Alarguemos nuestro paso en la obra misional

C. G. Abril 1977logo pdf
Alarguemos nuestro paso en la obra misional
élder Franklin D. Richards
De la presidencia del Primer Quórum de los Setenta

Franklin D. RichardsMis queridos hermanos, al igual que vosotros, yo me regocijo con el espíritu de esta conferencia y con los mensajes inspiradores que hemos escuchado.

Uno de los últimos encargos que dio el Salvador a sus apóstoles fue:

«Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura. El que creyera y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere será condenado.» (Marcos 16: 15-16.)

La Iglesia de Dios siempre ha sido una iglesia misionera y por la revelación moderna nos es requerido llevar el evangelio restaurado «a toda nación, y tribu, y lengua, y pueblo» (D. y C. 133:37).

También se nos ha dicho que «todavía hay muchos en la tierra, entre todas las sectas, partidos y denominaciones, que son cegados por la sutil astucia de los hombres que acechan para engañar, y hay muchos que se hallan fuera de la verdad solamente porque no saben dónde hallarla» (D. y C. 123:12).

Invitamos a los que buscan la verdad y una mejor manera de vida a investigar sinceramente nuestro mensaje, el cual dará respuestas a las preguntas: «¿Cuál es el propósito de la vida?» «¿De dónde vinimos?» y «¿Qué hay después de la muerte?» El evangelio restaurado trae paz, felicidad y desarrollo a la vida de los que lo aceptan y viven de acuerdo con sus enseñanzas.

El presidente Kimball nos ha pedido que alarguemos nuestro paso. Permitidme ofreceros unas ideas sobre cómo podemos alargar el paso en la obra misional.

En primer lugar, los misioneros invierten demasiado tiempo en encontrar personas a quienes enseñar; hay que hallar maneras para que puedan emplear más tiempo en la enseñanza del evangelio. Uno de los mejores modos de lograrlo es hacer que el programa «cada miembro un misionero» sea más eficaz, que los miembros trabajen para encontrar y hermanar a las personas a fin de que los misioneros les enseñen.

Hay una fórmula de tres puntos que dará a los miembros el éxito en encontrar futuros investigadores. Estos consisten en:

  1. Vivir de acuerdo con los principios del evangelio. Miles de personas se unen a la Iglesia cada año porque se sienten atraídas por la forma de vivir de un buen miembro.
  2. Entablar una conversación sobre el evangelio preguntándoles a vuestros amigos y vecinos qué saben de la Iglesia. Ya sea que sepan poco o mucho, podemos seguir con otra pregunta, «¿Le gustaría saber más?»

Si quieren saber más, invitadlos a vuestra casa para que los misioneros les enseñen el evangelio. Si no es posible hacer esto, mandad sus nombres á los misioneros para que se pongan en con tacto con ellos.

A su vez estas personas pueden darles a los misioneros nombres de otras personas interesadas, y este proceso podrá continuar indefinidamente.

  1. Invitar a vuestros amigos y vecinos a reuniones y otras actividades de la Iglesia. Cuando son hermanados, les resulta más fácil hacer la transición social necesaria.

Cuando el programa de referencias y hermanamiento funciona eficazmente, hace posible que los misioneros empleen más tiempo enseñando y da como resultado más bautismos de conversos.

Otro campo fructífero son las familias donde no todos son miembros de la Iglesia. Miles de nuestros miembros se han casado con personas que no lo son. Nuestra meta es hermanar a estos que no son miembros, enseñarles a ellos y a sus familias las lecciones misionales, y cuando tengan un testimonio, introducirlos en la Iglesia a través de las aguas del bautismo.

Muchos futuros élderes se han casado con jóvenes que no son miembros, pero si enseñamos a estas familias, muchos de esos hombres pueden prepararse para recibir el sacerdocio de Melquisedec. Sugerimos que a estas familias en las que no todos son miembros de la Iglesia, se les enseñe en grupos. De esta manera, los fuertes fortalecerán a los débiles y habrá más bautismos, empleando menos tiempo y esfuerzo.

Otra área que merece atención especial es el número de personas que están en el campo misional. Aunque ahora tenemos más de 25.000 misioneros regulares, a medida que se organizan más misiones en muchas partes del mundo, se necesita un número cada vez mayor de jóvenes, señoritas y matrimonios mayores. El presidente Kimball ha pedido que sean llamados más misioneros de las estacas y misiones en el extranjero, y esto se está haciendo. También ha pedido que se prepare mejor a nuestros jóvenes, para cumplir una misión.

Puesto que muchos de estos misioneros, particularmente los que son llamados en el extranjero, no pueden pagar todos los gastos de su misión, los quórumes del sacerdocio y los miembros de la Iglesia pueden ayudarlos, haciendo aportes al Fondo Misional de la Iglesia.

Hace poco, un presidente de quórum al mandar una contribución, dijo: «Nos emocionan los informes que recibimos sobre el progreso misional y esperamos poder ser parte de un esfuerzo acrecentado que tiene como fin compartir el evangelio».

Una hermana de California escribió: «Siento la impresión de que debo mandar otro cheque al Fondo Misional de la Iglesia. ¿Qué obra hay mayor que ésta? Yo amo el evangelio y no podría vivir sin él. Estoy muy entusiasmada por el programa misional de hermanar familias; el Señor me está ayudando a hacerlo, tanto con familias como con personas solas, y este domingo varias de ellas van a asistir a la Iglesia conmigo».

Estos testimonios son típicos de los que recibimos constantemente y quiero encomiar a los que dan generosamente de sus recursos a esta gran obra misional; muchas de estas contribuciones, aunque. sean pequeñas, constituyen un verdadero sacrificio.

Ahora tenemos miles de misioneros de estaca, pero podríamos usar los servicios de miles más. Se recomienda que a cada nuevo converso se le dé un cargo en la Iglesia, porque con seguridad, muchos de ellos serían excelentes misioneros de estaca.

Con la organización del Primer Quórum de los Setenta efectuada el pasado mes de octubre por el presidente Spencer W. Kimball, se ha vuelto a hacer hincapié en la obra misional de estaca.

El Primer Quórum de los Setenta tiene la responsabilidad de fortalecer a los quórumes de setentas de las estacas y de fomentar la obra en las misiones de estaca. Estamos recalcando la importancia de que los misioneros de estaca coordinen sus esfuerzos con los de los misioneros regulares.

Otro aspecto que no se debe pasar por alto son nuestros miembros, tanto hombres como mujeres, que están en el servicio militar. Todas esas personas pueden ser, y muchos ya son, verdaderos misioneros. Al vivir de acuerdo con su religión, son respetados y admirados por sus compañeros. Este grupo puede ser un instrumento para traer números incalculables de conversos a la Iglesia, y producir cada año miles de referencias para los misioneros.

El programa «cada miembro un misionero» es inspirado. A medida que se utilicen las sugerencias que he dado, y otras, los miembros podrán encontrar personas a quienes los misioneros puedan enseñar el evangelio, y luego ellos los pueden hermanar, antes y después de su bautismo. Y así se verificará lo escrito por el apóstol Pablo a los santos de Efeso:

«Ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.» (Efesios 2:19.)

Que captemos la visión de más de tres millones y medio de miembros misioneros que llevan almas al Reino de Dios y que sienten el gozo y la felicidad que brinda la obra misional.

Y otra vez, a todos los que buscan la verdad: un nuevo estilo de vida espera a los que aceptan el evangelio restaurado, y permiten que influya en su vida; encontrarán la respuesta a su pregunta «¿Cuál es el propósito de la vida?» Los alentamos a que investiguen el «mormonismo», o sea, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Hermanos míos, estamos comprometidos en la tarea de edificar el Reino de Dios. Yo os doy mi testimonio de que Dios el Padre y su Hijo Jesucristo en realidad aparecieron al profeta José Smith, de que Dios vive y que Jesús es el Cristo. El evangelio en su plenitud se ha restaurado por medio del profeta José Smith, y tenemos el privilegio y la responsabilidad de compartirlo con otros. José Smith fue un gran Profeta, como el que hoy tenemos a la cabeza de la Iglesia, nuestro querido presidente Spencer W. Kimball.

Acrecentemos nuestra eficacia en la obra misional para que el Reino de Dios se extienda a un ritmo acelerado a fin de que venga el Reino del Cielo. Lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría y etiquetada , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario