La más vital de las informaciones

Conferencia General Octubre 1974

La más vital de las informaciones

Robert L. Simpson

por el élder Robert L. Simpson
Ayudante del Consejo de los Doce

El testimonio del evangelio se logra después de una investigación sincera; la salvación, después de vivir el evangelio


Mis amados hermanos, estoy sumamente agradecido por esta oportunidad que tengo y por el espíritu de los testimonios que hoy han sido aquí presentados.

Hace unas dos semanas estuve en el aeropuerto de Salt Lake, donde tuve la oportunidad de ponerme en contacto por unos escasos cinco minutos con un joven que me impresionó mucho. Durante nuestra breve conversación él se enteró de mi relación con la Iglesia, y de que mi carpeta amarilla estaba relacionada con la preparación de algunas ideas que estaba esbozando, para expresarlas durante esta sesión de la conferencia general.

Pude observar una gran ternura entre ese joven, su esposa y sus tres niños, y comprendí que él es una persona de una profunda sensibilidad espiritual. Habiendo contado sólo con unos tres o cuatro minutos para conversar mientras esperábamos subir al avión, no tuve en cuenta preguntarle su nombre ni su dirección. Pero quisiera que sepáis que mucho de lo que voy a decir esta mañana se debe a que sé que él está escuchando esta sesión de la conferencia.

Nos encontramos aquí reunidos esta mañana, con la esperanza de poder comunicarnos acerca del Señor Jesucristo, porque incorporadas a sus enseñanzas se encuentran las informaciones más urgentes, preciosas, importantes y vitales, relativas a la felicidad y el destino eterno del hombre.

Busco sinceramente su divina ayuda y guía, para que no sea mal interpretada la intención de mi corazón, y que así, tal vez nuestra comunicación pueda ser como la que se menciona en el libro de Isaías: «Venid luego, dice Jehová y arguyamos juntos», y esto para el solo propósito de que podamos ser más abundantemente bendecidos.

Al proceder ahora a compartir con vosotros estos pocos pensamientos, declaro junto con el apóstol Pablo, cuando les enseñó a los santos de Roma:

«Así que en cuanto a mí, presto estoy a anunciar el evangelio también a vosotros que estáis en Roma.

Porque no me avergüenzo del evangelio: porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.» (Romanos 1:15-16.)

Y yo aseguro que el Espíritu Santo se encuentra siempre dispuesto a dar testimonio a todos aquellos que sinceramente busquen la verdad, para que puedan reconocerla.

Un ministro protestante que se encontraba muy preocupado por el temor de perder a algunos de sus feligreses que pudieran convertirse a la Iglesia mormona, le preguntó en una oportunidad a uno de nuestros misioneros: «¿Por qué hacéis proselitismo entre mi gente? Ellos todos son buenos cristianos. Deberíais estar haciendo vuestro esfuerzo entre las naciones paganas.» Y la respuesta fue: «Si usted, señor, supiera con seguridad que Dios el Padre y su Hijo Jesucristo aparecieron nuevamente en la tierra y hablaron en estos tiempos de la historia del mundo, restaurando al hombre una información vital así como la verdadera autoridad del sacerdocio, ¿podría permanecer en silencio, sin proclamarlo al mundo entero?»

No hay hombre que pudiera hacer eso, y ése es el motivo por el cual hay unos 18.000 jóvenes esparcidos en el mundo entero que en la actualidad tienen el singular privilegio de compartir con todos los, que se detengan tan sólo un momento para escucharles, el hecho de que en verdad Dios el Padre y su Hijo aparecieron nuevamente en la tierra, apersonándosele a un jovencito de estos tiempos, todo lo cual es preliminar a la segunda venida del Señor Jesucristo, tal como está predicho en las escrituras.

Estos mismos misioneros proclaman al mundo que, después de esa maravillosa aparición de los miembros de la Trinidad, se restauró la autoridad del sacerdocio a la tierra mediante mensajeros celestiales. ¿Quién otro sino el mismo Juan el Bautista estaría mejor calificado para tener el honor de restaurar el Sacerdocio Aarónico, que es la autoridad de bautizar por inmersión? Porque a él fue a quien buscó el Salvador cuando decidió que debía establecer el ejemplo del bautismo por inmersión y que lo llevara a cabo por la autoridad debida.

¿Quiénes serían más apropiados o mejor calificados que los apóstoles Pedro, Santiago y Juan para restaurar el Sacerdocio de Melquisedec sólo unas pocas semanas más tarde? Sí, esos mismos apóstoles que caminaron y hablaron con el Salvador durante su ministerio terrenal, regresaron a la tierra para cumplir con ese propósito en nuestro tiempo.

Sí, con toda la seriedad de mi alma declaro que la Casa de Dios es una casa de orden. Sus sagrados propósitos no se llevan a cabo de acuerdo a los caprichos o las fantasías del hombre, sino que se hacen en esta Iglesia que lleva su nombre, porque las ordenanzas sagradas pueden sólo ser hechas por las autoridades adecuadas. Estamos de acuerdo con lo que dijo Pablo: «Ni nadie toma para sí la honra, sino el que es llamado de Dios, como Aarón» (Romanos 5:4). La autoridad del Sacerdocio del Señor Jesucristo, fue restaurada por Juan el Bautista, y por Pedro, Santiago y Juan, en la primavera de 1829.

Desde la restauración de la Iglesia del Señor hace 144 años, se ha estado desarrollando la irresistible compulsión entre sus miembros, de compartir sus buenas nuevas con el prójimo, con los amigos y con los extraños. El lema «cada miembro un misionero» se ha convertido en el santo y seña de esta Iglesia, mientras miles de jóvenes misioneros se encuentran en casi todas partes del mundo, expresando su testimonio e irradiando el Espíritu de Cristo a todos aquellos que estén dispuestos a escuchar.

Las palabras muy difícilmente pueden expresar el gozo intenso que se siente cuando se cumple con la conversión de una persona, conversión que se hace posible mediante el milagro del perdón y con el arrepentimiento que pavimenta el camino hacia el bautismo.

Quisiera invitaros a participar en una rápida gira mundial para observar uno o dos ejemplos de lo que es la Iglesia verdadera.» Sí, ella fue bautizada. Encontró a un joven de su misma nueva fe y ahora tienen una hermosa pequeña familia. Ya están encaminados.

Recuerdo en primer término a una familia del Pacífico Sur, de 14 miembros, cuya unidad familiar se vio terriblemente afectada por la indiferencia paterna y los irresponsables hechos de los hijos mayores, lo que llevó a que cuatro de ellos fueran internados en reformatorios y tres de los más jóvenes entregados a la custodia de una familia adoptiva. Hoy podemos ver una sólida unidad familiar guiada por padres que se han establecido metas específicas, con una disciplina adecuada y un gran amor por los hijos, que han sido sellados al núcleo familiar para toda la eternidad en el Templo de Dios. Los dos hijos mayores son misioneros regulares de la Iglesia, luchando para llevar a otras familias las mismas esperanzas y oportunidades que ellos recibieron. Todo eso porque un padre desesperado que contemplaba la posibilidad del suicidio como única solución a sus graves problemas, escuchó a dos jóvenes, uno de 19 y otro de 20 años y creyó lo que ellos le predicaron.

No hace mucho tiempo escuché el siguiente testimonio de un hombre de color que se aproximaba a la finalización de una larga sentencia de prisión: «Encontré la verdad detrás de las barras de esta prisión. He tenido tiempo de sobra para estudiar y meditar. Mi única ambición ahora es llenar los requisitos necesarios para el bautismo, después que mi deuda para con la sociedad haya sido saldada; y luego volver a mi hogar en Misisipí, para hacerle saber a mi pueblo las buenas nuevas de esta gran Iglesia.»

Mientras volábamos por encima del Pacífico Sur, una azafata nos preguntó a mi esposa y a mí si éramos mormones, después de habernos servido leche por tercera vez. Al recibir la respuesta afirmativa, contestó con una radiante sonrisa que jamás olvidaremos: «Estoy ansiosa de volver a California después de este viaje, porque voy a recibir la tercera discusión de los misioneros de su Iglesia; pero ya sé que es la Iglesia verdadera.» Sí, ella fue bautizada. Encontró a un joven de su misma nueva fe y ahora tienen una hermosa pequeña familia. Ya están encaminados.

Quisiera presentaros ahora a un joven ejecutivo de mucho éxito que escribió lo siguiente: «Nuestra familia era muy feliz. Mi esposa y yo nos amábamos, teníamos tres niños encantadores, cuando algo sucedió, repentinamente, Jeff y Angela comenzaron a asistir a la Primaria con los hijos de los vecinos. Desde entonces, la hora de la cena cada día de la Primaria, era una perfecta reproducción de lo que había sucedido en la Primaria esa tarde. No podíamos creer que nuestros hijos tuvieran esos grandes pensamientos y actitudes. Bueno, ese fue el comienzo, y ahora, después de dos años de ser miembros de la verdadera Iglesia del Señor, creemos haber llegado a ser la familia de éxito que antes pensábamos que éramos. Nuestra familia nunca supo lo que era la unidad familiar y la verdadera felicidad, hasta que el mormonismo pasó a integrar nuestra vida íntima.»

Una mujer de un país sudamericano, intrigada por la sinceridad de los misioneros mormones, los invitó a que fueran a conocer a la familia esa noche. Pero, desafortunadamente, su esposo no compartió sus ideas y los jóvenes misioneros fueron recibidos con una nota en la puerta en la que se les agradecía y les pedían disculpas por no recibirlos. La señora ayunó y oró para que el Señor intercediera en favor de la familia., Unas seis semanas más tarde, el esposo le dijo que iban a recibir la visita de dos buenos jóvenes que había conocido en el autobús. Había hecho los arreglos para que ellos comunicaran su mensaje a la familia, después de lo cual, los seis fueron bautizados. Entonces la esposa le explicó que eran precisamente esos mismos jóvenes los que ella Había tratado de invitar a la casa en la oportunidad en que él los había rechazado. «Dios trabaja misteriosamente.»

La gran mayoría de las personas está de acuerdo en que los mormones son gente estable, feliz y dedicada. Los mormones son dignos de confianza y saludables. Pero aún así oigo a algunos de vosotros que decís que conocéis mormones que hacen esto o aquello. Mi testimonio ante vosotros hoy, es que si conocéis a algún mormón que hace algo indebido, no lo hace como consecuencia de las enseñanzas de la Iglesia. Más bien debemos decir que cualquier mormón que se comporte en esa forma, lo hace a pesar de las enseñanzas de la Iglesia, y esperamos que los que así hagan se arrepientan pronto, ya que donde mucho es dado, mucho también es requerido.

«Probadme y veréis», dice el Señor. Si vuestra vida estará llena de problemas o si en verdad llegaréis a lograr el éxito que deseáis. Declaro con total confianza que sólo en el evangelio de Jesucristo podréis encontrar absoluta y genuina felicidad.

¿Por qué no utilizamos la misma fórmula sugerida por el Señor para probar la veracidad de su Iglesia? Mi testimonio a vosotros hoy, aquí, es el mismo que la declaración presentada por el Señor hace 2.000 años, a un grupo de bien intencionados críticos.

«Mi doctrina no es mía sino de aquél que me envió.

El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.» (Juan 7:16-17.)

Con toda la fuerza y sinceridad de mi corazón, declaro que vuestra vida eterna y la salvación de vuestra familia dependen de lo que le sucedió a José Smith, el Profeta de Dios, Que así lo podáis comprobar muy pronto, lo ruego humildemente, en el nombre de Jesucristo. Amén.

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