Nuestro propia Liahona

C. G. Octubre 1976logo pdf
Nuestro propio Liahona
por el presidente Spencer W. Kimball

Spencer W. KimballAmados hermanos, hay dos o tres puntos que quisiera traer a colación. Hemos escrito una carta a todas las presidencias de estaca de la parte occidental de los Estados Unidos, en la cual les decimos que en el pasado el Centro Médico Infantil de la Primaria ha recibido significativo apoyo financiero, mediante la recolección de dinero a la que llamamos «desfile de los centavos». Estos fondos han hecho posible que el hospital admitiera niños necesitados de asistencia médica, haciendo caso omiso de raza, credo, religión, o condición financiera. Ahora que este medio de apoyo financiero no se encuentra disponible para el hospital, se ha organizado un «fondo infantil», mediante el cual se llevará a cabo una recolección de fondos durante el mes de febrero de 1977. Todos los fondos que así se recauden, se dedicarán a continuar con los servicios caritativos que hasta ahora han caracterizado al hospital. Consideramos que dicho programa es digno de vuestra atención y apoyo.

Deseo también llamaros la atención sobre otro asunto que merece vuestro apoyo. La Presidencia General de la Sociedad de Socorro propuso hace más de un año a la Primera Presidencia y al Consejo de los Doce, la erección de un monumento a la mujer de la Iglesia. En vista de que el profeta José Smith organizó la Sociedad de Socorro en Nauvoo el 17 de marzo de 1842, se creyó que sería propio que este monumento se encontrara en dicha ciudad. La Primera Presidencia y el Consejo de los Doce, después de considerarlo detalladamente, decidieron apoyar la propuesta con el entendimiento de que el proyecto sería costeado principalmente mediante contribuciones voluntarias de las mujeres de la Iglesia. El trabajo del monumento ha estado progresando y se han estado recibiendo contribuciones. Confiamos en que, con vuestro apoyo hermanos, estos fondos podrán ser recolectados sin afectar a nadie en el aspecto financiero. Si todos contribuyen, la suma individual podrá mantenerse baja. Esperamos que también algunos hermanos se sientan inclinados a contribuir a este digno proyecto. La Presidencia General de la Sociedad de Socorro desearía terminar la recolección de fondos antes del 17 de marzo de 1977, fecha de su aniversario. Mucho apreciaremos vuestros esfuerzos al respecto.

Quiero hablar ahora de otro asunto. Esperamos que vosotros, quienes enseñáis en las varias organizaciones, ya se trate en las escuelas de la Iglesia como en las capillas, enseñéis siempre la verdad ortodoxa. Os advertimos contra la diseminación de doctrinas que no están de acuerdo con las Escrituras y que se alega han sido enseñadas por algunas Autoridades Generales de generaciones pasadas. Una de ellas, por ejemplo, es la teoría de «Adán-Dios» (teoría que mantiene que Adán es el único Dios de esta tierra). Denunciamos esa teoría y tenemos la esperanza de que todos los miembros de la Iglesia sean advertidos en contra de ella, al igual que en contra de toda otra doctrina falsa.

Ahora quisiera deciros unas pocas palabras a vosotros, los jóvenes. ¿Os habéis puesto alguna vez en el lugar del profeta José Smith cuando tenía 14 años y recibió su gloriosa visión? ¿O de David, cuando tocaba el arpa para el rey Saúl? ¿O de José, quien tuvo sueños y visiones y vio en un sueño cómo sus padres, hermanos y familiares se inclinarían ante él? ¿Habéis pensado o imaginado alguna vez que sois Nefi, quien bajo muy difíciles circunstancias desafió a sus rebeldes hermanos y fue solo a la ciudad de Jerusalén para obtener las planchas que eran tan vitales para la posteridad de Lehi y familia? ¿Os habéis imaginado alguna vez ser el joven Nefi dirigiendo a sus hermanos mayores y a la familia de su padre?

Imaginaos siendo Nefi, cuando oyó a su padre que les llamaba la atención sobre algo que acababa de encontrar en la parte exterior de la tienda. Se trataba de una bola o esfera que hizo posible que Lehi llevara a cabo el mandamiento que había recibido durante la noche, cuando había sido visitado por el Señor, quien le dijo que retomara su viaje hacia el desierto por la mañana. Tiene que haber habido gran asombro y entusiasmo en la familia, cuando vieron la esfera. Era «de bronce fino, esmeradamente labrada», como ninguna que hubieran visto. (1 Nefi 16: 10.) Tenía dos agujas que estaban diseñadas para indicar la dirección en la cual debían viajar; de una forma que ellos no podían comprender, una de las agujas marcaba el camino que debían seguir por el desierto. Si os encontrarais muy interesados y observarais muy cuidadosamente la construcción de esa esfera poco común, notaríais que trabajaba según la fe, diligencia y cuidado que le prestaron para que marcara la dirección que deberían seguir. (1 Nefi 16:29.) ¿Qué pensaríais al ver en ella escritos que eran fáciles de leer y que hacían algo más que indicar la dirección, explicando también las vías del Señor? Además, las instrucciones eran cambiadas de tiempo en tiempo a medida que pedían más dirección del Señor, y todo se hacía de acuerdo con la fe y la diligencia que la familia prestaba a la empresa. ¿Qué pensaríais? (1 Nefi 16:21.)

Jamás habríais visto algo similar ya que se trataba de un aparato muy extraño. Las direcciones que marcaban las agujas eran invariables, pero los escritos cambiaban de tiempo en tiempo de acuerdo a las necesidades de la empresa.

Imaginaos siendo un hermano menor como Nefi, pero más espiritual que vuestros hermanos mayores, habiendo sido muy cuidadoso al seguir las direcciones de la esfera o Liahona, como se le ha llamado; suponed que en vuestros largos viajes se habían terminado los alimentos y los niños lloraban de hambre; que disponíais de un arco de acero de alta calidad, que rompisteis con el extremo uso, y que entonces vuestros hermanos se os acercaron enojados porque sus arcos de madera habían perdido la elasticidad, y no era posible cazar para alimentar a la familia. Suponed que os visteis obligados a escuchar sus quejas, por las numerosas aflicciones y sufrimientos que estabais pasando en el desierto, con definida crítica a vuestro padre y hasta aun al Señor por haberles guiado al medio de aquel yermo, y que en esos momentos difíciles preparasteis un arco con una vara recta a manera de flecha, y armados con él además de una honda y varias piedras, le preguntasteis a vuestro padre dónde habríais de ir para encontrar caza, y sentisteis entonces la inspiración y la fidelidad de vuestro amado padre.

Pero imaginaos que aun hasta vuestro padre hubiera comenzado a murmurar en contra del Señor por permitir que su familia pasara por momentos tan desesperantes. ¿Cómo os sentiríais al saber que vuestro padre, al igual que vuestros hermanos, eran reprendidos por la voz del Señor por su falta de fe y humildad? ¿Podéis imaginaros con vuestros hermanos y miembros de la familia agrupados alrededor de la esfera, viendo como trabajaba, y temiendo al mismo tiempo por saber que se trataba de algo sobrenatural? ¿No temblaríais también si se os recordara «que las agujas que estaban en la esfera, se movían según la fe, diligencia y cuidado» que se le dispensaba? (1 Nefi 16:28).

Pensad si, después de largos viajes y muchos problemas y tribulaciones, finalmente hubierais convencido a vuestros hermanos de ayudaros a construir una nave para embarcaros en el gran mar; y que más tarde, después de un corto viaje, las agujas no trabajaran más y el barco fuera empujado para atrás como consecuencia de la falta de fe de vuestros hermanos que eran muy rudos y crueles (1 Nefi 18:9-12). ¿Qué sentiríais si fuerais entonces atados de pies y manos hasta llegar al límite del dolor? ¿Qué pensaríais de todas esas cosas si supierais que solamente mediante la obediencia a la palabra del Señor y mediante la fidelidad, las agujas podrían trabajar perfectamente? Y si finalmente, cuando viniera un ángel y os protegiera y os librara de las manos de vuestros hermanos que se hubieran arrepentido hasta cierto punto, las agujas volvieran a trabajar y vosotros llegarais a vuestro destino, ¿qué pensaríais? La esfera o Liahona —que se piensa fuera similar a una brújula—, fue preparada especialmente por el Señor para mostrarle a Lehi el curso que habría de seguir en sus viajes por el desierto. ¿No os gustaría a vosotros tener una esfera similar? Entonces, siempre que os encontrarais equivocados, la esfera podría indicaros el camino correcto y escribir mensajes mediante los cuales pudierais saber siempre cuando os encontráis errados.

Eso, mis jóvenes hermanos, todos vosotros poseéis. El Señor le dio a todo muchacho, a todo hombre, a cada persona, una conciencia que le hace saber cada vez que se encamina por el mal sendero. Si escuchamos atentamente, podremos oír los mensajes de nuestra conciencia; pero claro está que las personas pueden llegar a acostumbrarse de tal forma a los mensajes que los ignoren, hasta que finalmente pierdan la noción de su registro.

Debéis comprender que tenéis algo similar a una brújula, a un Liahona, en vuestro propio sistema. Todo niño lo tiene. Cuando un niño llega a los ocho años de edad puede diferenciar entre el bien y el mal, siempre que sus padres le hayan enseñado adecuadamente. Si él ignora entonces el Liahona de que dispone en su propio diseño biológico, llegará el momento en que pierda el potencial de su guía. Pero si recordamos que cada uno de nosotros dispone de aquello que puede guiarnos adecuadamente, nuestra embarcación no tomará el curso equivocado evitando así los sufrimientos, los arcos rotos y las familias desesperadas por falta de alimentos; eso, siempre que escuchemos los dictados de nuestro propio Liahona, a lo que nosotros llamamos la conciencia.

Hermanos, ésta ha sido una gloriosa oportunidad de reunirnos en esta sesión del sacerdocio. Esta noche oímos algunos mensajes maravillosos. Que el Señor nos bendiga para que meditemos sobre ellos y podamos recibirlos así en nuestra alma y llevar adelante esta grandiosa obra que el Señor nos ha encomendado. El Señor y Salvador del mundo vive. El dispone de un programa para nosotros y nos ha hecho saber que nuestras Liahonas no trabajarán ni darán resultado, si no vivimos de tal forma que posibilitemos su funcionamiento. No podemos comprender completamente todas las cosas que el Señor nos manda que hagamos, pero es mi fe y oración que pongamos todo nuestro esfuerzo en considerar seriamente todo lo que oímos en esta conferencia de parte de los hermanos que nos dirigen y guían. Que el Señor nos bendiga hermanos. La paz esté con vosotros, el gozo y el bienestar, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.

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