Dedicad tiempo a vuestros hijos

1977 Conferencia de Área en la ciudad en la Paz, Bolivia
Dedicad tiempo a vuestros hijos
por el presidente Marion G. Romney
de la Primera Presidencia
Sesión para madres e hijas

Marion G. RomneyMis queridas hermanas, me gustaría daros tres lecciones para que recordarais siempre. La importancia de enseñar a vuestros hijos queda recalcada por el hecho de que en los primeros meses después que la Iglesia fue organizada, el Salvador Jesús le dio al profeta José dos instrucciones específicas concernientes al deber de los padres de enseñar a sus hijos. Y por cierto, todos sabemos que la mayor responsabilidad recae en las madres para que enseñen a los hijos; ellas están en el hogar con ellos, mientras que el padre, por lo general, está ausente ganando la vida.

La primera cosa a que me refiero, que el Salvador le mencionó al Profeta, es que los niños no pueden pecar antes de que tengan los ocho años de edad. Dijo que Él no le había dado a Satanás el poder para tentar a los niños y que una de las razones por las que no le había dado ese poder, fue que grandes cosas se podrían requerir de sus padres.

O sea, que mientras los niños son menores de ocho años, los padres pueden enseñarles a andar en rectitud a fin de que cuando lleguen a cumplir ocho años de edad (el Señor se refiere a esa edad como a la de responsabilidad), los niños hayan sido instruidos para que puedan resistir las tentaciones del maligno. Esa es una de las lecciones y espero que nunca la olvidéis.

La otra lección concierne a otra declaración del Salvador: El dio una revelación en la que dijo que los padres debían enseñar a sus hijos, para que cuando lleguen a la edad de responsabilidad, comprendan la doctrina del arrepentimiento, fe en Cristo, el Hijo del Dios Viviente, bautismo por inmersión y el don del Espíritu Santo por la imposición de manos. Y dijo que los padres que no hicieran esto para sus hijos, serían responsables ante El. De manera que estas dos declaraciones de que Satanás no puede tentar a los niños, y que es un deber impuesto por el Salvador mismo sobre los padres, son dos grandes revelaciones y tenemos una gran responsabilidad de vivir de acuerdo con ellas.

El tercer asunto del que deseaba hablaros, es para daros un ejemplo de cómo una madre enseñó a sus hijos el principio de los diezmos. Es una declaración que la hermana Noemi Randall, quien escribió las palabras del himno “Soy un hijo de Dios”, presentó en una reunión de la Primaria en donde se estaba instruyendo a las maestras de la misma. La hermana Randall dijo: “Quedé muy impresionada con la encantadora personalidad y comportamiento sumamente hermoso de cuatro niños de esta pareja”. Estaba de visita en la casa de un oficial militar y su esposa, y luego continúa diciendo que vio la razón del desarrollo de esos niños. La madre estaba ocupada en el fregadero de la cocina, lustrando las partes difíciles de limpiar de un candelero de plata; su hijo de ocho años se le acercó con una pequeña caja en la mano: “Mira, madre”, le dijo, “aquí está la caja para  los diezmos que hice en la Primaria. Quiero poner ahí mis diezmos, pero no sé cuánto pagar.”

Para sorpresa de la hermana Randall, la madre se secó las manos, se dirigió hacia un cajón de dónde sacó una libretita y un lápiz, y luego se sentó a la mesa, con su hijo a su lado. Durante los diez minutos siguientes le explicó cómo hacer un recuento exacto del dinero que recibía cada semana de sus padres, el regalo de cumpleaños de su abuelo y aquello que había ahorrado por hacer diversas tareas en el hogar. Le ayudó a enumerar y sacar la suma de todo esto; luego le enseñó la manera de determinar el porcentaje que le debía pagar al Señor como diezmo. Después le dio la libreta y le dijo que la guardara para anotar ingresos futuros. Después de que el niño se alejó completamente satisfecho, la hermana Randall, le dijo:

“Usted me sorprende; no muchas madres interrumpirían sus tareas para dar respuesta a una pregunta de un hijo tal como usted lo hizo.”

Ahora escuchad la respuesta de la madre y nunca la olvidéis:

“Es posible que pase el resto de mi vida lustrando plata, pero quizás mi hijo no me pregunte jamás otra vez cuánto de diezmo ha de pagar a su Padre Celestial.”

Ahora, madres, recordad que vuestros pequeñitos están libres de las tentaciones de Satanás durante sus primeros ocho años. Recordad que durante ese tiempo habéis de enseñarles los principios fundamentales del evangelio: fe en el Señor Jesucristo, arrepentimiento, bautismo para la remisión de los pecados e imposición de las manos para recibir el don del Espíritu Santo. Si hacéis esto, vuestros hijos os bendecirán a través del tiempo y las eternidades. No fracaséis en deteneros y tomar tiempo para enseñar a vuestros hijos mientras son pequeños y podéis modelar su mente.

Vosotras, hermanas, sois las más afortunadas de todas las hermanas de las siete conferencias que se han efectuado en este viaje, porque ninguna de ellas ha tenido el privilegio de que el Presidente de la Iglesia esté presente en su reunión para madres e hijas, y estoy seguro de que él no rechazará vuestra invitación para hablaros hoy.

Que el Señor os bendiga. En el nombre de Jesucristo. Amén.

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