El grande y terrible día del Señor

1977 Conferencia de Área en la ciudad de Lima, Perú
“El grande y terrible día del Señor”
por el presidente Marion G. Romney
de la Primera Presidencia Sesión
General del domingo por la mañana

Marion G. RomneyMis queridos hermanos, hoy tengo en mente deciros algo referente a la segunda venida de nuestro Salvador.

Mucho antes del diluvio, dando respuesta a la pregunta de Enoc acerca del tiempo en que El regresaría, el Señor dijo: “Como vivo yo, aun así vendré en los últimos días, en los días de iniquidad y venganza”.

La mayoría de las profecías del Antiguo Testamento que conciernen a la venida de Jesucristo, se refieren a su venida en el meridiano de los tiempos; sin embargo algunas de ellas predicen su segunda venida. El salmista cantó: “Vendrá nuestro Dios y no callará; fuego consumirá delante de él, y tempestad poderosa le rodeará” (Salmos 50:3).

El profeta Isaías dijo: “Decid a los de corazón apocado: esforzaos y no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá y os salvará”. Y en el Nuevo Testamento leemos:

“…estando El sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”

Su respuesta fue:

“…como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre…

viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.” (Mateo 24:3, 27, 30.)

A la hora de la ascensión del Señor frente a los ojos de los discípulos:

“… fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.

Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas,

los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al, cielo.” (Hechos 1:9-11.)

En América, el Cristo resucitado explicó al pueblo nefita todo, desde el principio hasta el tiempo en que El vendría en gran gloria. Y a sus tres discípulos nefitas íes dijo:

“… viviréis hasta ver todos los hechos del Padre para con los hijos de los hombres, aun hasta que se cumplan todas las cosas según la voluntad del Padre, cuando yo venga en mi gloria con los poderes del cielo.” (3 Nefi 28:7.)

Más recientemente, para ser específico en 1830, poco después que la Iglesia había sido organizada en esta última dispensación, el Señor dio esta admonición a algunos de los hermanos:

“… sed fieles, orando siempre, llevando aderezadas y encendidas vuestras lámparas, y con suficiente aceite, para que estéis listos al tiempo de la venida del Esposo.

Porque, he aquí, de cierto, de cierto os digo, que vendré pronto.” (D, y C. 33:17-18.)

De la verdad de estas Escrituras, el Espíritu ha conservado registro.

Que Cristo vendrá de nuevo, es certeza en la mente de todo creyente. Estamos igualmente ciertos de que nadie puede decir precisamente cuándo vendrá. “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”, dijo El (Mateo 24:36).

Pero el Señor nos ha indicado algunas de las señales que nos advertirán que el día se aproxima.

El Señor mismo dijo a sus discípulos cuando estaba con ellos en la carne:

“Como me habéis preguntado acerca de las señales de mi venida, en el día en que venga en mi gloria en las nubes del cielo…

… yo os enseñaré cómo vendrá el día de la redención…

… la desolación vendrá sobre esta generación como ladrón en la noche,” (Él se refería aquí a la generación de los judíos, entre los cuales Él había ministrado) “y este pueblo será destruido y dispersado entre todas las naciones.

No obstante, será recogido de nuevo; pero quedará hasta después del cumplimiento de los tiempos de los gentiles.

Y en ese día se oirá de guerras y rumores de guerras, y toda la tierra estará en conmoción, y desmayarán los corazones de los hombres, y dirán que Cristo demora su venida hasta el fin de la tierra.

Y el amor de los hombres se resfriará, y abundará la iniquidad.”

(Convendría recordar estas Escrituras al contemplar las presentes condiciones del mundo.)

“Y cuando viniere el tiempo de los gentiles, resplandecerá una luz entre los que se encuentran en las tinieblas, y será la plenitud de mi evangelio;”

(La restauración del evangelio ha dado cumplimiento a esta profecía, porque esta escritura se refiere a la restauración del evangelio por medio del profeta José Smith.) “Mas no lo reciben, porque no perciben la luz, y vuelven sus corazones en mi contra a causa de los preceptos de los hombres.” (Véase D. y C. 45:16-29.)

Y esta es la manera como el mundo en general está comportándose hoy en día.

“Y en esa generación será cumplido el tiempo de los gentiles,

Y habrá hombres en esa generación que no pasarán hasta no ver una plaga arrolladora, porque una enfermedad desoladora cubrirá toda la tierra.

Pero mis discípulos estarán en lugares santos, y no serán movidos; pero entre los inicuos, los hombres levantarán sus voces y maldecirán a Dios, y morirán.

Y también habrá terremotos en diversos lugares, y muchas desolaciones; aún así, los hombres endurecerán sus corazones contra mí, y empuñarán la espada el uno contra el otro, y se matarán el uno a) otro.” (D. y C. 45:30-33.)

“Y ahora cuando yo, el Señor, hube hablado estas palabras a mis discípulos…

(El Señor estaba relatando al profeta José Smith lo que Él había dicho a sus discípulos en Jerusalén antes de su crucifixión.)

… ellos se turbaron.

Y les dije: No os turbéis, porque cuando todas estas cosas acontezcan, sabréis que serán cumplidas las promesas que os han sido hechas.

Y cuando la luz empezare a asomar, les será semejante a una parábola que os enseñaré:

Miráis y observáis la higuera, y la veis con vuestros ojos; y cuando empieza a retoñar, y sus hojas todavía están tiernas, decís que el verano se acerca.

Así será en aquel día, cuando vean todas estas cosas, entonces sabrán que la hora se acerca.

Y acontecerá que el que me teme estará esperando la venida del gran día del Señor, aun las señales de la venida del Hijo del Hombre.

Y verán señales y maravillas, porque se mostrarán arriba en los cielos y abajo en la tierra;

Y verán sangre, y fuego, y vapores de humo.

Y antes que venga el día del Señor, el sol se obscurecerá, y la luna se tornará en sangre, y las estrellas caerán del cielo.

Y el resto será juntado en este lugar;”

(Recordemos que cuando el Señor dijo estas palabras que después repitió a José Smith, se encontraba en el monte de los Olivos y se refería a la última congregación de los judíos en estos últimos días en Jerusalén.)

“Y entonces me buscarán, y, he aquí, vendré; y me verán en las nubes del cielo, investido con poder y gran gloria, con todos los santos ángeles; y el que no me esté esperando, será desarraigado.

Pero antes que cayere el brazo del Señor, un ángel sonará su trompeta, y los santos que hubieren dormido saldrán para recibirme en la nube.”

(Eso se refiere a los santos que hayan muerto antes de su venida, y que se levantarán de sus tumbas para recibirlo.)

“Por lo tanto, si hubiereis dormido en paz, benditos seréis: porque como ahora me veis, y sabéis que yo soy, aun así vendréis a mí y vivirán vuestras almas, y vuestra redención será perfeccionada; y los santos vendrán de los cuatro cabos de la tierra.

Entonces el brazo del Señor caerá sobre las naciones.

Y entonces el Señor pondrá su pie sobre este monte y se partirá por la mitad, y temblará la tierra y se bamboleará, y los cielos también se estremecerán.

Y el Señor emitirá su voz, y todos los confines de la tierra la oirán; y las naciones de la tierra se lamentarán, y los que han reído verán su insensatez.

Y la calamidad cubrirá al burlador, y el mofador será consumido; y los que han buscado la iniquidad serán talados y echados al fuego.

Y entonces me mirarán los judíos y dirán: ¿Qué son estas heridas en tus manos y en tus pies?

Entonces sabrán que yo soy el Señor, porque les diré: Estas son las llagas que recibí en la casa de mis amigos. Yo soy el que fue levantado. Soy Jesús quien fue crucificado. Yo soy el Hijo de Dios.

Y entonces llorarán a causa de sus iniquidades; y se lamentarán porque persiguieron a su rey.

Y entonces serán redimidas las naciones paganas, y los que no conocieron ninguna ley tendrán parte en la primera resurrección; y para ellos será tolerable.

Y Satanás será atado, para que no tenga lugar en los corazones de los hijos de los hombres.

Y en aquel día, cuando venga en mi gloría, se cumplirá la parábola que, hablé acerca de las diez vírgenes.”

Ahora prestad cuidadosa atención a la próxima declaración, porque tiene una gran promesa si vivimos el evangelio:

“Porque aquellos que son sensatos y han recibido la verdad, y han tomado al Espíritu Santo por guía, y no han sido engañados—de cierto os digo, éstos no serán talados, ni echados al fuego, sino que aguantarán el día.

Y les será dada la tierra por heredad; y se multiplicarán y se harán fuertes, y sus hijos crecerán sin pecado hasta salvarse.

Porque el Señor estará en medio de ellos, y su gloria estará sobre ellos, y él será su rey y su legislador.” (D. y C. 45:34-59.)

Con toda seguridad el Señor estaba hablando literalmente en esta fecha, el 4 de noviembre de 1830, cuando le dijo a Orson Pratt, por medio del profeta José Smith: “Y será un gran día la hora de mi venida.”

Será aquél un día grande y glorioso para los que estén preparados; y será un día terrible para aquellos que no lo estén. Todos nosotros vamos a participar de ese gran día, y cuando llegue, la cuestión fundamental no será si estamos vivos, o si ya hemos pasado apotro lado del velo, sino únicamente si hemos aceptado al Señor Jesucristo por lo que es, el Unigénito del Padre, nuestro Salvador y el Redentor del mundo, y si hemos obedecido sus mandamientos; no hay otra manera de prepararse adecuadamente para ese gran día. Porque…

“He aquí, tenéis mi evangelio por delante, y mi roca y mi salvación.

Pedid al Padre en mi nombre creyendo en fe que realmente recibiréis al Espíritu Santo que manifiesta todas las cosas que son convenientes para los hijos de los hombres.

Tomad sobre vosotros el nombre de Cristo, y exponed la verdad con circunspección.

Y todos los que se arrepienten, bautizándose en mi nombre, —el cual es Jesucristo—y perseveraren hasta el fin, serán salvos.

He aquí, Jesucristo es el nombre dado por el Padre, y no hay otro nombre dado, en el cual el hombre pueda ser salvo.

Así que, todos los hombres tienen que tomar sobre sí el nombre dado por el Padre, porque en ese nombre serán llamados en el postrer día.

Por lo tanto, si no saben el nombre por el cual se les llamará, no podrán tener lugar en el reino de mi Padre.” (D. y C. 18:17-25.)

El acatamiento de este requisito no acepta términos medios; él solamente “haber tratado” no será suficiente; para repetir la declaración del Señor, “se cumplirá la parábola que yo hablé acerca de las diez vírgenes. Porque aquellos que son sensatos y han recibido la verdad, y han tomado el Espíritu Santo por guía, y no han sido engañados… aguantarán el día.”

Que el Señor os bendiga, mis queridos hermanos y hermanas, que podamos plenamente comprender e] significado de los días en que estamos viviendo y estemos preparados cuando venga el Señor. Lo ruego humildemente en el nombre de Jesucristo, nuestro Redentor. Amén.

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