Conferencia General Abril 1986
Venid y participad
presidente Gordon B. Hinckley
Primer Consejero en la Primera Presidencia
«Este evangelio, cuando se acepta y obedece, satisface las necesidades de hombres y mujeres en todas partes. Tiene el poder para mejorar al individuo en cada una de estas categorías: espiritual, intelectual, moral y física.»
Mis hermanos, os saludo con gran amor y profunda estimación. Espero tener la inspiración del Santo Espíritu. Hoy es el aniversario de la Iglesia; fue organizada hace 156 años, «habiendo transcurrido mil ochocientos treinta años desde la venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo en la carne». (D. y C. 20: 1.) Seis personas participaron como oficiales de la organización.
Esos seis ahora se han convertido en aproximadamente seis millones. El crecimiento de esa obra ha sido un constante milagro, y que experiencia tan emocionante y maravillosa es poder ser parte de ella. Aunque las tormentas de la adversidad se han enfurecido contra ella, continua progresando con paso constante a lo largo del curso que el Todopoderoso ha trazado Lo hace calladamente, sin mucha pompa y ruido, e influye para bien en la vida de hombres y mujeres en toda la tierra. Su misión no es construir un imperio, sino mas bien enseñar la te y el arrepentimiento y llevar la verdad y las buenas de gran gozo a todos los que escuchan y prestan oído a su mensaje.
Hace cinco meses se efectuó una solemne reunión en este gran tabernáculo para honrar a un amado líder fallecido. Hablo unas cuantas palabras de testimonio personal respecto al presidente Spencer W. Kimball, que durante cuarenta y dos años fue Apóstol y Profeta. Su conmovedor ejemplo de sincera humildad, su inmensa capacidad para amar a las personas, sus calmadas pero serias declaraciones de fe nos han conmovido a todos. La majestuosidad de su vida descansaba en la sencillez. En su carácter nunca dio evidencias de ser pretensioso, jactancioso u orgulloso. Sin embargo, tenía una excelencia que brillaba cómo el oro. Fue un hombre de cuya vida la cascara de la mediocridad fue extirpada por la mano de Dios. Yo lo amaba con aquel amor que los que estamos en el servicio del Señor llegamos a sentir y entender.
Ahora hay otro, y durante esta conferencia formaremos una Asamblea Solemne para sostener como Profeta, Vidente y Revelador y como Presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, a un hombre que en el plan del Señor fue escogido, ordenado y apartado a este oficio sublime y sagrado.
Esta transición de autoridad, en la cual he participado varias veces, es bella en su sencillez. Es una indicación de la manera en que el Señor lleva a cabo sus asuntos. Bajo su procedimiento, el profeta selecciona a un hombre para actuar como miembro del Quórum de los Doce Apóstoles. El no selecciona este llamamiento como una carrera. Es llamado como lo fueron los apóstoles en el tiempo de Jesús, a quienes el Señor dijo: «No me elegisteis vosotros a mi, sino que yo os elegí a vosotros». (Juan 15:16.) Los años pasan; es instruido y disciplinado en los deberes de su oficio. Viaja sobre la tierra para cumplir su llamamiento apostólico. Es un curso largo de preparación, en el cual llega a conocer a los Santos de los Últimos Días dondequiera que estos se encuentren, y estos lo llegan a conocer a el. El Señor pone a prueba su corazón y su devoción. En el curso natural de acontecimientos, se ocasionan vacantes en el Quórum y se hacen nuevos llamamientos. Bajo este procedimiento un hombre en particular se convierte en el apóstol con mas antigüedad. Latente en el, así como en los demás miembros del consejo, están todas las llaves del sacerdocio, las que recibió al momento de ser ordenado. Sin embargo, la autoridad para ejercer con estas llaves se limita al Presidente de la Iglesia. Cuando fallece, esta autoridad para ejercer descansa en el apóstol con mas antigüedad, quien entonces es nombrado, apartado y ordenado como Profeta y Presidente por el resto del Consejo de los Doce.
Aquí no hay elecciones, ni campanas políticas. Existe sólo la callada y sencilla operación de un plan divino que provee dirección inspirada y probada.
He sido testigo, un testigo personal de este maravilloso procedimiento. Os doy mi testimonio que el Señor es quien seleccionó a Ezra Taft Benson para ser miembro del Consejo de los Doce Apóstoles hace casi cuarenta y tres años. Ha sido el Señor quien, a través de los años. Lo ha puesto a prueba y disciplinado, que lo ha instruido y preparado. Cuando el Profeta falleció, el estaba listo, aunque no de su propia elección o deseo. Fue llamado, apartado y ordenado el 10 de noviembre del año pasado.
Como uno que lo conoce y trabaja a su lado, testifico que es un hombre de te, cuya dirección se ha puesto a prueba, que tiene un profundo amor por el Señor y Su obra, por los hijos e hijas de Dios en todas partes. Es un hombre de gran capacidad que ha sido templado por el fuego purificador.
Estoy agradecido por el privilegio de asociarme con el presidente Benson en mi relación tan sagrada de consejero a Profeta. Estoy agradecido por mi asociación con el presidente Monson. Estoy agradecido por la Primera Presidencia que esta completamente organizada y funcionando en unidad.
Bajo la dirección del presidente Benson, la obra del Señor continuará progresando. Ningún poder bajo los cielos puede desviarla de su curso. Sabemos que hay algunos que trataran de hacerlo, pero sus esfuerzos serán como cincelar un bloque de granito con un cincel de madera; la piedra no se dañará, pero el cincel se romperá.
Así como declaró Daniel en la profecía:
«el Dios del cielo levantara un reino que no será jamas destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo . . . permanecerá para siempre.» (Dan. 2:44.)
Crece porque satisface las necesidades y deseos del corazón, sin importar la edad, el sexo, la raza o el idioma.
Al hablar desde este púlpito, hace cien años, en 1886, Lorenzo Snow, entonces un Apóstol y mas tarde Presidente de la Iglesia, dijo: «Un sistema religioso es de poco valor cuando no posee ni virtud ni poder para mejorar la condición de las personas tanto espiritual, intelectual, moral y físicamente». (Journal of Discourses, 26:371.)
Este evangelio, cuando se acepta y obedece, satisface las necesidades de hombres y mujeres en todas partes. Tiene el poder para mejorar al individuo en cada una de estas categorías: espiritual, intelectual, moral y física.
En su gran oración intercesora, Jesús declaró: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado». (Juan 17:3.)
Ese conocimiento es el fundamento de la fortaleza espiritual. Este es el gran propósito básico de la restauración del evangelio en ésta, la dispensación del cumplimiento de los tiempos: declarar la realidad patente de Dios, el Eterno Padre y de su Amado Hijo, el resucitado Señor Jesucristo. El conocerlos, amarlos y obedecerlos es tener la vida eterna. Es nuestra misión declarar con palabras solemnes y verdaderas que Dios es nuestro Padre Eterno, el Dios del universo, el Todopoderoso; y que Jesucristo es su Primogénito, el Unigénito en la carne, que aceptó venir a la tierra; que nació en un establo en Belén de Judea, que vivió una vida perfecta y enseñó el camino de la salvación; que se ofreció en sacrificio por todos, padeciendo el dolor y la muerte en la cruz; y que después resucitó en gloriosa resurrección para ser primicias de los que durmieron. (1 Cor. 15:20. ) Mediante El, por El y de El, a todos se nos asegura la salvación de la muerte y se nos ofrece la oportunidad de la vida eterna.
Esta es la gran verdad que sostiene nuestra fe. Es el gran pabellón bajo el cual encontramos nuestra fortaleza espiritual. Con este conocimiento nos desarrollamos espiritualmente, nuestro espíritu en parentesco con el Espíritu de Dios. Es el camino para salir de la obscuridad. Nos ofrece la fortaleza necesaria para sobreponernos al pecado.
Recientemente recibí una carta de un individuo. un hombre de negocios. Me contó del desperdicio de su vida en un vivir lleno de corrupción, del dolor que había causado a sus seres amados. Entonces llego la influencia del evangelio a su vida. Cito de dicha carta:
»He llegado a saber que he ofendido grandemente a mi Padre en los cielos y a su Hijo. Ahora que empiezo a darme cuenta de Su grande y maravillosa expresión de amor por mi en el Getsemaní, he aprendido a sentir agradecimiento por Su sacrificio expiatorio y por el proceso del arrepentimiento. . . He caminado la senda amarga de la obscuridad y la desesperación durante tantos años que ahora solo deseo llegar hasta la luz. A medida que continuo leyendo y meditando en las Escrituras y le ruego al Señor que me de entendimiento y me perdone por mi pasado, he llegado a amarlo y jamás lo volveré a ofender. Tratare, hasta donde me sea posible, de seguir su ejemplo «
Este evangelio restaurado no sólo nos brinda la fuerza espiritual. sino que también despierta la curiosidad y el progreso intelectuales. La verdad es la verdad; no hay una línea de demarcación que defina claramente lo espiritual y lo intelectual, cuando lo ultimo se cultiva en equilibrio con la búsqueda de conocimiento y fortaleza espirituales.
El Señor Todopoderoso, mediante la revelación, ha dado un mandamiento en estas palabras: «Buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe».(D. y C.88:118.)
La otra noche mire una nueva publicación de los escritos del doctor Hugh Nibley, un hombre de mi edad que he conocido y admirado por muchos años. En la solapa del libro leí lo siguiente:
«De joven memorizó trozos grandísimos de Shakespeare y estudió ingles arcaico, latín, griego y otros idiomas. Cuando era alumno en Berkeley, empezó a leer los libros de la esquina sudoeste del noveno piso de la biblioteca y continuó hasta que llegó a la esquina noroeste del primer piso: estudió todo libro de importancia que vio.» (Old Testament and Related Studies, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1986.)
Su conocimiento enciclopédico le ha dado una tremenda y bien merecida credibilidad entre sus colegas catedráticos. También lo ha hecho un poderoso defensor de la obra del Señor. Su apetito por aprender ha sido estimulado por el evangelio que tanto ama.
Esta Iglesia gasta una cantidad substancial de sus recursos para capacitar la mente y las manos de sus jóvenes, no importa que carrera seleccionen, ya sea en el campo de la ciencia, cl comercio, otras profesiones o artes.
Uno de nuestros artículos de fe dice: «Si hay algo virtuoso, bello, o de buena reputación, o digno de alabanza, a esto aspiramos». (Artículo de Fe 13. ) Esto abarca la verdad de la ciencia. la verdad de la filosofía, la verdad de la historia, la verdad del arte. Hago hincapié en la palabra verdad. Es un principio que se ha fijado en el pasaje: «La gloria de Dios es la inteligencia, o en otras palabras. Luz y verdad». (D. y C. 93:36.)
El cerebro del hombre es la creación culminante de Dios, a cuya imagen fue creado el hombre. El desarrollo del cerebro es una responsabilidad paralela a la de cultivar el espíritu, según se expuso en los principios revelados del evangelio restaurado de Jesucristo.
Junto con estas responsabilidades y emanando de ellas esta el desarrollo de fortaleza moral. Cuanto la necesitamos en el mundo hoy día. ¿Fueron las normas de Sodoma y Gomorra peores que las que tienen muchos en esta generación’?
El presidente Benson, en su discurso de apertura de ayer, nos llamo al arrepentimiento. Afortunadamente, entre los que caminan en el pecado se encuentran cuando menos unos pocos que saben que hay algo mejor y que ahora añoran el perdón y otra oportunidad. Cito algunas líneas de una carta de una persona que fue excomulgada de la Iglesia debido a un grave comportamiento inmoral. Ahora nos escribe:
«Después que fui excomulgado de la Iglesia, el dolor y el tormento fueron un infierno. No creí que persona alguna pudiera sufrir tan inmenso dolor y sobreviviera.»
Después pide ayuda para regresar y expresa agradecimiento a todos aquellos que ahora le extienden la mano para darle fuerza.
La Iglesia es el guarda y maestra de valores morales. Desafortunadamente hay algunos que pasan por alto estas enseñanzas. Algunos son tentados por la lectura de materiales y películas pornográficas hasta el punto de dejar de lado la autodisciplina y hundirse en cl pantano de la inmoralidad.
En muchos casos, las esposas y los hijos son las víctimas. Ya he hablado, desde este púlpito, acerca del maltrato a los hijos y a la esposa. Para hacer hincapié, repito una de mis declaraciones anteriores:
«El abuso . . . a los niños por los padres o cualquier otra persona ha sido motivo de excomunión de la Iglesia. Ningún hombre que haya recibido cl sacerdocio de Dios puede impunemente maltratar a su esposa o a sus hijos; tal actividad se convierte en el rechazo inmediato de su derecho de poseer y ejercer cl sacerdocio y de ser miembro de la Iglesia.» (Liahona, octubre de 1985. pág. 41)
Si cualquiera que me esté escuchando es culpable de tales practicas, que se arrepienta, y como parte de ese proceso, que vaya y hable con su obispo y confiese buscando ayuda para hacer lo correcto y remediar cl mal.
Repito, uno de los grandes propósitos de esta obra. tal como lo revelo el Señor! es fortificarnos en contra de los pecados morales. Al grado que aceptemos v sigamos éstas enseñanzas, seremos un pueblo feliz y bendecido.
Para finalizar, inherentes en la doctrina, la enseñanza y practicas de la Iglesia hay esos elementos que mejoraran físicamente al individuo. El cuerpo es el templo del espíritu. Es la creación de Dios como parte de su plan eterno.
A medida que escucho y leo de los adelantos de la ciencia medica, le agradezco a nuestro Creador por haber revelado a nuestro Profeta lo que conocemos como la Palabra de Sabiduría. Se encuentran escritos, en un lenguaje de hace 153 años, los principios que ahora confirma y enseña la ciencia dietética moderna. Con todo esto se da una promesa divina, de la cual no hay otra semejante que se pueda encontrar en ningún otro lugar:
«Y todos los santos que se acuerden de guardar y hacer estas cosas, rindiendo obediencia a los mandamientos, recibirán salud en su ombligo y medula en sus huesos;
«y hallaran sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, si. tesoros escondidos;
«y correrán sin fatigarse, y andarán sin desmayar.
«Y yo, el Señor. les prometo que el ángel destructor pasara de ellos. como de los hijos de Israel, y no los matara.» (D. y C. 89:18-21)
¡Qué declaración tan maravillosa. extraordinaria y única de un principio religioso! Es parte de nuestra doctrina dada por un sabio Padre, nuestro Creador. para nuestro bienestar físico y temporal.
No estoy diciendo que no llegaran enfermedades. que la muerte nos pasara de largo. La muerte es parte del plan divino, un paso necesario para la vida eterna de los hijos e hijas de Dios. Pero no vacilo al decir que en esta breve pero precisa declaración del Señor se encuentra consejo. dado con una promesa. que si se observara mas, salvaría a innumerables personas del dolor y el sufrimiento y las llevaría no solo a un aumento de bienestar físico. sino también a grandiosos y satisfactorios tesoros de conocimiento en cuanto a las cosas de Dios.
Todo lo que os he hablado viene de la palabra revelada del Todopoderoso para bendecir a sus hijos. Os invitamos, dondequiera que estéis o cualesquiera que sean las circunstancias, a venir y participar de esto.
Agradezcamos a Dios esta obra gloriosa. esta época de verdad y luz restauradas. y el evangelio de Jesucristo. Os testifico de su divinidad así como os expreso. mis hermanos y hermanas. el amor que siento por cada uno de vosotros. En el nombre de Jesucristo. Amen.
























