Las mujeres jóvenes en un esfuerzo unido

Conferencia General Octubre 1984logo 4

Las Mujeres Jóvenes en un esfuerzo unido

por Ardeth G. Kapp
Presidenta General de las Mujeres Jóvenes

Ardeth G. Kapp.«Cuando aprendáis a escuchar los susurros del Espíritu en vuestro interior, os convertiréis visiblemente en personas diferentes porque no estaréis haciendo las cosas que son populares en el mundo.»

A las jóvenes en todo el mundo, quiero deciros que me importa cada una de vosotras, dondequiera que estéis. Creo en vosotras y os amo.

En estos primeros meses en la presidencia, hemos sentido vuestra fe, vuestra fortaleza y vuestras oraciones. Sabed que contáis con nuestra fe, nuestro cometido de servicio y nuestras oraciones mientras os esforcéis en hacer lo justo.

Vosotras-María, Ana, Alofa, Kristen, Michelle, a cada una de vosotras, en cada parte de la tierra, en cada familia, en cada salón de clase, dondequiera que estéis-vosotras que os estáis esforzando por vivir rectamente, os unís a un cuarto millón de otras Señoritas en convertiros en una fuerza poderosa del bien. Vosotras podéis traer luz donde hay tinieblas, esperanza donde exista el desánimo, y fe donde haya duda. Pero no será fácil; yo lo sé. Vosotras también lo sabéis. Creo que puede ser tanto o más difícil que la lucha de nuestras jóvenes pioneras que empujaron carros de mano, sufrieron agotamiento o fueron abandonadas por la familia o por sus seres queridos cuando se unieron a la Iglesia. En la historia personal de mi bisabuela se encuentra este relato:

«Hace casi un siglo y medio que el Libro de Mormón llegó a la casa de Susan Kent cuando esta tenia sólo dieciséis años. Después de haber estudiado el Libro de Mormón, obtuvo un testimonio tan fuerte de su veracidad, que no pudo rechazarlo, aunque aceptarlo significó un gran sacrificio para ella. En ese tiempo estaba comprometida para casarse, y pensaba que no podría estar separada de su prometido; sin embargo, el no quería saber nada de aquellos que se hacían miembros de la Iglesia mormona. Sin importarle las consecuencias escogió darle paz a su conciencia; pero su corazón estaba tan dolido que no pudo comer por varios días. Cayó en un estado de coma tan profundo que parecía estar muerta. Se iniciaron los preparativos para su funeral y en medio de todo esto despertó y preguntó: «¿Cuánto tiempo he estado dormida?» Con tiernos cuidados, lentamente recobró su salud, y junto con su hermana Abigail y sus padres se unieron a la Iglesia.» (Historia personal escrita por Louisa Lula Greene y archivada en el Departamento Histórico de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, Salt Lake City.) Estaré eternamente agradecida a mi bisabuela, Susan Kent, por su testimonio del Libro de Mormón y por el significado que tuvo en su vida y el que tiene ahora en la mía.

Cada una de vosotras tendrá una experiencia diferente y difícil, pero seguramente requerirá sacrificios. Vuestros problemas exigirán valor moral para dejar una huella en el estrecho y angosto camino. Vuestros problemas tal vez serán semejantes a los de Susan. Quizá será necesario romper un compromiso o simplemente rechazar una invitación para un baile o una fiesta porque habéis decidido seguir las enseñanzas del Libro de Mormón y de nuestro profeta actual. Esta es una época cuando la influencia de las películas, la música y el último grito de la moda intentan desensibilizaros para que los riesgos más peligrosos no parezcan tan malos, y las voces fuertes del mundo interfieran con los susurros del Espíritu dentro de vosotras y pongan en peligro su vida eterna.

Esta misma semana una jovencita de Texas contó su lucha para permanecer fiel. Habló de los ataques constantes del mal con disfraces atractivos en la escuela, en la televisión y en la propaganda. Casi no existe un rincón libre de mensajes de la inmoralidad. «Sencillamente, es imposible tratar de sobrevivir sola» dijo la joven.

Esta noche me gustarla hablaros sobre el tema de «combatir unánimes». No es necesario que andemos solas; de hecho, no deberíamos hacerlo si es que vamos a evitar los peligros a lo largo del camino. Cuando nos esforzamos juntas, con rectitud, con nuestras familias y amigos, hay mas seguridad. Algunas familias son mas completas que otras, pero cada una es de gran valor. Hay ocasiones en que necesitamos ayuda de nuestra familia y ni siquiera nos damos cuenta de ello; a veces la rechazamos y no la valoramos hasta mas adelante cuando lo comprendemos mejor. Permitidme explicaros lo que quiero decir.

Recuerdo que una noche, hace ya algunos años, asistí a una fiesta de la Escuela Dominical, y de pronto me di cuenta de que se había pasado la hora en que me habían mandado volver. En ese mismo instante llamaron a la puerta y me entró pánico; papa había ido a buscarme. Me sentí humillada enfrente de mis amigos. ¡Me quería morir! Estaba muy enojada con mi padre; la desobediencia siempre nos hace actuar en forma desagradable.

Unos años mas tarde, mis amigas y yo viajábamos en auto, después de un baile, a través de una región desierta a unos 17 kilómetros de las zonas pobladas. La temperatura había bajado a 40 grados bajo cero y, debido al viento, continuaba bajando. Después de recorrer unos kilómetros descubrimos que la calefacción del coche no funcionaba. Luego se congeló el auto los susurros de ese Espíritu en vuestro interior y obtengáis el valor de seguirlos, os convertiréis visiblemente en personas diferentes porque no estaréis haciendo las cosas que son populares en el mundo. No será fácil; pero podéis hacerlo.

Permitidme compartir con vosotras unas líneas de un poema que escribió mi hermana Shirley para sus hijos:

A tu tambor interior escucha,
Y con su suave ritmo guía tu paso;
El mundo tiene un ritmo muy distinto,
Un ritmo de derrota y fracaso.

Llegaremos a ser un pueblo santo,
Divinamente adquirido,
Que aunque en el mundo vive
Del tiempo ya habrá salido.

El mundo continuara teniendo dificultades; pero debido a los convenios (las promesas que hemos hecho de velar el uno por el otro, y las que nuestro Padre Celestial nos ha dado de jamas abandonarnos), saldremos victoriosos juntos de entre la tormenta, dispuestos a rescatarnos en tiempos de peligro, así como mi papa fue en mi búsqueda. Miraremos adelante con fe en Dios, teniendo nuestro corazón unido en amor el uno para con el otro.

Podemos lograrlo; sé que podemos.

Los males de nuestros días aumentaran, aun como los ejércitos inicuos del Faraón amenazaron a los hijos de Israel en los tiempos de Moisés; pero con fe en Dios, combatiendo unánimes en rectitud, nosotras, de entre todas, tendremos razón para cobrar animo y regocijarnos. Con nuestros ojos fijos en el cielo veremos dividirse las aguas del Mar Rojo. En el nombre de Jesucristo. Amén.

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