Conferencia General Octubre 1973
Observaciones finales

por el presidente Harold B. Lee
Si el Señor me da la habilidad para hacerlo, hay algunas cosas que quisiera deciros. Tenemos miembros de la Iglesia en todas partes del mundo. Uno de los centros de tensión está en Israel en donde hay una guerra desordenada y cruel. Aun no sabemos mucho en cuanto a su extensión, pero parece que Egipto y Siria están penetrando en territorio israelí.
Tenemos algunos alumnos de la Universidad Brigham Young ahí y también tenemos organizada una rama de la Iglesia.
Tenemos padres ansiosos que han estado pensativos, vigilando y esperando. Nos han llegado noticias de que todos estos jóvenes están seguros de que los están cuidando. Vosotros podéis estar seguros de que tenemos pastores con el rebaño, y que continuaremos orando con vosotros para que ningún daño les sobrevenga.
Ha habido tumultos en Chile, donde tenemos miles de miembros de la Iglesia y casi doscientos misioneros. La noticia llegó a nosotros, por una de las autoridades que presiden, quien vino desde Santiago y nos dijo que ahí no ha habido muertes entre los miembros, hasta donde se tiene noticia. Nuestro pueblo se está sosteniendo firme y sin tomar parte en los conflictos políticos, elevándose por encima de ello como se espera que los verdaderos miembros de la Iglesia de Jesucristo lo hagan y obedeciendo a aquellos que están al mando, pero sin deseo de tomar partido, sino meramente inclinando sus cabezas y rindiendo obediencia a las autoridades gubernamentales.
Oramos por nuestros santos de todas partes, oramos porque se mantengan firmes. Estamos conscientes de que algunos de los más grandes enemigos son precisamente aquellos que están entre nuestras propias filas. Qué gran pena le causó al Maestro el presenciar cuando uno de los hombres elegidos, a quien El eligió bajo inspiración como uno de los Doce, lo traicionó con un beso, y por unas pocas y sucias piezas de plata lo entregó a sus enemigos. Judas entonces, dándose cuenta de la enormidad de sus actos, tomó la única puerta de escape sacrificándose a sí mismo. Y Jesús sólo pudo explicar que entre los Doce, hubo un diablo.
Cuando actualmente vemos a alguno de los nuestros haciendo cosas similares, alguno que hemos honrado como maestro, sostenido y reconocido como dirigente y que más tarde cae a un lado del camino, nuestros corazones se conmueven. Pero algunas veces tenemos que decir como el Maestro: «El diablo debe haber entrado en ellos.»
Hace pocos años hubo una mujer que había escrito algunas cosas injuriosas acerca del profeta José Smith. (Se hizo mención de esto en una conferencia actual.) Poco después me encontré con alguien en la calle y me preguntó si había habido alguna declaración en la conferencia general, recientemente concluida, que se pudiera considerar como una profecía, y yo le dije: «¿Escuchó las observaciones finales del presidente George Albert Smith cuando concluyó la conferencia? Si lo hizo, entonces oyó hablar a un profeta, y déjeme decirle lo que dijo.» De casualidad traía yo un recorte en mi cartera. Esto es lo que el presidente George Albert Smith dijo:
«Muchos han empequeñecido a José Smith, pero aquellos que lo han hecho, serán olvidados entre los restos de la madre tierra, y el olor de su infamia siempre estará con ellos, pero el honor, la majestad y la fidelidad a Dios ejemplificada por José Smith y unida a su nombre, nunca morirá.»
Nunca antes se han dicho palabras más verdaderas y esa persona cayó, como han caído otros y como caerán quienes traten de destruir la obra del Señor.
Hemos tenido algunos de estos miembros, que, escribiendo en la prensa pública ocasionalmente, se encuentran entre aquellos que han caído al lado del camino y ensuciado los honorables nombres que llevan. Ellos han degradado los honores que les hemos dado en tiempos pasados; están tratando de unirse a las fuerzas del enemigo contra la obra del Señor. Y nosotros podemos decirles, como el presidente George Albert Smith les dijo: «. . . aquellos que lo han hecho, serán olvidados entre los restos de la madre tierra, y el olor de su infamia siempre estará con ellos, pero el honor, la majestad y la fidelidad a Dios ejemplificada por los líderes de esta Iglesia y unida a sus nombres, nunca morirá.»
Cuando escucho estas cosas, dichas por aquellos que tratan de destruir la obra, recuerdo que el Señor ha dicho:
«Confundid, pues, a vuestros enemigos; invitadlos a discutir con vosotros en público y privadamente; y si sois fieles, serán avergonzados.
«Por tanto, dejadlos que propongan su potente razonamiento en contra del Señor.
«De cierto así os dice el Señor; No hay arma aparejada en contra de vosotros que ha de prosperar;
«Y si algún hombre alzare su voz contra vosotros, será confundido en mi propio y debido tiempo.
«Así que, guardad mis mandamientos. . .» (D. y C. 71:7-11).
Lo que está tratando de que entendamos, es que El se encargará de nuestros enemigos si seguimos cumpliendo sus mandamientos. Así vosotros santos del Altísimo, cuando estas cosas vengan, como están profetizadas, decidlo a sí mismos:
«Ningún arma formada contra la obra del Señor prosperará, pero toda la gloria y majestad de su obra, que el Señor ha dado, será largamente recordada, después que aquellos que han tratado de ensuciar sus nombres y el nombre de la Iglesia, serán olvidados y sus obras los seguirán.»
Sentimos pena por ellos cuando vemos que estas cosas ocurren.
Una cosa más quisiera decir: Estoy seguro que muchos vinieron a esta conferencia con muchas preguntas en su mente, buscando conocer algunas de las respuestas; deseando saber qué hacer en este o aquel caso, y cómo actuar bajo determinadas circunstancias. Al escuchar sus preguntas, hemos recordado lo que el Señor dijo en el prefacio de sus revelaciones:
«Y será revelado el brazo del Señor; y viene el día en que aquellos que no oyeren la voz del Señor, ni la voz de sus siervos, ni hicieren caso de las palabras de los profetas y apóstoles, serán desarraigados de entre el pueblo.» Y entonces continuó «lo que yo, el Señor, he hablado, he dicho, y no me excuso; y aunque pasaren los cielos y la tierra, mi palabra no pasará, sino que toda será cumplida, sea por mi propia voz, o por la voz de mis siervos, es lo mismo» (D. y C. 1:14,38).
En otra gran revelación. El explicó algo que quisiéramos que los santos recordaran hoy. ¿Adónde iréis para oír y saber lo que debéis de hacer hoy? El Señor declaró otra vez:
«Y esto les será por norma: [El hablaba a aquellos que son líderes en la Iglesia] Hablarán conforme los inspire el espíritu Santo.
«Y lo que hablaren cuando fueren inspirados por el Espíritu Santo, será escritura, será la voluntad del Señor, será la intención del Señor, será la palabra del Señor, será la voz del Señor y el poder de Dios para la salvación» (D. y C. 68:3-4).
A los Doce, poco después de la organización de la Iglesia, El dijo otra cosa que yo quisiera que recordareis antes de que yo saque una o dos conclusiones de lo que el Señor nos ha dicho: El Señor aquí está hablando acerca de las revelaciones que han sido compiladas hasta este tiempo en Doctrinas y Convenios.
Primero quiero citar algo que el profeta José Smith dijo acerca del Libro de Mormón: «Declaré a los hermanos que el Libro de Mormón era el más correcto de todos los libros sobre la tierra, y la clave de nuestra religión; y que un hombre se acercaría más a Dios por seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro» (Enseñanzas del Profeta losé Smith, págs. 233-34). Y entonces agregó: «Si quitamos el Libro de Mormón y las revelaciones, ¿dónde queda nuestra religión? no tendríamos nada» (Enseñanzas, págs. 77).
El Libro de Mormón y las revelaciones son el fundamento sobre el cual la Iglesia y el reino de Dios está edificado en nuestros días; y así, con respecto a estas revelaciones el Señor dijo, como puede encontrarse en la sección 18 de las Doctrinas y Convenios:
«Y ahora hablo a vosotros, los doce; He aquí, mi gracia os es suficiente; tenéis que andar en rectitud delante de mí, y no pecar;
«Y yo, Jesucristo, vuestro Señor y vuestro Dios, lo he hablado.
«Estas palabras [refiriéndose a las revelaciones] no son de hombres, ni de hombre, sino mías; por lo tanto, testificaréis que son de mí, y no del hombre.
«Porque es mi voz que os las habla; porque os son dadas por mi Espíritu, y las podéis leer los unos a los otros por mi poder; y si no fuere por él, no las podríais tener» (D. y C. 18:31, 33-35).
Y entonces agregó esto, escuchen: «Por tanto, podéis testificar [refiriéndose al que está en el púlpito y lee estas revelaciones] que habéis oído mi voz y que conocéis mis palabras» (D. y C. 18:36). Porque como ya cité, dijo: «. . . sea por mi propia voz, o por la voz de mis siervos, es lo mismo» (D. y C. 1 :381.
Ahora vosotros, Santos de los Últimos Días, pienso que nunca habíais asistido a una conferencia en donde, como en estos tres días, hayáis escuchado declaraciones más inspiradas en cada tema y problema acerca del cual estabais preocupados. Si deseáis saber lo que el Señor quiere que sepáis, y tener su guía y dirección durante los próximos seis meses, pedid una copia de los discursos de esta conferencia y tendréis las últimas palabras del Señor en lo que se refiere a los santos.
Y [también] todos los demás que no son de nosotros pero que creen en que todo lo que se ha dicho ha sido «la voluntad del Señor, la intención del Señor, la voz del Señor y el poder de Dios para la salvación.» (D. y C. 68:4.)
Y digo, dándome cuenta que es una declaración muy atrevida, que he pensado en una gran revelación donde el Señor dijo algo acerca de la creación del universo. En la sección 88 de Doctrinas y Convenios, el señor dijo:
«La tierra rueda sobre sus alas, y el sol da su luz de día, y la luna de noche, y las estrellas también dan su luz, conforme ruedan sobre sus alas en su gloria, en medio del poder de Dios.
¿A qué compararé estos reinos, para que comprendáis?
«He aquí, todos éstos son reinos, y el hombre que ha visto a cualquiera, o el menor de éstos, ha visto a Dios obrando en su majestad y poder.» (D. y C. 88:45, 47).
De la misma manera os digo, mientras estoy con vosotros y veo moverse la mano del Señor en los asuntos de las naciones del mundo actual, que estamos viendo las señales de los tiempos como fue predicho por los profetas y por el Maestro, y vemos lo que está sucediendo y las cosas que ocurren delante de nosotros, en nuestros días. En la Iglesia hemos estado atestiguando algunas de las más dramáticas cosas y yo testifico que estáis viendo lo que el Señor está revelando hoy para las necesidades de este pueblo.
Podría parafrasear lo que el Señor ha dicho en la gran revelación, que he citado: cualquier hombre que actualmente ha visto alguno de los menores sucesos entre nosotros, ha visto a Dios, moviéndose en su majestad. Y no nos equivocamos en esto.
¿A dónde más podríais acudir por guía? ¿Dónde hay seguridad actualmente en el mundo? La seguridad no puede ganarse con tanques, cañones, aeroplanos y bombas atómicas. Hay sólo un lugar de seguridad y éste está dentro del dominio del poder del Dios Todopoderoso, el cual da a todos los que guardan sus mandamientos y escuchan su voz, cuando habla por medio de los siervos que El ha ordenado para este propósito.
En la respuesta que dio a sus discípulos, cuando les dijo que vendría otra vez, les explicó algunas cosas importantes cuando ellos le preguntaron: ‘ . . . Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, que has dicho concerniente a la destrucción del templo, y de los judíos; y qué señal habrá de tu venida; y del fin del mundo? (o, la destrucción de los inicuos, la cual es el fin del mundo). (Mateo 24:4. Versión Inspirada por José Smith.)
En esta pregunta tenéis la definición de lo que significa «el fin del mundo». Y entonces dio a sus discípulos lo que leemos en el capítulo 24 del evangelio de Mateo, lo cual puede ser mejor comprendido en la Versión Inspirada que se encuentra en la Perla de Gran Precio. El dijo, «Aprended la parábola de la higuera. Cuando sus ramas están tiernas, y empiezan a brotar sus hojas, sabéis que el verano está cerca» José Smith 1:38).
El les dio ciertas señales, por las cuales ellos podrían saber que su venida estaba próxima, aun a las puertas. Habrá grandes tribulaciones sobre los judíos y sobre los habitantes de Jerusalén, «cuales Dios jamás ha enviado sobre Israel, desde el comienzo de su reino hasta el día de hoy; no, ni jamás serán enviadas de nuevo sobre Israel» (José Smith 1:18).
«Y a menos que se acorten esos días, no se salvará ninguna de su carne; pero por amor de los electos, según el convenio, se acortarán aquellos días.
«He aquí, os he dicho estas cosas concernientes a los judíos; y además, después de la tribulación de aquellos días que vendrán sobre Jerusalén, si alguien os dijere: He aquí el Cristo, o allí; no le creáis;
«Porque en aquellos días también se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, tanto que engañarán, si fuere posible, aun a los mismos escogidos, que son los escogidos conforme al convenio. [Se refiere a los miembros de la Iglesia.]
«Por tanto, si os dijeren: He aquí, está en el desierto; no vayáis. Helo aquí en las cámaras secretas; no lo creáis.
«Porque así como la luz de la mañana nace en el oriente, y resplandece aun hasta el occidente, y cubre toda la tierra, así también será la venida del Hijo del Hombre» (José Smith 1:20-22, 25-26).
Entonces habla de las guerras que vendrán: «. . . porque nación se levantará contra nación, y reino contra reino; habrá hambres, pestilencias y terremotos en diversos lugares.
«Y además, por haberse multiplicado la iniquidad, el amor de muchos se resfriará; mas el que no fuere vencido se salvará.
«Y además, se predicará este evangelio del Reino en todo el mundo, por testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin o la destrucción de los inicuos; «E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y serán conmovidos los poderes del cielo.
«De cierto os digo, no pasará la generación en que se mostrare estas cosas hasta que se cumpla todo lo que os he dicho.
«Pero aquel día y hora, nadie lo sabe; no, ni los ángeles de Dios en el cielo, sino mi Padre únicamente.
«Pero como fue en los días de Noé, así también será a la venida del Hijo del hombre;
«Porque será como en los días antes del diluvio; porque hasta el día en que Noé entró al arca, estaban comiendo, bebiendo, casándose y dándose en casamiento;
«Y no supieron hasta que llegó el diluvio y acabó con todos ellos; así también será la venida del Hijo del Hombre.
«Entonces se cumplirá todo lo que está escrito, que en los últimos días estarán dos en el campo; se tomará a uno, y se dejará al otro;
«Dos estarán moliendo en un molinillo; uno será tomado, y el otro dejado; «Y lo que digo a uno, lo digo a todos los hombres; velad, pues, porque no sabéis la hora en que vendrá vuestro Señor» (José Smith 1:29-31, 33-34, 40-46).
Hermanos y hermanas, este es el día del que el Señor está hablando. Veis que las señales están aquí, estad pues prevenidos. Los hermanos os han dicho en esta conferencia cómo estar listos. Nunca hemos tenido una conferencia donde haya habido instrucción tan directa, tanta admonición en donde los problemas hayan sido definidos y la solución a los problemas haya sido también sugerida.
No pongamos oídos sordos hora, sino oigamos esto como las palabras del Señor, inspiradas por El, y estaremos seguros en la colina de Sión, hasta que todo lo que el Señor tiene para sus hijos se haya cumplido.
Y así en los momentos finales de esta gran conferencia, me siento tan conmovido como quizá nunca lo haya estado durante toda mi vida. Si no fuera por la seguridad que tengo de que el Señor está cerca de nosotros, guiándonos y dirigiéndonos, la carga sería casi mayor que mis fuerzas; pero sé que El está ahí, que puede escucharnos y que si estamos en constante comunicación con El, nunca nos dejará solos.
Estoy agradecido por hombres fuertes como el presidente Tanner y e) presidente Romney, por los Doce y todas las Autoridades Generales, que están aún más unidos de lo que yo he experimentado en mi vida. Las Autoridades Generales están unidas trabajando unidos hablan al mundo como una sola voz.
Seguid a vuestras Autoridades, escuchadlas. Yo os doy mi testimonio como uno a quien el Señor ha traído a este lugar; como el hermano Gordon B. Hinckley ha dicho: Doy gracias al Señor porque he pasado algunas pruebas, pero quizá tendrá que haber más, antes de que pueda ser pulido para hacer todas las cosas que el Señor desea que yo haga.
Algunas veces, cuando el velo que me separa del mundo espiritual ha sido muy tenue, he pensado que si yo hubiera luchado un poco más, quizá entonces hubiera podido ver al otro lado. Espero, sin pedir más de lo que el Señor desea darme, y sé que El está arriba, guiando y dirigiendo.
Extiendo mis bendiciones a vosotros, maravillosos santos. Regresad a vuestros hogares ahora. Tomad el amor de las Autoridades Generales para vuestro pueblo. Extendemos para aquellos que no son miembros de la Iglesia la mano de nuestra amistad. Que podamos alcanzar a aquellos que han perdido la dirección correcta antes de que sea demasiado tarde, tratar de ganarlos y volverlos al rebaño, porque ellos son todos hijos de Dios y El quiere que los salvemos a todos.
La paz sea con vosotros, no la paz que viene de las leyes de la tierra, sino la paz que viene de la manera en que el Maestro lo dice, de vencer todas las cosas del mundo. Que Dios nos ayude a entender y que podáis comprender que yo sé, con una certeza que desafía toda duda, que esta es su obra, que El nos está guiando y dirigiendo hoy como lo ha hecho en todas las dispensaciones del evangelio, y lo digo, con toda la humildad que hay en mi alma, en el nombre del Señor Jesucristo. Amén.
























