Conferencia General Abril 1985
«Alzad vuestra luz»
élder J. Richard Clarke
del Primer Quórum de los Setenta
«Cada uno de nosotros vive su vida de acuerdo con lo que cree es importante. Aquellos con quienes nos asociamos calladamente llevan cuenta de nuestros valores.»
Hermanos y hermanas, esta ha sido una semana maravillosa. Hemos sido alimentados espiritualmente y ruego poder compartir algo que sea apropiado.
Antes de hacerlo, me gustaría expresar mi amor y agradecimiento al obispo Brown y al obispo Peterson por los maravillosos ocho años y medio que pasamos en el Obispado Presidente. Asimismo expreso mi amor y continuo apoyo a los miembros del Primer Quórum de los Setenta, de los Doce y a la Primera Presidencia que nos han apoyado y alentado. También me gustaría agradecer a todos aquellos hermanos y hermanas que han laborado diligentemente aquí en las Oficinas Centrales y en todo el mundo dando de su tiempo y recursos para el progreso de la obra.
Es maravilloso estar en el servicio del Señor y ser ahora llamado como testigo de nuestro Señor y Salvador y regresar a un país que amo mas de lo que puedo expresar. Es casi toda la emoción que puedo soportar de una sola vez. Ruego ser capaz de cumplir con todo lo que se espera de mi en este llamamiento tan hermoso.
En la Perla de Gran Precio leemos que el Señor redimió a Abraham de los sacrificios idólatras. Se presentó como Jehová y le dijo: «Abraham, con mi mano te conduciré, y te llevare para poner sobre ti mi nombre, si, el sacerdocio de tu padre, y mi poder descansara sobre ti. . . [y] mediante tu ministerio se conocerá mi nombre en la tierra para siempre, porque yo soy tu Dios»(Abr. 1:18-19).
Esta bendición le fue dada a la posteridad de Abraham ‘para que. . . lleven este ministerio y sacerdocio a todas las naciones» (Abr. 2:9). Los hijos del convenio de Abraham se habrían de distinguir debido a su obligación sagrada de declarar al mundo el verdadero Dios viviente. No solamente habrían de ser creyentes y adoradores, sino también sus testigos testificando valientemente de El entre los incrédulos.
Una vez mas ha hablado Dios desde los cielos y ha restaurado la plenitud del evangelio por medio de su profeta escogido. Nos hemos convertido en los hijos del convenio de Abraham, una nueva generación de testigos para declarar que Dios vive y que Jesús es el Cristo Debemos llegar a ser un pueblo puro, una nación santa, dedicados plena y ardientemente a nuestra proclamación del evangelio, tanto por medio de la palabra como por nuestras obras. Es una tremenda responsabilidad.
En el Libro de Mormón se nos dice que para «ser llamados su pueblo» debemos «ser testigos de Dios a todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar. . . aun hasta la muerte». (Mos. 18:89. ) Como miembros de la Iglesia es en el contexto de nuestras tareas cotidianas que este testimonio que afirmamos esta bajo constante escrutinio.
Permitidme compartir una experiencia personal para ilustrar cuan humildes nos pueden hacer sentir experiencias como esta. Por casi veinticinco años trabaje en una conocida compañía. Durante ese tiempo me hice muy amigo de un buen colega del estado de Texas. Nuestras carreras profesionales coincidían casi en todo. Hace varios años este amigo me obsequio un regalo muy poco común, el cual siempre atesorare. Era un gran escudo de armas (blasón) hecho de bronce. Me dijo: «Durante muchos años te he estado observando y he creado especialmente para ti un blasón muy original que utiliza símbolos que, según yo, representan los cuatro valores mas importantes de tu vida, a saber: Tu iglesia, tu familia, tu profesión y tu deseo de desarrollo personal».
Por supuesto, me quede bastante sorprendido, profundamente emocionado y muy halagado. Después de que el significado de este regalo se asentó en mi mente, el hecho de que alguien había estado observando mis acciones, actitudes, valores y mentalmente había grabado estos detalles en su mente, me hizo comprender la gran responsabilidad que tenemos de demostrar con exactitud los principios y las prioridades a las cuales estamos comprometidos. ¡Para mi fue como un mini día del juicio!
Pensé en el pasaje de Apocalipsis cuando Juan vio «los libros . . . abiertos . . . y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras». (Apoc. 20:12. ) Fue una experiencia muy especial .
Cada uno de nosotros vive su vida de acuerdo con lo que cree es importante. Aquellos con quienes nos asociamos calladamente llevan cuenta de nuestros valores y rasgos de carácter. ¿Hay algo en nuestra conducta diaria que cambiaríamos si supiésemos que alguien esta haciendo una evaluación escrita de la misma para publicarla?
Suponed que como cabeza de familia recibís una llamada telefónica de vuestro presidente de estaca y os dice: «El diario local esta escribiendo unos artículos sobre la Iglesia. Han solicitado permiso para que uno de los reporteros viva durante una semana con una familia mormona y escriba un reportaje de acuerdo con sus observaciones personales de como es realmente una familia mormona. Lo he seleccionado a usted para que represente a la Iglesia en nuestra estaca».
Vosotros contestáis: «Si, presidente, aceptaremos con mucho gusto esta asignación». Vuestra familia se compone de siete hijos cuyas edades varían entre dos meses hasta el de diecinueve, que esta en espera de su llamamiento misional. Poco es el tiempo que disponéis para limpiar y hacer arreglos de ultima hora; una semana típica, de la manera que acostumbráis a hacerlo.
Esto les sucedió a Max y Nettie Ann Nelson, una familia de Boise, Idaho, en 1983. Que orgulloso me sentí de esta buena familia cuando leí el informe del reportero. Que impresión tan positiva dejaron en el. La pregunta que quizá tengáis es la misma que yo tuve: «¿Si seleccionaran a nuestra familia, estaríamos preparados?»
Jesús dijo a los nefitas: «Alzad, pues, vuestra luz para que brille ante el mundo. He aquí, yo soy la luz que debéis sostener en alto». (3 Ne. 18:24.)
En una amonestación parecida, Pedro aconsejó: «[Anunciad] las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; . . . os ruego . . . que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que . . . glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras». (1 Pedro 2:9 12.)
Tanto a los israelitas como a los nefitas, el Señor les mandó: «No dirás falso testimonio contra tu prójimo». (Ex. 20:16, Mos. 13:23.) ¿Acaso no damos falso testimonio si no somos fieles a los principios del evangelio que profesamos pero que no practicamos?
Los miembros que van por encima de la línea, con un pie en el reino y el otro en Babilonia, son los que le causan el daño mas grande a la reputación colectiva de la Iglesia. Aquellos que contemporizan sus principios y desean jugar para los dos equipos el del Señor y el de Satanás-como si dijeran: «Voy a esperar a ver que lado está ganando antes de decidir a cual unirme».
Hay algunos miembros que no se preocupan de su apariencia externa y sus acciones; se autoconvencen de que en su interior saben exactamente quienes son. Estos individuos inevitablemente son juzgados «culpables por las apariencias». Para ser juzgados justamente debemos evitar la apariencia del mal. Haríamos muy bien en recordar las palabras citadas por el presidente McKay: «Actúa de acuerdo con lo que eres».
La verdadera naturaleza del carácter se revela bajo presión. Permitidme daros un ejemplo. Hace algunos años, el élder Gordon B. Hinckley contó el siguiente relato inspirador:
«Converse con un joven que recientemente había regresado de la guerra. El también había caminado por las selvas patrulladas, queriéndosele salir el corazón de miedo, pero renuente mente admitió que el miedo mas grande que tuvo fue el de ser ridiculizado.
«Los compañeros del batallón se reían de el, se mofaban, le pusieron un sobrenombre que le molestaba. Le dijeron cosas en las cuales ellos se deleitaban. En una ocasión, cuando la situación se puso insufrible, les hizo frente y quietamente les dijo: ‘Miren, yo se que les parezco un puritano; no me considero mejor que ustedes, pero crecí de una manera diferente. Me crié en un hogar religioso y en un pueblo religioso; los domingos iba a la Iglesia. Orábamos juntos como familia y se me enseñó que me alejara de estas cosas. Lo que pasa es que mis creencias son diferentes; para mí es un asunto de religión y es una manera de mostrar respeto por mis padres. Todos ustedes me podrán forzar a una situación comprometedora, pero eso no me cambiaría y ustedes no se sentirían bien después de haberlo hecho’.
«Uno a uno se fueron retirando, pero durante los próximos días cada uno le pidió perdón y. por su ejemplo, otros lograron la fortaleza para cambiar su modo de vida. Les enseñó el evangelio a dos de sus compañeros quienes se unieron a la Iglesia». (Church News, 29 de abril de 1972. )
Como miembros de la Iglesia, todos nos beneficiamos cuando uno de nosotros es honorable y recto. Hace algunos años di un discurso en una convención de negocios. Al concluir, un distinguido caballero se me acercó y preguntó: «¿Es usted mormón?» Le respondí que «Sí». Me dijo: «Conozco a John Russon, miembro de su Iglesia. Es la persona que mejor practica el cristianismo entre los que he tenido el privilegio de conocer». Para el, así como para infinidad de otros, el hermano Russon, quien ahora es Presidente del Templo en St. George, es un verdadero ejemplo.
Una de nuestras necesidades mas grandes es de verdaderos ejemplos entre nuestra juventud. Los jóvenes necesitan modelos entre su propia generación. Afortunadamente contamos con un valiente ejercito de hijos e hijas de Helamán, jóvenes soldados que no se avergüenzan del evangelio de Jesucristo, sino al contrario, su dedicación al Señor es una gran ventaja. Permitidme contaros de uno de ellos.
Steve Hawes es el presidente del alumnado de la escuela secundaria en New Canaan, estado de Connecticut. Hay unos 2.300 alumnos, y solamente 24 de ellos son miembros de la Iglesia. Ningún otro candidato se postuló en la elección. Fue impresionante. Pero aun mas impresionante es el valor moral de Steve, su dedicación para vivir de acuerdo con los principios del evangelio.
Por algún tiempo, la familia Hawes vivió en Tampa, Florida. Steve jugó al fútbol y al básquetbol en la secundaria. Cuando la familia se estaba preparando para mudarse a Connecticut, el entrenador le dijo al padre de Steve lo mucho que apreciaba y admiraba al joven. No solo porque era un buen deportista, sino por sus profundas convicciones religiosas.
«No predica ningún sermón, pero calladamente vive de acuerdo con su religión cada día. Recuerdo», dijo el entrenador, «un grupo de nosotros nos encontrábamos en el gimnasio cuando uno de los jóvenes sacó una copia de una revista pornográfica; la abrieron para ver una fotografía y empezaron a hacer comentarios vulgares. Me fije en que Steve se salió, y lo seguí. Le pregunte que le pasaba Me dijo: ‘Estoy bien, pero esa no es mi clase de diversión’ .
El entrenador continuó: «Steve nos hizo mejores personas. Cuando se unió a nosotros, la mayoría de los jóvenes decían malas palabras, pero dejaron de hacerlo cuando Steve se encontraba cerca; y después de algún tiempo no volvieron a pronunciar palabras profanas».
Cuando escuche esta experiencia, pense en el consejo de Pablo a Timoteo: «Se ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza». (1 Tim. 4:12.)
«Vosotros sois mis testigos», dijo el Señor por medio de Isaías. (Is. 43:10 )
Caminemos con la frente en alto y no nos avergoncemos de tomar sobre nosotros el nombre de Cristo. Dios nos bendiga como Iglesia y como individuos para que el testimonio que demos como sus testigos sea verdadero, claro y digno de confianza, lo ruego humildemente, en el nombre del Señor Jesucristo Amén.
























