Estamos al servicio del Señor

Conferencia General Abril 1981logo pdf
Estamos al servicio del Señor
por el presidente Spencer W. Kimball

Spencer W. KimballMis amados hermanos, ésta ha sido una gloriosa conferencia y estamos agradecidos a todos los que de una forma u otra tuvieron parte en ella.  Me siento emocionado; me he regocijado y he sido inspirado al escuchar la hermosa música, al igual que los importantes mensajes de las Autoridades Generales.

Mucho nos alegra darle la bienvenida al élder Ángel Abrea de Argentina como miembro del Primer Quórum de los Setenta.  Por el momento, él regresará a Rosario, Argentina, para continuar con su presente asignación como presidente de esa misión.  Como nuestro miembro más reciente de las Autoridades Generales, él habrá de dar mayor fortaleza y profundidad a la dirección de la Iglesia en Argentina.

En los viajes que mi esposa y yo hemos hecho a muchos lugares del mundo durante los últimos seis meses, me he sentido reconfortado al comprobar la vitalidad y el desarrollo de la Iglesia, al igual que la devoción y el generoso servicio de nuestros miembros en las estacas, barrios y misiones de todo el mundo.

En esta conferencia se nos aconsejó que conserváramos nuestros recursos y que no aquejáramos a los miembros de la Iglesia con grandes cargas económicas.  Nuevamente os urgimos para que plantéis huertos y desarrolléis vuestro almacenamiento de alimentos para un año al igual que de ropa a fin de prevenir para tiempos de necesidad.

Urgimos a todos los Santos de los Últimos Días a que sean buenos vecinos y buenos ciudadanos, leales a su bandera y su país.  «Creemos en estar sujetos a los reyes, presidentes, gobernantes y magistrados; en obedecer, honrar y sostener la ley.» (Artículo de Fe N° 12.)

Todos los estadounidenses, y en realidad la gente en todo el mundo civilizado, se sintieron conmovidos y entristecidos la semana pasada cuando se realizó el atentado para asesinar al Presidente de los Estados Unidos, en el cual tanto él como otros tres hombres fueron heridos de gravedad.  Deploramos profundamente tales actos de violencia, dondequiera que tengan lugar-

Durante esta conferencia nos hemos concentrado en la misión básica de la Iglesia; hemos oído que debemos dirigir con sabiduría y orden su desarrollo y adelanto.  Se nos urgió a que hiciéramos lo necesario para estar en condiciones de merecer las ordenanzas y bendiciones del evangelio, guardando los mandamientos, cumpliendo con nuestra obligación y pagando el diezmo al igual que generosas ofrendas de ayuno.  Al reunirnos en este tabernáculo, hemos contemplado varios aspectos de la vida relacionados con la eternidad, y parece como si el tiempo se hubiera detenido aun cuando el mundo siguió andando.

Me regocijo con vosotros por el anuncio de los planes de construir nueve templos en los Estados Unidos, América Latina, Asia, África y Europa.  Cuando estos nuevos templos estén terminados y dedicados, dentro de aproximadamente dos años, habrá un total de 37 templos en el mundo.  Nos complace mucho poder proveer más templos para más miembros, ya que actualmente muchos de éstos deben viajar largas distancias, a grandes costos de tiempo y dinero, para poder llegar al templo más cercano.  Pero estos templos son sólo el comienzo.  A medida que la obra progrese, se irán edificando más en todo el mundo.

Hace unos días tuvimos el placer de recibir la visita de algunos miembros de la Iglesia coreanos, que vinieron para asistir a la conferencia.  Entre otras cosas estos hermanos expresaron el gran gozo que sienten ante el anuncio de la construcción de un templo en su país.  También nos presentaron registros genealógicos que contienen los nombres de quince millones de personas.

Somos conscientes, mis hermanos y hermanas, de que el mundo se encuentra sumido en grandes problemas; continuamente se nos prueba en forma individual, y como Iglesia, y estaremos sujetos a más pruebas todavía en el futuro; pero no debemos desalentarnos ni desmayar.  Recordad siempre

que si ésta no fuera la obra del Señor, el adversario no nos prestaría ninguna atención.  Si esta Iglesia fuera sólo del hombre y enseñara únicamente doctrinas humanas, encontraríamos poca o ninguna crítica o resistencia; pero como se trata de la Iglesia de Cristo, no debe sorprendernos cuando surgen el vituperio o las dificultades.  Con fe y buenas obras la verdad prevalecerá.  Esta es la obra de Dios y no hay otra que sea similar.  Esforcémonos entonces por progresar, alargando nuestro paso y regocijándonos y agradeciendo las bendiciones y oportunidades que se nos presenten.

Al aproximarnos al final de esta gran conferencia, quisiera deciros, mis hermanos, que os amamos de todo corazón y apreciamos todo lo que hacéis.  Claro está que, como siempre, todavía nos queda mucho más para hacer.  El campo está blanco, listo para la siega, pero hay muy poco tiempo y los obreros son sumamente escasos para compartir el evangelio con los demás hijos de nuestro Padre Celestial, en todas partes del mundo.

Pedimos a nuestro Padre Celestial que os dé el poder para esparcir vuestro conocimiento a la gente de vuestros vecindarios que lo necesite y para llevar el evangelio a las zonas del mundo que ahora, más que nunca, necesitan de sus bendiciones.

Estamos al servicio del Señor.  Esta es su Iglesia, de la cual El es cabeza y piedra angular.  Dios vive y Jesús es el Cristo, el Unigénito del Padre, el Salvador y Redentor de este mundo.  Os dejo mi testimonio, junto con mi bendición y mi amor, en el nombre de Jesucristo.  Amén.

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