No te avergüences de dar testimonio

28 de marzo de 1981
«No te avergüences de dar testimonio»
Por el presidente Spencer W. Kimball

Spencer W. KimballMis amadas hermanas, siempre me siento feliz y sumamente alentado cuando contemplo a las hermosas y fieles jóvenes de la Iglesia y puedo hablar con ellas.

Al hacerlo, siento renovada mi confianza en el futuro de la Iglesia y de sus familias.

Considero que el tema de esta reunión es especialmente apropia­do para vosotras, encantadoras hijas de Sión: «Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de domi­nio propio» (2 Timoteo 1:7).

Pablo dio a Timoteo otro consejo que se aplica a todos los Santos de los Últimos Días, cuando agregó: «Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Se­ñor. . . (2 Timoteo 1:8).

Los profetas de esta última dis­pensación nos han enseñado que hubo espíritus selectos, reserva­dos especialmente para venir a la tierra en esta época. ¡Vosotras es­táis entre esos espíritus!

Mis queridas hermanas, os rue­go que permanezcáis cerca del Se­ñor, de vuestros padres, de los líderes del sacerdocio y de las her­manas que os dirigen en el progra­ma de las Mujeres Jóvenes. Espe­ro que comprendáis que si estamos tan interesados en ayudaros en vuestro desarrollo y progreso es porque sois almas preciosas, y de­seamos que utilicéis el potencial que tenéis para convertiros en las mujeres que debéis ser, y vivir con amor y fortaleza, y sin temor.

Obtened una buena preparación, siendo aplicadas en vuestros estu­dios. Aprended a ser buenas ami­gas y vecinas, y esto os ayudara a ser mejores como esposas y ma­dres.

Antes de que os llegue el mo­mento de enamoraros de vuestro elegido, enamoraos de las Escritu­ras, ya que éstas os ayudarán a prepararos espiritualmente para enfrentar el futuro. Si desarrolláis atributos tales como el amor, la pureza y la humildad, y aprendéis a comunicaros con los demás, a escuchar y a delegar responsabili­dades, seréis mejores amigas y ve­cinas, mejores esposas y madres. El programa de las Mujeres Jóve­nes es parte de la organización que tiene la Iglesia para ayudaros a desarrollar todas estas cualidades.

Recordad que no siempre seréis jóvenes, pero que siempre seréis mujeres; y tratad de ser mujeres especiales. El mundo os necesita, pues no cuenta con suficientes mu­jeres de vuestro calibre.

Recordad también, mis queridas hermanas, que los líderes de la Iglesia os amamos y, lo que es más importante aún, que el Señor os ama. Nuestro Padre Celestial os envió a la tierra en estos tiempos con un propósito especial. Ruego que Él os bendiga, hoy y siempre; en el nombre de Jesucristo, nues­tro Señor. Amen.

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