Preparaos ahora para vuestra misión

C. G. Abril 1977logo pdf
Preparaos ahora para vuestra misión
élder J. Thomas Fyans
de la Presidencia del Primer Quórum de los Setenta

J. Thomas FyansJovencitos, me gustaría hablaros acerca del progreso hacia las eternidades. Una de las mejores oportunidades de esta vida, es la influencia refinadora que recibís mientras os preparáis a cumplir con el mandato sagrado del Señor de salir como misioneros, para llegar a los corazones de los hombres. Permitidme haceros seis sugerencias:

  1. Orad fervientemente a vuestro Padre Celestial por lo menos dos veces al día; quizás el momento oportuno sea al comenzar y al finalizar el día. Esto desarrollará una íntima relación personal con El. Escuchad este poema titulado «Prueba»:

Si de la radio las invisibles ondas
por mares y continentes una canción
pueden transportar;
Si de un violín, las dulces notas
sobre montañas y ciudades
pueden pasar;
Si cual rosas carmesí las melodías
pueden diluirse en el azul del cielo,
¿Por qué duda el mortal
de que a Dios
lleguen nuestros ruegos?

(por Ethel Romig Fuller en Maesterpieces of Religious Verse, New York: Harper and Bros., 1948, pág. 407.)

  1. Tened vuestro propios libros canónicos y cuidadlos.
  2. Usadlos de tal manera que os sintáis tan cómodos con ellos en vuestras manos, como os sentís con un calzado cómodo en vuestros pies. Estudiadlos diariamente. Podéis tomar la decisión de leer particularmente el Libro de Mormón durante el año próximo, lo que puede lograrse leyendo menos de dos páginas por día. Si leyerais cuatro páginas por día, podríais leer en un año el Libro de Mormón, Doctrinas y Convenios, La Perla de Gran Precio y el Nuevo Testamento; esta sería una digna meta para establecer. Y os ruego que la meta que os fijéis en vuestro próximo año de vida sea por lo menos leer el Libro de Mormón.
  3. Tened una cuenta de ahorros para la misión. Espero que ésta sea sólo una sugerencia para continuar lo que ya habéis comenzado. Si no fuera así, comenzad hoy mismo. Apartad hoy cierta suma de dinero, no importa lo pequeña que sea, como comienzo de vuestra contribución para la misión.
  4. Sed activos en la Iglesia. Esto significa asistir a la Escuela Dominical, a las reuniones del Sacerdocio y reuniones sacramentales; participar en el programa de los Boy Scouts, e ir a las clases de seminario o instituto, según os corresponda de acuerdo con vuestra edad.
  5. Participad en la noche de hogar, porque debido a un plan eterno vosotros sois una parte de ese grupo especial de espíritus. Aportad a él y no esperéis sólo recibir. Por medio de la apropiada oración y con el conocimiento que adquiráis de la vida y experiencias de los profetas, que aparecen en las Escrituras, tendréis la base con la cual hacer una contribución espiritual muy especial a vuestra noche de hogar.

Ahora desearía dirigirme a los padres. La actitud del padre será la escuela del hijo, y vosotros desearéis inspirar a vuestros hijos para que respondan al llamado del Profeta. Permitidme deciros cinco cosas que podéis hacer para preparar a vuestro hijo para una misión.

  1. Enseñadle que, por medio de la humildad de una oración, podrá recibir fortaleza de los cielos; enseñadle los principios de la oración. Como base podéis utilizar el hermoso sermón del presidente Ezra Taft Benson.
  2. Una vez que él haya puesto todo su esfuerzo personal, ayudadle a obtener sus propios libros canónicos.
  3. Ayudadle a crear un programa personal de estudio de las Escrituras para que todos los días pueda elevarse espiritualmente.
  4. Inspiradle a que tenga un programa de ahorros e indicadle la mejor forma de planearlo para que sienta que, cuando dedica su tiempo a este santo propósito, hace una contribución monetaria personal y se sacrifica.
  5. Guiadle por medio del ejemplo a estar totalmente activo en la Iglesia, asegurándoos de que él está sacando provecho del Sacerdocio que posee, del programa de Scouts, seminarios, institutos y otras oportunidades que se le presenten en las organizaciones auxiliares. Enseñadle las verdades de fe, bautismo, arrepentimiento y la bendición del don del Espíritu Santo.
  6. Todos los lunes por la noche, llevad a cabo en forma regular las noches de hogar y haced que él participe para que tenga una experiencia significativa.

Vosotros, padres, podéis tener un recurso muy importante en vuestros maestros orientadores.

Ahora quisiera decir algo a los maestros orientadores. Vosotros desearéis ayudar a este padre a llevar a cabo su tarea. ¿Cómo lo haréis? Compañero mayor de orientación familiar, debes encontrar la manera de invitar a tu compañero menor a que estudie estos pasos bajo tu inspiración, y asignarle, por invitación del padre, a que enseñe estos principios y procedimientos en el hogar. (Jovencitos, si se os presentara una situación así, ¿no escucharíais?)

He aquí la asignación para el compañero menor:

  1. Testificad cómo habéis sido bendecidos por haberos dirigido a vuestro Padre Celestial por medio de la oración.
  2. Llevad vuestras Escrituras con vosotros cuando vais a visitar las familias asignadas.
  3. Citad las Escrituras y mostrad métodos para marcarlas a fin de tener las referencias a mano.

4.’ Mostrad vuestra libreta de ahorros, o lo que quiera que estéis haciendo para prepararos financieramente para vuestra misión.

  1. Expresad el regocijo de participar en las cosas de la Iglesia. Mencionad ejemplos específicos de momentos de inspiración vividos por compartir vuestro testimonio u oír el de otros, así como por participar con otros jóvenes de momentos de diversión en actividades edificantes.
  2. Expresad en ese hogar cuán privilegiados sois de tener la experiencia de poder desarrollaros durante las noches de hogar que se llevan a cabo en forma regular en el seno de nuestra familia.

Volviendo al tema con que comenzamos, me dirijo en forma específica a vosotros, mis jóvenes amigos. ¿Recordáis el incidente acaecido en aquella noche del mes de septiembre de 1823? El ángel Moroni instruyó en tres oportunidades al profeta José Smith. Al día siguiente José fue al campo, pero estaba demasiado cansado como para trabajar. Su padre le dijo: «Hijo, vuelve a la casa y descansa». José trepó el vallado y, como recordaréis, cayó al suelo. Entonces el ángel se le apareció, por cuarta vez y le repitió el mensaje. Creo que entonces fue cuando José Smith entendió ese mensaje que revolucionaría al mundo.

¿Entendéis vosotros lo que ha sucedido durante los cinco minutos pasados? ¿Podríais imaginar que habéis pasado una noche en vela y que estos cinco principios misionales se han grabado tres veces en vuestra mente? Figuraos que os dirigís al campo para contar a vuestro padre esta experiencia. El os aconseja que regreséis a la casa para meditar y considerar cuidadosamente estos pensamientos. Vosotros trepáis a la cerca y caéis al suelo, entonces estas convicciones surgen en vuestra mente por cuarta vez: cumpliré una misión y para prepararme:

  1. Oraré por lo menos dos veces al día.
  2. Tendré mis propios libros canónicos.
  3. Los utilizaré, y sus enseñanzas serán parte de mi ser.
  4. Haré todo lo que esté a mi alcance para poder mantenerme económicamente y entonces me esforzaré aún un poco más.
  5. Asistiré -no- más bien participaré en la Escuela Dominical, el programa de los Scouts, Sacerdocio Aarónico, seminarios e institutos, y en otras oportunidades que tenga de participar en actividades apropiadas a mi edad.
  6. Estaré agradecido por las bendiciones de llevar a cabo la noche de hogar.

Ahora, jovencitos, levantaos y poneos en acción. ¿Cuáles serán los resultados? Seréis mejores misioneros. Cuando nuestro Profeta y líder, el presidente Spencer W. Kimball nos dice: «Cada joven en la misión», quiere decir que él está mirando más allá de los meses vividos en el campo misional. Está mirando que a vuestro regreso, seréis mejores obispos, mejores presidentes de estaca, mejores esposos, mejores padres o lo que quiera que seáis, tanto en esta vida como en la venidera. Cuando toméis vuestra decisión, ¿recordaréis estas cosas? El Señor vive, Jesús es el Cristo. Esta es su obra y en ella estamos embarcados. Cuando hayáis hecho el análisis final, debéis ceñiros a vuestra decisión, la cual será una prueba de vuestro carácter y obediencia. Ruego que seáis bendecidos para decidir positivamente y para que os preparéis con valor y sirváis en forma magnífica, y lo hago en el nombre del. Señor Jesucristo. Amén.

*Se refiere al discurso titulado Oración, que aparece en este número.

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