Conferencia General Abril 1981
Yo sé que El vive
por el presidente N. Eldon Tanner
Primer Consejero en la Primera Presidencia
Me siento muy feliz de estar con vosotros en esta ocasión y de escuchar tan hermosa música y recibir enseñanzas por medio de estos magníficos discursos. Os estoy muy agradecido por haberme recordado en vuestras oraciones a fin de que pudiera recuperar mi salud y estoy sumamente agradecido por poder tomar parte en esta sesión de la conferencia.
Últimamente he estado meditando sobre el primer y tercer artículos de fe: «Nosotros creemos en Dios el Eterno Padre, y en su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo», y «Creemos que por la Expiación de Cristo todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del evangelio».
Al reflexionar sobre el primer artículo de fe, ¿podemos realmente afirmar que creemos en Dios y en su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo? ¿Hasta qué punto tienen ellos influencia en nuestra vida?
«Creemos que por la Expiación de Cristo todo el género humano puede salvarse… Al pensar en ello, deseo que sepáis cómo Dios el Padre y su Hijo Jesucristo me han ayudado a lo largo de mi vida.
Estoy seguro de que mi madre, habiendo sido la clase de mujer que fue, le agradeció a Dios cuando yo nací, por la bendición de ser copartícipe con El en traer otro espíritu a este mundo mortal; y no me cabe duda de que le agradeció mediante su Hijo Jesucristo.
En mi hogar natal nunca faltaron las oraciones. Cuando se me enseñó a orar, aprendí que en realidad estaba hablando con Dios, en el nombre de Jesucristo y mediante el poder del Espíritu Santo. Cuando cumplí ocho años, mi padre me bautizó y pese a mi corta edad aprendí que era un hijo de Dios, que El estaba interesado en mi persona, que me conocía y sabía mejor que nadie lo que era beneficioso para mí. Se nos enseñó a orar antes de comer; se nos enseñó a orar por las mañanas y antes de irnos a dormir por las noches, y también se nos enseñó que al hacerlo estábamos hablando con nuestro Padre Celestial.
Me pregunto cuántos sabemos que en verdad somos hijos espirituales de Dios y que cuando oramos, así sea antes de comer, al comenzar o terminar una reunión, en un bautismo o confirmación, o al bendecir la Santa Cena ‘ en realidad estamos hablando con Dios. Yo sé que El vive, que escucha nuestras oraciones y que nos bendice.
La oración que más me impresionó de todas las que he escuchado en mi vida fue la de José Smith en la Arboleda Sagrada. El había leído: «si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente… y le será dada». Si cualquiera entre vosotros tiene necesidad de sabiduría, que la pida a Dios y recibirá una respuesta. Pero orad con fe, sin dudar, «porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra». (Santiago 1:5-6.)
Dios el Padre y su Hijo Jesucristo se le aparecieron a José Smith -ni más ni menos eso, una aparición física- y le dijeron que tenía una obra muy importante para hacer. José le había hablado a Dios y éste escuchó sus súplicas y las contestó. Esta mañana quiero dejaros mi testimonio en cuanto a la veracidad de estas cosas de las que os he hablado. Esta es la Iglesia de Jesucristo, y El mismo la dirige mediante un Profeta de Dios a quien amo, admiro y a quien le estoy infinitamente agradecido.
Quiero que sepáis que os amo a todos vosotros en dondequiera que os encontréis, y ruego humildemente que podamos siempre comprender que cuando oramos a Dios, en realidad hablamos con El y que El está interesado en nuestro bienestar.
Es mi oración en esta oportunidad que tengamos siempre presente quiénes somos y que actuemos de acuerdo con ello y seamos un ejemplo para todo el mundo. Esta es la Iglesia de Jesucristo y sé que El escuchará a todo el que pida, a fin de ayudarle a entender quién es y por qué está aquí. Esa es mi oración en el nombre de Jesucristo. Amén.
























