1977 Conferencia de Área en la ciudad de Santiago, Chile
Hombre mormón
por el élder Robert E. Wells
del Primer Quorum de los Setenta
Sesión del Sacerdocio
Mis muy queridos hermanos poseedores del Sacerdocio a quien Chile, es para mí un honor y un placer ocupar este pulpito en presencia de nuestro Profeta. Él es un hombre admirable, un hombre inspirado, es un hombre con una responsabilidad divina.
Deseo hablaros en cuanto al Sacerdocio de Dios.
Clero seglar
En esta Iglesia del Señor Jesucristo, no tenemos un clero pagado ni un sacerdocio profesional. Lo que nosotros tenemos, son miles de chilenos, japoneses, australianos, canadienses, alemanes, brasileños, etc., quienes poseen con rectitud la autoridad legal para actuar en el nombre de Dios, Cada sacerdote mormón aquí presente desde Arica a Punta Arenas, debe saber que él ha sido llamado por un tiempo indefinido en cualquier posición que desempeñe, pero que su sacerdocio es eterno. Él sabe que fue ordenado para servir. Puede estar sirviendo como líder o no; puede aún haber períodos de descanso en los cuales pareciera que solamente es llamado para sentarse en un banco entre la congregación.
Con un sacerdocio seglar todos tomamos turnos y posiciones en forma rotativa de un hermano a otro. Todos sabemos que el único galardón por un trabajo bien hecho es un voto de agradecimiento cuando somos relevados y la salud para ser llamados a otro puesto. No es dónde servimos lo que importa, sino más bien cómo servimos.
Para estar preparados
En un área de tan rápido crecimiento como Chile, todos debemos estar preparados para ser llamados en cualquier momento a cualquier posición. La Iglesia tiene gran necesidad de cada miembro, especialmente del hombre mormón. De entre los poseedores del sacerdocio son llamados todos los oficiales de la Iglesia. Por lo tanto, debemos desarrollar y aumentar nuestro conocimiento de los procedimientos de administración, métodos, orden y práctica del gobierno de la Iglesia.
Espiritualidad
Ya que un hombre no sirve en la Iglesia usando la sabiduría de los hombres, ni las técnicas del manejo mundano, sino más bien por hacer lo que el Espíritu Santo le indica que debe hacer, se propone que cada uno de nosotros desarrolle un alto grado de espiritualidad, para poder servir con mayor éxito. La espiritualidad no es una fórmula, sino una condición de dignidad. La condición espiritual de un hombre está determinada por el grado en que él honre el sacerdocio, el cual le ha sido confiado. La prosperidad misma de la Iglesia, puede ser medida por la actividad del sacerdocio. Una gran responsabilidad de ser dignos descansa sobre cada uno de nosotros aquí esta noche.
El hombre mormón
¿Qué clase de hombre es el hombre mormón? Responderé a mi propia pregunta: él es en su hogar, un patriarca como Abraham, bendiciendo a su esposa e hijos con su sacerdocio; es como un judío erudito en la sinagoga cuando asiste a la reunión del sacerdocio con los libros de Dios bajo el brazo; es un trabajador devoto para el dueño de la compañía en la cual trabaja; es un capataz competente y razonable, cuando está a cargo de otros hombres; es el hombre de negocios honesto, el oficial dedicado, la persona de confianza; es tan leal a los que le pagan salario, que é! es el primero en llegar y el último en salir, y rinde una hora honesta de trabajo por una hora de salario.
El sacerdote mormón es un hombre de Dios que no tiene miedo ni vergüenza de decir al mundo que él vive y actúa por medio de principios espirituales. Hay una sed, en este mundo de cosas temporales, de ver a un hombre espiritual. El sacerdote mormón honra la femineidad y la virtud. Él llega al altar del matrimonio tan casto y virtuoso como espera que sea su adorada compañera. El hombre mormón aborrece las cosas vulgares y pornográficas, y por esto no asiste a lugares donde no pueda llevar a la familia. No lee material pornográfico, no escucha malos chistes, la virtud engalana sus pensamientos y siempre está en lugares santos.
Hambre de ver hombres espirituales
Tal como Pablo escribió a Timoteo acerca de un obispo, así debería ser cada uno de nosotros. Pablo dijo que debe “ser irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedados apto para enseñar… que gobierne bien su casa…” etc., (1 Timoteo 3:2-9). Repito, hay sed en el mundo de escuchar la palabra de Dios, y de ver hombres espirituales y dignos de confianza. Debemos estar en el mundo pero no ser del mundo.
Iniciativa
El sacerdote mormón es obediente a la autoridad del sacerdocio, pero se dirige al Señor para tener la inspiración de llevar a cabo sus propias asignaciones. Él tiene su propia relación con el Señor y tiene su propio testimonio, que está fundado sobre la roca, no en arenas movedizas, ni basado en el de los hombres. Él sabe que no es un siervo flojo que tiene que ser compelido en todas las cosas (Véase D. y C. 58:26), sino que obra por propia iniciativa.
Recibir inspiración y dar inspiración
Un hombre mormón sabe que por medio de su sacerdocio puede recibir inspiración divina de acuerdo con la posición a la cual ha sido llamado. Sabe que puede dar inspiración de acuerdo con la que recibe; y uno recibe inspiración cuando vive rectamente.
El hombre mormón y la política
Nuestra declaración de fe incluye este artículo:
“Creemos en estar sujetos a los reyes, presidentes, gobernantes, y magistrados; en obedecer, honrar, y sostener la ley.”
Somos buenos ciudadanos, respetamos el himno nacional, la bandera y las tradiciones nobles de la patria. Respondemos al servicio militar cuando nos llaman y servimos con honor.
El hogar de un hombre mormón
Hay un viejo proverbio que dice: “Su hogar puede reemplazar al mundo, pero el mundo nunca puede reemplazar a su hogar”, el cual equivale al pensamiento: “Ningún éxito en el mundo compensa el fracaso en el hogar”. Primero, viene el hogar. Nuestro deber como padres mormones es el de crear un ambiente en el hogar para que nuestros hijos se acuerden de las enseñanzas celestiales que conocieron en la preexistencia, antes de venir a nuestro cuidado. Tenemos que crear un ambiente celestial en el hogar.
Sed de los escogidos
Seamos esa clase de hombres que habiendo vivido devotamente hasta el fin, estas palabras puedan ser dichas de cada uno de nosotros cuando nos hayamos ido: “Muchos fueron llamados pero él fue uno de los escogidos, no mantuvo poder ni influencia en virtud de su sacerdocio sino por persuasión, longanimidad, benignidad y mansedumbre, y por amor sincero; por bondad y conocimiento puro… él estuvo lleno de caridad hacia todos los hombres… su hogar fue una casa de fe,., la virtud engalanó sus pensamientos incesantemente… el Espíritu Santo fue su compañero constante… la doctrina del sacerdocio destilaba sobre su alma como rocío del cielo… su confianza fue fuerte en la presencia de Dios”. (Véase D. y C. 121: 40-46.)
Hermanos míos, estoy agradecido a mi Padre Celestial por este sacerdocio que poseo y al que trato de honrar. Ruego que el Señor nos bendiga a cada uno para que seamos patriarcas en nuestros hogares, hombres dignos y buenos, dignos de poseer la recomendación para ir al templo, listos para ir tan pronto como sea posible, cumpliendo con todos estos consejos, más los consejos de todos nuestros otros líderes que nos han dirigido la palabra y todavía los que nos dará nuestro querido Profeta.
Que el Señor nos bendiga para que podamos magnificarnos a nosotros mismos, ya que el sacerdocio no se magnifica, sino que nosotros nos magnificamos dentro del sacerdocio. Es mi oración y mi testimonio en el nombre del Salvador Jesucristo. Amén.
























