La palabra del Señor

9 de marzo de 1975, Conferencia General de Área en Buenos Aires
La palabra del Señor
por el presidente N. Eldon Tanner
de la Primera Presidencia

N. Eldon TannerMis queridos hermanos y hermanas, ciertamente es un placer para mí estar con vosotros en esta ocasión y participar en ésta, la primera Conferencia de Área en Argentina. Es la primera vez que tengo el privilegio y la oportunidad de visitar este bello país. He oído hablar mucho de él del mismo modo que de Uruguay, Paraguay y Chile, y especialmente del crecimiento que se ha llevado a cabo y la buena obra que los miembros de la Iglesia están desempeñando en esta parte del mundo. Hemos recibido informes muy favorables de las personas que han visitado este país, y ciertamente estoy muy impresionado con lo que he visto y oído desde que llegué aquí; el hermoso programa del viernes en la noche, el bellísimo canto de estos excelentes coros, y los mensajes y testimonios de sus representantes locales.

Quisiera dar la bienvenida y felicitar a todos aquellos que tienen la fe y el testimonio que los ha instado a llegar hasta aquí a fin de poder edificarse en el evangelio de Jesucristo. Muchos de vosotros habéis hecho sacrificios y recorrido largas distancias con el propósito de estar aquí.

Cuando asistí a las conferencias de área en la Ciudad de México, en Munich, Alemania, Estocolmo, Suecia, me impresionó profundamente el progreso que se está verificando en esas regiones, la devoción de las personas, y su excelente calidad directiva. La obra del Señor está progresando y su Iglesia y su reino se están edificando en todas las partes del mundo. Es inspirador ver el crecimiento y el progreso que se está efectuando en esta región bajo la dirección de los directores locales y miembros devotos de la Iglesia.

Durante un período de 10 años, de 1963 a 1973 los miembros de la Iglesia en Argentina aumentaron de 8,528 (cuando todos los miembros vivían en dos misiones) a 26.765, total que incluye a los miembros de las misiones y las estacas.

Ahora contamos con cuatro misiones y cinco estacas en Argentina. Es evidente lo que se puede lograr, y vosotros tenéis el privilegio y la responsabilidad de contribuir a un progreso aún mayor en lo futuro. Siempre debéis estar preparados para aceptar cualquier llamamiento, y dedicaros a la edificación del reino. Qué glorioso privilegio y qué bendición es tener al presidente Spencer W. Kimball, Presidente de la Iglesia y Profeta de Dios, presidiendo esta gran conferencia para guiarnos bajo la dirección del Señor. La forma milagrosa en que se ha preserva do su vida y en que su salud ha sido restaurada a fin de que pudiera llevar a cabo sus responsabilidades, debería constituir un testimonio para todos nosotros.

Aunque siempre he tenido un testimonio de que el Presidente de la Iglesia es un profeta de Dios, el privilegio y bendición que he tenido de trabajar y ser consejero de cuatro de ellos y ver cómo el Señor dirige su obra por medio de ellos, me testifica que son ciertamente profetas a través de quienes el Señor ha dirigido y dirige los asuntos de su Iglesia.

En este momento, deseo humildemente testificar que sé, así como sé que estoy parado aquí, que Dios vive; y que Jesucristo es su Hijo en la carne; que tuvimos una existencia preterrenal, que Dios amó de tal manera al mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El crea y viva de acuerdo con sus enseñanzas, pueda gozar inmortalidad y vida, eterna. La misión total de Cristo fue darnos el evangelio, que es el plan de vida y salvación, por el cual podemos prepararnos para regresar con nuestro Padre que está en los cielos. El declaró, “esta es mi obra y mi gloria: llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre» (Moisés 1:39). Y dio su vida a fin de que esto fuera posible.

También testifico que Dios el Padre y su Hijo Jesucristo aparecieron al joven José Smith, que por medio de él el Libro de Mormón fue traducido y el sacerdocio y el evangelio fueron restaurados en toda su plenitud en estos últimos días. Esta es la Iglesia de Jesucristo, su Iglesia, la única Iglesia verdadera sobre la tierra.

Quisiera añadir a mi testimonio que lo que el Señor dijo de José Smith el profeta, se aplica en igual forma al presidente Kimball que es profeta de Dios y nuestro líder hoy en día:

«Por tanto, vosotros, la Iglesia, andando delante de mí en toda santidad, daréis oído a todas sus palabras y mandamientos que os dará según lo reciba;

«Porque recibiréis su palabra con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia boca.

«Porque si hacéis estas cosas no prevalecerán contra vosotros las puertas del infierno; sí, y el Señor Dios dispersará los poderes de las tinieblas de ante vosotros y hará sacudir los cielos para vuestro beneficio y para la gloria de su nombre.» (Doc. y Con. 21:4-6.)

Esta es la palabra del Señor a todos los miembros de su Iglesia, en dondequiera que se encuentren, y nosotros tenemos la responsabilidad de compartir el evangelio de Jesucristo con nuestros vecinos, y estar involucrados en la gran obra misional. Posiblemente os preguntarán, así como les preguntan a los misioneros muy a menudo, por qué están tratando de introducir a una nueva religión a los que ya son cristianos en lugar de tratar de convertir a aquellos que no creen en Cristo.

Nuestra respuesta al mundo es la misma que fue dada a Isaías en el Antiguo Testamento cuando profetizó la apostasía. Estas son sus palabras:

«Y la tierra se contaminó bajo sus moradores, porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno.» (Isaías 24:5.)

Sí, la apostasía hizo que fuera necesaria una restauración del evangelio y ahora tenemos la misma organización que existió en la Iglesia que Cristo estableció, y enseñamos otra vez el mismo evangelio que él enseñó, y tenemos las mismas responsabilidades que El dio a sus discípulos, de llevar el evangelio a toda nación, tribu, lengua y pueblo.

A aquellos que aceptan la Biblia como la palabra de Dios, les explicamos que también nosotros aceptamos la Biblia como la palabra de Dios, y creemos en las profecías que se citan en la Biblia las cuales indican que vendrían otras escrituras, incluyendo el Libro de Mormón que es un registro de los asuntos de Dios con los habitantes del continente americano.

En El Libro de Mormón, Nefi nos dice por qué necesitamos escrituras adicionales cuando cita a un ángel del Señor, que explica que la Biblia originalmente contenía la plenitud del evangelio, pero más tarde aquellos que iban a «pervertir las rectas vías del Señor, a fin de cegar los ojos y endurecer el corazón de los hijos de los hombres,» quitaron muchas de las cosas sencillas y de gran valor de las verdades del evangelio hasta el punto que «muchísimos tropiezan, sí, de tal modo que Satanás tiene gran poder sobre ellos» (1 Nefi 13:27-29).

Necesitamos comprender que El Libro de Mormón, junto con las Doctrinas y Convenios y La Perla de Gran Precio contienen revelaciones modernas que contestan muchas preguntas que se dejaron sin contestar en la Biblia y que nos dan el evangelio en toda su plenitud.

Cuán afortunados somos de tener estas verdades reveladas y el conocimiento de las mismas.

Es muy importante que leamos y estudiemos las escrituras y aprendamos y comprendamos quiénes somos, por qué estamos aquí, de dónde venimos, y que vivamos de acuerdo con esas enseñanzas. Por medio de la revelación moderna sabemos que tuvimos una vida preterrenal, como leemos en el Libro de Abraham en La Perla de Gran Precio:

«… y haremos una tierra en donde éstos puedan morar;

«Y así los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor les mandare.

«Y a los que guardaren su primer estado les será añadido; y aquellos que no guardaren su primer estado no recibirán gloria en el mismo reino con los que lo hayan guardado; y quienes guardaren su segundo estado recibirán aumento de gloria sobre sus cabezas para siempre jamás.» (Abraham 3:24-26.)

Quisiera sugerir humildemente a aquellos de vosotros que todavía no tenéis un firme testimonio del evangelio que leáis y estudiéis cuidadosamente El Libro de Mormón y las otras escrituras que se han revelado, a fin de que puedan conocer mejor la palabra del Señor. Citaré las palabras de Moroni:

«Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntaseis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención teniendo fe en Cristo, Él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo;

«Y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas» (Moroni 10:4-5).

Ahora quisiera citaros tres enseñanzas básicas y sencillas que se aplican a todos nosotros, principios que son desechados por muchos, resultando en gran tristeza y sufrimiento, en hogares disueltos, muertes, y muchos otros males, que nos privan de las bendiciones prometidas por medio de la obediencia.

Hace 140 años, cuando el Señor dio al profeta José Smith la Palabra de Sabiduría, tal como se encuentra en la sección 89 de Doctrinas y Convenios, El hizo esta promesa:

«Y todos los santos que se acuerden de guardar y hacer estas cosas, rindiendo obediencia a los mandamientos, recibirán salud en sus ombligos y médula en sus huesos;

Y hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, aun tesoros escondidos; y correrán sin cansarse, y no desfallecerán al andar.

Y yo, el Señor, les hago esta promesa, que el ángel destructor pasará de ellos, como de los hijos de Israel, y no los matará.» (D. y C. 89:18-21.)

En la actualidad, los descubrimientos de la ciencia han probado sin duda alguna que el uso del alcohol, tabaco, té, café, y drogas, son perjudiciales a la salud del que los usa, causan una variedad de enfermedades y generalmente acortan la vida. Permitidme citaros dos declaraciones tocante al uso del tabaco y del alcohol.

La primera fue hecha por el capitán James A. Lovell, Hijo, astronauta y director de los quince miembros del Consejo Presidencial sobre la Condición Física y Deportes. Después de mencionar muchas de las cosas que son perjudiciales para nuestra salud, incluyendo la contaminación del aire, nos habla de nuestra responsabilidad personal, y declara:

«Daríamos nuestro tesoro nacional a cambio de la cura del cáncer… la buena salud es, después de todo, la cosa que más atesoramos. ¿O no es así?

«¿Qué haríais si os dijera que yo conozco la manera de salvar más vidas que todas las curas del cáncer juntas? …

Todo lo que tenemos que hacer es que todos dejen de fumar. . . He hablado con varios doctores muy eminentes, y todos aseguran que si se dejara de fumar por completo, no habría tanto dolor, se gastaría menos en cuestiones médicas y no habría tantas muertes prematuras cada año lo cual sería mucho mejor que el milagro médico que hemos estado buscando durante décadas.» (Tomado del Boletín «Honolulú Star,» del día lunes, 13 de enero de 1975.)

Ahora, hablando del alcohol, mencionaré uno de los casos más recientes de uno de los miembros más sobresalientes del Congreso de los Estados Unidos que llegó a ser un alcohólico, perdió el respeto del Congreso, su prestigio y su puesto, y que finalmente hizo esta declaración:

«Ahora sé que he sido un hombre enfermo. . . Ahora tengo un entendimiento de la naturaleza de esta enfermedad y sé cómo vivir con ella. La respuesta está en una abstinencia total.»

Cuando un hombre cumple con la Palabra de Sabiduría nunca está en peligro de matarse o matar a alguien porque no maneja bajo la influencia del alcohol. El uso del alcohol muy a menudo lleva a las personas a otras transgresiones y pecados, a la vez que causa muchos problemas de salud.

Nunca serán demasiadas las advertencias que se hagan sobre los grandes peligros de las drogas. Todos nosotros, y especialmente nuestros jóvenes que son continuamente atacados, hemos de comprender el gran peligro de experimentar con las drogas. Permitidme narraros una experiencia que tuve. Hace algún tiempo un obispo y un joven, cuyo cabello largo y manera de vestir indicaban que sin duda era «hippie,» vinieron para ver si podía yo ayudar al joven. Le pregunté si podía contarme su historia; lo hizo brevemente y esto fue lo que me dijo:

«Fui misionero, soy casado y tengo un hijo; y aquí estoy. . . hecho un hippie, adicto a las drogas, culpable de delitos de mala conducta y un delincuente. Soy sumamente infeliz. Esto no es lo que quiero.»

Le pregunté cómo había sido posible que un hombre con antecedentes como los de él estuviera en tal estado, Me dijo que un día en que se sentía desanimado y abatido, decidió que deseaba ser libre, que no quería estar unido a ninguna tradición o restricciones de la Iglesia en ninguna manera y que se fue con algunos hippies con un espíritu de rebelión. Prosiguió diciéndome:

«Heme aquí, en lugar de ser libre, ahora soy un esclavo. En cierto modo soy un fugitivo y deseo que usted me ayude pues no sé lo que tengo que hacer.»

Lo insté a que se cortara el cabello, que fuera limpio, que se arrepintiera y se entregara a la ley y que tratase de vivir como era debido. Me aseguró que lo haría. La siguiente, es una carta que me escribió unas semanas después:

«Estimado presidente Tanner, ruego que pueda usted llegar a conocer los verdaderos sentimientos que en este momento fluyen de mi corazón. Ahora estoy recluido entre las paredes de una prisión; es mi deseo que otros no caigan en las manos de Satanás como yo lo hice. Espero que el dar a conocer mis experiencias a otros jóvenes como yo, pueda servirles en sus vidas; tal es mi esperanza. . . Estoy agradecido de que haya sido bendecido con un obispo que siempre ha sido mi amigo más cercano durante todas mis tribulaciones. Estoy agradecido por su interés, presidente Tanner.»

Ciertamente, todos podemos ver la importancia de vivir y ayudar a otros a que vivan de tal manera que podamos prevenir tales tragedias.

Se nos ha dado otro importante y sencillo mandamiento que a veces pasamos por alto: Guardar el día de reposo. Quisiera citar uno de los peligros que sobrevienen cuando no se guarda el día de reposo y también las bendiciones que se reciben cuando se Observa este día como es debido. Leemos en la Biblia:

«Acuérdate del día de reposo para santificarlo»

«Porque… Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.» (Éxodo 20:8,11.)

Leemos en Doctrinas y Convenios de una revelación que le fue dada al Profeta:

«Y para que te conserves más limpio de las manchas del mundo, irás a la casa de oración y ofrecerás sus sacramentos en su día santo.» Después de recordarnos algunas de nuestras obligaciones que tenemos en el día de reposo, el Señor declara:

De cierto os digo, que si hacéis esto, la abundancia, de la tierra será vuestra. . .» (D. y C. 59:9, 16.) ¡Qué gran promesa!

Hace unos días leí la historia de un miembro de la Iglesia que llevó una vida buena y que después se olvidó de sus responsabilidades del día de reposo, especialmente durante la temporada de la pesca y de la caza. Un domingo decidió llevar a su hijo de 14 años con él para ir de cacería. El joven se cayó y su pistola se descargó hiriéndole en el abdomen. El padre corrió hasta donde se encontraba el muchacho y éste le dijo, «papá, estoy gravemente herido, y no podemos llamar a un doctor, ¿podrías ungirme?»

El padre comenzando a llorar, se preguntó: «¿cómo puedo pedir al Señor que me ayude cuando yo rehusó o ignoro su llamado?»

Ahora quisiera decir unas cuantas palabras sobre la importancia de guardarnos moralmente limpios pues nunca está de más recalcar este punto. El mundo se ha desviado de la senda recta y angosta, y no sólo se vive con liberalidad sino que también se recomienda esta práctica. Aunque las relaciones sexuales antes del matrimonio, la promiscuidad, el vivir juntos sin haberse casado, y el aborto son condenados por el Señor, el mundo de hoy en día los aprueba. Debemos mantenernos libres de esas transgresiones si esperamos recibir las bendiciones del Señor para que nos ayuden.

El Señor ha recalcado la importancia de la castidad por medio de sus profetas. Alma, cuando reprendió a su hijo por su inmoralidad, le declaró:

«¿No sabes tú, hijo mío, que estas cosas son abominables a los ojos del Señor; sí, más abominables que iodos los pecados, salvo derramar sangre inocente o negar al Espíritu Santo? (Alma 39:5.)

El presidente Heber J. Grant en una ocasión declaró que la castidad es la cosa más valiosa del mundo. El presidente Spencer W. Kimball ha dicho:

«No es el amor, sino la lujuria lo que conduce a hombres y mujeres a la fornicación y el adulterio. Ninguna persona puede herir a otra a quien realmente ama, y el pecado sexual sólo resulta en injuria» (El milagro del perdón, por Spencer W. Kimball, página 65).

Cuán maravilloso es cuando una pareja joven puede enfrentarse mutuamente sabiendo que ambos están moralmente limpios y que son dignos de gozar de las bendiciones del Señor, que pueden mirar a sus hijos con una conciencia clara y limpia en todo sentido. Qué cosa tan hermosa es para esos niños saber que han nacido de padres virtuosos y limpios, que hicieron los votos matrimoniales de pureza y castidad sabiendo que estaban libres de toda impureza.

La Primera Presidencia, preocupada por las condiciones morales que existen en el mundo hizo la siguiente declaración:

«Cuán gloriosa y cerca de los ángeles se halla la juventud que permanece limpia; estos son los jóvenes que tienen gozo indescriptible aquí y felicidad eterna en el más allá,» (La Primera Presidencia, 6 de abril de 1942.)

Es mi oración que cada uno de nosotros comprenda que sólo cuando se viven las enseñanzas de Cristo podemos combatir el mal que prevalece en el mundo en la actualidad.

Que así lo hagamos y vivamos como verdaderos Santos de los Últimos Días aprovechando todas las oportunidades para compartir este grandioso evangelio con aquellos que nos rodean, es mi oración, en el nombre de Jesucristo. Amén.

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