Seguid el ejemplo de Eva

1977 Conferencia de Área en la ciudad de Santiago, Chile
Seguid el ejemplo de Eva
por el presidente Marion G. Romney
de la Primera Presidencia
Sesión para madres e hijas

Marion G. RomneyHermanas, he decidido traer a vuestra atención, cinco grandes rasgos de carácter de nuestra madre Eva que aparecen en las Escrituras. Por supuesto, todos sabemos que ella fue la primera mujer mortal, la madre de toda la raza humana; que era una grande y noble mujer y dio ejemplo de una vida correcta digna de emularse. Las cinco virtudes a que me refiero son las siguientes:

Eva trabajó al lado de su esposo; cumplió con su misión de multiplicar y henchir la tierra; oró con su esposo-aprendió, comprendió y apreció el evangelio; y junto con él enseñó el evangelio a sus hijos.

La referencia más antigua que nos habla de Eva como mujer mortal, la encontramos en el primer versículo del quinto capítulo de Moisés, en la Perla de Gran Precio:

“Y sucedió que después que yo, Dios el Señor, los hube expulsado, Adán empezó a cultivar la tierra, a ejercer dominio sobre las bestias del campo y a comer su pan en el sudor de su rostro…”

Luego  la escritura nos dice que “Eva, su esposa, también se afanaba con él.” Trabajar junto con su marido llegó a ser una verdadera necesidad a medida que ella y Adán comprendían el significado de la declaración de Dios: “En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra”.

En su lucha valiente y solitaria por sobrevivir, esta noble mujer trabajó al lado de su esposo. Los términos con él, tal como se usan en esta escritura, tienen mucho significado; van más allá del trabajo físico, significan un propósito común, comprensión, cooperación y amor.

En este trabajo junto a su marido, Eva estableció un ejemplo de emulación por parte de todas sus hijas hasta la última generación. Aunque la naturaleza del trabajo de una mujer haya cambiado desde entonces, la relación verdadera de esposo y esposa no ha cambiado. Aunque las circunstancias justifiquen que una mujer trabaje fuera del hogar para ayudar a sostener a su familia, debe trabajar con su esposo y no para su propio beneficio ni en una actitud de conflicto con él. Las mujeres Santos de los Últimos Días deberían meditar sobre el significado de la siguiente declaración y desarrollar en sí mismas los excelentes rasgos de carácter que ella revela: “y Eva, su esposa, también se afanaba con él”. En las familias de los Santos de los Últimos Días los esposos deben ser unidos como dijo el Señor.

Después de relatar que Eva debía trabajar con su esposo, el registro nos indica que a pesar de ello, ella no dejó de cumplir con su misión como madre. El registro dice que “Adán conoció a su esposa y ella le parió hijos e hijas; y empezaron a multiplicarse y a henchir la tierra”.

La tercera referencia que nos habla de Eva como mujer mortal, la representa junto con su esposo en oración:

“Y Adán y Eva, su esposa, invocaron el nombre del Señor; y oyeron que les hablaba la voz del Señor en dirección del Jardín de Edén…”

En respuesta a esta oración el Señor les dijo que ellos deberían adorar al Señor su Dios. Esa es la primera ocasión en que los mortales recibieron el mandamiento de orar. Orar juntos es hoy indispensable para los esposos a fin de que mantengan unida a su familia y la conduzcan por el sendero que lleva a la vida eterna. Una esposa y madre sabia debe hacer lo posible para organizar su hogar a fin de promover diariamente la oración familiar. Cuando se arrodilla junto con su esposo y otros miembros de la familia y oran al Señor, no solamente está siguiendo el ejemplo de Eva, sino también el consejo del profeta José de estimular a su esposo a las buenas obras. El orar juntos prepara a una familia para la vida eterna.

Las consecuencias de la obediencia que implica este mandamiento, demuestran el gran poder espiritual e intelectual de Eva para comprender y agradecer las verdades del evangelio.

“Y pasados muchos días” nos dice el registro “un ángel del Señor se apareció a Adán, y le dijo: ¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó.”

Entonces el ángel comenzó a enseñarle el evangelio, el plan por medio del cual todos los hombres pueden elevarse desde la mortalidad de nuevo a la presencia de Dios. Y Eva, escuchando todas estas cosas, se regocijó. Luego dijo algo que demuestra su gran comprensión del evangelio.

“Si no hubiese sido por nuestra transgresión, jamás habríamos tenido simiente, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los obedientes.”

No recuerdo un pasaje en las Escrituras en. donde se muestre mayor comprensión y sabiduría que estas pocas líneas de lo que dijo nuestra madre Eva; su comprensión, la aceptación y agradecimiento por las revelaciones recibidas por su esposo, la caracterizan como una mujer con una mentalidad extraordinaria, un carácter noble y espiritual.

Afortunados son el esposo y los hijos de una madre que puede aprender, comprender y apreciar el evangelio como lo hizo nuestra madre Eva. En este respecto, su ejemplo es verdaderamente digno de seguirse.

La quinta y final virtud de nuestra madre Eva a la que quisiera dar énfasis, es que ella junto con su esposo, enseñaba el evangelio a sus hijos. Al revelarles el evangelio, el Señor les dijo:

“Por cuanto se conciben tus hijos en pecado, aun así cuando empiezan a crecer, el pecado nace en sus corazones.

Y les es concedido distinguir el bien del mal; de modo que, son sus propios agentes, y yo te he dado otra ley y mandamiento.

Enséñalo pues a tus hijos, que todos los hombres, en todas las partes, deben arrepentirse, o de ninguna manera heredarán el reino de Dios, porque allí no puede morar ninguna cosa inmunda…”

“Y Adán y Eva bendijeron el nombre de Dios e hicieron saber todas las cosas a sus hijos e hijas.” (Véase Moisés 4:25, 5:1-6, 11; 6:55-58.)

Todos los padres Santos de los Últimos Días, están hoy en día bajo el mandamiento divino de imitar a Adán y Eva en este respecto como el Señor lo ha dicho:

“Y además, si hubiere en Sión, o en cualquiera de sus estacas organizadas, padres que tuvieren hijos, y no les enseñaren a comprender la doctrina del arrepentimiento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espíritu Santo por la imposición de manos, cuando éstos tuvieren ocho años de edad, el pecado recaerá sobre las cabezas de los padres.

Porque ésta será una ley para los habitantes de Sión, o en cualquiera de sus estacas organizadas.

Y también han de enseñar a sus hijos a orar y a andar rectamente delante del Señor.” (D. y C. 68:25-26, 28.)

Mis queridas hermanas, cuando penséis en nuestra madre Eva, recordad que ella trabajó con su esposo y cumplió su misión de multiplicar y henchir la tierra; que oró al lado de su esposo; que aprendió, comprendió y agradeció el evangelio y lo enseñó a sus hijos. Y al recordarlo, tratad de emularla. Si lo hacéis, estos comentarios que he hecho habrán valido la pena.

Quiero para concluir dejaros mi testimonio. Yo sé que Dios vive, sé que Jesús es el Hijo de Dios, sé que José Smith fue un Profeta de Dios, sé que el presidente Kimball ahora es un Profeta de Dios, Os bendigo y ruego que seáis felices con vuestro esposo y vuestros hijos; y lo hago en el nombre de Jesucristo. Amén.

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