Conferencia General Octubre 1980
La bendición de un testimonio
Presidente N. Eldon Tanner
Primer Consejero en la Primera Presidencia
Considero un verdadero privilegio y bendición el poder estar frente a vosotros esta mañana en esta sesión de la conferencia. Seguir el ejemplo del presidente Kimball es algo que he procurado hacer durante los últimos siete años y si tengo éxito en tal empresa, me sentiré plenamente realizado. Me siento muy feliz por poder estar con vosotros hoy, por poder participar del espíritu que está siempre presente en estas conferencias, por poder escuchar al Coro del Tabernáculo, y los sermones de los líderes de esta gran Iglesia.
No estaba preparado para hablaros, más el presidente Kimball me pregunto si desearía dejaros unas pocas palabras. Quisiera compartir mi testimonio con mi familia, mis amigos, mis colegas y con el mundo entero. He tenido el privilegio de servir junto a cuatro presidentes de esta Iglesia y de ver como el Señor obra mediante ellos. Al verles actuar, uno no puede dudar que son profetas de Dios que nos guían por los caminos de la verdad y la justicia y nos ayudan a prepararnos a nosotros y a nuestros hijos para alcanzar la vida eterna.
Sabemos que somos hijos espirituales de Dios y que estuvimos presentes cuando se decidió formar una tierra en la que pudiéramos vivir y probar nuestra dignidad observando los mandamientos, a fin de regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial. Esa es la razón por la cual la tierra fue creada.
Jesús fue escogido para ser el Salvador del mundo. Él nos proporcionó el plan de vida y salvación mediante los profetas de la antigüedad, tal como se encuentra registrado en el libro de Génesis y en otros pasajes de las Escrituras Sabemos quiénes somos, de dónde venimos, la razón por la que estamos aquí y cómo podemos regresar a su presencia.
Somos afortunados por poseer un testimonio de las enseñanzas del Evangelio de Jesucristo. Es mi oración que todos hagamos lo mejor de nuestra parte en el cumplimiento de los deberes que nos son dados.
Ruego que nuestro ejemplo e influencia sean sentidos de una forma positiva dondequiera que nos encontremos, y lo hago en el nombre de Jesucristo. Amén.
























