Conferencia General Octubre 1976
La fuente de agua viva
por el élder Joseph B. Wirthlin
Del Primer Quórum de los Setenta
En agosto de 1976, nuestro Profeta y muchas de las Autoridades Generales llevaron a cabo cinco conferencias de área en Europa, lo que fue una emocionante e inspiradora experiencia. Los que asistieron nunca la olvidarán.
Durante los días que estuvimos en Amsterdam, hablamos con muchos de los miembros y nuestra conversación se encauzó hacia una de las características de Holanda: los diques. Gran parte de los Países Bajos está situada bajo el nivel del mar; mediante la construcción de diques y bombeando el agua hacia los canales, los ingeniosos y valerosos holandeses han hecho que su país naciera del mar. El proceso de arrancar la buena y preciosa tierra a las amargas aguas del océano ha durado más de 700 años, y el esfuerzo continúa. Los gigantescos diques se elevan a una altura de 18 metros, y son tan anchos en la parte superior, que dan espacio a una carretera. El otro lado del dique usualmente se inclina en una rampa hacia las verdes praderas. Así, los peces de un lado están a la misma altura que las copas de los árboles del otro.
La conversación se volvió al tema de la seguridad y estuvimos de acuerdo en que no hay diques suficientemente altos, anchos, profundos o fuertes como para dar al hombre la seguridad por la cual su alma suspira, por la que instintivamente se aflige y que a menudo busca desesperadamente.
Lo que hablamos está mejor descrito en Time, del 9 de febrero de 1953: «La semana pasada el triste tañir de campanas y el sonido de las sirenas despertaron a los holandeses a las cuatro de la madrugada. Era demasiado tarde. Las olas acometieron como tanques los históricos diques de Holanda, para reclamar lo que siglos del ingenio holandés había tomado del mar . . . En cuestión de horas, bruscamente la sexta parte de los Países Bajos, un área donde un millón de holandeses había construido sus casas, fue devastada . . .’
El globo está amenazado constantemente por fuerzas, tanto de la obra del hombre como de la naturaleza, tan devastadoras y caprichosas que nos dejan pasmados. Y cuando hablo de fuerzas, me refiero a las innumerables amenazas que nos rodean, en la tierra y sus alrededores, aquí o en cualquier lugar del universo. Puesto que nosotros tenemos la respuesta segura a los problemas de la humanidad es urgente que continuemos «alargando el paso» para alcanzar a los desesperados, solitarios, hambrientos y sedientos corazones que están en busca de la verdad.
La vida fue hecha para la lucha, y la exaltación, el éxito y la victoria, nunca estuvieron a nuestro alcance fácilmente. Las corrientes de la vida a menudo nos desafían. Para comprender porqué debe ser de ese modo, debemos mantener nuestra comprensión, nuestra fe y nuestro valor, releyendo constantemente el segundo capítulo de 2 Nefi, la esencia de lo cual se expresa en este fragmento: «Porque es preciso que haya una oposición en todas las cosas».
Por encima de todo, debemos prestar atención a las palabras de Jesús a la mujer en el pozo de Jacob, en Samaria, cuando dijo:
«El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.» (Juan 4: 14.)
¿Cómo puede la propia fortaleza disminuir o vacilar, cuando puede ser tan segura y continuamente nutrida y restaurada? Ahí se ve claro que lo mejor y más vigoroso de la vida es espiritual, y como tal, es la sincera expresión del alma a Dios. El yo espiritual de cada uno de nosotros, es esa parte nuestra que nunca envejecerá, enfermará ni morirá, pero que debe ser nutrida y vigorizada. La única receta para lograrlo, es beber del agua viva que Jesús nos ofrece.
Testifico que Dios vive, que Jesús es el Cristo, y El es quien dirige nuestra Iglesia; que el presidente Kimball, nuestro Profeta, Vidente y Revelador, es quien guía a su destino la Iglesia verdadera del Salvador. Y lo hago con todas las fuerzas de mi alma, en el nombre de Jesucristo. Amén.
























