Nuestra mayordomía en los servicios de bienestar

Conferencia General Octubre 1978logo pdf
Nuestra mayordomía en los Servicios de Bienestar
Obispo J. Richard Clarke
Segundo Consejero en el Obispado Presidente

J. Richard Clarke«Para ser siervos útiles, debemos mejorar lo que se nos ha confiado. Los mayordomos son administradores, y una buena administración reduce el despilfarro . . . y asegura una ganancia apropiada de lo invertido.»

Hermanos, hemos andado un largo camino desde aquellos días en que comenzó a funcionar el Plan de Bienestar, pero todavía tenemos una gran distancia que recorrer. Conjuntamente con la gran expansión de la obra misional en todo el mundo, también se extenderá la ayuda a las necesidades temporales. Para tener éxito en este maravilloso programa, debemos ser mayordomos sabios y fieles.

Las Escrituras contemporáneas nos recuerdan que todo pertenece al Señor. El declaró:

«Yo, el Señor, extendí los cielos y funde la tierra, hechura de mis manos, y todas las osas que contiene, mías son . . . todos estos bienes . . . y si los bienes son míos, entonces sois mayordomos.» (D. y C. 104: 14,55,56.)

En la parábola de los talentos se enseña claramente la lección de la mayordomía (Mateo 25:14-30). Para ser siervos útiles, debemos mejorar lo que se nos ha confiado. Los mayordomos son administradores, y una buena administración reduce el despilfarro y asegura una ganancia apropiada de lo invertido. Cuan felices fueron los siervos que pudieron informar a su Señor que habían hecho todo lo que se esperaba de ellos. Se les dijo:

Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré…» (Mateo 25:21.)

Hay tres elementos que caracterizan a un buen mayordomo: acción, diligencia y responsabilidad. Tenemos la libertad de aceptar o rechazar la invitación a servir, pero una vez que la aceptamos, somos responsables de los resultados. En la sección 4 de Doctrinas y Convenios, el Señor nos dice:

»Oh vosotros que os embarcáis en el servicio de Dios, mirad que le sirváis con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza. . .» (D. y C. 4:2.)

Y luego, en la sección 72 leemos:

»El Señor requiere de la mano de todo mayordomo un informe de su mayordomía, tanto en esta vida como en la eternidad. » (D. y C. 72:3.)

Aunque en el momento final seremos responsables ante el Señor, en esta tierra lo somos ante los administradores del Sacerdocio.

Veamos ahora mas específicamente cómo podemos cumplir con nuestras responsabilidades como mayordomos, dentro del sistema de almacenes:

Primero esta el proceso de planeamiento. Este hace posible controlar y sacar mayor provecho de nuestros recursos. La mayoría de nosotros ha aprendido que el resultado de experimentar una mala administración, es algo inútil y desalentador. Para que finalmente cada área o zona sea autosuficiente, estamos implantando en áreas seleccionadas un plan modelo para toda la Iglesia; este planeamiento de bienestar es la forma de identificar las necesidades existentes y organizar recursos para satisfacerlas. Cuando el plan modelo se haya llevado a la practica total mente, nuestros obispos podrán cubrir las necesidades de un modo mas adecuado, bajo diferentes condiciones económicas.

Segundo, un buen mayordomo actúa eficientemente. Hace dos años, el presidente Kimball dijo:

»Seamos eficaces en nuestra producción y no nos conformemos con tener solamente granjas de bienestar, porque llegara el tiempo en que necesitaremos todos los productos de nuestras plantas de producción, aun mas de lo que estamos produciendo en la actualidad.

Haced todo lo que podáis para que vuestros proyectos sean económicamente posibles. No penséis que estos son buenos simplemente para que el Sacerdocio trabaje unido. Podemos tener hermandad dentro del trabajo, y también eficiencia económica.» (Ensign, mayo de 1976, pág. 125.)

En una conferencia de bienestar realizada en 1960, el presidente J. Reuben Clark dijo:

«Pienso que seria mejor si no tuviéramos un Plan de Bienestar, que caer en el error de no cuidar del mismo ahora que lo tenemos. El Señor culpara a los que somos lideres en los barrios y estacas de la Iglesia, si utilizamos los fondos de la gente, esos fondos sagrados, para establecer proyectos, y no los utilizamos en la forma en que el Señor lo desea.» (Reunión sobre agricultura del Plan de Bienestar, 4 de abril, 1960.)

Es una responsabilidad muy seria administrar estos fondos sagrados en las oficinas centrales de la Iglesia. Cuando recibimos una solicitud de préstamo, revisamos muy cuidadosamente el estado financiero. Estimamos cuidadosamente la forma en que están organizados, la administración y la intervención del Sacerdocio local. Los formularios de solicitud nos dicen mucho acerca de la calidad de los mayordomos que trabajan en el proyecto.

Tercero, mejoremos el control de nuestra calidad. La buena calidad no se obtiene porque si, sino que es siempre el resultado de buenas intenciones y de un sincero esfuerzo. Encomendamos a aquellos que siguen las normas y procedimientos establecidos, que se aseguren de que las provisiones de nuestros almacenes sean puras y nutritivas. El presidente Kimball dio un concepto claro de lo que es el control de calidad, en la ceremonia de la palada inicial de una fabrica de conservas. El dijo: «Nos complacería servir al Señor una comida preparada con nuestros productos, si tuviéramos el privilegio de que El visitara uno de nuestros almacenes». El concepto de que »si es para el Plan de Bienestar esta bien», debe tomar un nuevo significado. El Señor acepta sólo lo mejor. Debemos esforzarnos continuamente por alcanzar esa meta de calidad, ya que detrás de todos esos esfuerzos están las obras de amor. Sea cual fuere el servicio que se preste, debe contar con el control de calidad apropiado. La calidad de los productos que se lleven a los almacenes mostrara la eficiencia de nuestra producción.

El cuarto punto destaca que el control de calidad esta estrechamente ligado a la seguridad. Me alegra poder decir que estamos mejorando en nuestras medidas de seguridad, pero todavía ocurren muchos accidentes en algunas de nuestras unidades. El costo en vidas humanas es trágico; en mano de obra y a causa del fuego, las perdidas alcanzan a cientos de miles de dólares cada año.

Queremos recordaros que la Iglesia esta asegurada por si misma, lo que significa que cuando hay perdidas por descuidos, debemos recurrir a los fondos sagrados para reemplazar dicha perdida. Se ha preparado un manual para delinear normas de seguridad dentro del sistema de almacenes. Pedimos que lo estudiéis cuidadosamente, y luego lo llevéis a la practica. Recordad que la mayoría de los accidentes pueden evitarse.

Quinto, un buen mayordomo seguirá un programa de prevención. El verá que cada edificio este bien construido, que se inspeccione anualmente y que los equipos que se utilizan se revisen con regularidad. Un buen cuidado aumentara la duración de cada equipo. En mi oficina tengo un cartel que dice:

«¿Por que siempre hay tiempo de sobra para hacer cosas, pero nunca suficiente para hacerlas bien?»

La prevención nos ayuda a hacer las cosas bien desde el principio.

Sexto. Un buen mayordomo mantiene un buen registro financiero y un buen sistema de finanzas. Estamos mejorando nuestro sistema de información financiera para poder ampliar la misma, y os agradecemos vuestra paciencia y ayuda en llevar a la práctica este nuevo sistema, y también por enviar vuestros informes en la forma requerida.

Es necesario actuar prudentemente cuando se solicita participación de la Iglesia en la adquisición de capitales. Os exhortamos a pedir participación sólo para adquirir equipo y otros materiales que sean indispensables para el buen éxito de la producción. Nunca debemos defraudar la confianza del Señor en este aspecto; se debe mantener la buena reputación en todos los asuntos de la Iglesia, todas las deudas se deben pagar de acuerdo con lo acordado. Muy a menudo las organizaciones sin propósito de lucro esperan tener descuentos especiales y por consiguiente demoran sus pagos; no dejemos que esto pase con nosotros. Esto se aplica a nuestras obligaciones con la Iglesia, y a nuestros compromisos de producción. Estos son sagrados y se deben cumplir honradamente.

Hermanos nos queda mucho por hacer, y espero que sigamos el consejo y el ejemplo de nuestro líder, el presidente Kimball.

En la conferencia de octubre pasada el dijo:

«Quisiera exhortaros a seguir adelante con esta gran obra, pues es mucho lo que depende de nuestra buena voluntad para reconocer, colectiva e individualmente, que nuestra presente actuación no es aceptable ni para nosotros, ni para el Señor.» (Liahona, feb. de 1978, pág. 113.)

El Señor hace esta promesa a todos aquellos que trabajan diligentemente:

»Y el que fuere mayordomo fiel, justo y sabio, entrara en el gozo de su Señor y heredara la vida eterna.» (D. y C. 51:19.)

Mis hermanos, el Señor os ama por vuestra devoción y esfuerzos. Que El os bendiga y que podáis superar los problemas del presente y el futuro, es mi oración en el nombre de Jesucristo. Amén.

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