Nuestros antepasados esperan. . .

C. G. Octbre 1975logo pdf
Nuestros antepasados esperan. . .
Por el élder Eldred G. Smith
Patriarca de la Iglesia

Eldred G. SmithDesde un principio, Dios colocó a Adán sobre la tierra y le dio dominio sobre los peces, las aves, el ganado y sobre todo la tierra. Tal vez esto parezca una posición exaltada en la actualidad, pero aun cuando Adán tenía dominio sobre todo la tierra, Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo.» Y le dio una mujer, Eva, para que fuese su compañera y colaboradora. Entonces Dios le dio el primero y grande mandamiento de multiplicar y henchir la tierra.

No sabemos por cuánto tiempo vivieron en el Jardín de Edén, antes de que participaran del fruto, del árbol del conocimiento del bien y del mal, y fueron arrojados del jardín para iniciar su existencia mortal. El punto que quisiera aclarar es que Dios mismo estableció la primera unidad familiar. El matrimonio no es una institución ideada por el hombre que pueda pasar de moda o hacerse a un lado en la trayectoria del progreso humano. Todo lo que consideramos más íntimo y querido en nuestra vida, está relacionado con nuestra familia. Allí se centra el amor; v donde existe amor, existe también felicidad.

Ciertamente no es bueno que el hombre esté solo. El Señor en su sabiduría había previsto la forma en que el hombre pudiera ser feliz sobre la tierra y que su gozo continuara por toda la eternidad. El gozo y la felicidad más grande proviene de la unidad familiar; y así ha sido durante toda la vida mortal. Entonces, ¿por qué no habría de ser igual en la vida venidera? Esta unidad familiar es tan importante, que el Señor nos ha hecho saber que todas las familias de la tierra deben ser selladas. Cuando llegue el final del milenio, toda la posteridad de Adán que haya aceptado el evangelio, deberá estar sellada como una familia por el poder del sacerdocio, el cual es el poder para sellar y atar en la tierra y en los cielos.

Cada persona que venga a la tierra y que acepte el evangelio, debe tener la oportunidad de recibir todas las bendiciones de estos sellamientos, antes del fin del milenio. Dios no sería justo si las cosas no fueran así. Estas bendiciones de sellamientos se obtienen primero, a través de la ordenanza del bautismo en la Iglesia de Jesucristo; después la esposa debe sellarse a su esposo por tiempo y eternidad, y aquellos niños que hayan nacido antes de este convenio, deben ser sellados a sus padres a fin de que reciban las bendiciones como si hubiesen nacido bajo el nuevo y sempiterno convenio.

Los que hayan muerto sin conocer esta ley, pueden tener el privilegio de recibir estas bendiciones por medio de la obra vicaria. Y ahí es donde comienza nuestra responsabilidad. Primeramente debemos enseñar el evangelio a los vivos; luego debemos reunir los registrados de aquellos de nuestra familia que hayan fallecido sin conocer la ley del evangelio, a fin de que se pueda hacer esta importante obra por ellos.
Veamos lo que dice el profeta José Smith, en la Sección 128 de Doctrinas y Convenios:

«Permítaseme aseguraros que éstos son principios relativos a los muertos y a los vivos que no se pueden desatender, en lo que atañe a nuestra salvación. Porque su salvación es necesaria y esencial para la nuestra, como dice Pablo tocante a los padres que ellos sin nosotros no pueden ser perfeccionados— ni tampoco podemos nosotros sin nuestros muertos perfeccionarnos» (D. y C. 128:15. Ver también Hebreos 11:40).

Cuando Pablo enseñaba los principios de la resurrección a los corintios, recalcó su posición cuando dijo:

De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?» (1 Corintios 15:29).
Esto muestra que en los días de Pablo, se efectuaban bautismos vicarios por los muertos.
Una de las primeras instrucciones dadas por Moroni a José Smith, fue la cita que encontramos en Malaquías 4:5-6. Moroni lo expresó de esta manera:

«He aquí, yo os revelaré el sacerdocio por la mano de Elías el profeta, antes de la venida del grande y terrible día del Señor. Y él plantará en los corazones de los hijos las promesas hechas a los padres, y los corazones de los hijos se volverán a sus padres. De no ser así, toda la tierra sería destruida totalmente a su venida» (José Smith 2:38-39).

El profeta José Smith ha dicho:
«La responsabilidad mayor que Dios ha puesto sobre nosotros en este mundo es procurar por nuestros muertos… (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 441).
Esto significa que este bautismo y sellamiento tiene que efectuarse para todos los hijos de Dios que lo acepten; no sólo para aquellos que vivan actualmente en la tierra y que sean miembros de la Iglesia, sino para todos nuestros antepasados y todos aquellos que han vivido en la tierra y acepten el evangelio de Cristo.

El Señor comenzó esta gran labor, cuando primeramente restauró las llaves y la autoridad del sacerdocio. Esto sucedió en el Templo de Kirtland en abril de 1836, cuando Elías restauró a José Smith y Oliverio Cowdery las llaves para sellar. Entonces envió a la tierra espíritus especiales, valerosos y entusiastas que aceptarían el evangelio y que habían sido retenidos hasta esta importante dispensación. Estos espíritus están llegando en la actualidad a todas partes de la tierra y aceptan el evangelio tan pronto lo escuchan. Y en muchos casos, sus familiares y amigos también aceptan el evangelio. Después, van a los templos del Señor y efectúan sus propios sellamientos y en forma vicaria, el sellamiento por sus antepasados.

Pero el Señor hace aún más por esta obra, enviando al mundo otros espíritus selectores, que han sido bendecidos con conocimientos y capacitación especiales a fin de desarrollar los medios y el equipo científico necesarios para acelerar la obra y hacer que sea posible coleccionar, separar, guardar y revisar nombres y organizar esta obra milagrosa. El Señor está haciendo todo lo posible para facilitárnosla. ¿Estáis sacando provecho de esta ayuda?

¿Agradecemos estas bendiciones? Muchos conversos harían con gusto grandes esfuerzos y aportarían grandes sumas de dinero para tener la oportunidad de ser sellados a sus padres.

Debemos reunir todos los registros posibles de nuestros antepasados; y no me refiero a un intento a medias. Buscad diligente, constantemente y por medio de la oración. No esperéis el momento conveniente porque tal vez éste nunca llegue. No esperéis a tener una edad avanzada, pensando que es la época cuando tendréis más tiempo. Nunca sabemos lo que nos depara el futuro y es preciso llevar a cabo la obra de terminar el sellamiento de cada grupo familiar. No hay nadie que pueda evitar la responsabilidad de esta obra. No seremos perdonados porque pensemos que una tía o algún otro miembro de la familia quizás se esté ocupando de hacerlo.

A una joven genealogista se le preguntó: «¿Qué hace si en un árbol familiar encuentra un personaje tal como un pirata, un convicto o algo parecido?» Y ella contestó: «Mi responsabilidad no tiene nada que ver con la forma en que la persona haya vivido, sino simplemente con el hecho de que vivió y murió. Después de todo, a él le debo mi existencia y la única manera de pagar esa deuda es efectuar el bautismo y sellamiento por él. El decidirá si lo acepta o no».

Esta es la responsabilidad de cada uno de nosotros ya que nadie puede perfeccionarse sin esta obra. Dudo mucho que el Señor acepte la excusa de que estábamos tan ocupados trabajando en otras actividades eclesiásticas que no pudimos dedicar parte de nuestro tiempo a la genealogía. Lo que sea que nosotros no hagamos deberá hacerlo otra persona porque esta obra debe llevarse a cabo. Si evitamos nuestras responsabilidades, ¿cómo podemos esperar recibir bendiciones?

Para aquellos que se encuentran dispersos por el mundo, permitidme una palabra de estímulo. Sed dispuestos, diligentes; confiad en el Señor y El os ayudará. Posiblemente fuisteis puestos donde estáis para efectuar una obra especial reuniendo registros o desempeñando una asignación misional especial. Si lo permitís, el Señor os dará el éxito en vuestro trabajo y gran felicidad al hacerlo.

Muchos buenos miembros de la Iglesia tienen muchos registros guardados en un estante. Los han reunido mas no los han enviado para efectuar la obra en el templo. Enviad vuestros registros a los templos. Tal vez «al otro lado del velo» muchos esperen esa obra que no se ha hecho.

Que las bendiciones del Señor recaigan sobre aquellos que trabajan diligentemente en esta obra y que preparemos el camino para su venida, pues os testifico que ésta es su obra, en el nombre de Jesucristo. Amén.

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