C. G. Octubre 1975
Preparación para un empleo honorable
Por el élder Howard W. Hunter
Del Consejo de los Doce
Esta mañana hemos escuchado cosas muy importantes acerca de prepararnos nosotros mismos, nuestras familias, nuestros barrios, y claro está, la Iglesia, para enfrentarnos a los desafíos de esta época. Uno de los aspectos de esta preparación, como explicaron el obispo Brown y sus consejeros en su exposición de la preparación familiar, es el empleo o la carrera y su desarrollo. Yo quisiera comentar esto con mayor detalle porque es muy importante para la mayoría de nosotros, quienes como líderes, debemos ayudar a otros.
Es interesante que la primera instrucción dada a Adán después de su caída, trata del principio eterno del trabajo. El Señor dijo: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan. . .» (Génesis 3:19). Nuestro Padre Celestial nos ama tanto que nos ha dado el mandamiento de trabajar. Esta es una de las llaves de la vida eterna. El sabe que aprenderemos, creceremos, lograremos, serviremos y nos beneficiaremos más con una vida industriosa que con una de comodidad.
Hay varios principios que sostienen el significado del trabajo en el plan del Señor. Primero, como pueblo del convenio, debemos ser lo más autosuficientes posible. No debemos depender de la caridad pública o de algún programa que ponga en peligro nuestro libre albedrío. Segundo, debemos trabajar para sostener a la familia con la que el Señor nos ha bendecido. Todo verdadero hijo de Dios desea cuidar de los suyos, y muchas nobles mujeres, cuyo esposo ha muerto, luchan para sostener a sus hijos trabajando para obtener el sustento y haciéndola de padre y madre a la vez. Finalmente, trabajemos de tal modo que podamos satisfacer las necesidades de la vida, conservando el tiempo y la energía que sobra para servir en la obra del Señor. Algunas veces parece que el hombre que trabaja más duro en su profesión, es el hombre más dispuesto a dedicar tiempo al servicio de la Iglesia.
Ahora, nos referiremos específicamente al trabajo profesional o empleo. El empleo que elijamos debe ser honrado y desafiante. Lo ideal sería que busquemos aquella clase de trabajo al que estamos más inclinados, por interés, aptitud y capacitación. El trabajo debe ser algo más que un medio de proveernos un ingreso apropiado; debe proveer al hombre de un sentido de autoestima y debe ser un placer, algo que él espere con gusto cada día.
Podría sugerir una definición de «empleo honorable». Empleo honorable es un empleo honrado. Todo tiene su valor real y no hay fraude, timo ni engaño. Sus productos o sus servicios son de alta calidad y tanto el patrón como el comprador, el cliente o el paciente, reciben más de lo que esperan. El empleo honorable es moral. No contiene nada que pudiera debilitar el bien público o la moral. Por ejemplo, no incluye el tráfico ilegal de licores, tráfico de drogas ni juegos de azar. El empleo honrado es útil. Produce artículos o servicios que hacen del mundo un lugar mejor para vivir. El empleo honrado es también remunerativo; nos provee de suficiente ingreso para que podamos ser autosuficientes y capaces de sostener a nuestra familia, dejándonos suficiente tiempo libre para ser buenos padres de familia y trabajar en la Iglesia.
Es necesario decir algunas palabras acerca de lo que es «suficiente ingreso». Este es un mundo materialista y los Santos de los Últimos Días deben cuidar de no confundir los lujos con las necesidades. Un ingreso adecuado es el que nos permite satisfacer las necesidades básicas de la vida. Hay algunos que tontamente aspiran a lujos desenfrenados que muchas veces los llevan lejos de la total observancia del evangelio de nuestro Salvador.
Podría ofrecer a la juventud —estos jóvenes a quienes deseamos ayudar— para su consideración, cuatro pasos que son importantes para obtener el empleo que nos conviene. Ellos son: primero, invitar la ayuda del Señor en esta importante búsqueda; segundo, hacer planes cuidadosos; tercero, reunir toda la información que sea posible; y cuarto, tener la preparación académica o técnica apropiada.
El primer paso, la oración, debe prevalecer durante todo el proceso. Mientras reunimos hechos y hacemos decisiones, adquirimos la capacitación y experiencia apropiadas y buscamos el trabajo, es esencial que combinemos nuestros esfuerzos, nuestra autoconfianza, con una humilde actitud de oración. Las decisiones que hagamos serán nuestras, pero el Señor aumentará nuestra inteligencia si lo buscamos empeñosamente.
Hacer planes por anticipado para una profesión, es un segundo paso muy importante. Mientras más pronto el joven comience a planear, más pronto comenzará a adquirir la destreza necesaria para esa profesión. Los padres tienen la importante responsabilidad de enseñar y guiar a sus hijos a pensar seriamente acerca de su futuro en el mundo del trabajo. Por supuesto, los padres deben ejercitar toda su sabiduría, teniendo cuidado de aconsejar en vez de presionara sus hijos cuando hacen sus propias decisiones acerca de su carrera o profesión,
El tercer paso, reunir información, involucra a muchas personas y recursos. Los jóvenes y sus padres deben ser capaces de obtener ayuda de los servicios de bienestar del barrio, por parte de una persona dedicada a esto; asimismo de los orientadores de la escuela y otras personas. Entrevistas con posibles patrones, visitas a agencias de empleos, y aun trabajar en varios lugares donde haya amplias perspectivas en cuanto a una carrera, les ayudará a tener una idea de lo que les espera en las diversas profesiones.
Una recolección efectiva de datos, incluye una investigación acerca de qué profesiones están ahora en demanda y cuáles estarán en lo futuro. Necesitamos personal capacitado en colegios, pero muchos han ido a una universidad y han sido capacitados en trabajos que no existen en el mercado. Además de aquellos capacitados en colegios, necesitamos jóvenes que estén capacitados en otros campos, tales como: carpintería, mecánica automotriz, labores del campo y otras.
Al llegar al paso final, cuando la decisión ha sido tomada y la persona joven se siente bien acerca de esa decisión, el proceso de preparación debe comenzar con todo empeño. Ya sea que la capacitación con que se cuente sea un aprendizaje, educación universitaria o de una escuela de artes y oficios, muchas veces es de gran ventaja tener una capacitación formal y reconocida para una profesión. Las mejores posiciones y los más elevados salarios son para aquellos que se preparan adecuadamente.
Las realidades de la vida muchas veces hacen que la gente busque cualquier clase de empleo para obtener un empleo y cumplir sus obligaciones. Esto ocurrió a muchos durante la gran depresión económica que tuvo lugar a principios de la década de 1 930 en los Estados Unidos. Esto está ocurriendo ahora aunque en menor proporción. Es importante que el hombre elija sus empleos, donde sea feliz y donde sienta que está contribuyendo al trabajo. Si él no está completamente satisfecho en lo que está haciendo actualmente, podría no ser muy tarde para considerar con oración, hacer un cambio, planeando, recogiendo información y haciendo los preparativos necesarios.
Podría decir aquí unas palabras acerca de la responsabilidad de los quórumes del sacerdocio. La rapidez es crucial cuando se presenta una oportunidad de trabajo. Una persona que necesita trabajo debe tener noticia de él tan pronto como sea posible y hacer su solicitud inmediatamente. La clave del éxito está en el Comité de Servicios de Bienestar del barrio y los quórumes del Sacerdocio Aarónico y de Melquisedec.
Es a través de las redes del sacerdocio que las oportunidades de trabajo y las informaciones para su aplicación deben fluir. Nuestros quórumes deben identificar a aquellos que necesitan trabajo o que necesitan cambiar de trabajo, y luego hacer todo lo que sea posible para ayudar a sus miembros a encontrar oportunidades de empleo. Cada Comité de Servicios de Bienestar de barrio debe tener una persona dedicada a informar sobre empleos; dicha persona debe ser llamada y debe estar trabajando. También debe estar bien familiarizada con todos los recursos de la Iglesia, así como de la comunidad en planeamiento de carreras, con el fin de ayudar a jóvenes y adultos para que obtengan el mejor empleo.
De una manera personal, recuerdo las experiencias que mi querida esposa y yo tuvimos que pasar después de decidir el curso que yo debería tomar para el trabajo de mi vida. Yo había tomado algunos cursos de farmacia, con el plan de convertirlo en una carrera en medicina. Pero, como muchos de nosotros hemos hecho, cambié de idea y me comprometí en un negocio diferente, el bancario. Fuimos bendecidos con un empleo permanente, pero luego me sentí atraído hacia la profesión de leyes. Esta fue una decisión muy seria, pues yo estaba casado y tenía una familia que sostener, pero después de orar y ayunar y obtener toda la información de cómo proceder de la mejor manera, completé mis estudios previos y entré a la escuela de leyes. Tomé clases nocturnas, porque era necesario tener un empleo durante el día.
Esos no fueron años fáciles para nosotros, pero los deseos generalmente se cumplen cuando uno está dispuesto a hacer determinado esfuerzo. No es necesario decir que siempre conté con la ayuda y sostén de mi esposa. Ella permaneció como ama de casa y cuidaba de nuestros hijos. Lo que ella dio en amor, ánimo, frugalidad y compañerismo, fue mucho mas allá que cualquier contribución material que ella hubiera podido hacer si hubiera buscado un empleo.
Nuestras esposas merecen gran crédito por la carga tan pesada de trabajo que ellas desempeñan continuamente dentro de nuestros hogares. Nadie ejerce mayor energía que una madre y esposa dedicada. En el arreglo usual de las cosas, sin embargo, es al hombre a quien el Señor asignó el papel de ganar el pan.
Hay razones que impulsan a nuestras hermanas a planear un empleo, también. Queremos que ellas obtengan toda la educación y capacitación profesional posible antes del matrimonio. Si ellas llegaran a enviudar o a divorciarse y necesitaran trabajar, queremos que tengan empleos dignos y bien remunerados. Si una hermana no se caso, tiene todo el derecho de comprometerse en una profesión que le permita magnificar sus talentos y sus dones.
Hermanos y hermanas: Necesitamos hacer todo lo necesario para prepararnos adecuadamente para una carrera o un empleo. Nos debemos a nosotros mismos el hacer lo mejor, y debemos hacer lo mejor para proveer a nuestras familias. Además de prepararnos para el éxito, necesitamos ayudar a otros. Este es el espíritu de nuestra responsabilidad en el sacerdocio.
Estoy agradecido por ser miembro de una Iglesia que tiene esta preocupación por sus miembros, y por mi asociación con hermanos que tienen cuidado por el bienestar de todos los demás. Esta es la Iglesia del Señor. Esta es su obra guiada por sus profetas. Que podamos seguir el consejo que se nos da de prepararnos, le ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.
























