Conferencia General Octubre 1986
Habla un padre
élder George I. Cannon
del Primer Quórum de los Setenta
«Podéis tener la paz interior que os dice que Cristo es el Salvador y que vivir el evangelio es la mejor forma de vivir.»
Mis hermanos y hermanas, la obra de Dios progresa en Asia. Por medio de la fe, las oraciones y las buenas obras de los miembros y de los misioneros en muchos países de ese continente, ha habido un despertar espiritual y muchas puertas se están abriendo. Mi esposa y yo nos sentimos humildes y emocionados por nuestro llamamiento de servir en esa parte del mundo.
Quisiera hablaros como padre y abuelo.
Primero, quisiera hablarles a los niños Quiero que sepáis que nuestro Padre en el cielo y nuestro hermano mayor Jesucristo os quieren mucho. Cuando Jesús vivía en la tierra sucedió lo siguiente: «Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron.
«Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mi, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos» (Mateo 19:13-15). Y entonces puso las manos sobre ellos.
Cada uno de vosotros es importante para nuestro Padre Celestial y su Hijo, Jesucristo. Ellos quieren que seais felices. Ellos dijeron muchas cosas que si obedecéis os harán sentir contentos. Jesús nos dijo que honremos a nuestros padres. (Véase Mateo 5:4.) Eso quiere decir que debemos obedecerlos, pedirles ayuda y consejo y, si ellos hacen lo correcto, seguir su ejemplo.
Jesús también dijo: «Ora siempre, y derramare mi Espíritu sobre ti, y grande será tu bendición» (D. y C. 19: 38). Espero que todas las mañanas y las noches os arrodilléis al lado de la cama y oréis a nuestro Padre Celestial. Al empezar el día. pedidle que os ayude a tener buenos pensamientos y a hacer cosas buenas Al final del día. agradecedle sus bendiciones y pedidle que su Espíritu siempre os acompañe. Yo se por experiencia que la oración puede haceros mas felices y mejores.
Espero que vayáis todas las semanas a la Primaria y allí aprendáis a ser mas felices y a servir al Señor, y que una vez por semana tengáis la noche de hogar con vuestra familia. Si vuestra familia no tiene noche de hogar, pedidles a vuestros padres si podéis tenerla y ayudadlos.
Ahora quisiera hablar a los jóvenes. Esta es una magnifica época para ser jóvenes. Vosotros estáis viviendo en el periodo mas interesante de la historia de la tierra. También es el mas difícil. Sabemos que tenéis muchas tentaciones, pero confiamos en vosotros. Dios también tiene fe y confianza en vosotros. No hay limites para el progreso que podéis hacer si estáis dispuestos a esforzaros para merecerlo. Sed felices y estad contentos de que sois como sois.
Seguid el consejo que Alma dio a su hijo Helamán hace varios siglos: «¡Oh recuerda, hijo mío, y aprende sabiduría en tu juventud; si, aprende en tu juventud a guardar los mandamientos de Dios!» (Alma 37:35).
En una de sus ultimas conferencias, el presidente David O. McKay dio este consejo a la juventud de la Iglesia:
«Nuestro cuerpo no cumplirá con su propósito sin lo que tenemos adentro; lo que nos da vida desciende de Dios y es eterno como El. El espíritu que tenemos dentro somos nosotros mismos. Lo que hagáis de vuestra vida depende de vosotros mismos. Estáis en el mundo para escoger lo bueno o lo malo, aceptar el bien o caer en la tentación. De esas decisiones dependerá el desarrollo de la parte espiritual que os compone.» (En Conference Report, abril de 1967, págs. 134-35.)
Hermosa juventud de Sión: orad, estudiad las Escrituras y servid en la Iglesia para que podáis tener la paz interior que os dice que Cristo es el Salvador y que vivir el evangelio es la mejor forma de vivir.
Como escribió el élder Richard L Evans: «Queridos jóvenes: recordad que la vida es eterna, pero que la juventud no dura mucho. Vivid de tal forma ahora que los buenos recuerdos os alegren el resto de la vida». (Richard Evans’ Quote Book, Salt Lake City: Publishers Press, 1971, pág. 40.)
Ahora les hablo a los fieles adultos solteros. Vosotros hacéis grandes contribuciones dondequiera que vayáis. Ayudáis a las personas a progresar y, por extensión, al hogar, la Iglesia y la comunidad en calidad de misioneros, maestros y amigos. El entusiasmo, la fe y el espíritu que tenéis bendicen a todos. Mi consejo de padre es recordaros la importancia del presente. Este es el momento de obrar. Participad en todo lo que sea bueno. Ved que se logren muchas cosas. Cumplid con vosotros mismos y con el Señor. Pensad en los demás y ayudadlos. Un proverbio hindú dice: «Ayuda a tu hermano a cruzar el río y tu también llegaras a la otra orilla».
Ahora les hablo a los padres. Recuerdo una caricatura que una hermana consejera de la mutual describía a menudo en sus discursos. En el cuadro se veía una pareja acampando al amanecer. El marido pescaba sonriendo de satisfacción. A la esposa se la veía asomando la cabeza por la puerta de la carpa, con el pelo enmarañado, los mosquitos zumbándole alrededor, los ojos entreabiertos, y diciéndole al marido: «Querido, recuérdame lo mucho que me estoy divirtiendo». Como padres, ¿tenéis que recordaros a veces lo mucho que estáis disfrutando de la paternidad? Ser padres implica una responsabilidad sagrada y hermosa a la vez.
Os aconsejo:
Primero: Dedicad a vuestros hijos el tiempo que requiera criarlos y guiarlos. El élder Richard L. Evans aconsejó: «Los niños se forman cuando son muy pequeños. . . la vida es muy corta. No encarguéis el cuidado de vuestros hijos a otras personas. Dedicadles tiempo y esfuerzo antes que crezcan y se os vayan» (Thoughts for One Hundred Days: Volume Four, Salt Lake City: Publishers Press, 1970, págs. 34-35).
Segundo: No gastéis mas de lo que ganáis. Sed ahorrativos y sensatos. Pagad lo que le debéis a Dios y al país, ahorrad dinero y vivid con lo que sobre. Se requiere fuerza de voluntad para no comprar algo que no se debe, pero se duerme mejor de noche.
Tercero: Atended al cónyuge. La relación mas importante es la del matrimonio; sacrificaos por ella y disfrutadla. Podéis hacer que vuestra casa sea un hogar celestial mientras os preparáis para pasar juntos la eternidad.
A los de edad madura les digo: «Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres» (2 Nefi 31: 20). Continuad demostrando fe, amor y sensatez y un testimonio firme del evangelio. Se os necesita en el campo misional. Si aceptáis servir bendeciréis muchas vidas. ¡Hay tanto para hacer en los santos templos! No os jubiléis de la obra del reino de Dios; se os necesita.
Doy mi testimonio de que Dios vive, que Jesús es el Salvador y que el evangelio es para todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos. En el nombre de Jesucristo. Amén.
























