Sed leales a vuestra organización

Sed leales a vuestra organización

Spencer W. KimballPresidente Spencer W. Kimball

Mis amadas hermanas, os saludo y doy la bienvenida esta noche en que os habéis reunido en más de 2.000 agrupaciones en todo el mundo. ¡Os amamos y apreciamos con todo nuestro corazón! Os respetamos, os honramos, y os necesitamos. «Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón.» (1 Cor. 11:11). Nos regocijamos en vuestra rectitud y en la influencia positiva que tenéis como personas, esposas, madres y abuelas. Apreciamos la fidelidad y devoción de las hermanas solteras quienes aún no disfrutan la plenitud de una vida familiar. El Señor os ama, pues sois unos de los espíritus más nobles de nuestro Padre Celestial. Si continuáis fieles, algún día no se os negará ninguna bendición.

Estoy muy complacido con el tema que se ha seleccionado para esta reunión, «Aprended para enseñar». Durante toda mi vida matrimonial he sido bendecido con mi dulce compañera, Camilla, quien ha tenido una sed insaciable de conocimiento. Está siempre leyendo y buscando. Cree literalmente en el consejo del Señor por intermedio del profeta José Smith, «Cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levantará con nosotros en la resurrección.» (D. y C. 131:18). No ha estado sólo aprendiendo continuamente en nuestros 63 años de matrimonio, sino que también por su ejemplo, y sus enseñanzas ha estado compartiendo lo que aprende. Por más de medio siglo ha sido maestra visitante de la Sociedad de Socorro, y en la mayor parte de ese tiempo ha enseñado la lección de Vida Espiritual en la Sociedad de Socorro.

Mis queridas hermanas, permaneced todas vosotras cerca de la Iglesia. Seguid a sus profetas para que no os desviéis del camino, y para que podáis ayudar a guiar a cualquiera de aquellos que lo hayan perdido. Amad y cuidad de vuestras familias y aseguraos de llevar a cabo la noche de hogar familiar con regularidad cada semana. El hogar es un lugar de paz y amor. Sed buenas vecinas también, para que aun si el amor de muchos en el mundo se enfría, vuestras familias y vuestros vecinos no se priven de vuestro ministerio y de vuestro servicio compasivo. Continuad siendo buenas esposas y madres, hijas y hermanas, de manera que si el amor y la paz disminuyen en la tierra, todavía existan en vuestros hogares.

Hay muchas clases de voces. Permitidme reiterar lo que os dije en la reunión de mujeres hace ya dos años. Dejad a otras que sigan ciegamente lo que en forma egoísta perciben como sus intereses; pues vosotras, mis queridas hermanas, podéis ser una fuerza mucho más necesaria por el amor y la verdad y el ejemplo recto que podéis dar en esta tierra. «Escucha al Profeta que predica la verdad». (Himnos de Sión, Núm. 69.)

¡El Señor está al timón! Él nos dirigirá. Esta es su obra, de la cual la Sociedad de Socorro es una parte muy importante. Mis queridas hermanas, sed leales a esta gran organización la cual, bajo la inspiración del Señor, fue organizada hace 138 años por el profeta José Smith. Apoyadla y fortalecedla para el bienestar de vosotras mismas, de vuestras familias y de la Iglesia. Más aun, así como tenemos que guardar todos los mandamientos, hagamos un uso total de todos los otros programas básicos de la Iglesia para que nos fortalezcamos y haya equilibrio en nuestra vida.

Si mantenéis la fe, el Señor no os olvidará ni a vosotras ni a vuestros seres queridos.

Mis amadas hermanas, sé que Dios vive, que Jesucristo es su Hijo Unigénito, el Redentor del mundo, y que ésta es en verdad la Iglesia de Jesucristo, con El a la cabeza. Dejo este testimonio con vosotras y mi amor y mis bendiciones en el nombre de Jesucristo. Amén.

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