1977 Conferencia de Área en la ciudad de Santiago, Chile
Seamos una familia eterna
por el élder Robert D. Hales
del Primer Consejo de los Setenta
Sesión para madres e hijas
Mis queridas hermanas; en el principio, nuestro Padre Celestial creó a Adán y Eva y los dio el uno al otro como marido y mujer. Les mandó que tuvieran hijos y que les enseñaran el plan de salvación para todos los hombres, y como sabemos, este pian es el evangelio de Jesucristo.
Se les prometió a Adán y Eva que aquellos que fueran obedientes a los principios y ordenanzas del evangelio de Jesucristo serian santificados de todo pecado, y tendrían la vida eterna. Tener vida eterna significa ser exaltados, vivir con Dios y gozar de las mismas bendiciones de que El disfruta. Significa que la unidad familiar continúa en la eternidad, que los cónyuges siguen siendo esposo y esposa y continuarán teniendo hijos. Los niños que nacen de padres que han sido exaltados, son hijos en el espíritu, así como lo fuimos nosotros antes de venir a esta tierra.
Los mismos mandamientos y promesas que se dieron a Adán y Eva, se aplican a nosotros en la actualidad. La exaltación es algo que se logra como un conjunto; ningún hombre, ni ninguna mujer, puede lograrlo a solas.
En una de sus cartas a los santos de Corinto, el apóstol Pablo escribió que, “… en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón” (1 Corintios 11:11). En este esfuerzo unido se han señalado algunas asignaciones particulares a cada uno de los cónyuges. El esposo, como poseedor del sacerdocio, debe presidir en la familia con rectitud y amor, en la que honra y apoya a su esposa en el papel que ella desempeña. La esposa, que goza del precioso don de la maternidad, debe honrar y reverenciar a su esposo recto. El esposo debe presidir en el hogar, pero únicamente por medio de la persuasión y con rectitud. ¡Qué gran bendición es tener hijos! Los padres tienen la tarea de educarlos y adiestrarlos y darles buen ejemplo.
El Señor ha dicho:
“Y además, si hubiere en Sión, o en cualquiera de sus estacas organizadas, padres que tuvieren hijos, y no les enseñaren a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo por la imposición de manos, cuando éstos tuvieren ocho años de edad, el pecado recaerá sobre las cabezas de los padres.’’ (D. y G 68:25.)
Los niños de la familia deben recordar lo que el Señor dijo:
“Honra a tu padre y a tu madre” (Éxodo 20:12). Los hermanos y hermanas mayores deben dar el ejemplo a los menores.
Para llegar a ser una familia eterna, cada miembro de la familia debe cumplir con su parte. Dice un reirán: “Tú me sostienes a mí y yo le sostengo a ti, y juntos ascenderemos”. Si cada miembro de la familia se sostiene a sí mismo y ayuda a sostener a los otros, la familia puede ascender junta y llegar a ser una familia eterna.
Vosotros, hermanos y hermanas, tenéis una gran influencia sobre cada miembro de la familia. El espíritu que irradia de vosotros predominará en vuestros hogares y dejará su impresión en el género de vida de vuestros esposos e hijos.
Mis queridos hermanos y hermanas, deseo expresaros mi testimonio desde mi corazón; sé que Dios vive, sé que Jesucristo es el Hijo de Dios, sé que el presidente Spencer W, Kimball es hoy el Profeta de Dios, quien guía la Iglesia a través de la revelación. Sé que si cumplimos los mandamientos de Dios, el Espíritu Santo vivirá con nosotros en nuestros corazones. La participación del sacramento constituye una protección para nosotros. Ojalá que todos cumplamos con los mandamientos, es mi oración en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
























