones de vuestros padres que os inducen a creer en cosas que no existen.

«Y muchas otras cosas parecidas les habló, diciéndoles que no se podía hacer ninguna expiación por los pecados de los hombres, sino que en esta vida a cada uno le tocaba de acuerdo con su habilidad» (versículos 15-17).

¿No les suena a los mensajes del mundo? «Sólo lo logrará gracias a sus destrezas; su inteligencia es lo que le hará tener éxito». Ésos son los mensajes diarios de los medios de comunicación.

Otro mensaje: «Por tanto, todo hombre prosperaba según su genio» (versículo 17). Fórmense. Sean el mejor. Los programas televisivos que ven los jóvenes son competitivos, como American Idol, So You Can Dance; son muy competitivos. Cuanto mayor sea su ingenio, más famoso será. Este tipo de programas goza de mucha aceptación entre los jóvenes.

«Todo hombre conquistaba según su fuerza; y no era ningún crimen el que un hombre hiciese cosa cualquiera» (versículo 17). Eso es lo que oyen a diario. «Vivan la vida que les hará felices». Ése es el mensaje de los medios de comunicación.

Me parece interesante el versículo 18: «Así les predicaba, desviando el corazón de muchos, haciéndoles erguir sus cabezas en su iniquidad; sí, incitando a muchas mujeres, y también hombres… a cometer fornicaciones». Muchos de los mensajes contra la familia van dirigidos a las jovencitas. Satanás sabe que jamás tendrá un cuerpo ni una familia. Por eso su objetivo son las jovencitas que crearán futuros cuerpos y que instruirán a las familias. Ni siquiera ellas conocen las enseñanzas que reciben en esos mensajes, pero están siendo bombardeadas por todas partes. Por esta razón Satanás desvía a muchas mujeres, y también hombres, y todos pierden la confianza en su capacidad de formar familias eternas.

Korihor fue un anticristo. Un anticristo es también anti-familia. Cualquier doctrina o principio procedente del mundo que sea anti-familia, también es anticristo. Así de claro. Es preciso que sepan que si es contrario a la familia, es contrario a Cristo; si es contrario a Cristo, es contrario a la familia.

Corremos el riesgo de tener una generación como la descrita en Mosíah 26, donde muchos de la nueva generación no creían en las tradiciones de sus padres y constituyeron un pueblo separado en cuanto a su fe, y así quedaron desde entonces.A pesar de todo el dinero, de todo el esfuerzo invertido, los jóvenes se alejan si no entienden su parte del plan.

Cómo enseñar a la nueva generación

Preguntémonos: «¿Qué esperamos que entienda la nueva generación y cómo deben obrar gracias a lo que ustedes les enseñen?». Enséñenles de tal modo que no haya malentendidos y sepan que cada doctrina, cada principio, cada enseñanza que reciban de ustedes les conduce a la plenitud del Evangelio, la cual se halla en los templos, en las ordenanzas y en los convenios del templo, y en su función eterna. Ésa es la plenitud del Evangelio.

En la Iglesia se nos enseña que la prioridad principal es enseñar los principios de salvación del Evangelio, los cuales son aquéllos implicados en la formación e instrucción de una familia, así como en la preparación de dicha familia para realizar ordenanzas y hacer convenios; y así generación tras generación. Sus alumnos tienen esa responsabilidad.

Seamos claros con los elementos clave de la doctrina. Espero que en cada salón de clase haya una copia de la proclamación sobre la familia y que cada alumno tenga un ejemplar consigo para que cuando ustedes les enseñen, ellos logren relacionar las enseñanzas con las frases y expresiones clave del documento. No se trata de preparar una lección sobre la proclamación. En el curso sobre el Antiguo Testamento, la proclamación debiera formar parte de las actividades de los alumnos de marcar y subrayar, además de buscar el lugar donde se ve que las familias del Antiguo Testamento entendían estos principios. Si el curso fuera sobre Doctrina y Convenios, ustedes podrán relacionarlo con la proclamación. Lo mismo se aplica al Libro de Mormón. Si todos tienen una copia de la proclamación en sus ejemplares de las Escrituras, lograrán aprender y relacionarlo a lo largo del curso.

En 1995 el presidente Hinckley leyó la proclamación en una reunión general de la Sociedad de Socorro que sirvió para darla a conocer a la Iglesia. Entonces agregó que la proclamación es una «declaración y confirmación de normas, doctrinas y prácticas» que siempre han existido en esta Iglesia («Permanezcan firmes frente a las asechanzas del mundo», Liahona, enero de 1996, pág. 116). No es una nueva doctrina revelada en 1995, sino una reafirmación del conocimiento que existía desde que José Smith la entendió con 17 años.

Una de tales doctrinas es la comprensión que tenemos de los padres, los hijos y las hijas. El presidente Kimball dijo lo siguiente: «Desde el principio, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha resaltado la vida familiar. Siempre hemos entendido que los cimientos de la familia como unidad eterna estaban puestos antes incluso de la creación de esta tierra. Sin la vida familiar básica, la sociedad carece de cimientos y terminará por desaparecer en la nada» (en Liahona, noviembre de 1980, pág. 4).

El élder Hales declaró en cuanto al matrimonio: «La familia no es un accidente de la vida terrenal. Ya existía como unidad organizativa en los cielos antes de la formación del mundo. Su comienzo histórico en la tierra con Adán y Eva se recoge en Génesis. Adán y Eva fueron casados y sellados por el Señor por el tiempo y por toda la eternidad, gracias a lo cual su familia existirá eternamente» («The Family: A Proclamation to the World,» en Dawn Hall Anderson, Clothed with Charity, pág. 134). Es bastante claro, ¿verdad?

El presidente Ezra Taft Benson dijo:

«Este orden se describe en la revelación moderna como un orden de gobierno de familias donde un hombre y una mujer hacen convenio con Dios, tal y como hicieron Adán y Eva, para ser sellados por la eternidad, tener posteridad y hacer la obra de Dios durante su vida terrenal…

«Este orden del sacerdocio ha estado en la tierra desde el principio y es el único medio que un día nos permitirá ver la faz de Dios y vivir (D. y C. 84:22)» («What I Hope You Will Teach Your Children about the Temple», Liahona, Aug. 1985, 9).

El élder Bednar compartió con nosotros el magnífico mensaje «El matrimonio es esencial para Su plan eterno». (Recomiendo su estudio; pueden consultarlo en la Reunión Mundial de Capacitación de Líderes: Apoyemos a la familia del 11 de febrero de 2006. Hay otros mensajes sumamente importantes: del presidente Thomas S. Monson, la hermana Bonnie D. Parkin y el élder L. Tom Perry.)

El élder Bednar mencionó dos razones importantes por las que tenemos la familia y el matrimonio. Razón número uno: «La naturaleza del espíritu del hombre y la naturaleza del espíritu de la mujer se complementan y se perfeccionan mutuamente y, por tanto, se ha dispuesto que progresen juntos hacia la exaltación» (pág. 00 [3]). ¿Sus alumnos entienden esto claramente? Razón número dos: «Por designio divino, se necesitan tanto el hombre como la mujer para traer hijos a la tierra y para proporcionarles el mejor entorno para su crianza y cuidado». Qué maravillosos son estos principios.

También es necesario que los alumnos entiendan que el mandamiento de multiplicarse y henchir la tierra (Génesis 1:28; Moisés 2:28) sigue vigente. No es impropio que tengan hijos. Tener hijos es una obra de fe. El presidente Kimball dijo que «es un acto de egoísmo extremo el que un matrimonio se niegue a tener hijos cuando están facultados para tenerlos» (Liahona, May 1979, 6).

Los mensajes que les llegan a los jóvenes critican el tener hijos. El ser madre o padre son funciones y responsabilidades eternas. No sé si ellos lo entienden. El hombre y la mujer tienen su parte de responsabilidad en el plan, pues esta vida nos prepara para esas responsabilidades eternas. No están aquí para preparar sus testimonios, sino para prepararse para responsabilidades eternas.

Los estamos preparando para recibir las bendiciones de Abraham. Podemos confirmar esto en Abraham 1, en la Perla de Gran Precio. Leámoslo y hagámonos algunas preguntas. (Cuando hablo con los jóvenes adultos, les pregunto: «¿Cómo sabemos que Abraham era un joven adulto? «.Porque dice que «vio que le era necesario buscar otro lugar donde morar» [versículo 1]. Pueden pensar de sí mismos: «Me es necesario buscar otro lugar para vivir. No tengo porqué vivir siempre con mis padres».)

Abraham dijo en el versículo 2: «Hallando que había mayor felicidad, paz y reposo para mí, busqué las bendiciones de los padres». Solemos llamar padre a Abraham. Entonces, ¿quiénes eran sus padres? Adán, Noé, Set y los antiguos profetas; ésos eran los padres que él conocía, así era como sabía del plan y de las responsabilidades que tuvieron. ¿Cuáles eran las bendiciones? Él quería «el derecho al cual yo debía ser ordenado, a fin de administrarlas; habiendo sido yo mismo seguidor de la rectitud, deseando también ser el poseedor de gran conocimiento, y ser un seguidor más fiel de la rectitud, y lograr un conocimiento mayor, y ser padre de muchas naciones, un príncipe de paz, y anhelando recibir instrucciones y guardar los mandamientos de Dios, llegué a ser un heredero legítimo, un Sumo Sacerdote, poseedor del derecho que pertenecía a los patriarcas» (Abraham 1:2).

¿Dónde aprendemos de estas cosas en nuestra época y dónde se reciben estas bendiciones? Él deseaba las bendiciones del templo que tenía a su alcance para convertirse en legítimo heredero, ser padre de muchas naciones. Tal bendición sólo la puede recibir alguien que se haya casado y sellado en el templo. No se puede ser padre de muchas naciones sin una esposa a la que estar sellada. Él no podía poseer el derecho que pertenecía a los patriarcas sin una esposa, sin los derechos que pertenecen a las madres.

Abraham anhelaba y buscó las bendiciones del templo de las que se habla en la sección 2 de Doctrina y Convenios: el sacerdocio. ¿Y quiénes eran las madres?¿Saben las jovencitas quiénes eran las madres?¿Saben que las madres eran Eva, Sara, Rebeca y otras mujeres importantes? Las Escrituras llaman a Eva «nuestra gloriosa madre Eva» (D. y C. 138:39). ¿Por qué fue gloriosa? Pues porque entendía su responsabilidad en la formación de una familia eterna.

Me encanta el relato de Abraham y Sara, de Isaac y Rebeca. Podemos leerlo en Génesis. Si Abraham deseaba esas bendiciones, su esposa era sumamente importante. Abraham y Sara tuvieron un hijo al que amaban mucho: Isaac. Si Abraham deseaba la bendición de ser padre de muchas naciones, ¿qué importancia tenía la esposa de Isaac? Ella era importantísima para que él recibiera sus bendiciones. Tal era su importancia que envió a un siervo con la misión de hallar a la joven adecuada, una joven que observara sus convenios y entendiera el significado de tener una familia eterna con la que compartir esas mismas bendiciones. (El estudio de las cualidades de Rebeca es una actividad fenomenal. Comiencen en Génesis 24:15 y lean con sus alumnos hasta aprender cuáles eran algunas de sus cualidades. Pregúntense: ¿Qué aprendemos acerca de Rebeca? ¿Cómo era? ¿Qué tenía de especial su carácter para convertirla en la persona idónea para ser la esposa de un hijo muy amado por sus padres y al que iban a pasarle esas bendiciones?)

En el versículo 60 llegamos al momento donde Rebeca fue bendecida por sus hermanos: «Sé madre de millares de millares». ¿Dónde se reciben esas bendiciones? En el templo. Rebeca deseaba esas bendiciones y fue bendecida con ellas. Rebeca dejó todo atrás, tanto su familia como su vida anterior. Tanto anhelaba esas bendiciones que se dijo: «No me es preciso aguardar. Me voy ya» (véase Génesis 24:61). Así que ella e Isaac formaron una familia eterna. Tuvieron dos hijos, uno de los cuales optó por casarse fuera del convenio.

Rebeca nos dice lo fastidiada que estaba a causa de las hijas de Het. Eran mujeres que no pertenecían al convenio. Leemos en Génesis 27:46, donde le dice a Isaac: «Fastidio tengo de mi vida a causa de las hijas de Het. Si Jacob toma esposa de entre las hijas de Het, como éstas, de las hijas de esta tierra, ¿para qué quiero la vida?». Rebeca había renunciado a todo (había dejado atrás a su familia, su país.) para formar una familia eterna y recibir esas bendiciones. De sus dos hijos, uno se había ido con las hijas de esa tierra y no había nadie que pudiera unirse en matrimonio eterno con su otro hijo. Ella necesitaba ver cómo su hijo justo recibía las bendiciones. Rebeca se valió de su influencia para que las llaves y las bendiciones del sacerdocio pasaran a su hijo recto. Es un ejemplo perfecto de un hombre con las llaves y de una mujer influyente que trabajan en unión en la consecución de sus bendiciones.

Aquí están Isaac y Rebeca, que conocían las promesas de ser madre de millares de millares o padre de muchas naciones. ¿Cuán importante era la esposa de Jacob? Muchísimo. Gracias a la influencia de Rebeca y al sacerdocio de Isaac tenemos las Doce Tribus de Israel que ahora habitan la tierra. La parte de Isaac y Rebeca es crucial. Toda ella dependía de un hombre y de una mujer que entendían el lugar que ocupaban en el plan, así como sus responsabilidades de formar una familia eterna, tener hijos e instruirlos.

Les informo de que una de sus responsabilidades, además de enseñar las doctrinas para que los alumnos no las malinterpreten, es comprender la relación de Isaac y Rebeca. Cada uno de sus alumnos debiera entender su papel en esta relación: que son una especie de Isaac y Rebeca. Entonces sabrán claramente lo que tienen que hacer.

Ejemplifiquemos la esperanza de la vida eterna

Quisiera que ustedes fueran ejemplos vivientes en sus hogares, en sus familias, en sus matrimonios, de tal manera que sus alumnos tengan esperanza en la vida eterna al verles a ustedes. Su objetivo es vivir en el tipo de hogar o de familia que ellos deseen tener. De este modo no harán caso al mensaje que reciban de otras fuentes. Si viven y enseñan este principio con suma claridad, sus enseñanzas apagarán el ruido, traspasará los corazones de los jóvenes y les llegará hasta lo más recóndito. No es una cuestión de volumen ni de número de palabras; tan sólo precisan transmitirles un ejemplo claro. Ustedes son su ideal.

Permitan que su vida familiar brille por su dominio de los principios básicos, no dejen su función ni sus responsabilidades familiares al azar. Piensen en términos de precisión, no de perfección. (La perfección es difícil de alcanzar en esta vida; orienten su vida familiar a la precisión.) Sus alumnos aprenderán de ustedes si ustedes se ponen metas familiares y son precisos en su consecución.

Ellos aprenden que ustedes oran y estudian las Escrituras en familia, que tienen sus noches de hogar familiar, que convierten las comidas familiares en una prioridad y que las aprovechan para enseñar a sus hijos. Ustedes están enseñando constantemente a sus familias las cosas que les enseñan a sus alumnos. Hablen con respeto de sus cónyuges y gracias a su ejemplo la nueva generación desarrollará una gran esperanza y comprensión no sólo por sus palabras, sino por cómo ustedes perciben y transmiten lo que sienten por la familia.

Repaso

El objetivo de seminario e instituto es preparar a los jóvenes para recibir las bendiciones de la vida eterna. Están preparando a los jóvenes para ir al templo, para tener familias eternas, sin las cuales la tierra sería «totalmente asolada». La nueva generación está recibiendo muchas amenazas que atentan contra la formación de una familia eterna, a tal grado que pierden la confianza en su capacidad para ello. Se parecen mucho a Abraham cuando vivía en una tierra repleta de idolatría e iniquidad. Les es necesario alejarse mentalmente de eso y dirigirse a la tierra donde el Señor pueda bendecirlos para recibir sus convenios.

Ustedes tienen la labor de instruirles para que no se confundan, que conozcan con claridad los puntos de doctrina que se hallan en la proclamación de la familia, la cual debe ocupar un lugar prominente en su enseñanza, en las aulas y en lo que aprendan los jóvenes. Gracias a su enseñanza, ustedes los están preparando para recibir las bendiciones de Abraham, para ir al templo. De cada aula debe salir un Isaac y una Rebeca; vivan de tal manera que ellos confíen en ustedes, que sus ejemplos los induzcan a saber que pueden tener una familia eterna.

Al tratar con jóvenes adultos suelo hablarles de cuando me casé con mi esposo. Teníamos tres dólares, cantidad que, aun en la actualidad, sigue siendo pequeña. Nuestro casamiento fue una obra de fe. No nos casamos porque tuviéramos dinero ni porque hubiéramos concluido nuestra educación ni porque tuviéramos donde vivir. Nos mudamos a casa del abuelo y cuidamos de él durante nuestra primera etapa de casados. Seguimos estudiando y trabajamos arduamente; pero nuestra relación era una obra de fe. Sabíamos que habíamos hecho un convenio con el Señor y que Él nos iba a bendecir. No era una cuestión de dinero, sino de fe. Éste es el tipo de mensajes que precisan para, gracias a ustedes, desarrollar confianza.

Esta generación será llamada a defender la doctrina de la familia como nunca antes en la historia del mundo, y si no la conocen, no podrán defenderla. Es preciso que entiendan los templos y el sacerdocio. Si ustedes desconocen que el propósito de ellos es ser padres y madres, tampoco ellos entenderán el significado de serlo. Su esfuerzo será en vano.

El presidente Kimball dijo algo en 1980, hace casi 30 años, que yo considero profético y aplicable a nosotros:

«Muchas de las restricciones sociales que en el pasado contribuyeron a reforzar y modelar a la familia están desapareciendo. Llegará una época en la que sólo quienes crean profunda y activamente en la familia serán capaces de preservar a sus familias en medio de la maldad que les circundará.

«.Quienes definan a la familia fuera del ámbito tradicional, acabarán con ella.

«De todas las personas, ninguno de nosotros debiera claudicar ante los engañosos argumentos de que la unidad familiar es algo ligado a una fase determinada por la que atraviesa una sociedad moral. Somos libres para hacer frente a esas tendencias que restan importancia a la familia y que ensalzan el individualismo egoísta. Sabemos que la familia es eterna. Sabemos que cuando las cosas van mal en la familia, también van mal en cualquier otra institución de la sociedad» (Liahona, Nov. 1980, 4).

Mis hermanos y hermanas, mis maravillosos amigos y compañeros en esta obra: hablamos de Cristo y predicamos de Cristo y de Su doctrina plena (véase 2 Nefi 25:26), la cual se basa en la teología de la familia. No nos «[avergonzamos] del evangelio de [Jesucristo]» (Romanos 1:16) ni de Su doctrina. Estamos dispuestos a defenderla y a impartirla con claridad. Sabemos que al hacerlo contaremos con ayuda divina. Nuestros convenios hacen posible que vivamos eternamente con nuestro Padre Celestial. Ésa es nuestra gran bendición.

Comparto con ustedes mi testimonio de que el evangelio de Jesucristo es verdadero y que fue restaurado por conducto del profeta José Smith. En la actualidad tenemos la plenitud del Evangelio. Les testifico que somos hijos e hijas de padres celestiales que nos enviaron a esta experiencia terrenal para prepararnos para la bendición de tener familias eternas. Testifico de nuestro Salvador, Jesucristo, y de que por medio de Su Expiación podemos llegar a ser perfectos y capaces de cumplir con nuestras responsabilidades para con nuestras familias terrenales, y que Su Expiación nos brinda la promesa de una vida eterna en familia.

Testifico que el poder del Espíritu Santo puede acompañarnos y guiarnos en nuestra actividad docente si tan sólo lo invocamos, sí, ese poder que traspasa el corazón, el alma y la mente de esta generación con hambre de aprender la verdad. Ellos lo saben porque recibieron sus primeras lecciones en el mundo de los espíritus. Sabrán en su interior que es verdad. Hoy nos guía un profeta, el presidente Thomas S. Monson. Quiero darles las gracias a cada uno por su entrega al servicio, por sus vidas de fe y consagración, y por ser ejemplos vivos de la veracidad de este Evangelio. Ruego que la bendición del Señor les acompañe en todo momento, en el nombre de Jesucristo, amén.

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