¿Del mundo o del Reino?

 Conferencia General Octubre 1973

¿Del mundo o del Reino?

Howard W. Hunter 1

por el élder Howard W. Hunter
Del Consejo de los Doce


En el corto periodo de tiempo que estaré en este púlpito, quiero testificaros mi conocimiento acerca de lo verídico de las doctrinas y enseñanzas de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Vivimos en lo que se describe como el periodo de mayor conocimiento desde la creación del mundo. Los progresos científicos actuales asombran a la mente humana. Nos damos cuenta de que la ley bajo la cual se han logrado estos progresos, ha existido siempre; pero no fue sino hasta esta era en que los estudios del hombre y su entendimiento aumentaron lo suficiente como para poder usar las leyes naturales y lograr los progresos del mundo actual.

Hace pocas generaciones las cosas eran producidas con herramientas manuales y materiales crudos, pero en nuestros días, la producción masiva ha reemplazado a los viejos métodos con mayor eficiencia y mejor calidad, gracias al genio, la destreza y las máquinas que el hombre ha inventado.

La agricultura es el medio de vida de más de la mitad de la población del mundo. Cuando pasamos cerca de los modernizados campos agrícolas, ya no vemos a los agricultores labrando la tierra con arado y caballo. Arando surco por surco; o las familias trabajando juntas en los campos al tiempo de la cosecha. Esas cosas parecen haber desaparecido. Hoy, grandes piezas de equipo mecánico,  con la fuerza de cien caballos, aran varios surcos a la vez. No hace muchos años, se usaba la hoz de mano para cosechar los campos de grano. Las gavillas eran desgranadas a mano y luego arrojadas al viento para separar el grano de la paja. Grandes combinaciones de maquinaria agrícola hacen ahora todo el trabajo al mismo tiempo; siegan el campo en una sola operación.

Los sucesos de los lugares más lejanos podemos verlos en la quietud de nuestros propios hogares, un fenómeno que pudo ser considerado un milagro en generaciones pasadas. La vida moderna requiere que tengamos comunicación instantánea a nuestro alcance, de tal manera que podamos marcar un número y tratar negocios o darnos el lujo de visitar a alguien, no importa cuál sea la distancia que medie. Los animales sirvieron de transporte al hombre durante siglos, pero éstos han sido reemplazados por cómodos vehículos que desarrollan grandes velocidades. Siempre hemos tenido la curiosidad de ver qué hay más allá del río. Hoy un vuelo rápido en avión, hace que los océanos no sean más anchos que el río de los años pasados y podemos ver lo que hay más allá; el hombre tiene rápido acceso al mundo.

Nos sentimos orgullosos por los progresos modernos, porque tenemos mejor alojamiento, mejor alimento; las mayores comodidades, servicios médicos cada vez mejores, grandes avances en educación y el más alto nivel de vida que jamás haya gozado el hombre en la historia del mundo.

Muchos de mis antepasados estuvieron ocupados en la más común de las ocupaciones del mundo: arar la tierra. Algunos de ellos dejaron sus viejos hogares en Inglaterra y vinieron a las costas del Nuevo Mundo. Estableciéndose en las colonias de Plymouth y Massachussets. Me siento agradecido al leer la conmovedora historia de su conquista a pesar de tantas penalidades y dificultades que tuvieron que afrontar ellos y sus familias.

Algunos de los primeros misioneros de la Iglesia fueron a Escocia, Dinamarca y Noruega, donde vivían otros de mis remotos antepasados. Ellos aceptaron las enseñanzas del evangelio, dejaron la seguridad de su tierra natal y participaron en el recogimiento de Sión. Estas personas tuvieron que encarar aún mayores penalidades mientras caminaban por las polvorosas llanuras del medio oeste y sobre las montañas Rocosas a los valles desiertos que en tales montañas había, cargando con todas sus pertenencias en carretas hechas con su propia mano. Las dificultades que ellos soportaron, aún hoy traen lágrimas a los ojos de sus herederos.

Las historias de esta gente son historias de fe, devoción y dedicación. Aunque hubo pruebas, penalidades y carencias de todas las comodidades que ahora creemos necesarias en nuestro mundo actual, parecía haber una gran felicidad en sus vidas y en sus familias. En sus hogares había fe y oración; fe en el Señor Jesucristo y oraciones a Dios pidiéndole por sus necesidades y dándole gracias por su infinita bondad para con ellos. Leían la Biblia en sus hogares y había una profunda creencia en sus enseñanzas. La vida era más simple, pero, ¿podemos decir que había menos felicidad?

La sociedad ha hecho un gran esfuerzo para modernizar al mundo en cuanto a educación, comunicación, viajes, salud, comercio, alojamiento y en muchos otros aspectos que elevan el nivel de vida; pero, ¿qué ha hecho esta socialización y modernización en favor de la familia, la institución básica de la sociedad? Nunca antes se había visto tal inestabilidad; el promedio de divorcios es más alto ahora que en cualquier otro tiempo. La modernización ha transferido la responsabilidad de la educación de la familia a las instituciones públicas, donde el pensamiento moderno ha venido a ser de mayor importancia y los principios morales han sido abandonados. El nivel de criminalidad ha aumentado alarmantemente. La adicción a las drogas, la desobediencia a las leyes, el aumento de enfermedades venéreas y la corrupción en todas sus formas parece ser aceptada en estos días de modernización, libertad de pensamiento y acción, patrocinada y promovida sin considerar las responsabilidades que deben acompañar tal libertad, si la sociedad desea ser estabilizada. Seguramente que todos estaremos de acuerdo en que la institución familiar ha sido seriamente, si no es que irreparablemente, dañada en nuestra sociedad.

En el pasado, las iglesias habían desempeñado la función de enseñar a los hombres a tener fe en Dios y a desarrollar una estabilidad moral. ¿Qué le está sucediendo ahora a la religión organizada como fuerza estabilizadora de la sociedad? Muchas de las más grandes iglesias cristianas han reportado la pérdida de miembros e ingresos para llevar a cabo su empeño religioso. Aquí también la modernización ha cobrado su precio.

El modernismo ha venido a ser la orden del día en algunos pensamientos religiosos. Los modernistas abogan por el restablecimiento de la doctrina tradicional, sobre la base de que los avances científicos y escolares, requieren de una nueva interpretación crítica de la Biblia y la historia del dogma. El término «modernismo» es muchas veces usado en ‘ lugar de «liberalismo». Sus defensores reclaman que las verdades religiosas ‘ están sujetas a constante reinterpretación a la luz de los conocimientos modernos; por tanto, se requiere de conceptos nuevos y más avanzados para expresar el pensamiento y el progreso actual.

La Biblia ha sido objeto de ataques; por parte de los modernistas. Algunos han dicho que la ciencia rehusa aceptar la autencidad de relatos bíblicos tales como la creación del mundo, la creación de la vida sobre la tierra, Adán, Eva y el jardín de Edén, el Diluvio y muchos otros sucesos del Antiguo y Nuevo Testamento. Lo que se sostiene como cono cimientos superiores en estos días de instrucción ocasiona que algunos hombres consideren estos relatos como fábulas. Por esto, ¿podrán los creyentes en Cristo repudiar las Escrituras? En un intento por recobrar la confianza de los fieles que habían cesado de creer, muchas iglesias liberales han ido abandonando una doctrina tras otra, aun hasta el límite de no sostener la doctrina de la existencia de un Dios personal. Ellos ya no sostienen más la realidad de la resurrección del Salvador crucificado y la doctrina del sacrificio expiatorio ha perdido su credibilidad. Bajo tales circunstancias, ¿cómo puede la religión organizada mantenerse como una influencia estabilizadora para la sociedad?

En estos días de conocimiento, de elevados pensamientos y de modernización, las cosas simples son pasadas por alto, y se busca profundizar. Están ignorando lo básico, lo simple, las verdades fundamentales del evangelio. Pablo enseñó el evangelio verdadero de Jesucristo al pueblo de Galacia, y después que los dejó vinieron maestros falsos y los desviaron de sus enseñanzas. El les dijo:

«Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema» (Gálatas 1:6-8).

Desde los primeros días de la iglesia cristiana, han sido enseñados evangelios falsos, pero no son realmente evangelios, como señaló Pablo, pues hay un solo evangelio de Jesucristo. Hoy no es diferente. Estamos rodeados de frustración, de pensamientos tan avanzados en conocimiento que ocasionan preguntas y dudas. Estas parecen arrastrar a los hombres y destruir la fe y la moral.

¿Dónde está, pues, la esperanza en este s mundo de frustración y decaimiento moral? Esta descansa en el conocimiento y comprensión de las verdades enseñadas s por el Maestro, las cuales deben ser enseñadas por la Iglesia de Cristo sin desviación, aceptadas y vividas por los miembros. Estas son verdades eternas y así seguirán siendo por siempre a pesar de las variables circunstancias de la sociedad, el desarrollo de nuevos progresos científicos o el aumento de conocimiento en el hombre.

Yo creo que podemos estar al día y gozar de los frutos de un mundo moderno y de sus altas normas de vida, y también creo que podemos tener los beneficios de los estudios modernos y los avances científicos sin aceptar las teorías de los modernistas. Creo en los principios del evangelio anunciados por el Salvador en su ministerio, los cuales fueron tan verdaderos entonces, como lo son hoy. La verdad es eterna e invariable y el evangelio de Jesucristo será siempre actual, aun en un mundo tan lleno de cambios como lo es el nuestro.

El avance de conocimientos del cual el mundo está tan orgulloso, no es una creación del hombre; es sólo un descubrimiento parcial del ilimitado conocimiento y sabiduría que Dios posee. El uso que hacemos de ello se determina por el hecho de pertenecer al reino eterno de Dios, o ser parte del conocimiento temporal del mundo, la cuestión es simplemente esta: ¿Estamos buscando lugar en el dominio del pensamiento mundano o lo estamos buscando en el inalterable reino de Dios?

Cuán agradecido estoy por ser miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la cual adopta una postura firme en este mundo de cambios, el cual sostiene ser moderno, pero por supuesto, sin sujetarse a las doctrinas y las verdades anunciadas por el Salvador, para expresar los «así llamados» pensamientos y progreso modernos. Nosotros no tomaremos ese curso.

Aun en contra de los puntos de vista de muchos modernistas, yo sé que Dios, nuestro Eterno Padre, vive; que la Biblia y el Libro de Mormón son inspirados por El; que Jesucristo, el Hijo de Dios es real y que vive; sé que su sangre fue derramada por nosotros y que su resurrección es verdadera. Además doy testimonio de que actualmente hay un profeta de Dios sobre la tierra.

Que Dios nos bendiga en nuestras empresas justas, para así evitar las influencias que nos llevarán a lo mundano; que podamos adoptar una actitud firme, por la fe y por nuestra creencia en el reino de Dios, lo ruego humildemente en el nombre de Jesucristo. Amén.

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