Conferencia General Octubre 1980
Cuando enfrentamos la adversidad
Elder Marvin J. Ashton
del Consejo de los Doce
El otro día disfrute escuchando a dos de mis amigos discutir acerca de su equipo favorito de fútbol. Estaban de acuerdo en que tal vez el factor principal por el cual el equipo no lograba colocarse en uno de los Primeros lugares en la clasificación nacional era su programa de juegos. Ellos pensaban que de acuerdo con la categoría del equipo los otros contra los cuales jugaban no eran lo suficiente competentes.
Tanto en el fútbol, como en la vida, el adversario, o aquellos con los que competimos, oponemos o resistimos, -nuestros oponente, adversarios, enemigos, o nuestros problemas- son a menudo los factores que determinan nuestra fortaleza y nuestros logros.
En una forma u otra, la adversidad se presenta en la vida de cada uno y la manera en que nos preparemos o la forma en la cual la enfrentemos a ella es lo que hará la diferencia. La adversidad nos puede destruir o puede hacernos más fuertes. El resultado final depende de cada individuo. Henry Fielding declaró: «La adversidad es la prueba del principio, sin ella es casi imposible para el hombre (En The New Dictionary of Thoughts, ed. Ralph Emerson Browns, n.p.: Standard Book Co., 1957, pág. 6.)
Tomando en consideración que la adversidad puede incluir el sufrimiento, la pobreza, la aflicción, la calamidad, o el desastre, ¿Cuál es la mejor manera de utilizarla para que se convierta en una oportunidad de crecimiento y desarrollo personal? Como una de las puestas a esta pregunta, permitidme narraros un incidente en la vida de un amigo muy especial a quien le he pedido que lo haga con sus propias palabras. Encuentro, que esta experiencia es un sermón muy poderoso.
«Era el tercer sábado del mes de enero, de hace algunos años. Me estaba contento porque esa mañana iba a asistir a un seminario de agricultura en la Universidad Brigham Young a la cual asistía. Hacía sólo seis meses que había terminado la misión en Honolulú, Hawai, y estaba pasando por todas las adaptaciones por las cuales pasa un ex misionero. Me enfrentaba a las demandas de la familia, las jóvenes, los estudios, el hecho de que había 25.000 alumnos brillantes y audaces, alguno con bastante dinero, otros, como yo, que tenían que cuidar cada centavo; todo esto no hacia que las cosas fueran fáciles.
A principios de esa semana había encontrado un trabajo en un taller manejando una compresora hidráulica que se utilizaba para hacer tapas para el equipo hidráulico. Esa mañana, después del seminario, me fui al trabajo. Kimball, mi compañero de cuarto y ex compañero de la misión, el cual se había ido al trabajo temprano esa mañana, me enseñó a hacer una nueva tapa. Habían pasado unos 20 minutos cuando una de las tapas más pequeñas se quedó pegada a la plancha. Luché para despegarla con la mano izquierda y al tratar de sacar mas fuerza con la mano derecha, la maquina se cerró apresando la mano izquierda y haciendo un ruido tremendo mientras la aplastaba un poco mas abajo de la muñeca. Después de lo que me pareció una eternidad, la máquina por fin se abrió. Lo primero que pensé al ver la mano fue: ¡que horror!. Después escuché el susurro de aquella voz quieta que había llegado a conocer, amar y apreciar, que me decía: ‘Perry, vas a perder la mano.’ Siguieron cuatro horas de cirugía y lo primero que recuerdo haber escuchado fue la voz del cirujano en la sala de recuperación. Me dijo:
-¿Puedes escucharme?
-Si -le contesté.
-Tuvimos que amputarte la mano.
Los cuatro días siguientes estuvieron llenos de lagrimas, dolores, amigos, tarjetas, cartas y miembros de la familia. Las personas que ciertamente se preocuparon de mí me facilitaron todo, especialmente Kimball. El dio a conocer a mis padres y a otros lo que había pasado y ayudo en toda forma posible. Nunca tuve que pedir nada porque todo estaba bajo control. Su ejemplo y apoyo me dieron el valor necesario para enfrentarme a esta nueva prueba.
Los días en el hospital estuvieron llenos de horas y noches sin dormir. Esas noches me dieron la oportunidad de pensar acerca del Salvador y José Smith como nunca lo habla hecho antes. Pense en todo lo que había aprendido referente a la vida del Profeta. Se había enfrentado a prueba tras prueba, tanto físicas y emocionales como espirituales. Como me maravillaron sus victorias tan bien ganadas. En este tiempo tan difícil fue cuando le prometí al Señor que trataría de aceptar todas las pruebas así como el profeta José Smith las había aceptado.
Por supuesto que durante la primera noche cruzaron por mi mente preguntas como ¿por que yo? ¿Hubo algo en mi pasado? ¿Que hice para merecer esto? Después pense: no mas diversión en rodeos, fútbol, o esquí; y también pense a que clase de mujer le gustaría tener un esposo con una sola mano. No había desarrollado una buena imagen de mi persona, ni tampoco tenia orgullo propio, así que todos estos pensamientos aumentaron mis preocupaciones.
Ese fin de semana mama me llevó a casa. Una de las cosas que me dijo y que me hizo apreciar mas su nobleza fue: ‘Perry, si solamente pudiera darte mi mano lo haría.’
El domingo fue un día de ayuno. Mientras estaba parado, con las vendas y el brazo mas corto, agradecí a todos sus buenos deseos, oraciones y tarjetas, y comprendí, como nunca lo había hecho, que los buenos amigos y miembros fieles de la familia hacen que las pruebas sean menos difíciles. Después de la reunión, un amigo muy querido me dio una bendición muy especial. Durante la bendición se me contestaron muchas preguntas. Me dijo que este accidente no era un castigo por algo que hubiera hecho, sino al contrario, era una oportunidad para ayudarme a convertirme en una persona mejor para ampliar aquellas características particulares que todavía necesitaba desarrollar. Me dijo que esta prueba podría ayudarme a comprender mejor a las personas, los problemas y la vida. Ahora que recuerdo todo esto veo que cada punto de su bendición y palabras de aliento me han ayudado en una forma muy positiva.
Uno de los temores mas grandes era el pensar constantemente en la reacción de los demás. ¿Me tendrían miedo, dudarían de mí capacidad, me descartarían antes de darme una oportunidad? ¿Las señoritas rehusarían salir conmigo porque era diferente? ¿Se sentirían incómodas si las vieran conmigo?
Cuando regrese de la misión había salido con varias señoritas; pero sólo a Julie la había invitado un par de veces. Cuando desperté al día siguiente de la operación en el hospital, ella estaba allí con otros amigos. Les pedí a todos menos a Julie que dejaran el cuarto, y entonces decidí hablarle claramente con lo que pense era un discurso perfecto. Le explique que había sido necesario amputarme la mano y que si se sentía avergonzada de que la vieran conmigo en citas futuras, no tenía que sentirse obligada a seguir saliendo conmigo. En ese momento pude ver fuego en sus ojos. Me dejó saber en términos muy claros que no estaba allí por lastima o porque lo considerara un deber; sino porque le importaba lo que me pasaba. Me indico que me ayudaría; pero que nunca iba a sentir lástima por mí. Seis meses después nos casamos en el Templo de Salt Lake.
Hubo muchas entrevistas de empleo, prejuicios y rechazos de trabajo, sin embargo, con aliento continuo, el Señor nos bendijo en innumerables maneras. Cuando nació Bracken, nuestra primera hija, se agotaron los fondos para continuar los estudios. Así fue que después de haberlo considerado muy cuidadosamente comenzamos un negocio, lo que probo ser otra experiencia de aprendizaje. Después de varios años llenos de contrariedades pude encontrar un trabajo como administrador de personal que no solo satisfizo mis metas sino también fue la respuesta a mis oraciones.
Hoy, cuando pienso en el pasado, veo la prueba de la adversidad como algo sobre lo cual edificar. Por supuesto que no puedo decir que la experiencia fue placentera. Fue horrible. Sin embargo, espero haber usado la adversidad en una forma positiva. Cuando veo que otros tienen problemas, o que sufren dolor, cuando la verdadera adversidad toca sus puertas, tengo la oportunidad no solo de saber lo que ellos sienten, sino también quizá de ayudarles, porque pueden ver que yo personalmente tengo mis pruebas.»
Después de una conversación reciente acerca de la adversidad, un joven, que estaba muy preocupado con respecto a las grandes dificultades por las que estaba pasando su madre, hizo esta pregunta: «Si Dios es omnipotente y lo sabe todo, ¿por que ha puesto a mi madre la agonía de continuos sufrimientos cuando ya El sabe lo que pasara al final?» Nuestra respuesta fue: «Las pruebas por las cuales pasa tu madre no son para que el Señor se de cuenta de hasta donde puede ella llegar, sino mas bien para que ella misma lo sepa. Es mas importante que ella sepa cuales son sus puntos fuertes frente a la adversidad y progrese en base a estas experiencias.
Cuando el profeta José Smith, junto con varios de sus compañeros, se estuvo preso durante un numero de meses en Liberty, Misuri, y bajo condiciones deplorables, y cuando se dio cuenta de que sus peticiones y reclamos dirigidos a los oficiales ejecutivos y al sistema Judicial habían fracasado, con desesperación clamo a su Padre Celestial para solicitar ayuda y comprensión. Por fin el mensaje llegó: «Hijo mío, paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán mas que por un breve momento; y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te ensalzará; triunfarás de todos tus enemigos.» (D. y C. 121:7-8.)
Sin duda alguna se puede decir que José Smith formó y logró la nobleza y la grandeza de su carácter por medio de las constantes victorias que tuvo en sus aflicciones. También Jesús desarrolló un balance mental, físico, espiritual y social único mientras laboraba y servia bajo toda clase de pruebas. «Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen.» (Hebreos 5:8-9.)
Las dificultades pueden ser una llave muy valiosa en nuestra búsqueda hacia la perfección. La adversidad no necesariamente tiene que estar unida con el fracaso. El correcto autodominio y disciplina en todas nuestras pruebas nos brindan la fortaleza. Si estamos preparados podemos enfrentarnos victoriosamente con las pruebas de la vida. Llegamos a ser discípulos de Jesús cuando nos mantenemos fieles bajo toda circunstancia, incluyendo el sufrimiento y la tragedia.
- S. Lewis hizo una observación muy significativa cuando declaro: «He visto una gran belleza espiritual en algunos que han sufrido grandemente. En la mayor parte he visto hombres que al transcurrir de los años se han convertido en personas mejores, no peores, y he sido testigo de que el ultimo padecimiento produce tesoros de fortaleza y mansedumbre bajo las peores circunstancias.»
Tengo otro amigo muy especial que contados son los días en su vida que no ha sufrido de dolores, molestias o enfermedades. Sin embargo, enfrenta y desafía las fuerzas de las tinieblas y pruebas. Sus tribulaciones del pasado las ha encarado como es debido y le han ayudado para ser lo que hoy es. Así como Josué de la antigüedad, también se le puede escuchar diciendo, «Todavía estoy tan fuerte… Dame, pues, ahora este monte.» (Josué 14:11, 12.) Mas montes, hasta los mas altos de la adversidad, nos pueden preparar para el mañana si solo tenemos el deseo de escalarlos.
Jesucristo el Maestro comparte su vida de pruebas y victorias con nosotros para que nos sirvan de motivación y dirección. Dios fortaleció a su Hijo, y de la misma manera nos ayudara a nosotros sus hijos si es que deseamos su guía.
Que bendición tan grande es el saber que podemos recibir apoyo contra los dardos fieros del enemigo si tan solo somos fieles. Una digna oración diaria es aquella en la cual suplicamos que se derrame sobre nosotros la fortaleza necesaria para ser fieles bajo cualquier circunstancia.
Sabiendo que Satanás y sus huestes no descansan en sus intentos para ridiculizar, avergonzar y empequeñecer, y son los causantes de que todos cedamos y por ultimo fracasemos, ¿cual debe ser nuestra actitud en la sociedad actual? Hay un paso importante para evitar la contención y el conflicto, y es el vivir con dignidad y hay algo muy sagrado en ello. No es necesario pelear o competir con aquellos que promueven la controversia. No es necesario dedicar nuestro tiempo a la venganza. Aquellos que engañan, destruyen o ridiculizan a los demás, cosechan su propia recompensa. Sus obras no son dignas de alabanza, ni de buena reputación. ¡Cuán desconcertante ha de ser para el enemigo ver las filas de los valientes marchar con todo aplomo y dignidad bajo las circunstancias mas desafiantes!. El ridículo y el menosprecio son dos de las formas mas grandes de la adversidad que se nos es requerido enfrentar en el mundo actual. Si cumplimos con la voluntad de Dios diariamente, no tendremos tiempo para la contención o confrontación.
De Harry Emerson Fosdick leemos: «Lo mas extraordinario acerca de la ostra es lo siguiente: Ella rechaza lo que penetra dentro de ella, pero cuando no puede deshacerse de esos cuerpos extraños, los utiliza para formar lo mas hermoso que la ostra puede hacer. Si existen molestias en nuestra vida, hay solamente una receta: Hacer, una perla. Quizá será necesario hacer una perla de paciencia, pero no importa, haced una perla. Se requiere fe y amor para lograrlo.» (Citado en The Treasure Chest, editado por Charles L. Wallis, s Nueva York: Harper & Row.)
Aquellos que ceden a la adversidad se convierten en personas aun mas débiles. Para el valiente la adversidad es un punto de apoyo para aumentar su poder. Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días y aquellos temerosos de Dios en todo el mundo no oran para librarse de las pruebas, ni tampoco se dan por vencidos o dejan que el pánico los domine, sino que se esfuerzan para estar en condiciones de enfrentar y salir adelante en tiempos de pruebas. Por lo general no existen respuestas fáciles para la mayoría de nuestros problemas. Cada individuo puede pensar, planear, trabajar y orar para encontrar la ayuda que necesita y el valor que debe tener para vencer su problema o llevar su cruz cualquiera que esta sea. Los triunfadores se fijan sus metas diariamente; planean cosas que se pueden hacer, no aquellas que no pueden llevarse a cabo. Ellos recuerdan que Dios no nos ha dado el espíritu temeroso sino el poder del amor y de una mente sana.
Dios apoya amorosamente a todos aquellos que como Perry encaran con todo valor la adversidad. En muchos casos parece que tienen una relación especial con El. «He aquí te he purificado, . . . te he escogido en horno de aflicción» (Isaías 48:10). Individualmente debemos agradecer a Dios por los ejemplos de todos aquellos que nos rodean que han luchado y vencido las dificultades intensas, reales y constantes. Hay personas que, según nuestra opinión, parecen tener mas de lo que les corresponde de problemas, pero con la ayuda de Dios se convierten en personas especiales. Ellos no cederán, no fracasarán.
Satanás desea que nos sintamos inadecuados para encarar las tareas cotidianas. Si nos dirigimos a Dios, El nos llevara de la mano y nos dirigirá en nuestras horas mas obscuras. De estas verdades testifico, y dejo mi testimonio en el nombre de Jesucristo, nuestro Redentor. Amen.
























