Conferencia General Octubre 1986
Ayudémosles a regresar al redil
élder Gardner H. Russell
del Primer Quórum de los Setenta
«El Señor requiere que todos nosotros, si, que vosotros y yo, localicemos a los miembros menos activos y les ayudemos a regresar al redil.»
Pienso que es maravilloso aparentar tranquilidad; no sabia que mi corazón pudiera latir con tanta fuerza. Me da mucho gusto ser un miembro de la Presidencia de Area de México/ Centroamérica. Hoy habéis oído a los tres: al élder Gene R. Cook que ofreció la oración, al élder H. Verlan Anderson y a mi.
Ahora, es con humildad que me paro ante vosotros como siervo del Señor, y con el deseo de que alguien, en algún lugar, sienta la influencia del Espíritu del Señor que espero hable a través de mi, y que cambie su corazón y su vida.
Que experiencia tan maravillosa de amor tuve hace unas semanas cuando, a petición mía, mi padre de 91 años de edad, el doctor Harry James Russell, me dio una bendición de padre cuando me preparaba para partir hacia mi asignación como segundo consejero en la Presidencia de Area de México/Centroamérica.
Padres en todas partes, considerad el don de amor que como patriarca de la familia podéis dar a vuestros hijos si sois dignos y podéis colocar las manos sobre sus cabezas y pronunciar bendiciones inspiradas de padre. Ellos sentirán una comunicación constante de vuestro amor, lo cual los mantendrá unidos a vosotros y unidos al Señor, y mas tarde, no tendréis la necesidad de «hacerlos volver».
Me causó una profunda impresión la comunicación de amor evidente en el mensaje que la Primera Presidencia dio en diciembre del año pasado. Esta inspirada invitación a volver ha llegado a decenas de millares de miembros del reino del Señor. Es mucho mas que un mensaje navideño; es un llamado para que todos regresen a la Iglesia del Señor. (Véase Liahona, dic. de 1985, pág. 1.)
Después, en la pasada conferencia general de abril, ese maravilloso mensaje con un espíritu de profundo amor: »Por favor, volved», resuena en nuestros oídos, y ha llegado a muchos corazones. (Véase Richard G. Scott, Liahona, julio de 1986, pág. 6.)
El Señor requiere que todos nosotros, si, que vosotros y yo, localicemos a los miembros menos activos y les ayudemos a regresar al redil.
«Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré.» (Ezequiel 34:11. )
Si, debemos buscar a sus ovejas (localizarlas) y después reconocerlas (traer de regreso) a los miembros y a las familias menos activas, y hacerlo con un amor incondicional y eterno.
- en el proceso, nosotros y ellos aprenderemos el verdadero significado de la frase: «Y me hallareis, porque me buscareis’ ‘ (Jeremías 29:13).
Los siervos del Señor se preparan con humildad, estudian el Libro de Mormón, oran e invocan al Señor, para que puedan realmente depender de El, y para que su Espíritu more en ellos.
Después los siervos del Señor visitan a las familias menos activas y les aseguran que les aman y que el Señor tiene un amor redentor por ellos. No hablan sólo mediante la inspiración, sino una ley suprema, en la cual el Espíritu del Señor habla a través de ellos. Por medio de la oración constante en el corazón, lo que se dice será por medio del Espíritu del Señor.
La familia recuerda que el Señor realmente les ama y se da cuenta de que los siervos del Señor también les aman. Entonces el Señor ayuda a la familia a regresar al redil.
Durante mi capacitación como nueva Autoridad General, me encontraba en Costa Rica con el élder F. Arthur Kay y otros. Con oración y ayuno, visitamos a familias de miembros que eran menos activos. El presidente de estaca y los obispos habían ayunado y orado para que el Señor les indicara las familias a las que debían visitar, y después se les notificó a estas de la visita.
Primeramente visitamos el hogar de un próspero joven hombre de negocios que tenia una linda esposa e hijos. Había sido un líder pero había transgredido las leyes de la Iglesia. A medida que el Espíritu del Señor habló a través de sus siervos, a todos se nos llenaron los ojos de lagrimas cuando aceptaron hacer el cometido de prepararse para ir a la casa del Señor, el hermoso nuevo templo en Guatemala, para sellarse por toda la eternidad.
Hace apenas dos semanas, en una conferencia de estaca en Guadalajara, México, visite a tres familias que de ahora en adelante serán mis amigos. Ocurrieron milagros en las vidas de todos ellos. Durante una visita, a un padre de familia que no es miembro, quien ha estado donando una cantidad correspondiente a un diezmo integro y que apoya a su esposa y a sus siete hijos varones en la Iglesia, se le pidió que como patriarca seleccionara a alguien que nos dirigiera en oración. Pasó por alto a la Autoridad General, al presidente de estaca y al obispo, y con una mirada amorosa le pidió a su esposa que ofreciera la oración. ¡Fue un momento hermoso! ¡Que bello tributo a su amor y paciencia!
Esa noche, ese mismo hombre no pudo dormir, y a la mañana siguiente, en una reunión de conversos recientes y miembros reactivados, expresó un hermoso y dulce testimonio del evangelio y prometió bautizarse en ocho días.
Es emocionante ver a los siervos del Señor, a los lideres y miembros prepararse para ser vasos del Espíritu del Señor para encontrar a las familias que se han desviado o que han transgredido y ahora son menos activas, y después llegar al corazón de estas hermosas familias. Si, miles de familias están regresando al Señor. Han recibido con amor la invitación a volver; han comprendido la amorosa y humilde súplica: «Por favor, volved»; los siervos del Señor los han buscado y después el Espíritu del Señor los ha ayudado a regresar conforme han recordado nuevamente la palabra pronunciada por medio de los siervos del Señor.
En estas visitas inspiradas, no conozco un solo caso en que el milagro del amor incondicional del Señor y el amor e interés de sus siervos no haya influido en el corazón de las familias.
Debemos asegurarles a nuestros amigos menos activos que nuestro Señor les ama, y pedir que el Espíritu del Señor les testifique, a través de nosotros, del amor que El siente por ellos, y también de nuestro amor, y que los traiga gozosos de nuevo al redil.
Testifico humildemente que nuestros lideres son inspirados y reciben revelación para nosotros, que el Libro de Mormón nutre la verdadera fuente del Espíritu de Cristo y que esta es la verdadera iglesia restaurada de Jesucristo en la tierra. Y esto lo digo en el nombre de Jesucristo. Amén.
























