Mi llamamiento

Conferencia General Abril 1978
Mi llamamiento
por el élder Ronald E. Poelman
del Primer Quórum de los Setenta

Ronald E. PoelmanNuestro Salvador nos invita a cada uno, personalmente, a. acercarnos a El y llevarle «un corazón. quebrantado y un espíritu contrito» (D. y C. 59:8). Jamás había yo sentido el significado de esta invitación, hasta el punto que lo siento ahora. Al mismo tiempo, han resurgido en mí la fortaleza y cl deseo de renovación, por lo cual me siento profundamente agradecido.

Al aceptar este llamamiento con fe y esperanza, me consta que no he llegado a este cargo por mi propio esfuerzo.

Siento una intensa gratitud y una devoción difíciles de expresar, hacia mis amados familiares, mis amigos, maestros, líderes y todos aquellos con quienes me he relacionado.

Al analizar lo que fue mi vida hasta ahora pienso que ha sido mucho más difícil y mucho más satisfactoria de lo que yo hubiera podido esperar. Sólo ruego que las muchas experiencias que he tenido, me hayan preparado en cierto modo para lo que me espera en el futuro.

He sido llamado por un Profeta de Dios a un servicio absoluto y vitalicio en la causa del Salvador, y tengo una sensación de incompetencia que me ha hecho comprender que mi preparación para el cargo acaba de comenzar.

Siento gratitud hacia el presidente Kimball, las demás Autoridades Generales, y cada uno de vosotros por vuestro voto de sostenimiento, y me comprometo a poner lo mejor de mis esfuerzos en cualquier asignación que reciba en este cargo.

Hace casi treinta años, en respuesta a mi dedicado estudio y fervientes ruegos. el Espíritu Santo me confirmó el hecho de que Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios, el Salvador y Redentor de todas las almas. Con esa convicción, y por el mismo Espíritu, adquirí el conocimiento de que el evangelio es eterno y verdadero y que ha sido restaurado a la tierra; que las Escrituras, incluyendo cl Libro de Mormón, son registros divinos: que José Smith fue un Profeta de Dios como lo son todos sus sucesores, entre ellos el presidente Kimball; y que nuestro Padre Celestial ama a cada uno de nosotros, sus hijos. Agradezco este conocimiento, y os dejo mi testimonio personal de   que todo esto es verdad en el nombre de nuestro amado Salvador. el Señor Jesucristo. Amén.

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