Conferencia General Octubre 1985
¿De Nazaret puede salir algo de bueno?
élder George P. Lee
del Primer Quórum de los Setenta
«La oposición podrá ser. nuestra compañera y la adversidad nuestro destino hasta que el Señor venga en su gloria. Santos de los Ultimos Días, este es nuestro legado, os lo aseguro.»
El evangelio verdadero del Hijo de Dios siempre ha encontrado oposición en las masas pecadoras. Para muchos, contiene demasiada luz, verdad e inteligencia. Los que resisten el evangelio piensan que los principios son demasiado puros, nobles e inspiradores para concordar con su estilo de vida, sentimientos y filosofía. Durante las edades, desde el tiempo de Adán, el evangelio de Jesucristo siempre se ha topado con oposición en todo lugar y momento en que se ha proclamado. Ese espíritu de hostilidad desafía las verdades de Dios y preocupa a sus siervos aun hoy día.
Los cielos han estado abiertos a hombres santos de diversas épocas. En cada caso aquel que recibe la visión ha sido rechazado por sus semejantes. A veces su vida ha peligrado y no ha encontrado paz en la tierra. Los Profetas y los Apóstoles, y aun el Señor Jesucristo, han sufrido tal tipo de adversidad y desafíos. El evangelio verdadero de Jesucristo no goza de popularidad en el mundo.
Si alguno que me este escuchando se encuentra preocupado por las criticas que periódicamente lanzan en nuestra contra, permítame decirle que nos ha precedido una serie de hombres que fueron perseguidos y han hecho frente a la oposición una y otra vez.
Nos consuela y motiva el hecho de que no estamos solos en este respecto, ya que antiguamente se han perseguido y despreciado a los santos de Dios por el solo hecho de predicar la verdad en su plenitud y pureza y por defender los principios santos y puros que Dios ha revelado. De hecho, las tribulaciones que han tenido que soportar, en vez de ser una evidencia en su contra, lo es en favor de la veracidad de la obra en la que participan.
El Señor Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!» (Lucas 6:26). Advirtió a sus discípulos del peligro que correrían cuando los hombres los honraran y hablaran bien de ellos. En un sentido muy real, como Santos de los Ultimos Días, se nos esta advirtiendo que cuando se nos honre y todos hablen bien de nosotros, necesitamos renovar nuestra humildad, dedicación y cometido.
Mis amados santos de Dios, recordemos lo que nos han advertido los profetas: «A otros pacificara y los adormecerá con seguridad carnal de modo que dirán: Todo va bien en Sión» (2 Nefi 28:21.) Si alguno se encuentra en esa posición, es hora de que renueve su humildad, cometido y dedicación.
Cuando el Señor llegó a Jerusalén, fue rechazado y despreciado por muchos desde su nacimiento hasta su crucifixión. Habló, enseñó y trabajó como ninguno lo había hecho jamas; hizo milagros y grandes obras entre los hombres. Pero, ¿cómo lo trataron’? Fue rechazado por aquellos que supuestamente debían amarlo. Lo abofetearon, azotaron, golpearon y lo llevaron como un cordero al matadero. Jesús, un ser en quien no había engaño, permitió que la rústica cruz rasgara su espalda al colgar su cuerpo en agonía. Los escribas, saduceos y fariseos no lo recibieron con brazos abiertos. Ni los eruditos, ni los sabios, ni los nobles lo alabaron. ¿Debemos entonces esperar que el mundo nos acepte y nos de la bienvenida con los brazos abiertos’?
Mediante las enseñanzas que le fueron dadas por Dios y los ángeles, José Smith sabia y comprendía lo que tenla que hacer. Fue llamado por el Señor y levantado para ese propósito. El tampoco fue popular entre los hombres, ni el mundo clamaba por su sabiduría. Hasta el día de su muerte fue perseguido e insultado por vivir y enseñar el evangelio. Sello su testimonio con su sangre.
En la época del Señor, la proclamación era: «¿De Nazaret puede salir algo de bueno’?» (Juan 1:46). Asimismo, la vida y enseñanzas de José Smith tampoco fueron atractivas para aquellos de pensamiento mundano. Estas estaban en conflicto con las tradiciones y los prejuicios de los hombres. El clamor en los días de José Smith era el mismo que en los del Salvador: «¿De Palmyra puede salir algo de bueno? De José Smith puede salir algo bueno?»
En la actualidad escuchamos un clamor similar: «¿De La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días puede salir algo de bueno’?» Se hablan falsedades de los verdaderos santos de Dios. Estas continuaran hasta la venida del Hijo de Dios.
En todas las edades los santos de Dios han pasado estas pruebas de oposición. Los de la actualidad están en la misma situación, y así será siempre hasta que el mal quede atado. Es uno de los legados para los santos elegidos mientras estén en la mortalidad. La oposición podrá ser nuestra compañera y la adversidad nuestro destino hasta que el Señor venga en su gloria. Santos de los Ultimos Días, este es nuestro legado, os lo aseguro.
Jesús dijo: «Yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece» (Juan 15: 19).
«Si el mundo os aborrece, sabed que a mi me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo. A mi me han aborrecido y a vosotros os aborrecerán. Y si a mi me han perseguido. también a vosotros os perseguirán.»(Juan 15:18-20.)
¿Y si tuviéramos que sacrificar todo lo que poseemos por el evangelio y el testimonio de Cristo’? Los santos han hecho esto en el pasado y estoy seguro de que los santos de hoy tienen la fe y el valor de hacer lo que el Señor les pida. ¿Debemos quejarnos o murmurar si se nos pide que hagamos algún sacrificio para defender el verdadero evangelio del Hijo de Dios’?
El Señor. Jesús, fue pobre desde el pesebre hasta la cruz. Se sometió a todas las cosas para poder sobreponerse a todo. ¿Debemos quejarnos si tenemos que afrontar dificultades’? Como individuo, como alguien que ha andado por los senderos de la pobreza y las tribulaciones, estoy empezando a aprender el valor de dichas experiencias. El Señor siempre ha sido mi fe, mi fortaleza y mi valor. Sólo deseo lo mejor para mi familia y para los demás. Deseo la salvación y la vida eterna para mi familia y para mis semejantes. Orare por nuestros críticos y enemigos. Seré paciente y magnánimo y les devolveré bondad, oración y rectitud.
No hay manera de detener la verdadera obra de Dios. Algunos quizás la resientan; el mundo quizá la rechace. Tal vez utilicen todos los medios posibles y todo su poder en contra de esta obra, pero esta seguirá adelante, y tarde o temprano . recogeremos a toda alma justa por toda la tierra. Tenemos la promesa de Dios de que esta es su obra, y jamas será quitada en esta, la dispensación del cumplimiento de los tiempos.
¿’Estamos prestos, como santos de Dios, para soportar todo por el bien de las almas de nuestros semejantes’? Hemos ido de un continente a otro. de una tierra a otra, de una isla a otra, dondequiera que hubiera una puerta abierta al evangelio. Algunos han abandonado sus hogares, familias, esposa e hijos; algunos han dado su vida por la salvación de sus semejantes; otros han salido sin bolsa ni alforja; otros han hecho frente a la burla y la persecución. Continuaremos haciéndolo hasta llevar este amado evangelio a los confines de la tierra.
Se nos ha confiado este mensaje de salvación y vida eterna. Todos escucharán las buenas nuevas de salvación; recibirán las bendiciones de Dios, o su condenación, según su deseo de recibir o su decisión de rechazar el evangelio.
Esta obra que hemos aceptado no tendrá fin hasta que la tierra sea redimida; hasta que el poder de Satanás sea dominado; la iniquidad sea eliminada de la tierra; Cristo reine, pues suyo es el derecho de reinar; y toda rodilla se doblegue y toda lengua confiese que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios.
En su debido tiempo, todos los justos serán redimidos. Dios, nuestro Padre Celestial, desea que seamos longánimes y pacientes con los que desean afligirnos y oprimirnos, tal como El lo es con todos sus hijos, a pesar de su iniquidad.
Los hombres de Dios que poseen el santo sacerdocio son la cabeza y el corazón de la Iglesia verdadera del Señor. El sacerdocio del Hijo de Dios no es para exaltación propia ni para oprimir, ni tampoco autoriza al hombre a violar los derechos ajenos.
Debemos ser hermano y amigo de toda la humanidad y no tener actitudes ni sentimientos de superioridad hacia nuestros semejantes. Los hombres de Dios que son accesibles y caritativos rinden tributo al santo sacerdocio de Dios.
Si alguno de nuestro rebaño transgrede, tratemos de recobrarlo mediante la bondad y la longanimidad. Si hay quien tenga un mal espíritu, mostrémosle uno mejor. Si hay quien haga el mal, hagamos nosotros el bien y digámosle: «Ven, sígueme» (Lucas 18:22).
Se acabó el sacerdocio o la autoridad de cualquier hombre de Dios que ejerza control, dominio o compulsión sobre algún semejante, ya sea fuera o dentro de la Iglesia en cualquier grado de injusticia. (D. y C. 121:37.)
Ruego que nuestra conducta diaria sea tal que soporte el escrutinio mas estricto de nuestros semejantes y también de nuestro Padre Celestial. Ruego que estemos dispuestos a defender este evangelio, este testimonio y esta obra en vida y en muerte, por tiempo y por la eternidad.
Ruego que todo Santo de los Últimos Días eleve sus oraciones a nuestro Padre Celestial de día y de noche, ya sea en el circulo familiar o en privado, para que el Señor sostenga a sus lideres y a su pueblo para que estos edifiquen Sión y el Señor pueda cumplir sus promesas. Ruego que todo Santo de los Ultimos Días ore por la Primera Presidencia de la Iglesia y por los Apóstoles y lideres. Sostengámoslos mediante la fe, las obras y la esperanza.
Las paginas de la historia registraran que el presidente Gordon B. Hinckley fue uno de los consejeros mas fuertes que la Iglesia haya tenido. Sostengámoslo con nuestra fe y oraciones. El presidente Hinckley lleva un peso enorme sobre sus hombros.
Testifico en el nombre del Señor Jesucristo que esta obra es verdadera. Se que ningún poder terrenal puede destruirla; ni siquiera las fuerzas y los poderes combinados de las naciones de toda la tierra podrán detener ni retrasar esta obra porque el Gran Elohim y Jehová lo han dicho. Testifico que los principios del evangelio seguirán existiendo, aunque la tierra se desvanezca. No hay poder debajo de los cielos que pueda detener o destruir el progreso de la verdad y los decretos de Dios, nuestro Padre Eterno en el cielo.
Testifico que el destino de cada persona, de cada príncipe, emperador, rey, presidente, estadista o gobernante bajo el cielo esta en las manos de Dios. El creó el mundo y todo lo que en el se encuentra. No harán nada que el Maestro no desee. La adversidad fortificara nuestro valor y nuestra fe.
Testifico que esta obra continuara adelante con fuerza y poder por toda la tierra hasta que se cumpla lo predicho por los profetas.
Que el Señor bendiga a todos sus santos por todo el mundo. Que bendiga a toda la casa de Israel, a los dispersos de todas las tribus, a los justos, puros, santos y buenos de toda nación. Lo ruego humildemente, en el nombre de Jesucristo. Amen.
























