Preparemos Misioneros

Conferencia General de Octubre 1976

Preparemos misioneros

por el élder M. Russell Ballard Jr.
del Primer Quórum de los Setenta


Mis hermanos, mi venida a la conferencia siendo presidente de misión, me ha hecho sentir como un comandante que, hallándose en el frente, ha sido llamado por el estado mayor para informar sobre las condiciones de la guerra.

En esta guerra no hay armamentos; pero la lucha entre las fuerzas del bien y del mal por las almas de los hijos de nuestro Padre Celestial, es intensa y muy real.  Desde mi puesto en las filas del frente del campo misional, puedo testificar que el enemigo está bien entrenado en las eternas artes de la batalla.  El ejército del diablo explota toda clase de prácticas pecaminosas y promueve su causa a través de todos los medios impresos y audiovisuales.  Tal vez el más astuto de todos los métodos sea el espíritu de apatía e indiferencia que utiliza para penetrar la mente y el corazón de la humanidad, a fin de anular cualquier sentimiento hacia Dios, su Hijo Jesucristo o su Iglesia.

Basado en mi experiencia creo que si los miembros y misioneros han de hacer avanzar la Iglesia al ritmo que el presidente Kimball ha pedido, todos debemos prepararnos para ser mejores maestros del evangelio.  A menudo observo el gozo de los nuevos miembros al ser bautizados; y cada servicio bautismal me recuerda la enorme preparación personal que se requiere, tanto de parte del miembro como del misionero, para convertir a un alma.

¿Qué podemos hacer para enseñar a nuestros jóvenes a defender los principios de rectitud?  Darles mayor capacitación y preparación, me parece la mejor respuesta.  He recurrido a mis maravillosos misioneros y les he hecho algunas preguntas, de cuyas respuestas pienso que podemos aprender algo.

Mi primera pregunta fue: «¿Qué podrían haber hecho para prepararse mejor para la misión?».  Estas fueron algunas de las respuestas: «Podría haber estudiado más las Escrituras.» «Debería haber prestado más atención en las clases de seminario.»»Podría haber aprendido mejor a orar y acercarme al Señor.» «Podría haber desarrollado mi testimonio desde más joven.»

Quisiera sugerir a la juventud de la iglesia que pueden llegar al campo misional llenos de conocimiento de las verdades eternas del evangelio, y sabiendo que Jesús es el Cristo, que su Iglesia ha sido restaurada por medio de un Profeta viviente y que el Libro de Mormón es la palabra de Dios. ¿Por qué no tratáis de hacer la mejor inversión de vuestra vida, dedicando más tiempo a estudiar y aprender las vías del Señor?  Si lo hacéis, iréis a la misión llevando el Espíritu del Señor como vuestro compañero y estaréis llenos de entusiasmo por enseñar inteligentemente el evangelio a la gente.

Mi segunda pregunta a los misioneros fue: «¿Qué podría haber hecho su padre para prepararlo mejor para la misión?».  Y he aquí algunas respuestas: «Podría haberme enseñado más sobre el sacerdocio.» «Podría haberme enseñado que el sacerdocio es el poder que impulsa la causa de la rectitud.» «Debería haberme dado su bendición de padre.» «Debería haberme enseñado a administrar el dinero.» «Podría haberme explicado cómo fijarme las metas, y alcanzarlas.» «Debería haber orado conmigo y compartido su testimonio.»

Padres, vosotros sois los primeros en la línea del sacerdocio en vuestro hogar; casi sin excepción, mis misioneros expresaron su amor y respeto por sus padres.  No hay en el mundo otra persona que pueda preparar a vuestro hijo para la misión, mejor de lo que podéis hacerlo vosotros.

Y vosotras, madres de la Iglesia, escuchad lo que los jóvenes contestaron cuando les pregunté, «¿Qué podría haber hecho su madre para prepararlo mejor?»; «Quizás podría haber insistido más en que aprendiera tareas del hogar.» Para ser un buen misionero es necesario estar espiritualmente preparado; pero el bienestar temporal tiene más importancia de la que quizás muchos de nosotros le damos.  Madres, enseñad a vuestros hijos a ser sensibles a las necesidades de los demás; enseñadles los principios básicos de las buenas relaciones humanas.

En mi encuesta los misioneros expresaron amor por sus líderes y sugirieron algunas formas en que su presidente de estaca, obispo, asesor y maestros podrían haberlos ayudado a prepararse mejor para la misión: explicándoles en términos claros lo que se espera de un misionero; haciéndoles entrevistas más frecuentes y profundas; ayudándoles a comprometerse con el Señor a una edad más temprana enseñándoles las Escrituras y dando mayor énfasis a su gran importancia enseñándoles la fuerza de una actitud positiva.

Si nuestros misioneros aprenden estos principios antes de la misión, creo que pueden alargar el paso y acelerar la marcha desde el principio, porque empezarán su labor preparados para enseñar por el poder del Espíritu Santo.  El presidente Kimball dijo en un seminario para presidentes de misión:

«La cosecha evangélica es siempre urgente.  Constantemente se está decidiendo el destino del hombre y de las naciones.  Cada Generación es crucial Y estratégica.  Quizás no seamos responsables por las generaciones pasadas, pero no podemos escapar a la absoluta responsabilidad que tenemos por la nuestra. . .”

Y nuestra gran responsabilidad es preparar al mundo para vivir eternamente en la presencia de nuestro Padre Celestial y su Hijo Jesucristo; la única forma de lograrlo es enseñar el evangelio a todo pueblo de la tierra.

Testifico que ésta es la única Iglesia de Jesucristo en la tierra, y que una de las grandes misiones que tenemos en la vida sus miembros, es compartir las verdades del evangelio con todos los hijos de nuestro Padre Celestial.  Que el Señor nos bendiga para que juntos podamos aprender a vivir el evangelio encontrar el gozo que solo sus principios pueden darnos, lo ruego en el nombre de Jesucristo.  Amén.

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