Conferencia General Octubre 1978
La religión
Elder Howard W. Hunter
del Consejo de los Doce
«Pobre y destituida es en verdad la persona que demuestra no ser religiosa, porque no tiene suficiente amor por su prójimo para preocuparse por él y sentir compasión.»
No hace mucho tiempo leí el informe de una entrevista hecha a un personaje de importancia nacional. Al presentar sus puntos de vista relacionados con un asunto de actualidad, hizo el siguiente comentario: «No soy un hombre religioso, pero hay algo relacionado con las circunstancias de la propuesta, que hace que no me impresione como correcta». Este comentario me hace preguntarme por qué relacionó la religión con el sujeto social y político del cual estaba hablando, y me pregunto también por qué pensó el que no era un hombre religioso. Supongo que la respuesta a esas preguntas se encuentran en la definición de la palabra religión.
No existe una forma que sea generalmente aceptada para definir el termino religión. A veces se usa con referencia al acto de adoración, ya sea en público como en privado, y otras, para distinguir las cosas sagradas de las profanas o mundanas. La creencia en la inmortalidad del alma es un concepto por algunos considerado como religioso, y uno de los usos más comunes del termino es el de la creencia en una deidad o deidades, una forma de adorar a Dios. La palabra religión se relaciona a menudo con la búsqueda de lo que se llama comúnmente salvación, y a veces con la revelación proveniente de una fuente divina.
Después de la organización de la Iglesia, José Smith publicó respuestas correspondientes a una larga lista de preguntas que le habían sido formuladas. Una de las preguntas era: »¿Cuáles son los principios fundamentales de su religión?» A esa pregunta contestó José Smith:
»Los principios fundamentales de nuestra religión son los testimonios de los apóstoles y profetas con relación a Jesucristo; que El murió, que fue enterrado y que se levantó nuevamente al tercer día, y ascendió a los cielos. Todas las demás cosas relacionadas con nuestra religión son tan sólo apéndices de lo anterior.» (History of the Church, 3:30.)
En las Escrituras podemos encontrar definiciones con respecto a muchos temas, pero es interesante destacar que aun cuando pensamos que la Biblia es un tratado religioso, la palabra religión no aparece en el Antiguo Testamento, y en el Nuevo se utiliza sólo en tres ocasiones, (1) por lo que quisiera entonces hacer referencia a estas tres:
Pablo fue el primero que utilizó la palabra religión al prestar su defensa ante el rey Agripa. Dijo:
» . . .Conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo.» (He. 26:5.)
Él se refería a las tres sectas de los judíos: los fariseos, saduceos y los esenios. Dijo que había vivido fariseo, la secta más estricta en cuestión de prácticas religiosas. Pablo no se refería a un credo o creencia religiosa, sino más bien a una forma de adoración, ya que los judíos ponían énfasis en la práctica en lugar de hacerlo en la doctrina, en el rito de adoración, en lugar del credo o la creencia.
Fue también Pablo quien utilizó la palabra religión por segunda vez en sus escritos a los gálatas, al hacer la siguiente declaración:
«Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba. . . ‘ (Gal. 1:13.)(2)
Leemos acerca de las persecuciones infligidas por Pablo a los seguidores de Cristo y a los que profesaban ser cristianos, y nos preguntamos el motivo por el cual el hacia esas cosas. ¿Qué hizo que el tomara un curso tan despiadada? Pablo contesta estas preguntas declarando que él había practicado la religión de sus padres, una religión de hierro, de leyes y tradiciones heredadas de su linaje hebreo. Esta práctica de reglas tan estrictas fue lo que le hizo perseguir inclementemente a los seguidores de Cristo. Por lo tanto, escribiendo a los gálatas, él se refirió a la religión de la misma forma en que lo hizo ante el rey Agripa, como reglas de una práctica en lugar de una doctrina o un credo.
Nos encontramos ahora en el tercer caso del Nuevo Testamento en que se utiliza la palabra religión. Se encuentra en la epístola de Santiago, escrita a las doce tribus esparcidas, probablemente significando todo Israel, en la que dice:
«Si alguno se cree religioso ante vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.» (San. 1:26.)
Parece que Santiago utiliza el termino religión en la forma utilizada por Pablo, considerándolo un rito ceremonial, estableciendo que si un hombre se dedica a los ritos de esa forma mas no cumple con lo que dice su ritual, es en vano.
Santiago pasa entonces a definir con exactitud, lo que él llama religión pura, en contraste con las formas de adoración ritualísticas y las reglas estrictas de práctica, de acuerdo con la descripción de Pablo. Santiago dice:
»La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.’ (Santiago 1:27.)
Su lenguaje es simple y sin pretensiones, pero no obstante contiene un profundo significado: las palabras »visitar a los huérfanos y a las viudas» son un recordatorio de que debemos sentir compasión por el prójimo. Esas fueron las enseñanzas del Señor en sus frecuentes referencias al amor. El Señor dijo: «Amaras a tu prójimo como a ti mismo» (Mat. 22:39). Eso es lo que expresa Santiago: amor y devoción hacia Dios expresados mediante el servicio caritativo al prójimo, y utiliza como ejemplos a los huérfanos y a las viudas.
El segundo elemento de la definición de la religión, declarado por Santiago, es el de »guardarse sin mancha del mundo.» E] mantenerse sin mancha del mundo significa simplemente no ser mundano y encontrarse libre de la contaminación del pecado y la injusticia. Pablo dijo algo relacionado con esto en sus escritos a los romanos: «No os conforméis a este siglo» (Rom. 12:2).
Vemos que Santiago nos dice que la verdadera religión es la devoción a Dios, demostrada mediante el amor y la compasión al prójimo, conjuntamente con la pureza personal; tal declaración parecería demasiado simple para ser suficiente, pero es precisamente su simplicidad lo que destaca esta importante verdad. Podría decirse que la verdadera religión consiste no sólo en refrenarse de la maldad, sino en llevar a cabo actos de bondad y servicio al prójimo en forma deliberada.
El rey Benjamin reconoció este principio cuando habló al pueblo desde la torre. Él les recordó que había dedicado su vida al servicio de ellos. Y dijo:
» . . . no . . . deseo yo jactarme, pues sólo he estado en el servicio de Dios.
Y he aquí, os digo estas cosas para que aprendáis sabiduría; para que sepáis que cuando os halláis en el servicio de vuestros semejantes, sólo estáis en el servicio de vuestro Dios.» (Mosíah 2:16-17.)
Mediante Mateo, el Señor lo explica de la siguiente forma:
«De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.» (Mat. 25:40.)
La vida del profeta lose Smith presenta estos atributos de servicio a los amigos, al prójimo, a la humanidad y a su Dios. Fue durante las últimas dos horas de su vida, confinado detrás de las barras de la cárcel de Cartago, que su íntimo amigo el presidente John Taylor, cantó un himno para ayudarle en aquella trágica oportunidad. El himno tiene cantidad de versículos en los que se menciona la ayuda al desafortunado y se habla acerca de compartir el alimento con el hambriento. Dice así:
Un pobre caminante yo encontré,
Que muchas veces
Por mi senda se cruzó;
Fue tan humilde el ruego que escuche,
Que jamás pude responderle »no».
No supe adónde iba,
Ni de donde venía,
Ni siquiera su nombre preguntar osé.
Mas en sus ojos una expresión había
Que me hizo amarlo, sin saber porque.
Una vez, cuando mi escaso pan comía
El vino a mí, ni una frase pronuncio,
Pero en su rostro
Vi la angustia que sentía,
Y le di el pan,
Que el bendijo y partió;
Comió, mas dióme parte de aquel pan
Que en manjar de ángeles
Convirtióse así,
Pues al comerlo con ardiente afán,
Su tierna masa
Cual mana fue para mi.
Los versículos continúan hablando del agua que se brindó para satisfacer la sed del que sufría, del vestido y el descanso para el desnudo y el cansado, del cuidado para el herido, y de la generosidad al compartir la condena del prisionero. Entonces, el ultimo versículo reconoce la aparición del Señor:
Después,
El forastero se presento ante mi
Y su humilde disfraz
Al momento desecho,
Las conocidas marcas en sus manos vi
Y mis ojos se hundieron
En los del Salvador.
Me habló,
Y dulcemente mi nombre pronuncio:
«Tus obras», dijo,
«Galardón han de ser para ti.
De mi nombre tu alma
Jamas se avergonzó,
Y lo que hiciste por otros’
Lo has hecho por mi».
Pobre y destituida es en verdad la persona que demuestra no ser religiosa, porque no tiene suficiente amor por su prójimo para preocuparse por el y sentir compasión. El Señor le dirá:
»De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos mas pequeños, tampoco a mi lo hicisteis. E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.» (Mat. 25:45-46.)
El presidente Joseph F. Smith, ex Presidente de la Iglesia, escribió estas palabras hace muchos años:
«No digáis que no sois naturalmente religiosos, como una excusa para cometer actos malvados y prohibidos… Sed religiosos tanto en apariencia como en realidad, recordando el verdadero significado de la religión. Así como el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía, también el conocimiento de que amáis la pureza, la justicia, la honestidad y el bien, es una evidencia indiscutible de que sois naturalmente religiosos. Escudriñad vuestro corazón y encontrareis que en lo profundo del mismo poseéis este conocimiento; entonces, alentad su desarrollo para que podáis así alcanzar vuestra salvación.» (Improvement Era, abril de 1906, pág. 495.)
Que podamos servir a nuestro prójimo y mantenernos sin mancha de las influencias del mundo, a fin de que seamos dignos de ser considerados verdaderamente religiosos y recibir la aprobación del Señor, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.
























