C. G. Abril 1976
Sigamos a Cristo
Por el élder William R. Bradford
del Primer Quórum de los Setenta
Rindo honor a estos grandes hombres que han irradiado la luz de las verdades del evangelio de Jesucristo durante las sesiones de esta conferencia. La verdad que se ha evidenciado aquí, alegrará el corazón y calmará el alma de aquellos que se dejen guiar por ella, para poder atravesar sanos y salvos un mundo oscurecido por la influencia de Satán.
El Maestro ha establecido un modelo en todas las cosas, y ha llamado a todo ser humano para que se rija por él.
«En verdad, en verdad os digo que éste es mi evangelio; y vosotros sabéis las cosas que tenéis que hacer en mi iglesia; pues las obras que me habéis visto hacer, esas mismas haréis, porque aquello que me habéis visto hacer, vosotros haréis.»
«Por lo tanto, ¿qué clase de hombres debéis de ser? En verdad os digo, debéis de ser así como yo soy.» (3 Nefi 27:21, 27.)
Quisiera preguntamos ahora: ¿regís vuestra vida de acuerdo con este modelo? Voy a recalcar algunos puntos al respecto, y os sugiero que comparéis con ellos vuestra vida.
«He aquí, Jesucristo es el nombre dado por el Padre, y no hay otro nombre dado, en el cual el hombre pueda ser salvo.» (D. y C. 18:23.)
Lo que pensáis y hacéis, ¿os da derecho a tomar sobre vosotros el nombre de Jesucristo? Vuestro amor por ese nombre sagrado, ¿os inspira y eleva y os hace desear que todos sepan de El y reciban sobre sí su Santo nombre? ¿Sentís como si una daga os atravesara el corazón cuando oís usar el nombre del Hijo de Dios en vano? ¿Habéis pasado por puertas por las que El jamás entraría? ¿Habéis guardado su nombre sin mancha a fin de evitar que entre en contacto con aquello que es de baja reputación? ¿Estáis edificando su Reino en su nombre? Nadie puede servir a dos señores. Debemos declararnos siervos de Cristo, tomar su nombre sobre nosotros y hacer su obra, o caer como víctimas de las artimañas de Satanás, ayudándolo en su obra de destrucción.
¿Y qué diremos de vuestro amor por el Padre? Cristo lo amó, oró a El, le rindió alabanzas y lo representa en todo lo que hace. Lo sirve y se deleita en su obra y obedece perfectamente cada instrucción del Padre. Si deseamos ser como El, también debemos hacer estas cosas como Cristo mismo lo dijo:
«. . . aquello que me habéis visto hacer, vosotros haréis» (3 Nefi 27:2l).
¿Cómo son vuestras relaciones con vuestro prójimo? En esto también el Maestro ha establecido el modelo:
«Por lo tanto, escuchad mi voz y seguidme…
. . . Y estime cada hombre a su hermano como a sí mismo, practicando la virtud y la santidad delante de mí.
Y de nuevo os digo, estime cada hombre a su hermano como a sí mismo. . . . Y os digo: Sed uno; y si no sois uno, no sois míos.» (D. y C. 38:22, 24, 25, 27.)
¿Amáis verdaderamente a la gente que os rodea? El amor es el único elemento que puede enternecer el corazón. El amor que Cristo nos tuvo hizo que se sacrificara voluntariamente para sufrir y morir por nosotros. Ese amor debe hacer que los más orgullosos se sientan humildes, cuando meditan en lo que El hizo por la humanidad al sufrir en el Jardín de Getsemaní:
«Padecimiento que hizo que yo, aun Dios, el más grande de todos, temblara a causa del dolor, y echara sangre por cada poro, y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu, y deseara no tener que beber la amarga copa y desmayar.
Sin embargo, gloria sea al Padre, participé, y acabé mis preparaciones para con los hijos de los hombres.» (D. y C. 19:18, 19.)
¿Cuánto dais de vosotros mismos a vuestro prójimo?
¿Habéis seguido el ejemplo de Cristo en cuanto al bautismo? El enseñó que toda persona tiene la absoluta necesidad de ser bautizado.
«Y el que creyere en mí, y fuere bautizado, será salvo; y serán ellos quienes heredarán el Reino de Dios.
Y quien no creyere en mí, y no se bautizara, será condenado.» (3 Nefi 11:33, 34.)
Hay muchos que se mofan y consideran ridícula esta ordenanza vital. Otros la han cambiado para que se ajuste a la conveniencia de los hombres y en algunos casos, la han eliminado completamente como algo que no tiene significado. Gran parte del mundo se ciñe a las falsas y malvadas enseñanzas de Satanás, que aseguran que Dios está muerto y, por consiguiente, su Iglesia no existe y cualquier ordenanza carece de valor. Por este motivo, sólo unos pocos han tomado sobre si el nombre de Cristo y han entrado en su reino por medio de las aguas del bautismo.
El mensaje de la Iglesia a todo ser humano, en todas partes, es el mismo que fue predicado por Jesucristo desde el comienzo:
Arrepentíos y bautizaos. El se bautizó. Y «¿qué clase de hombres debéis ser? En verdad os digo, debéis ser así como yo soy» (3 Nefi 27:27).
Para ser como Jesucristo es necesario que el hombre cambie. Con todo fervor y sinceridad de corazón os exhorto a que cambiéis y seáis como el Maestro. Vosotros, los padres de familia, cambiad y dirigid los asuntos de vuestras familias como si Cristo estuviera en el timón.
Vosotras las madres, amad, honrad Y respetad a vuestros maridos y poned en práctica hechos cristianos. Desechad lo impío de los confines de vuestro hogar y mantenedlo como un santuario donde vuestros hijos aprenderán de Dios por palabra y hechos.
Vosotros, los hijos, seguid a Cristo sin vacilar. Rechazad la suciedad de la pornografía y el veneno de las drogas Y el alcohol. Sed compañeros de Cristo Y El se acercará a vosotros y será vuestro mejor amigo. No podréis encontrar otro mejor.
Jóvenes, vosotros, sois lo mejor de cualquier generación; mantened vuestra pureza. Llevad el estandarte de vuestro ejemplo en el gran movimiento que conduzca a todos los hombres al Maestro.
Preparad vuestro intelecto llenándolo con las verdades eternas de las Santas Escrituras; sed obedientes a vuestros padres y a Dios; escuchad y entonad la música celestial rechazad la vulgaridad de las composiciones satánicas. A él le gustaría ganar vuestro favor con ritmos sensuales y carnales para llevaros al infierno. Resistid la tentación, estableciendo una firme relación con Jesucristo, ninguna otra relación o,, dará mayor gozo y felicidad.
Y todos vosotros que escucháis mi voz, que no estáis siguiendo el modelo del Maestro, cambiad. Abrid vuestro corazón a su amor; abrid vuestras puertas a sus siervos; permitid que se introduzcan en vuestro hogar y os enseñen lo que debéis saber para llegar a ser como El. Si rechazáis a sus siervos, que son enviados a hacer su obra y enseñar su modo de vida para la salvación, seréis relegados a las tinieblas y la desesperanza en un mundo atribulado.
Testifico que Jesucristo dirige a los justos de la tierra, que Spencer W. Kimball es un Profeta y recibe y obedece las instrucciones, del Maestro, para la salvación de todos los que lo sigan. Que podamos nosotros seguirlo es mi constante oración, en el nombre de Jesucristo. Amén.
























