1977 Conferencia de Área en la ciudad en la Paz, Bolivia
El plan del Señor
por el presidente Marion G. Romney
de la Primera Presidencia
Sesión general
Mis amados hermanos y hermanas, os invito a uniros conmigo en oración, a fin de que mientras hable, el Espíritu del Señor nos bendiga.
Quiero hacer algunos comentarios acerca del conocimiento más importante que jamás haya sido revelado al hombre.
El programa del Señor para enseñar el evangelio de Jesucristo es el modo por el cual nuestro Padre Celestial prescribió que sus hijos espirituales volviéramos a su presencia. En el mundo espiritual, antes de que el mundo fuese, el Señor presentó el plan del evangelio a todos sus hijos espirituales, a quienes se les daría vida mortal en esta tierra. Cuando presentó el programa, una tercera parte de sus hijos espirituales lo rechazaron. Nosotros, los que nos encontramos ahora en la tierra, y todos aquellos que han estado o estarán en lo futuro, hemos aceptado este plan; si no lo hubiésemos aceptado, no habríamos nacido en esta tierra.
El Señor empezó a enviar a sus hijos espirituales a la tierra a través de nuestros primeros padres, Adán y Eva. Como espíritus, se les había enseñado el programa, el evangelio de Jesucristo, en el mundo espiritual, tal como a todos nosotros; sin embargo, cuando nacieron en este mundo, habían perdido el recuerdo de su preexistencia, como ha sucedido con todos desde aquel entonces. Eso hizo posible que ellos, así como toda su posteridad, oyesen y aprendiesen acerca del evangelio de Jesucristo después que nacieron en esta vida. Esto es así porque nadie puede ser salvo y exaltado sin un conocimiento del evangelio y sin obedecerlo. Para cumplir con esta enseñanza, el Señor estableció un programa de tres fases, mediante el cual todos los hombres pueden recibir instrucción.
En el principio, nuestro Padre, Dios mismo, vino y lo enseñó a Adán y su compañera; y también envió ángeles para que les enseñasen; les enseñó el programa entero y ha hecho esto repetidamente después de las apostasías generales desde aquella época, los días de Adán, hasta la actualidad. El reveló de nuevo el evangelio a Enoc; lo reveló nuevamente a Noé; se lo reveló a Abraham, a Moisés.
El Señor mismo vino durante el meridiano de los tiempos y lo enseñó a los pueblos de aquella época; el Señor y los ángeles revelaron el evangelio a los ja-reditas y a los nefitas que antiguamente ocuparon estas tierras de América; y en esta última dispensación el Señor Jesucristo mismo y su Padre Celestial aparecieron al profeta José Smith y enviaron ángeles desde los cielos para enseñar el mismo evangelio al profeta José Smith y otros profetas en esta última dispensación.
Las enseñanzas del evangelio, por medio del Padre y su Hijo Jesucristo, y de sus santos ángeles, es la primera fase del programa de Dios para enseñar el evangelio a las naciones de la tierra. La segunda fase de este programa es la enseñanza del evangelio de padres a hijos. El Señor instruyó específicamente a Adán y Eva que enseñaran el evangelio a sus hijos, lo cual hicieron. Las Escrituras dicen que ellos “hicieron saber todas las cosas a sus hijos e hijas”. Entonces Satanás vino a ellos y les dijo que no creyesen lo que sus padres les habían enseñado, y muchos de ellos no lo creyeron, y desde ese tiempo “los hombres empezaron a ser carnales, sensuales y diabólicos”.
Mediante sus profetas, el Señor ha instruido de nuevo a los padres, en cada dispensación, que enseñen a sus hijos. En esta última dispensación el Señor ha instruido a los padres que críen a sus hijos en luz y verdad; aun reprendió a algunas de las Autoridades de la Iglesia en los primeros días por fracasar en enseñar a sus hijos.
Queda claro que el programa del Señor, donde se enseña el evangelio a la gente, es que Él lo revela a sus profetas para que ellos a su vez lo enseñen a los padres, los cuales lo transmiten a sus hijos.
Mediante la Presidencia de la Iglesia, el Señor ha establecido lo que conocemos como noche de hogar semanal, la que requiere de nosotros que reunamos a nuestras familias y les enseñemos el evangelio. Estas son responsabilidades que todos debemos efectuar.
La tercera fase de la enseñanza del evangelio descansa en el Sacerdocio de Dios. En la revelación que algunas veces se conoce como la Constitución de la Iglesia, el Señor ha instruido a su sacerdocio que visite el hogar de cada miembro de la Iglesia, y que los exhorte a orar vocalmente y en secreto y a que atiendan a todos sus deberes familiares.
En el programa entero de la Iglesia, la obra misional, el entrenamiento en la Escuela Dominical, en la Primaria y en todas las demás organizaciones, el propósito fundamental de la educación de la Iglesia es la educación de los miembros, es enseñarles el evangelio. Disponemos de escuelas profesionales que establecemos, a fin de que nuestros alumnos puedan recibir las ciencias y las artes en un ambiente donde se enseñe y viva el evangelio de Jesucristo.
Os testifico de la veracidad de todas estas cosas, y os prometo que si hacéis vuestro deber en este respecto, os salvaréis vosotros y vuestros hijos, lo cual ruego que logremos, en el nombre de Jesucristo. Amén.
























