Una oración a favor de la paz

Conferencia General Abril 1970

Una oración a favor de la paz

Joseph Fielding Smith

por el presidente Joseph Fielding Smith


Hermanos, creo que este ha sido un día maravilloso, en el cual hemos escuchado muchas cosas que nos serán de provecho si tan solo las atesoramos.

Hemos llegado a la conclusión de otra gran conferencia general de la Iglesia.

Vinimos para sostener a una nueva Primera Presidencia y a recibir consejo y dirección del Señor a través de sus siervos, los profetas.

Nos reunimos para participar de las buenas cosas del Espíritu, para sentir esa influencia que proviene únicamente del Señor, y para ser edificados en la fe y el testimonio.

Vinimos a adorar al Señor, a afirmar nuestro amor por El y nuestra devoción por su causa, y nos reunimos con el deseo de guardar el mandamiento que dice: «Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, alma, mente y fuerza; y en el nombre de Jesucristo lo servirás» (D. y C. 59:5).

Siento que los propósitos de la conferencia se han llevado a cabo; ahora estamos listos para salir hacia nuestros diversos rumbos con una dedicación renovada de edificar la obra de nuestro Padre, y con la determinación de utilizar nuestra fortaleza e influencia para bendecir a todos sus hijos.

Sigamos el consejo de aquél que dijo: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:16).

Os dejo mi bendición y seguridad de que Dios está con su pueblo, y de que la obra en la que estamos embarcados triunfará y avanzará hasta que los eternos propósitos del Señor sean cumplidos.

Y ruego que las bendiciones del cielo moren con vosotros y todos los hombres.

Oh, ¡qué los cielos derramen justicia y verdad sobre todo el mundo!

Oh ¡qué todos los hombres tengan un oído atento, y que puedan seguir las palabras de verdad y luz que provienen de los siervos del Señor!

Oh ¡qué los propósitos del Señor entre la gente de cada nación se lleven a cabo rápidamente!

Ruego por los miembros de la Iglesia, que son los santos del Altísimo, que puedan ser fortalecidos en su fe, que sus deseos de justicia aumenten en sus corazones, y que logren su salvación con temor ante el Señor.

Ruego por las personas buenas y justas, que puedan ser motivadas a buscar la verdad, a sostener todo principio verdadero y a promover la causa de la libertad y la justicia.

En estas difíciles épocas de inquietud, ruego que todos los hombres sean guiados por esa luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, y que de esta manera puedan obtener la sabiduría para resolver los problemas que acosan a la humanidad.

Le imploro a un Padre benévolo, que derrame sus bendiciones sobre todos los hombres, jóvenes y ancianos, sobre los afligidos, sobre los hambrientos y necesitados, sobre aquellos que están atrapados en circunstancias desafortunadas y ambientes malsanos, y sobre todos aquellos que necesitan ayuda, socorro y sabiduría, así como todas esas cosas buenas y maravillosas que sólo El puede brindar.

Así como todos ustedes, siento amor, preocupación y compasión por los hijos de nuestro Padre en toda la tierra, y ruego que sus condiciones puedan ser mejoradas tanto temporal como espiritualmente; ruego que se acerquen a Cristo, aprendan de El y carguen con su yugo, para que puedan encontrar descanso en sus almas, porque su yugo es fácil y ligera su carga. (Mateo 11:29-30.)

Ruego que los Santos de los Últimos Días y todos los que se unan a ellos para guardar los mandamientos del Padre de todos nosotros, vivan de tal manera que puedan ser merecedores de la paz en esta vida, y vida eterna en el mundo venidero; lo cual pido humildemente y con gratitud, en el nombre del Señor Jesucristo.  Amén.

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