Las cosas de mi alma

Conferencia General Abril 1986logo 4
«Las cosas de mi alma»
élder Boyd K. Packer
del Quórum de los Doce Apóstoles

President Boyd K. Packer«Después de haber leído el Libro de Mormón, tenéis derecho a preguntarle al Señor en la manera prescrita por El en dicho libro, si el Libro es verdadero. Tendréis derecho, bajo las condiciones que El ha establecido, de recibir esa revelación personal.»

Me dirijo a los que nunca han leído el Libro de Mormón. Esto incluye a muchos miembros que lo han comenzado a leer varias veces, pero, por una razón u otra, nunca lo han terminado.

Mi mensaje ayudara también a los que lo han leído una sola vez, y nunca mas lo han abierto.

Como titulo he escogido: «Las cosas de mi alma».

Quizás no haya ningún otro libro tan difamado por quienes nunca lo han leído como lo es El Libro de Mormón.

Por eso deseo presentároslo de tal manera que si decidís leerlo, podáis saber de antemano lo que os espera.

Con la excepción de la Biblia, el Libro de Mormón es diferente de cualquier otro libro que habéis leído. No es una novela ni es ficción, y en su mayor parte no es difícil de leer. Sin embargo, al igual que todos los libros de profundo valor, su lectura no es ligera. Pero si persistís, os aseguro que os rendirá mayores beneficios que la lectura de cualquier otro libro.

El Libro de Mormón no es una biografía, ya que no trata a fondo el tema de los personajes. Tampoco es, en su sentido mas estricto, un libro de historia.

Aunque es la crónica de un pueblo y abarca mil veintiún años de su existencia, y también contiene el registro de un pueblo anterior, no es en sí la historia de ese pueblo, sino la narración de un mensaje, un testamento. Al trazarse la influencia de ese mensaje de generación en generación, mas de veinte autores escriben sobre la suerte de personas y de civilizaciones que aceptaron o rechazaron ese testamento.

La narración comenzó en Jerusalén seiscientos años antes de Cristo El rey Sedequías gobernaba el reino de Judá que estaba destinado a la destrucción.

Al profeta Lehi se le amonestó en un sueno que sacara a su familia de Jerusalén antes de que ocurriera la destrucción que pronto registraría el profeta Jeremías del Antiguo Testamento. (Jer. 44: 1-8. )

El Señor le mandó a Lehi que obtuviera y llevara consigo los anales de su pueblo. Y con esos anales, con las planchas de bronce de Labán, comenzó la narración de El Libro de Mormón.

Nefi, el hijo de Lehi, consiguió los anales para su padre y dijo: «. . . es prudente para Dios que obtengamos estos anales a fin de que preservemos para nuestros hijos el idioma de nuestros padres» (1 Nefi 3:19; cursiva agregada).

Encontraron que los anales contenían:

«. . . Los cinco libros de Moisés, los cuales relataban la historia de la creación del mundo, y también de Adán y Eva, nuestros primeros padres.» (1 Nefi 5:1 1. )

Y «. . . las palabras que han salido de la boca de todos los santos profetas, las cuales les han sido dadas por el Espíritu y poder de Dios.» (1 Nefi 3:20; cursiva agregada. )
«y asimismo la historia de los judíos desde su principio, aun hasta el comienzo del reinado de Sedequías, rey de Judá.»
Y «. . . la genealogía de sus padres.» (1 Nefi 5:1 2, 14.)

El pequeño grupo de Lehi partió de Jerusalén con los anales, y con el tiempo quedaron separados de su tierra natal por el océano. Pero tenían los preciosos anales espirituales.

Benjamin, un profeta posterior, dijo acerca de esos anales:

«. . . si no fuera por estas cosas, las cuales se han guardado y preservado por la mano de Dios para que nosotros pudiéramos leer y entender acerca de sus misterios, y siempre tener sus mandamientos, . . . [habríamos] degenerado en la incredulidad.» (Mosíah 1:5; cursiva agregada. )

Un segundo registro se unió al primero cuando Lehi comenzó la crónica de su pequeño grupo de viajeros. Llevó un registro un tanto seglar de sus viajes. intercalando en el sus revelaciones, enseñanzas y experiencias espirituales.

Nefi sucedió a su padre, Lehi, como autor de ese registro, el cual llegó a conocerse como las planchas mayores de Nefi.

Nefi escribió que: «Sobre [estas] . . . planchas se debería grabar la historia del reinado de los reyes, y las guerras y contiendas de mi pueblo» (1 Nefi 9:4; cursiva agregada).

Mas tarde, cuando llegaron a ser un pueblo numeroso, los reyes siguieron escribiendo el relato.

Sin duda este registro contenía una gran fuente de información histórica. Generaciones después, cuando Mormón compendió estos escritos, repitió seis veces que no podía escribir «ni la centésima parte» de lo que contenía ese registro. (Jacob 3: 13; Palabras de Mormón 5; Helamán 3:14; 3 Nefi 5:8; 26:6; Eter 15:33.)

Pero este no era el registro mas valioso, ya que a Nefi se le mandó que escribiera otro relato: el registro de su ministerio. Este registro, las planchas menores de Nefi, lo escribieron los profetas en lugar de los reyes.

El relato de su ministerio llegó a ser la base de lo que es ahora el Libro de Mormón

Quizás lo que mas nos pueda ayudar a comprender el propósito de llevar este registro es lo que dijo Jacob, quien recibió las planchas de manos de su hermano Nefi:

«Y me dio a mi, Jacob, un mandato de que escribiera sobre estas planchas [menores] algunas de las cosas que considerara yo mas preciosas; y que no tratara mas que ligeramente la historia de este pueblo . .

«Porque dijo que la historia de su pueblo debería grabarse sobre sus otras planchas [mayores], y que yo debía conservar estas planchas [menores] y transmitirlas a mi posteridad, de generación en generación.

«Y que si hubiese predicaciones que fuesen sagradas, o revelación que fuese grande, o profecías, yo debería grabar[las] . . . sobre estas planchas [menores], y tratar estas cosas cuanto me fuera posible, por amor de Cristo y por el bien de nuestro pueblo.» (Jacob 1:2 4; cursiva agregada. )

¿Os disteis cuenta que no debía tratar (mas que ligeramente) la historia del pueblo, pero que debía tratar las cosas sagradas cuanto le fuera posible?

Nefi explicó:

«Y no me parece importante ocuparme en una narración completa de todas las cosas de mi padre . . . pues deseo el espacio para poder escribir acerca de las cosas de Dios.

«Porque toda mi intención es poder persuadir a los hombres a que vengan al Dios de Abraham, y al Dios de Isaac, y al Dios de Jacob, y sean salvos.

«Por tanto. daré un mandamiento a mis descendientes de que no ocupen estas planchas con cosas que no sean de valor para los hijos de los hombres.» (1 Nefi 6:3 4. 6; cursiva agregada)

«. . .esto lo hago para que se conserven las cosas mas sagradas para el conocimiento de mi pueblo . . . no escribo nada sobre planchas a no ser que yo lo considere sagrado.» (1 Nefi 19:5ó; cursiva agregada.)

Nótese por que hizo lo que hizo:

«. . . he recibido un mandato del Señor de que hiciera estas planchas para el objeto especial de que se grabase una relación del ministerio de mi pueblo.» (1 Nefi 9:3; cursiva agregada.)

Y después este versículo, del cual extraje el titulo de este discurso:

Y sobre estas [planchas menores] escribo las cosas de mi alma, y muchas de las escrituras que están grabadas sobre las planchas de bronce. Porque mi alma se deleita en las escrituras, y mi corazón las medita, y las escribo para la instrucción y el beneficio de mis hijos.» (2 Nefi 4:15; cursiva agregada.)

Esas predicaciones sagradas, las revelaciones grandes y las profecías, todas ellas testificaban de la venida del Mesías.

Las profecías sobre el Mesías aparecen en el Antiguo Testamento, pero el Libro de Mormón contiene el registro de una visión de ese acontecimiento, la cual no tiene comparación en el Antiguo Testamento.

Después que el pueblo de Lehi llego al hemisferio occidental, Lehi tuvo una visión del árbol de la vida. Nefi, su hijo, oró para conocer el significado de ella, y como respuesta recibió una asombrosa visión de Cristo.

En esa visión vio:

A una virgen llevando a un niño en sus brazos.
Al que habría de preparar la vía: Juan el Bautista.
El ministerio del Hijo de Dios.
Otros doce que seguían al Mesías.
Abrirse los cielos y ángeles que ejercían su ministerio entre ellos.
Multitudes bendecidas y sanadas.
La crucifixión de Cristo.
La sabiduría y el orgullo del mundo que se oponía a Su obra. (1 Nefi 11:14-36)
Esa visión contiene el mensaje central del Libro de Mormón.
El Libro de Mormón es, en realidad, otro Testamento de Jesucristo.

A veces se describe este libro como «una historia de los antiguos habitantes del continente americano, los antepasados de los indios americanos.»

Eso no describe el contenido de este libro sagrado, así como no describiría el de la Biblia la frase «una historia de los antiguos habitantes del Cercano Oriente.

los antepasados de los israelitas actuales».

En el Libro de Mormón, la historia es incidental. Se habla de profetas, de disidentes y de genealogías para unir las generaciones, pero el propósito central no es histórico.

Al trazarse la narración del mensaje, un autor (Alma) escribió 160 paginas que cubrían 38 años, mientras que siete autores mas (Enós, Jarom, Omni, Amarón, Kemish, Abinadom, Amalekí), todos juntos, escribieron sólo seis paginas que cubrían mas de trescientos años. En ambos casos, el Testamento sobrevive.

El Libro de Mormón es un libro de Escritura. Es otro testamento de Jesucristo; esta escrito en lenguaje bíblico, el lenguaje de los profetas.

En su mayor parte, se escribió en el lenguaje fluido del «Nuevo Testamento», con palabras como he aquí, y aconteció y vosotros.

Después de leer algunas paginas, percibiréis la cadencia de ese lenguaje, y la narración será fácil de comprender. De hecho, la mayoría de los adolescentes comprenden fácilmente la narración del Libro de Mormón.

Pero después, cuando apenas nos sentimos cómodos y estamos listo para seguir adelante, nos topamos con una barrera. El estilo del lenguaje cambia al estilo profético del Antiguo Testamento, porque, intercalados entre la narración, se encuentran capítulos que recitan las profecías de Isaías, profeta del Antiguo Testamento. Estos forman una especie de barrera, mas allá de la cual usualmente no leerá el lector curioso que no le da la importancia que merece.

Tal vez vosotros también os sintáis tentados a detener allí vuestra lectura, ¡pero no lo hagáis! Seguid adelante y leed esos capítulos de profecías del Antiguo Testamento tan difíciles de comprender, aunque solo comprendáis un poco de lo que dicen. Seguid adelante, aunque sólo leáis rápidamente y captéis una que otra impresión. Seguid adelante, aunque sólo miréis las palabras.

Pronto pasareis esos capítulos difíciles y llegareis al estilo mas sencillo del Nuevo Testamento, característico del resto del Libro de Mormón.

Dado que os estoy advirtiendo acerca de esa barrera, debéis poder superarla y terminar de leer el libro.   Seguiréis las profecías de la venida del Mesías a través de muchas generaciones del pueblo nefita hasta llegar al día en que esas profecías se cumplieron y el Señor se les apareció.

Estaréis presentes, por medio de los relatos de testigos oculares, en el ministerio del Señor entre las «otras ovejas» que El mencionó en el Nuevo Testamento. (Juan 10:16.)

Después podréis comprender la Biblia como nunca antes. Llegareis a comprender muchas partes del Antiguo Testamento y sabréis por que nosotros, como pueblo, lo tenemos en tan alta estima. Llegareis a venerar el Nuevo Testamento, a saber que es verdad. Es verdadero el relato del nacimiento, la vida y la muerte de Jesucristo, tal como se encuentra en el Nuevo Testamento. El es el Cristo, el Hijo Unigénito de Dios, el Mesías, el Redentor de la humanidad.

El Libro de Mormón, Otro Testamento de Jesucristo, validara el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Quizás sólo después de leer el Libro de Mormón y después de regresar a la Biblia notareis que el Señor cita a Isaías siete veces en el Nuevo Testamento; además, los apóstoles lo citan cuarenta veces mas. Un día quizás lleguéis a venerar esas palabras proféticas de Isaías en ambos libros. El Señor tenia un propósito al preservar las profecías de Isaías en el Libro de Mormón, a pesar de que representen una barrera para el lector casual.

Los que nunca leen mas allá de los capítulos de Isaías se pierden los tesoros personales que podrían encontrarse por el camino: El conocimiento:

Del propósito de la vida y la muerte temporales,
De la certeza de una vida después de la muerte,
De lo que sucede cuando el espíritu sale del cuerpo,
De la descripción de la Resurrección,
De cómo recibir y retener la remisión de los pecados,
Del efecto que pueda tener en ellos la justicia y la misericordia,
De que pedir al orar,
De los convenios y ordenanzas,
Y de muchas otras joyas que componen el evangelio de Jesucristo.

Mas allá de esa barrera, hacia el final del libro, encontrareis una promesa dirigida a vosotros y a todos los que lo lean con verdadera intención y sinceridad.

Permitidme leeros esa promesa que se encuentra en el ultimo capitulo del Libro de Mormón:

«Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, el os manifestara la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo;

«y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas.» (Moroni 10:5)

Ningún misionero ni miembro puede cumplir esa promesa, ni tampoco puede hacerlo un Apóstol ni el Presidente. Es una promesa de revelación directa a vosotros bajo las condiciones descritas en el libro. Después de haber leído cl Libro de Mormón, tenéis derecho de preguntarle al Señor, en la manera prescrita por El en dicho libro, si el Libro es verdadero. Tendréis derecho, bajo las condiciones que El ha establecido, de recibir esa revelación personal.

Testifico que el Libro de Mormón es verdadero; que es otro testamento de Jesucristo. Yo lo he leído con un corazón sincero, con intención, siendo un humilde militar, y después le suplique al Señor. Recibí esa revelación. Y acompaña a esa revelación el conocimiento de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, nuestro Redentor, y de El doy testimonio en el nombre de Jesucristo. Amén.

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