9 de marzo de 1975, Conferencia General de Área en Buenos Aires
Las bendiciones del templo
por el presidente Spencer W. Kimball
Esta ha sido una maravillosa conferencia, y si estáis agradecidos por ella, espero que expreséis vuestra gratitud al Señor aumentando vuestra actividad y fidelidad en la Iglesia. Esperamos que haya un aumento en la asistencia a las reuniones, en las oraciones familiares y en las noches de hogar.
Os han dirigido la palabra los once hermanos de las Autoridades Generales que vinieron de Salt Lake City y muchos otros han expresado sus inspirados sermones. Habéis escuchado al presidente Tanner, Consejero en la Primera Presidencia, y él os ha traído mucho de su experiencia y habilidad. Os ha brindado muchos años de servicio aun cuando os separa de él una gran distancia. El ha dado énfasis a la importancia de guardar el día de reposo, cumplir con la Palabra de Sabiduría en forma estricta y llevar una vida limpia y libre de toda inmoralidad.
El élder Mark E. Petersen se dirigió maravillosamente a los padres. Aconsejó a los hermanos a ser cariñosos con la esposa y los hijos.
El élder Delbert L. Stapley habló sobre cómo preparar el camino hacia la perfección y la importancia de la actividad del sacerdocio.
El élder L. Tom Perry nos ha hablado de nuestro Padre Celestial y su Hijo Jesucristo; testificó del trabajo en el templo y expresó su gratitud por estar sellado eternamente a su esposa, a quien lamentablemente perdió hace pocos meses.
El élder Christiansen testificó de los profetas vivientes del Señor.
El élder Franklin D. Richards nos ha recordado los muchos talentos que nos ha dado el Señor y cómo El espera que los utilicemos.
El élder J. Thomas Fyans nos ha hablado acerca de la organización de esta conferencia. Él fue presidente de misión en Montevideo por tres años. Nos ha dicho que si nos mantenemos dignos, encontraremos al Mesías.
El élder A. Theodore Tuttle nos dirigió un emocionante discurso referente al trabajo misional y nos recordó la responsabilidad que tenemos de llevarlo a cabo aquí en Sudamérica.
El élder Hartman Rector, quien es también un converso a la Iglesia, nos dio un fuerte testimonio de la divinidad de la misma. Dijo que somos cristianos, que tenemos el mandamiento de predicar el evangelio, que todo joven debería cumplir una misión.
El élder Pinegar mencionó que espera que guardemos en nuestro corazón los testimonios que hemos escuchado y que, si vivimos los mandamientos, llegaremos a un mejor conocimiento de Dios y sus vías.
Otros hermanos, representantes regionales y líderes de misiones y estacas, también nos han dejado su fuerte testimonio.
Queridos hermanos estamos en una tierra de gran desarrollo y progreso. En tiempos pasados, era necesario reunirnos en grupos pequeños ya que reunimos en grupos grandes ponía en peligro nuestra seguridad personal. Ahora no somos una Iglesia japonesa ni finlandesa; no somos chilenos, argentinos, uruguayos ni paraguayos. Somos la Iglesia de Jesucristo que es una Iglesia universal.
En los primeros días de la restauración de la Iglesia, Moisés vino a la tierra, se presentó a José Smith y a Oliverio Cowdery y les entregó las llaves de la congregación de Israel.
Creo que el mayor esparcimiento comenzó en la torre de Babel, cuando la gente tomó diferentes rumbos. Más tarde, Israel se dividió en Judá e Israel. Los jareditas trajeron gente a América; los nefitas vinieron más tarde y se establecieron aquí. Este continente fue el centro de la tierra y sus comienzos. También en el tiempo del gran diluvio, Noé aparentemente desembarcó en otro continente, y ahora estamos esparcidos por toda la tierra.
Como ya hemos dicho, el Señor mandó: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15). Esto es la congregación de Israel. En los primeros días de la restauración de la Iglesia, y durante un período de cincuenta años, cientos de barcos trajeron miembros de Europa. Estaban autorizados y se les animó a que fueran a Sión, donde pudieran unirse a los otros miembros de la Iglesia. No había estacas en Europa ni en Sudamérica, ni en ninguna otra parte del mundo; sólo pocas misiones; tampoco había templos. Viajar era muy difícil, Y así se fueron esparciendo por el mundo. Ahora hemos comenzado el proceso de la congregación. De modo que enviamos nuestros misioneros a todo el mundo y ellos han traído miembros a la Iglesia; han sido testigos de la congregación de Israel y vosotros sois el resultado de la misma. No necesitáis trasladaros hada el norte. Habéis recibido la bendición de tener misiones, luego estacas y ahora tendréis un templo.
En 1955, mi esposa y yo fuimos a Europa. Estuvimos seis meses visitando todas las misiones de ese continente. Los miembros todavía trabajaban con la impresión de que debían ir a los Estados Unidos para poder congregarse. Pero el mensaje de nuestros sermones era: «Permaneced donde estáis. Habéis recibido el evangelio y recibiréis las bendiciones. No pasará mucho tiempo antes de que tengáis estacas, entonces los hermanos vendrán a través del océano para visitaros; con el tiempo se construirán templos aquí y tendréis todas las bendiciones de Sión.»
Ahora, queridos hermanos de Sudamérica, vosotros estáis en una categoría diferente; vosotros habéis vivido siempre en Sión, Uno de los hermanos dijo que Sión era toda América y que es como un gran pájaro con dos anchas alas: Norteamérica y Sudamérica. Ahora empezáis a recibir todas las bendiciones que os corresponden como miembros de la Iglesia. Os hemos hablado del trabajo misional, que es la congregación de los Santos. Cada persona que ha aceptado el Evangelio restaurado está aquí en Sión. Vosotros, los que estáis en Argentina, sois parte de Sión, Brasil es Sión para los brasileños; Chile para los chilenos; Bolivia para los bolivianos; Uruguay para los uruguayos. Dondequiera que estemos, continuemos la obra del Señor en todo su poder. De modo que, ésta es Sión,
¿Recordáis el décimo Artículo de Fe declarado por José Smith? «Creemos en la congregación literal del pueblo de Israel y en la restauración de las Diez Tribus; que Sión será edificada sobre este continente (de América); que Cristo reinará personalmente sobre la tierra, y que la tierra será renovada y recibirá su gloria paradisíaca.» Mucha gente ha estado pendiente de la congregación de Israel. Estamos en Israel y éste está congregándose.
Este templo que hemos anunciado en Sao Paulo es parte de esta congregación, y esperamos que los miembros muestren su agradecimiento asistiendo a él. Significará un sacrificio, tanto edificarlo como mantenerlo.
Es posible que haya templos en otras regiones, pero eso depende de vosotros; y si vivís todos los mandamientos, hacéis el trabajo misional y progresáis, los templos se multiplicarán y las distancias se acortarán.
Construimos el Templo de Salt Lake City en 1893; y mientras tanto se construyeron otros tres en Utah. Actualmente, debido a que la población y la Fidelidad han aumentado, tenemos otros dos templos dentro de un radio de unos 60 a 90 kilómetros de Salt Lake City, donde se trabaja constantemente.
Os sugiero que habléis a vuestros hijos y los convirtáis a la palabra y actitud de sacrificio. Cada persona tiene una forma diferente de mostrar ese sacrificio. Algunos se sacrificarán en golosinas, otros en diversiones, otros economizarán en ropa, en comida o en cualquier otra cosa, de modo que cada niño y joven pueda ser un participante activo en la construcción de este templo. Los secretarios darán un recibo a cada contribuyente quien podrá guardarlo en su Libro de Recuerdos. Esto significa sacrificio. Quizás podríamos seguir adelante sin este templo, como lo hemos hecho por varios años, pero ésta es nuestra oportunidad de construir uno dedicado a nuestro Dios.
Anoche dijimos a los jóvenes que esperamos que estuvieran preparados a fin de ser entrevistados para poder entrar al templo. Esperamos que puedan ir a sus obispos y presidentes de rama con una vida limpia, y mirándolos a los ojos asegurarles: «Yo soy puro, no he cometido inmoralidades». Esperamos que también los adultos puedan asegurar a su obispo que son dignos de entrar al templo.
A veces hay personas que dicen que no importa, que no hay apuro. «Algún día iremos al templo.» Pero deseo deciros que una demora puede ser muy costosa y que esperamos que, tan pronto como se anuncie la fecha de apertura haya muchos miembros para hacer sus ordenanzas. Que muchos, muchos hermanos hagan los arreglos necesarios en sus trabajos para poder ir al templo y quedarse por unos días prestando servicio. El templo necesitará muchos obreros; necesitará hermanos a quienes se les dé la autoridad para sellar, y lo que se selle en la tierra, también se sellará en los cielos.
Hermanos y hermanas, no estamos jugando con esto, que es el acontecimiento más importante que pudiera ocurriros. Vosotros sois literalmente, dioses en embrión. Lo único que puede evitar que seáis como dioses, es que no guardéis los mandamientos. Habiendo sido bautizados y habiendo recibido el Espíritu Santo, estáis en vuestro camino hacia la divinidad. Vosotros no sois gente común; sois muy especiales y el Señor os ha enviado los misioneros para traeros a la Iglesia. Esperamos que respondáis.
Hay muchas personas en Utah y en el resto de los Estados Unidos, que posponen su trabajo en el templo. No existe la ceremonia del matrimonio en los cielos; la tierra es el lugar donde éste debe efectuarse. Todos tenéis vuestro libre albedrío. Vosotros, los esposos debéis llevar a la práctica un plan para que toda la familia pueda sellarse por la eternidad, y debéis enseñar a vuestros hijos a vivir todos los mandamientos.
Las noches de hogar son la base para el programa misional. Invitad a vuestros amigos a vuestro hogar y enseñadles cómo hacer una noche de hogar. Esto es básico para la vida de vuestra familia. ¿Deseáis que vuestros hijos traigan gloria a vuestro nombre y al suyo? Si es así, ved que se realice la obra en el templo, que se lleven a cabo las noches de hogar y enseñad a vuestra familia la rectitud y la justicia. Organizad vuestra vida de modo que sea noble y bella; que los cónyuges se amen el uno al otro y cuiden a sus hijos en forma debida. Esperamos que no se deshagan las familias. Realmente no hay una buena razón para que se deshaga una familia si los cónyuges viven juntos en armonía, paz y cariño.
Hermanos, ha sido maravilloso estar con vosotros, pero ha llegado el momento de dar término a esta conferencia. Me gustaría veros más a menudo y es posible que esto suceda para la dedicación del templo. Espero que sea así.
Agradecemos muchísimo vuestros magníficos coros; todos han cantado maravillosamente. Apreciamos los números musicales presentados el viernes por la noche. Esperamos que sigáis adelante con vuestros coros; que cada barrio tenga el suyo y puedan cantar unidos en las conferencias de estaca.
Hermanos esperamos que siempre digáis «amén» cuando se cierre una oración, un sermón o un discurso.
Que sigáis progresando con gran fuerza poniendo en práctica lo mejor de vuestras habilidades.
Nuevamente, expresamos nuestro agradecimiento a todos aquellos que han colaborado de un modo u otro; también a las Autoridades Generales que nos han acompañado. Agradecemos a los coros, a los acomodadores, a los que trajeron las flores, y a este maravilloso coro de niños. Esperamos que cada uno de ellos siga siendo un niño de Dios.
Cerramos esta conferencia expresando nuestro gran amor por todos y os dejamos las bendiciones de los Cielos. Os amamos y estamos orgullosos de vosotros. Que el Señor os bendiga siempre, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.
























