Mantener la fe es importante

Mantener la fe es importante

por Delbert L. Stapley
del Consejo de los Doce
Liahona Noviembre 1965

Mis hermanos y amigos, auditorio que me escu­cha por televisión, quiero expresarles algunos puntos de vista acerca de un importante tópico de actualidad.

El alarmante la tendencia a la inmoralidad y la falta de ética, los cimientos de nuestra sociedad se están desmoronando. Esto fue lo que tan elocuen­temente nos dijo esta mañana el Presidente McKay. Sin lugar a dudas, Satanás tiene poder sobre sus dominios.

Por todo el mundo hay en acción muchas serpien­tes de siete cabezas. Sin querer o sin saber, muchas personas están apoyando planes astutos y perversos que son un peligro para la humanidad, sin darse cuenta han caído en las redes de hombres sin escrú­pulos. Estas influencias perniciosas se introducen inadvertidamente y a menos que tomemos medidas para anularlas, se perfila un alarmante futuro.

Los resultados aparentemente no son muy signi­ficativos al principio, pero aumentan en considera­ción y frecuencia por la apatía del público y el apoyo de hombres y mujeres prominentes que desempeñan importantes cargos públicos o privados. Muchos pecamos de ingenuos, no nos damos cuenta ni sos­pechamos lo que pasa a nuestro alrededor, no esta­mos al corriente de muchos asuntos de vital im­portancia, ni averiguamos lo que se oculta tras ellos.

Es necesario estar alerta, al tanto de los aconte­cimientos en la nación y en la comunidad para poder defendemos de las maquinaciones y ardides de quienes viven del vicio, la degradación física, moral y espiritual de viejos y jóvenes.

Guando estas influencias satánicas se insinúan en la puerta, derriban todas las barreras de la decencia para ensanchar su campo de acción y llevar a cabo sus diabólicos planes. Barren con todos los medios ideados para detener su avance, y los inocentes y los ingenuos quedan expuestos a la nefasta influencia de estas poderosas organizaciones.

Debemos estar listos para defender nuestros de­rechos e ideales, tomando parte activa en todo lo que nos concierne. Todos podemos cooperar con los propósitos justos y legítimos, pero preferimos adap­tarnos en vez de defender lo que sabemos que es correcto.

No quiero decir que la gente o determinado gru­po tome las riendas, contraviniendo la ley, pero sí podrían gestionar enmiendas, hacer peticiones per­sonales o escritas de acuerdo con los derechos y privilegios que les concede la constitución. Para asegurarse de que los propósitos son buenos, el Señor advirtió lo siguiente:

“. . . Cuando el inicuo gobierna, el pueblo se la­menta.

“De modo que, se debe buscar diligentemente a hombres honrados y sabios, y a hombres buenos y sabios debéis apoyar de lo contrario, lo que fuere menos que esto procede del mal.” (Doc. y Con. 98: 9-10.)

Hay muchas organizaciones que confunden el valor de las cosas y tratan de dominar al hombre por coerción e intimidación. La gente honrada es el blanco de los agentes de las tinieblas.

El Señor dice:

“Atended, oh pueblo, abrid vuestros corazones y dad oído desde lejos escuchad, vosotros los que os llamáis el pueblo del Señor, oíd su palabra y su voluntad concerniente a vosotros.

“Porque éste es un día de amonestación y no de muchas palabras. Porque yo, el Señor, no he de ser burlado en los últimos días.” (Ibid., 63:1, 58.)

Más adelante dijo que requiere el corazón, men­tes dispuestas y obediencia de los hijos de los hombres en estos últimos días, y que espera que caminemos en la senda de los mandamientos de Dios. (Véase Ibid., 63:22, 34; 88:133.)

¿Por qué estamos reunidos aquí? Para perfeccionarnós, para ser ejemplo viviente de lo que pro­clamamos al mundo: la ley y la palabra de Dios. De aquí sale la palabra de Dios a todo el mundo. Las leyes que salen de Sión no surtirán efecto si no damos el ejemplo; la actitud animosa de los Santos debe apoyar todo principio, norma o ideal del evan­gelio de Jesucrito.

Los enemigos de la justicia deben enterarse de nuestras obras, convicciones y sinceridad de propó­sito; lo que apoyamos como Iglesia y como indivi­duos.

Todos los hombres y mujeres buenos y honrados están invitados y serán bien recibidos en nuestra co­munidad, en ella disfrutarán los beneficios de nues­tra sociedad, ambiente espiritual, compañerismo y amistad. Todos deberíamos estar interesados en mantener un ambiente sano en la comunidad en que vivimos, para que las familias no se vean expuestas a la influencia del vicio. No debemos permitir la en­trada a influencias dudosas para no exponer a nues­tros seres queridos. Ninguna institución humana puede ofrecer nada comparable a lo que el Señor ha dado a su pueblo. Lo que buscamos es su evan­gelio y el camino de la justicia; lo contrario no puede traer paz ni felicidad. Como pueblo de Dios somos diferentes, hemos elegido ser diferentes y espero que siempre tengamos el valor de serlo.

Se nos ha escogido para que sostengamos los caminos del Señor y seamos símbolo de esperanza y buena voluntad entre los hombres.

El Señor ha dicho que «. . .Los rebeldes serán afligidos con mucho pesar. . . .

“Porque se han desviado de mis ordenanzas, y han violado mi convenio sempiterno.

“No buscan al Señor para establecer su justicia sino que todo hombre anda por su camino, y con­forme a la imagen de su propio Dios, cuya imagen es a semejanza del mundo. . .» (Ibid1:3, 15-16.)

¿Podemos arriesgarnos a exponer con liberalidad nuestros puntos de vista; interpretando como mejor nos convenga las revelaciones del Señor contenidas en las Escrituras; y las palabras de hombres llama­dos divinamente, despreciando los mandamientos del Señor? Se nos ha aconsejado no jugar con las cosas sagradas. No es prudente hacer caso omiso de los consejos de Dios o caminar por nuestra propia senda, porque encontraremos muchos escollos. Toda alma debería buscar, por medio de la rectitud, la luz del Espíritu, como guía durante toda su vida mortal.

La verdad en estos días ha sido tan disfrazada y burlada que es difícil reconocerla. Para ello no sólo se requiere un verdadero conocimiento de la palabra revelada, la que a su vez constituye la vía más segura hacia la clase de vida que el Salvador quiere que vivamos; sino también fe y un testimonio de las cosas que nos impulsan a actuar según su voluntad. Nuestro Señor dijo que vino “. . . no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me en­vió. . . .”          “. . .porque yo hago siempre lo que le agrada.” (Juan 6:38, 8:29.)

La misma actitud reverente y la misma obedien­cia debería morar en el corazón de los hombres hoy día.

¿Existe alguna justificación para sacrificar las enseñanzas de los principios eternos, en aras de obtener favores, de satisfacer nuestras vanas ambi­ciones o deseos? ¿Tenemos, justificación cuando aprobamos a individuos u organizaciones cuyos fines son contrarios a la moral y bienestar espiritual de la gente?

Mormón, un antiguo profeta de las Américas dijo lo siguiente:

“Por consiguiente, toda cosa buena viene de Dios, y lo que es malo viene del diablo; porque el diablo es enemigo de Dios, y siempre está contenien­do con él, e invitando e incitando a pecar y hacer lo que es malo sin cesar.

“Pero he aquí, lo que es de Dios invita e incita continuamente a hacer lo bueno; de manera que todo aquello que invita e incita a hacer lo bueno, y amar a Dios y servirlo, es inspirado de él.” (Moroni 7:12-13.)

Estas palabras irradian verdad y comprensión.

Nefi, otro gran profeta americano, declara que el Espíritu lo guió en todo lo que hizo. En una oca­sión, tratando de hacer comprender a sus hermanos las enseñanzas de su padre, las cuales ellos no po­dían entender, Nefi les preguntó: “¿Os habéis diri­gido al Señor para ello?” (1 Nefi 15:8)

He aquí la llave. Es necesario tener fe para pre­guntarle al Señor, y la fe requiere vivir rectamente para poder recibir respuesta de El.

Otro profeta de las Américas aconsejó:

“Porque el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta al influjo del Espíritu Santo. . . .” (Mosiah 3:19.)

¿Puede alguien dirigirse al Señor con sinceridad, pidiendo la guía del Espíritu Santo, y al mismo tiem­po apoyar y aprobar planes que promueven el mal o que son contrarios a sus convicciones?

No somos fieles a Dios ni estamos defendiendo como debemos el evangelio de su Hijo, nuestro Sal­vador, cuando apoyamos causas inicuas y degra­dantes, que destruyen las virtudes de la naturaleza cristiana y los fundamentos de la verdadera religión.

Alma, aconsejando a su pueblo dijo:

“¿Podéis imaginaros ante el tribunal de Dios con vuestras almas llenas de culpa y remordimiento, re­cordando todas vuestras transgresiones; sí, con un conocimiento completo de todas vuestras iniquida­des; sí, con el recuerdo de haber desafiado los man­damientos de Dios?

“Os pregunto: ¿Podréis mirar a Dios en aquel día con un corazón puro y manos limpias?

“¿Podréis pensar en ser salvos—os pregunto— cuando os habéis dejado sujetar por el diablo?” (Alma 5:18-20.)

Más adelante, en el mismo discurso, agrega:

“Porque os digo que todo lo que es bueno viene de Dios; y cuanto es malo, del diablo procede.” (Ibid.f 5:40.)

No tenemos ninguna excusa para desviarnos del conocimiento y comprensión del mal y el bien por­que Dios ha marcado el camino que conduce a la vida eterna, la vía recta y angosta. Un profeta de las antiguas Américas dijo: “los hombres tienen el cono­cimiento suficiente para poder discernir el bien del mal. . .” (2 Nefi 2:5.) La oposición del hombre no puede cambiar la verdad o los principios que Dios ha revelado; por lo tanto, los hombres no tienen ninguna excusa para no obtener las respuestas co­rrectas y hacer las decisiones debidas en todo lo que se les presenta. Preguntando al Señor, oyendo la voz del Espíritu Santo y estando dispuestos a guiar­nos por él, estaremos siempre en el camino del Señor, dispuestos a defender y apoyar lo bueno y aceptable a los ojos de Dios.

Otro profeta se dirigió a su pueblo diciendo:

“He aquí, tenéis las Escrituras por delante, y si queréis pervertirlas, será para vuestra destruc­ción.” (Alma 13:20.)

“Porque he aquí, el Señor ha dicho: No soco­rreré a los de mi pueblo en el día de su transgresión, sino que obstruiré sus caminos para que no pros­pere, y sus actos serán como tropiezo delante de ellos.” (Mosíah 7:29.)

Alma, aconsejando a su hijo contra las maquina­ciones de las tinieblas, le dijo:

“… No confíes esos planes secretos a este pueblo, sino inculca en ellos un odio perpetuo hacia el pe­cado y la iniquidad.” (Alma 37:22.)

Y continuando con su admonición agrega:

“Enséñales a no cansarse nunca de las buenas obras, sino a ser mansos y humildes de corazón; porque estos hallarán descanso para sus almas.” (Ibid., 37:34.)

En nuestros días, el Señor ha declarado:

“. . . Mi enojo está encendido en contra de los rebeldes. . .”

“Y el que no quiera tomar su cruz para seguirme y guardar mis mandamientos, no será salvo.

“He aquí, yo, el Señor, mando; y el que no qui­siere obedecer, será desarraigado en mi propio y debido tiempo, después que yo haya mandado, y el mandamiento haya sido quebrantado.” (Doc. y Con. 56:1-3.)

Las siguientes escrituras adicionales son muy significativas, alentarán a toda persona a vivir una vida recta y a seguir los caminos de Dios:

“De cierto, de cierto te digo: ¡Ay de aquel que miente para engañar, porque se supone que otro miente para engañar! porque los tales no quedan exentos de la justicia de Dios.” (Ibid., 10:28.)

“Y os doy el mandamiento de desechar todo lo malo y adheriros a todo lo bueno, para que viváis de acuerdo con cada palabra que salga de la boca de Dios.” (Ibid., 98:11.)

“No temáis, pues, a vuestros enemigos, porque yo he decretado en mi corazón probaros en todas las cosas, dice el Señor, para ver si permanecéis en mi convenio, aun hasta la muerte, a fin de que seáis hallados dignos.

“Porque si no permanecéis en mi convenio, no sois dignos de mí.” (Ibid., 98:14-15.)

“Y este será nuestro convenio: Andaremos en todas las ordenanzas del Señor.” (Ibid., 136:4.)

“Por tanto, cuídese cada hombre, no sea que haga lo que no es recto y verdadero ante mí.” (Ibid., 50:9.)

“Porque aquel a quien mucho se da, mucho se requiere; y el que pecare contra mayor luz, mayor condenación recibirá.

“. . .Y si no observáis mis instrucciones que os doy, os hacéis transgresores, y justicia y juicio son el castigo que prescribe mi ley.” (Ibid., 82:3-4.)

Mis hermanos y amigos, estas escrituras definen claramente el verdadero camino que Dios quiere que sigamos. Guardar los mandamientos de Dios es una obligación para el hombre, porque El ha dis­puesto que su ley se cumpla en toda la tierra.

Es nuestra obligación unirnos y permanecer fir­mes en el cumplimiento de los mandamientos de Dios y apoyar lo que El ha revelado y enseña tan clara­mente a todos los que quieran entender. No pode­mos permanecer impasibles ante aquello que des­truye los derechos, privilegios y libertades que Dios nos ha concedido.

Si un individuo o grupo desaprueba o toma con liviandad los asuntos relacionados con la moral y el espíritu, no podrá recibir las bendiciones del cielo. No podemos seguir a la mayoría y actuar como ellos. Hemos escogido actuar diferente porque somos di­ferentes. Si nuestra mente está ocupada en asuntos terrenales, no tendremos las oportunidades de lo­grar verdadera paz y felicidad.

No debemos vacilar en apoyar lo justo. Cual­quier vacilación nos pondrá a prueba y nos veremos en la alternativa de aceptar o rechazar ideas dañi­nas por naturaleza. Esto me recuerda los retos que los jóvenes se hacen entre sí cuando quieren hacer algo indebido. Cuando se aceptan tales retos, gene­ralmente se termina mal. Prestar oído a tales desa­fíos indica falta de sabiduría. Debemos apoyar con firmeza nuestras creencias y lo que sabemos que es correcto. Esto fortalecerá la moral y la influencia espiritual en nuestra comunidad, lo cual atraerá a aquéllos que buscan un ambiente sano y tranquilo para establecer su hogar, donde sus hijos puedan crecer en compañía de jóvenes que tengan los mismos ideales.

Ruego que Dios nos bendiga, que seamos since­ros y mantengamos la fe en las verdades, obligaciones y convenios que hemos hecho con El. Hago este humilde ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.

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