El convenio sempiterno

1977 Conferencia de Área en la ciudad de Lima, Peru
El convenio sempiterno
por el presidente Spencer W. Kimball
Sesión General del sábado

Spencer W. KimballEs un gran placer estar con vosotros otra vez. He estado en Lima muchas veces, y he visitado la mayor parte de las grandes ciudades en este país; así que es maravilloso para mí volver a estar con vosotros.

Si las cosas cambian y se desarrollan bien, esperamos que algún día haya un templo aquí en Lima; los profetas han predicho esto muchas veces en el pasado, que habría cientos de templos, aunque en el presente esto no es posible, porque eso significa que se necesitarán cientos de personas y millones de ordenanzas listas para llevarse a cabo; así que, hermanos, tenéis un gran servicio que rendir a medida que os preparáis para el templo en el futuro.

Ahora tendréis un templo en Sao Paulo, y aunque esté un poco lejos de aquí, todavía está más cerca que el de Lago Salado. Así que esperamos que empecéis a hacer planes al respecto.

Hemos dado permiso a la Sociedad de Socorro para que construya, en la ciudad de Nauvoo, Estado de Illinois, un monumento, en realidad habrá catorce de ellos, dedicados generalmente a la mujer pionera. La Sociedad de Socorro me pidió que os dijera que si alguna mujer desea ofrecer una contribución para ese monumento, puede hacerlo por medio del programa regular de cada barrio o rama, y se le dará un recibo.

Ahora quisiera hablaros un poco más sobre la obra del templo. Había un hombre que se llamaba Juan, con cuya esposa, María, se había casado oficiando en la ceremonia su obispo, aunque podían haberse casado en el templo, porque estaba cerca. Cuando la gente de la comunidad los veía juntos decía “¡Qué hermosa pareja!” En realidad, era triste saber que estaban casados por lo civil y no por el templo. De todas maneras, tenían la intención de hacerlo en el futuro. Pero el tiempo fue pasando y les nacieron varios niños y pronto tuvieron una familia grande. Ambos eran bastante activos en la comunidad, pero no eran dignos de entrar al templo. Esta hermana amaba mucho a su esposo, y se daba cuenta de que quería que él fuera para siempre su esposo, pero también sabía que su unión era temporal.

Los acontecimientos se fueron sucediendo; ella participaba algo en las organizaciones y mantenía vivo el amor por su esposo e hijos. Estos niños crecieron y les gustaba la iglesia. Ahora bien, ¿qué se puede esperar cuando un esposo se descuida en estas cosas? Un día, las nubes borrascosas bajaron sobre ellos y ocurrió un gran accidente. Juan había llevado a su familia a un picnic, un domingo; en el camino tuvieron un accidente automovilístico, aunque él era un magnífico conductor y no había sido culpa suya; mas cuando se dieron cuenta, había dos personas muertas: una de ellas era su adorable esposa y la otra su pequeña hija Alicia.

Después de sepultar a su esposa y a su hijita, Juan pensó que su vida quedaba desolada y vacía. Se dedicó a su trabajo, pero cuando llegaba a la casa, ésta estaba como desierta; el círculo no estaba completo, había dos sitios que permanecían vacíos. La vida social ya no le interesaba. Nadie sabía cuánto sufría, sus pensamientos estaban constantemente con la amada esposa que había perdido para siempre. Al llegar a su hogar sentía la necesidad de su presencia, anhelaba volver a tenerla en sus brazos por las noches y saber que constantemente estarían juntos.

Una noche Juan tuvo un sueño. ¿Era realmente un sueño o estaba completamente despierto? Nunca había tenido un sueño que tuviera tanto significado. En él vio un mundo nuevo, un mundo en el que le parecía no haber estado antes. Frente a él veía una gran puerta abierta, que conducía a un glorioso y bellísimo jardín; lo extraño fue que las figuras que vio del otro lado de esa puerta, eran las de su esposa y su pequeña hija a quienes reconoció gradualmente; la esposa y la hija a quienes debería haber tenido para siempre. Se sintió bastante reconfortado cuando las vio; María estaba más bonita que nunca y la niña también se veía muy hermosa. ¡Cuánto deseaba poder reunirse con ellas! Lo intentó, pero no pudo moverse. ¿Habéis tenido alguna vez sueños en los que no os podíais mover?

Más allá de la puerta veía a su esposa y su hija que le hacían señas para que se acercara. Pero él sabía que eso era imposible. Entonces se dio cuenta de que la puerta se estaba cerrando lentamente, ¡En ese momento deseó tanto haberse casado en el templo para poder estar con ellas para siempre!

Cuando la puerta estaba ya por cerrarse del todo, pudo vislumbrar la expresión preocupada en las caras de su esposa y su hija. Pero la puerta ya se había cerrado.

En ese momento sonó el despertador y él se despertó; estaba en su cuarto. Entonces pensó, ¿habría sido aquello un sueño o no? ¿Habría dejado pasar una oportunidad, habría perdido algo importante en su vida? Las preguntas quedan a medio contestar.

Hay muchas parejas como Juan y María, que posponen el día en que deben sellarse. Nos damos cuenta de que Sao Paulo está muy lejos y también Lago Salado. Pero hay algo que debe estar en vuestras mentes constantemente: las palabras “mientras vivamos”. El sacerdote dice: “Hasta que la muerte os separe”, y así, los cónyuges solamente están casados por un pequeño período de tiempo, hasta que la muerte llegue a su familia. Y en eso pensamos, y eso soñamos constantemente: HASTA QUE LA MUERTE OS SEPARE.

También nos damos cuenta de que cuesta mucho ir hasta un templo, pero esperamos que a medida que el tiempo pase tengamos templos en cada ciudad grande del mundo. Ahora mismo estamos construyendo cuatro: uno en Seattle, Estado de Washington, otro en Japón, uno en la ciudad de México y el de Sudamérica en Sao Paulo. Hay muchos que podrían ir si ahorraran su dinero por un período largo de tiempo. En las islas polinesias hay un anciano que se unió a la Iglesia; él tenía muchos hijos, creo que eran doce y ahorraron su dinero por muchos años; finalmente decidieron ir al Templo de Nueva Zelanda para recibir las bendiciones. Pero como no podían llevar a toda la familia, él y su esposa fueron con la mitad de sus hijos al templo y no sabían cuánto tiempo más iba a transcurrir antes de que pudieran llevar a los otros hijos. Estoy seguro de que la mayoría de vosotros podría hacer lo mismo, si pensarais que es realmente importante.

El presidente Brigham Young ha dicho que si las personas comprendieran lo importante que es esto, se irían de rodillas hasta llegar al templo. Con ansiedad esperamos el tiempo en que podamos tener un templo aquí en este lugar. La vida es eterna, hermanos, la muerte no termina la vida de una persona, sino que todos resucitaremos, todo hombre, mujer y niño; así que la muerte solamente es un obstáculo, de manera que debemos prepararnos lo mejor que podamos para enfrentar este gran acontecimiento.

Los grandes gozos de la vida conyugal pueden continuar en la otra vida; las buenas relaciones entre padres e hijos pueden continuar; la asociación familiar puede ser permanente; pero esto nunca llegará a ser a menos que nos preparemos para ello. Adán y Eva supieron lo que es el matrimonio eterno y muchas personas también lo supieron desde entonces, porque las verdades del evangelio siempre se han conocido; son más antiguas que nosotros. Cuando el Señor creó la tierra, sabía lo que iba a hacer; El esperaba que cada joven que encontrara una esposa se sellara con ella para siempre en las eternidades. Las Escrituras están llenas de información sobre el matrimonio eterno.

Este es un hecho verdadero, aunque sea desconocido para millones de personas: es uno de los misterios del reino de Dios. El Señor le dijo a José Smith que hablaría en parábolas y diría cosas que se han mantenido secretas desde la fundación del mundo y que resultan misterios si no las entendemos; Doctrinas y Convenios está lleno de información sobre la vida eterna. Las Escrituras también nos dicen que el “hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura…” (1 Cor. 2: 14), pero el Espíritu del Señor les revela estas cosas.

Explicando el uso de las parábolas, el Señor dijo lo siguiente:

“Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.” (Mateo 13:11.)

No Ies es dado conocer estos misterios, porque no lo procuran. El Señor también dijo:

“Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.

Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.” (Mat. 13: 16-17.)

Esto es ahora responsabilidad vuestra y depende mucho de que hagáis planes concretos. En realidad hay muy pocas personas a quienes, en alguna época de su vida, les sobre dinero como para ahorrar.

Hace mucho tiempo, cuando el Señor Jesucristo estuvo en la tierra, los saduceos fueron a verlo a Jerusalén, y le pidieron que les diera la respuesta a un problema. Entonces le hablaron de un hombre que murió, dejando a su esposa sin posteridad. Como era costumbre en estos días, la mujer se casó con su cuñado, pero este también murió, así que ella se casó con otro cuñado. Uno a uno, todos murieron, hasta que ella se había casado con siete hermanos. Después del séptimo, también ella murió. La pregunta que ellos tenían era: “En la resurrección pues, ¿de cuál de ellos será mujer?” Y el Señor les contestó: ¿“No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras y el poder de Dios?”. (Véase Lucas 20:27-39 y Mat. 12:18-25.) La mujer solamente se casa con un hombre por las eternidades. Es cierto que se puede casar por las leyes del país muchas veces, pero no se puede sellar a más de un esposo. De manera que aquella mujer no le pertenecía a ninguno de ellos, con excepción del primero; y si se hubiera casado en el templo, él sería su compañero por todas las eternidades; y si con los otros hombres tuviera niños, éstos pertenecerían al primer matrimonio. Esto significa entonces que solamente la persona con quien se casa en el templo la tendrá por la eternidad. Es algo en lo que tenemos que pensar muy cuidadosamente: no podemos reírnos de ello ni olvidarlo, hermanos; esta idea debe estar en la mente de toda pareja, constantemente.

¡Qué triste sería si hubiera un accidente en vuestra familia! O cualquier otro incidente por el cual perdierais a vuestro cónyuge para siempre. Aun el hecho de saber que no lo tenéis por las eternidades, es muy triste.

Os aconsejo, hermanos, que inmediatamente os pongáis a ahorrar dinero para poder ir un día al templo a cumplir con estas sagradas ordenanzas, y también para que vuestros niños sean sellados a vosotros.

Un día, una pareja joven fue a Lago Salado para casarse; aunque el templo estaba abierto ese día, no pensaron que era muy importante, de manera que fueron a un Obispo para que los casara. La ceremonia se llevó a cabo en la presencia de muchos amigos. Después subieron al auto y se dirigieron a casa de los padres de ella, que estaba a unos cuantos kilómetros de distancia. Al dar la vuelta a una curva, vino un auto en sentido contrario, chocaron, y la joven murió. ¡Y pensar que aquel irreflexivo muchacho había pasado varias veces; frente al templo, y hubiera podido purificar su vida para que pudieran ser sellados allí!… Recordad que no tenemos control sobre la vida y la muerte, aunque hagamos todo lo posible por alargar la primera.

El apóstol Pablo dijo: “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres” (1 Cor. 15:19).

De manera que vemos que Pablo ya sabía todo acerca de esto.

En los días en que se preparaba el libro de Doctrinas y Convenios, el Señor le dijo a su pueblo:

“Prepara tu corazón para recibir y obedecer las instrucciones que estoy a punto de darte, porque todos aquellos a quienes se revelare esta ley, tendrán que obedecerla.

Porque he aquí, te revelo un nuevo y sempiterno convenio…” (D. y C. 132:3-4.)

Solamente los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días saben cuál es este convenio: es el convenio del matrimonio eterno de que hemos estado hablando. El Señor también dijo:

“Y en cuanto al nuevo y sempiterno convenio, fue instituido para la plenitud de mi gloria…” (D. y C. 132:6.)

¿Por qué debe estar alguien satisfecho con sólo una pequeña parte del evangelio, cuando puede tener la plenitud? Esto es muy importante, hermanos, y no deberíamos dormir tranquilos hasta que hayamos hecho nuestros planes para alcanzar la exaltación con nuestra familia. Esa es la razón por la que los hermanos reciben el sacerdocio, el cual es una puerta abierta; si lo magnificáis, seréis dignos. No puedo comprender cómo cualquier hombre puede tener hijos y amarlos, y no hacer los preparativos necesarios para que sean suyos eternamente.

Cualquier sacerdote o ministro puede hacer una ceremonia, pero no hay ningún lugar en el mundo en el cual se lleve a cabo el matrimonio eterno, excepto en la Casa del Señor. Cuando el Padre y el Hijo aparecieron a José Smith y enviaron a los apóstoles, éstos entregaron a José Smith y sus sucesores las llaves del reino, y nadie más las tiene. Pero se necesita una llave para abrir una puerta, así que esperamos qué: cada persona tenga abierta la puerta correcta para llegar a la eternidad.

Permitidme deciros una escritura más del Señor:

“Y todas las cosas que están en el mundo, si fueren ordenadas de los hombres, en virtud de tronos, principados, potestades o cosas de renombre, cualesquiera que fueren, y que no son de mí o por mi voz, serán derribadas…” (D. y C. 132:13.)

Eso significa que si el rey o el gobernante de una nación, o un príncipe, autorizaran un matrimonio, esto no tendría significado alguno en el más allá.

El Señor dice que “por mí” y “por mi palabra” (D. y C. 132:18). “Por mí”, significa por aquel que tiene las llaves. ¡Qué importante es esto y qué maravilloso! Y está en nuestro poder hacer que cambien las condiciones en que vivimos. Queridos hermanos, este es un asunto muy serio. Sabemos cuál es la voluntad del Señor. Tomemos Doctrinas y Convenios, y estudiemos larga y cuidadosamente las secciones 131 y 132. Luego, enseñémoslas a nuestros hijos cada lunes en nuestras noches de hogar, para que puedan prepararse para un matrimonio en el templo cuando piensen en casarse.

Hermanos y hermanas, ésta es la palabra del Señor, la recibimos por medio del profeta José Smith y es una de las cosas más importantes y serias de que habéis oído hablar. Esperemos ver el día en que haya un templo en esta área. Pero hasta entonces, esperamos que empecéis a hacer arreglos para asistir al templo y hacer esta obra. Yo sé que es verdad, el Señor nos lo ha dado porque nosotros somos su pueblo. Amamos también al resto del mundo y queremos que acepte las verdades del evangelio.

Que el Señor os bendiga, hermanos; que la paz esté con vosotros; que penséis y habléis mucho sobre este convenio sempiterno que el Señor os ha prometido cuando os bautizasteis. Él lo prometió con la condición de que hicieseis algún sacrificio para conseguirlo. Yo sé que lo que he dicho es verdad, os lo testifico con todo el amor que os tengo y en el nombre de Jesucristo. Amén.

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