Conferencia General Octubre 1989
Mirad al salvador
Por el Élder John Sonnenberg
Miembro Relevado del Segundo Quórum de los Setenta
«Hay en la actualidad una ‘estrella polar’ que nos guía: un amado profeta de dios. Seguidle; él os señalará el camino de la verdad y la rectitud. Seguid al señor, ya que el os dará la vida eterna.»
Mis queridos hermanas, me siento sumamente agradecido por la oportunidad que se me ha concedido de testificar de la divinidad le esta gran obra y dar testimonio al mundo de que es un profeta de Dios el que nos dirige Pienso que nunca en mi vida he escuchado palabras de amor más convincentes que las expresadas por el presidente Benson cuando me he reunido con él y sus devotos consejeros en el templo y él dice: ‘Os amo, mis queridos hermanos, os amo a cada uno de vosotros’. Desde el fondo de su corazón, él nos ha proclamado el verdadero significado del amor por nuestros semejantes.
Hace algunos años, mientras nos encontrábamos en la ciudad de Sydney, Australia, mi esposa y yo recibimos una carta de uno de nuestros nietos que decía así:
«Queridos abuelitos: Cumplí los doce años y el obispo me llamó el otro día a su oficina y me dijo:
«-Bruce, ahora que has cumplido doce años, quisiera hacerte algunas preguntas. ¿Amas al Señor?
«Le contesté que sí y él prosiguió.
«-¿Dices malas palabras?
«-No obispo, nunca digo malas palabras.
«-¿Quieres a tus padres?
«-Sí, obispo.
«-Bruce ¿pagas el diezmo?
«-Sí, obispo.
«Entonces, abuelitos, me dijo que al haber cumplido doce años podía recibir el Sacerdocio Aarónico y me preguntó si sabía qué era el Sacerdocio Aarónico. Yo le contesté que sabía un poco y que ahora podía ser ordenado diácono. ¿Y saben qué? A la semana siguiente el obispo me preguntó quién deseaba que me ordenara y yo le dije que quería que lo hiciera mi papá. Después papá puso las manos sobre mi cabeza, mientras el obispo y mis tíos formaban parte del círculo, y me confirió el Sacerdocio Aarónico y me ordenó diácono.
«Sé que están muy lejos, pero también sé que tú, abuelo, eres una Autoridad General y por lo tanto algún día volverás aquí. Estoy ansioso por que regreses, porque sé que te vas a sentar adelante, en el estrado y entonces yo podré pasarte la Santa Cena . «
Pienso que ese es el verdadero significado del amor y la familia. Deseo expresar el amor que siento por mi querida esposa y compañera eterna. Me siento agradecido por la buena madre que ella es para nuestra familia. Me siento muy agradecido por cada uno de mis hijos, y también por sus respectivas familias. Agradezco al Señor Jesucristo su sacrificio expiatorio. He podido conocerle mejor luego de haberme sentado en consejo con sus extraordinarios líderes. Os testifico que ellos son hombres de Dios.
Un pasaje de las Escrituras que me gusta mucho, y en el que reflexiono muy frecuentemente, acude a mi mente cada vez que pienso en ellos: «Porque fueron puestos para ser una luz al mundo, y ser los salvadores de los hombres» (D. y C. 103:9). Os testifico que aquellos que entren en el reino un día dirán a quienes los ayudaron a hacerlo: «Fuisteis una luz en mi vida y os considero literalmente como un Salvador para mí».
Otro de mis pasajes favoritos de las Escrituras que deseo citaros dice: «Escudriñad diligentemente, orad siempre, sed creyentes, y todas las cosas obrarán juntamente para vuestro bien, si andáis en la rectitud y recordáis el convenio que habéis hecho el uno con el otro» (D. y C. 90:24).
En las paredes de granito del Templo de Salt Lake se encuentra grabada la constelación de la Osa Mayor. Si trazarais una línea a través de las dos estrellas inferiores, ésta señalaría la Estrella Polar. Los marineros y las personas que se han perdido tanto en el mar como en la tierra han localizado la Estrella Polar a fin de orientarse y encontrar su rumbo.
Doy testimonio de que, en sentido figurado, hay en la actualidad una «Estrella Polar» que nos guía: un amado profeta de Dios. Seguidle; él os señalará el camino de la verdad y la rectitud. Seguid al Señor, ya que El os dará la vida eterna.
Presidente Benson, nuevamente deseo expresaros mi amor, así como también el que siento por vuestros dedicados y devotos consejeros, por las Autoridades Generales y por la Iglesia en general, por motivo de vuestro amor y vuestra influencia sustentadora. Hemos aprendido a amaros en las islas del Pacífico al igual que en Europa, donde hemos prestado servicio. Hemos aprendido a amar a los miembros de la Iglesia de todo el mundo. Mi amada compañera y yo recordaremos y atesoraremos siempre esta relación mientras continuemos testificando del sacrificio expiatorio de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
Testifico que la Iglesia ha sido restaurada, que José Smith es un profeta de Dios, como lo es nuestro actual profeta, el presidente Ezra Taft Benson, en el nombre de Jesucristo. Amén.
























