Los principios de bienestar son para guiar nuestra vida:

Conferencia General Abril 1986logo 4
Los principios de bienestar son para guiar nuestra vida; Un plan eterno para el bienestar de las almas de los hombre
obispo Robert D. Hales
Obispo Presidente

Robert D. Hales«El verdadero almacén del Señor esta en el hogar y en el corazón de su pueblo.»

Mis hermanos: A lo largo de la historia del mundo, el Señor se ha preocupado por el bienestar eterno del alma de sus hijos. Durante los pasados cincuenta años, inspirados líderes nos han enseñado los principios de bienestar con el fin de enseñarnos a prepararnos con anticipación para los tiempos difíciles que puedan sobrevenir en nuestra vida. La Iglesia ha crecido y se ha extendido por muchos países en todo el mundo; pero la fortaleza de la Iglesia y el verdadero almacén del Señor esta en el hogar y en el corazón de su pueblo.

Hace pocos meses, al volver a casa tras una asignación en el extranjero, caí muy enfermo de una amebiasis. Con el  dolor, la deshidratación, la fiebre y una debilidad total, aprendí una importante lección de bienestar: que yo podría llegar a encontrarme en un estado de urgente necesidad. Esas experiencias nos hacen darnos cuenta mas claramente de las necesidades de los demás y nos llevan a comprender que muchas personas en todo el mundo viven con esa clase de problemas todos los días.

Durante los últimos meses, he leído las Escrituras y meditado en ellas, al igual que los discursos sobre el bienestar que se han pronunciado en las conferencias generales en los últimos cincuenta años. Las notables enseñanzas de los principios de bienestar del sacerdocio que han impartido muchos profetas tanto de esta como de otras dispensaciones, y profetas que viven en la actualidad, nos sirven de guía para dirigir nuestra vida.

Los siete principios de bienestar esenciales para nuestra felicidad y progreso espiritual son:

  1. El plan de bienestar es parte integral del plan de salvación.
  2. Las Escrituras constituyen la estructura espiritual del plan de bienestar.
  3. El plan de bienestar edifica la fe en el Señor Jesucristo.
  4. Al vivir los principios de bienestar, adquiriremos autosuficiencia individual.
  5. El plan de bienestar engendra en nuestro ser el amor y la compasión hacia nuestros semejantes.
  6. El plan de bienestar es una bendición y una santificación tanto para el dador como para el recibidor.
  7. El plan de bienestar edifica un pueblo de Sión.

1 . El plan de bienestar es parte integral del plan de salvación. Para algunos, es confuso entender lo que en verdad significa «bienestar». Algunas instituciones de beneficencia del mundo fomentan la ociosidad, dan subvenciones sin pedir trabajo a cambio, crean una carga de deudas y estimulan el apetito por las cosas de este mundo mas bien que por las riquezas de la eternidad.

Muchas veces, pobres y ricos por igual cierran el corazón a las divinas cualidades del amor y la compasión. Los ricos se consumen en su abundancia y se justifican de no ayudar al pobre aduciendo que de este se encargara la beneficencia. A los pobres también se les ponen trabas, haciéndoseles depender de los de mas, en un sistema destinado a pisotear la iniciativa, a socavar el deber familiar, a alentar las disensiones y a levantar barreras ante la equidad, las oportunidades y la confraternidad.

El Señor rechaza esos programas de beneficencia. El plan de El satisface las necesidades de todas las personas, por abundantes o modestas que sean las circunstancias de ellas. El propósito del Señor es proporcionarnos bienestar eterno y «el deber primordial de ayudar al pobre [de cuerpo y de espíritu]. . . no es [tan sólo] proporcionar socorro a sus necesidades temporales, sino salvación a sus almas» (J. Reuben Clark, hijo, discurso pronunciado el 9 de julio de 1941, transcripción, Departamento Histórico de la Iglesia).

También se nos ha advertido que «el Señor en su grande e infinita bondad bendice y hace prosperar a aquellos que en el ponen su confianza» (Helamán 12: 1). Sin embargo, la disposición de los hombres es que cuando se hace todo por ellos, «endurecen sus corazones, y se olvidan del Señor su Dios, y huellan con los pies al Santo; sí, y esto a causa de su comodidad y su extrema prosperidad.

«Y así vemos que excepto que el Señor castigue a su pueblo con muchas aflicciones . . . su pueblo no se acuerda de el» (Helamán 12:2-3).

Nos hace reflexionar el pensar que el propósito de que haya oposición en todas las cosas, así como de las pruebas y las tribulaciones de la vida y el preocuparnos por el necesitado es el de hacernos humildes y acercarnos mas al Señor nuestro Dios y a la perfección.

  1. Las Escrituras constituyen la estructura espiritual del plan de bienestar. Si se busca en el nuevo índice del Libro de Mormón en ingles las referencias de la palabra «bienestar», se vera -y el Espíritu lo testificara- que el plan de bienestar del Señor se centra ante todo en el bienestar eterno de Sus hijos. Esos pasajes indican que:
  • Nefi procuró el bienestar eterno de sus hermanos (2 Nefi 1:25) y trabajó toda su vida por el bienestar de su pueblo (Jacob 1 :10).
  • Jacob anheló el bienestar de las almas de los de su pueblo (2 Nefi 6:3) y le agobio el peso de un deseo y afán por el bien de las almas de los nefitas (véase Jacob 2:3).
  • A su vez, los nefitas se llenaron de dolor y angustia por el bienestar de las al mas de los lamanitas. (Mosíah 25:1 1 ).
  • La Iglesia se reunía a menudo para hablar unos con otros concerniente al bienestar de sus almas. (Moroni 6:5.)

Reparemos especialmente en la re petición de: el bienestar de sus «almas» . Eso supone mucho mas que sólo alimento, ropa y albergue referente a las necesidades temporales.

  1. El plan de bienestar edifica la fe en el Señor Jesucristo. Lo logra junto con otras funciones del evangelio. Los problemas temporales nos vuelven humildes y se convierten en oportunidades espirituales; nos hacen caer de rodillas en oración y pedir la guía celestial y la ayuda del Señor, así como la ayuda de nuestros hermanos. Si perseveramos en poner en funcionamiento los principios del bienestar, aunando nuestros medios a los de los demás, podremos superar nuestras dificultades. El vencer los obstáculos temporales nos demuestra que nada es imposible para el Señor y se confirma nuestra fe en Cristo.
  2. Al vivir los principios de bienestar, adquiriremos autosuficiencia individual. El programa de bienestar nos requiere adquirir autosuficiencia y llevar una vida providente. La vida providente nos requiere adoptar una actitud correcta: la de abstenernos voluntariamente de lujos, de evitar los excesos y de usar y consumir todo lo que tengamos, la de aprender a vivir al nivel de nuestros medios .

Sin las trabas de programas y proyectos, ladrillos y argamasa, el verdadero almacén del Señor esta en el hogar y en el corazón de los de Su pueblo. Si los miembros de la Iglesia siguen el consejo de volverse autosuficientes, representaran una enorme agrupación de medios,  de conocimiento, destrezas y caridad disponibles para ayudarse mutuamente. El Señor ha dicho que ese almacén es «para los pobres de entre mi pueblo . . . a fin de adelantar la causa que habéis abrazado, para la salvación del hombre y la gloria de vuestro Padre que esta en los cielos» (D. y C. 78:3-4).

  1. El plan de bienestar engendra en nuestro ser el amor y la compasión hacia nuestros semejantes. Al vivir los principios de bienestar, el amor y la compasión abundaran en nuestros hogares, en nuestra adoración a Dios y en el servicio al prójimo. Desaparecerán las lamentables prácticas de la intemperancia y el maltrato a la esposa y a los hijos. Los hijos que son maltratados llegaran a ser padres que maltrataran a su vez a sus hijos. Todos tenemos el deber de velar por que se rompa ese ciclo de desconsideración. Es hipocresía hablar de la compasión al prójimo y ser riguroso con los propios familiares. Pongamos nuestra propia casa en orden y velemos por que se satisfagan las necesidades espirituales y emocionales de nuestros familiares. Entonces, nadie escapara a nuestra comprensión e interés: ricos o pobres; jóvenes o viejos; familiares, vecinos o forasteros que estén a nuestro alcance.

Estoy al tanto de los muchos actos de caridad cristiana que se realizan en nuestra comunidad. Hay en nuestras localidades muchos ángeles de la guarda que proporcionan a los forasteros necesitados comida y un lugar abrigado donde pasar la noche. Hay muchos que han acogido a los huérfanos y a aquellos sin hogar con amor y compasión. En Alma 34:28 dice: «si . . . despreciáis al indigente . . . sois como los hipócritas que niegan la fe». Por ejemplo, se de una familia que se reúne en consejo una vez al mes: la madre, el padre y los hijos para determinar cómo usaran veinticinco dólares de su presupuesto, después de pagar sus diezmos y ofrendas, para ayudar a algún necesitado. El mes pasado, dieron los veinticinco dólares a un niño pequeño del Centro Medico de Niños de la Primaria. Ese es un modo de enseñar la compasión a los niños, especialmente al llevar a estos a visitar al pequeño al hospital. (Cabe mencionar que esos niños quieren ahorrar mas para dar a los necesitados el mes siguiente.) Felizmente, esa familia también realiza otros actos caritativos, ya que no sólo dan dinero para dar por hecho su servicio caritativo.

Una familia dio cabida en su pequeña casa a otra familia de vecinos mientras la casa de estos se reparaba tras un incendio. No dieron lo que era conveniente para ellos, sino que mas bien se encargaron de atender a lo que sus semejantes necesitaban .

La familia de un muchacho de dieciocho años invitó a un amigo de este. el cual necesitaba un hogar, a vivir con ellos durante un año mientras se preparaba para la misión. Gracias a que le proporcionaron un ambiente de apoyo emocional y de ejemplo espiritual, ese joven pudo ganar el dinero que precisaba para su misión. En el campo misional, adquirió madurez, propia estimación y confianza en si mismo. Desde entonces, gracias a su autosuficiencia, se ha dedicado a fortalecer a los demás.

El aspecto económico es parte importante del bienestar, pero hay otras fases igualmente importantes que, por medio del amor y la compasión, edifican la autosuficiencia individual emocional y materialmente-para ser útiles y productivos, y para servir de ayuda.

  1. El plan de bienestar es una bendición y una santificación tanto para el dador como para el recibidor. Todos somos dadores y recibidores. El presidente Marion G. Romney dijo: «Hay una dependencia mutua entre aquellos que tienen y los que no tienen. El proceso de dar exalta al pobre y da humildad al rico, y ambos se santifican» («La divina naturaleza de la autosuficiencia», Liahona, ene. de 1983, pág. 178).

Nadie esta exento de dar al pobre. El consejo es: «Y además, digo a los pobres . . . me refiero a todos vosotros que rehusáis al mendigo porque no tenéis; quisiera que en vuestros corazones dijeseis: No doy porque no tengo, mas si tuviera, daría» (Mosíah 4:24; cursiva agregada).

Nadie esta exento de recibir. Para el rico, la realidad es: «Pues he aquí, ¿no somos todos mendigos? ¿No dependemos todos del mismo Ser. si, de Dios . . . invocando su nombre, suplicando la remisión de [nuestros] pecados» por medio del sacrificio expiatorio de nuestro Salvador y Redentor Jesucristo? (Mosíah 4:19-20.)

  1. El plan de bienestar edifica un pueblo de Sión. En las Escrituras, Sión se caracteriza como la ciudad cuyos habitantes «eran uno en corazón y voluntad, y vivían en justicia; y no había pobres entre ellos» (Mosíah 7:18). En Sión anda «buscando cada cual el bienestar de su prójimo, y haciendo todas las cosas con la única mira de glorificar a Dios» (D. y C. 82:19). Esa prometida Sión siempre parece un tanto lejos de nuestro alcance. Tenemos que comprender que se puede ganar tanta virtud en progresar hacia la meta de Sión como en morar en ella. Es tanto un proceso como una meta. Nos acercamos o nos retiramos de Sión por la forma en que procedemos diariamente, por la forma en que convivimos con nuestros familiares, pagamos honradamente nuestro diezmo y generosamente las ofrendas de ayuno y aprovechamos las oportunidades de servir y de hacerlo diligentemente. Muchas personas que nunca verán la ciudad de Sión en la vida terrenal se perfeccionan en el camino hacia ella.

Por lo tanto, hermanos, cuando pensemos en el bienestar, pensemos en el plan revelado por nuestro Señor para el bienestar eterno de nuestras almas. Es un plan para edificar la te, el amor, la compasión, la autosuficiencia y la unidad. Cuando los esforzados líderes del sacerdocio de todo el mundo lo adaptan a las necesidades locales, el plan santifica tanto a los dadores como a los recibidores y prepara un pueblo de Sión.

Teniéndose presentes esos básicos principios de bienestar, hoy se nos pide enseñar y practicar el principio del trabajo, la autosuficiencia, la vida providente, el dar, el cuidar del pobre, dar generosas ofrendas de ayuno para ayudar a los necesitados, prestar mas amplio servicio caritativo, hacer participar a nuestros familiares en caritativos actos de servicio unos para con otros y a nuestros semejantes.

Os doy mi testimonio de que vivimos en una dispensación de los tiempos en que ha habido ministración de ángeles. El ángel Moroni fue un mensajero celestial esencial en la restauración del evangelio por medio del profeta José Smith. Pero Joseph Fielding Smith nos enseñó que «es contrario a la ley de Dios que los cielos se abran y que vengan mensajeros para hacer por los hombres cosas que los hombres pueden hacer por sí mismos» (Doctrina de Salvación, tomo 1, pág. 188).

Que vosotros y yo podamos comprender que tenemos el poder y la responsabilidad de ayudar a los necesitados en calidad de ángeles ministrantes del Señor Jesucristo, que seamos amados por causa de que damos amor, que recibamos consuelo porque somos compasivos, que seamos perdonados porque hemos demostrado la capacidad de perdonar, es mi oración en el nombre de Jesucristo. Amén

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