Tomad el escudo de la fe

1977 Conferencia de Área en la ciudad en la Paz, Bolivia
“Tomad el escudo de la fe”
por el élder L. Tom Perry
del Consejo de los Doce
Sesión para madres e hijas

L. Tom PerryEn su epístola a los santos de Efeso, el apóstol Pablo dijo:

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.

Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.” (Efesios 6:10-11.)

Luego da este consejo:

“Sobre todo, tomad el escudo de la fe.” (Efesios 6:16.)

Hoy me gustaría hablaros acerca de un escudo de fe; es algo que todos necesitamos a medida que avanzarnos en la batalla de la vida. Si un escudo de fe nos protege de los dardos encendidos del adversario, todos deberíamos tenerlo.

En nuestra referencia de la Biblia se encuentra una definición entre creencia y fe. Nos dice que en cierto sentido, la creencia es pasiva; sólo una aceptación o acuerdo; pero la fe es activa y positiva. La confianza por la fe, llevará a una persona a efectuar obras.

¿Podría contaros una historia hoy acerca de una gran mujer que manifestó su fe? Me siento orgulloso de esta mujer, pues era mi tatarabuela; su fe era más que sólo una creencia, pues la impulsó a efectuar obras, a lograr, a edificar y a progresar.

Nació ella en Inglaterra en 1820; después de su matrimonio fue bendecida con seis hijos, uno de los cuales murió poco después de su nacimiento. Su esposo y su hermano eran zapateros; tenían un próspero negocio y confeccionaban unos de los mejores zapatos de toda Inglaterra. Ella les ayudaba en la fábrica cosiendo el forro y las ataduras. Un día, dos misioneros llegaron a la zapatería, y a medida que buscaban unos zapatos nuevos le hablaron a mi tatarabuela acerca del evangelio. Ella los invitó a su hogar para que les explicaran el evangelio a ella y su esposo. Muy pronto, ambos se unieron a la Iglesia.

En aquellos días se les aconsejó que ahorraran su dinero y fueran a Utah, que en aquel entonces se consideraba Sión. Cuatro años después de que se unieran a la Iglesia, disponían de suficiente dinero para efectuar el largo viaje hasta Utah. Tomaron a sus hijos y zarparon por el gran océano en una pequeña embarcación; pasaron seis largas semanas en el agua. ¿Podéis imaginaros sus penas al estar seis semanas en el océano con seis niños pequeños?

Al llegar a Nueva York esperaban ser recibidos por un élder que les debía 600 dólares; él les había prometido pagárselos cuando llegaran a Nueva York, pero lo encontraron sin un centavo, y nunca se los devolvió. Eso causó que ellos perdieran la esperanza de poder efectuar el largo viaje a través de las praderas, Pero esta mala suerte no ensombreció su espíritu en el evangelio; ella y su esposo se pusieron a trabajar y ahorraron suficiente dinero para trasladarse a St. Louis, donde nuevamente su esposo tuvo que buscar trabajo para ganar el dinero suficiente para el largo viaje hacia el oeste.

Mientras trabajaba en un trabajo al que no estaba acostumbrado, contrajo pulmonía, y después de corto tiempo, falleció, dejándola sola con varios niños pequeños para efectuar el largo viaje a través de las praderas, Pero su fe era fuerte; aceptó el desafío y emprendió el viaje a lowa City. En julio de 1856 se unió a una de las caravanas de carros de mano, y literalmente empujó su carro de mano junto con sus cinco pequeños a través de los llanos. La caravana a la que se unió empezó su viaje muy avanzado el año, y antes de que llegaran al valle de Lago Salado, la nieve los atrapó en medio de los llanos. Casi se congelaron y murieron de hambre, hasta que Brigham Young se enteró de su terrible situación y envió un grupo para rescatarlos. Ella fue llevada a la ciudad de Lago Salado, y ahí, unas personas bondadosas la alojaron durante el invierno y, pese a que su hogar era pequeño, lo compartieron con mi tatarabuela.

Ella era muy independiente y lo único de valor que preservaba después de ese largo viaje por los llanos, eran unos artículos de lino fino de Inglaterra. Estaba tan agradecida a esta familia que la había alojado, que les obsequió con esos artículos de lino que había llevado consigo. Cuando llegó la primavera, deseaba sostenerse por sí misma, y se mudó a unas millas de distancia hacia el norte de Lago Salado, a una ciudad llamada Bountiful; allí, ella y sus hijos establecieron un negocio de confección de sombreros, y con este ingreso, pudo proveer para su familia. Como os daréis cuenta, ella tenía fe para hacer lo que se requería de ella; su escudo de fe no era solamente de una capa de espesor, sino que había edificado un escudo de fe con muchas capas. ¿Podría examinar con vosotros algunas de esas capas que ella añadió a su escudo de fe?

Primero: tenía fe en el Señor; su fe fue suficiente para dirigirla desde su hogar, a través del mar a una tierra nueva y extraña. Ningún sacrificio era demasiado pesado para ella y su fe. La fe en el Señor era el fundamento en el que había edificado su vida.

Segundo: tenía fe en el evangelio de Jesucristo. Mediante el estudio aprendió acerca de su veracidad. Cuando consideró la decisión de si habría de abandonar su cómodo hogar en Inglaterra y aventurarse en una tierra extraña, fue muy evidente para ella que el evangelio era más importante que su cómodo hogar en Inglaterra. Aun la inesperada pérdida de su esposo no disminuyó su fe en el evangelio.

Tercero: poseía fe en el sacerdocio. Cuando se les instruyó que empezaran a ahorrar para trasladarse a Sión, inmediatamente empezaron a ahorrar para el viaje. Su fe en las instrucciones del sacerdocio fue lo suficientemente fuerte como para poder seguir su consejo.

Cuarto: tenía fe en sí misma. Ella reconocía que era una hija espiritual de nuestro Padre Celestial; reconocía que si tenía la suficiente fe en sí misma, el Señor la bendeciría y podría lograr las cosas que se requerían de ella. Su fe fue lo suficientemente fuerte como para arrastrar un carro de mano a través de los llanos; pese a que se encontraba sin su esposo, tuvo fe para cuidar a sus hijos.

Quisiera que recordarais está historia de mi tatarabuela y su fe, porque ella era semejante a muchas de vosotras. Ella fue la primera en nuestra familia que se unió a la Iglesia; ella formó un eslabón vital que ofrece vida eterna a todos los que la precedieron, así como a todos los que la siguieron. Esa es la situación en que os encontráis muchas de vosotras; vosotras sois esa persona clave en todas las eternidades, que ha llevado el evangelio de Jesucristo a vuestra familia.

Quisiera exhortaros a edificar un firme escudo de fe; y así esa influencia y conocimiento que poseéis en el evangelio de Jesucristo, tocará la vida de vuestros hijos y los acercará más a nuestro Padre Celestial.

Se os ha dado el papel de la maestra más importante que existe, porque estáis en una posición ventajosa para enseñar a vuestros hijos; podéis surtir en ellos una influencia mayor que la de cualquier otra persona; aseguraos de que poseéis un escudo de fe suficiente para protegerlos y enseñarles acerca del evangelio de Jesucristo.

El Señor ha sido bondadoso con nosotros; nos ha revelado su voluntad. Sabemos el sendero y el curso que debemos seguir. Que Dios nos bendiga para que nuestra fe sea suficiente para ayudar a nuestras familias a crecer fuertes en el evangelio de Jesucristo. Esta obra es verdadera, os testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.

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