Conferencia General Abril 2018
Lo que todo poseedor del Sacerdocio Aarónico debe entender
Por Douglas D. Holmes
Primer Consejero de la Presidencia General de los Hombres Jóvenes
La ordenación al Sacerdocio Aarónico que han recibido es esencial para ayudar a los hijos de Dios a recibir el poder expiatorio de Cristo.
Hermanos, es un privilegio estar con ustedes en esta histórica conferencia. Cuando era un presidente de misión nuevo, me sentía emocionado porque íbamos a recibir a nuestro primer grupo de nuevos misioneros. Un grupo de misioneros más experimentados estaba preparando una breve reunión para ellos, cuando noté que habían colocado unas sillas de niños en semicírculo.
“¿Para quiénes son esas sillitas?”, pregunté.
Los misioneros, con cierta timidez, respondieron: “Para los nuevos misioneros”.
Creo que la forma en que vemos a los demás tiene un impacto significativo en su percepción de sí mismos, y de lo que pueden llegar a ser1. Ese día, nuestros nuevos misioneros se sentaron en sillas de adultos.
Hablando en sentido figurado, me temo que en ocasiones damos a nuestros jóvenes del Sacerdocio Aarónico sillas de niños para sentarse, en vez de ayudarles a ver que Dios les ha confiado una responsabilidad sagrada y una obra esencial para hacer.
El presidente Thomas S. Monson nos indicó que los hombres jóvenes deben comprender “lo que significa … tener el sacerdocio de Dios. Se les debe guiar a que perciban espiritualmente la santidad de su llamamiento al que han sido ordenados”2.
Hoy ruego que el Espíritu Santo nos guíe a un entendimiento mayor del poder y la santidad del Sacerdocio Aarónico y nos inspire a centrarnos más diligentemente en nuestros deberes del sacerdocio. Mi mensaje es para todos los poseedores del Sacerdocio Aarónico, incluidos los que poseen el Sacerdocio de Melquisedec.
El élder Dale G. Renlund enseñó que el propósito del sacerdocio es proveer a los hijos de Dios el acceso al poder expiatorio de Jesucristo3. Para recibir el poder expiatorio de Cristo en nuestras vidas, hemos de creer en Él, arrepentirnos de nuestros pecados, hacer y guardar convenios sagrados por medio de ordenanzas y recibir el Espíritu Santo4. No son cosas que hacemos solo una vez, ya que esos principios obran juntos, reforzándose mutuamente y edificándose uno sobre el otro en un proceso continuo de progresión ascendente para “[venir] a Cristo, y [perfeccionarnos] en él”5.
¿Cuál es la función del Sacerdocio Aarónico en esto? ¿Cómo nos ayuda a tener acceso al poder expiatorio de Cristo? Yo creo que la respuesta se halla en las llaves del Sacerdocio Aarónico: las llaves del ministerio de ángeles y del evangelio preparatorio6.
El ministerio de ángeles
Comencemos con un aspecto del ministerio de ángeles. Antes de que los hijos de Dios puedan tener fe en Jesucristo, necesitan conocerle y que se les enseñe Su evangelio. Como dijo el apóstol Pablo:
“¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
“¿Y cómo predicarán si no son enviados?…
“Así que la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios”7.
Desde el comienzo de los tiempos, Dios “envió ángeles para ministrar a los hijos de los hombres, para manifestar… la venida de Cristo”8. Los ángeles son seres celestiales que comunican el mensaje de Dios9. Tanto en hebreo como en griego, la raíz de la palabra ángel es “mensajero”10.
De la misma manera en que los ángeles son mensajeros autorizados enviados por Dios a declarar Su palabra y, de este modo, edificar la fe, a nosotros que poseemos el Sacerdocio Aarónico se nos ha ordenado para “enseñar e invitar a todos a venir a Cristo”11. Predicar el Evangelio es un deber del sacerdocio; y el poder asociado con este deber no es solo para los profetas, ni siquiera solo para misioneros. ¡Es para ustedes!12.
¿Cómo obtendremos ese poder? ¿Cómo lleva un diácono de 12 años —o cualquiera de nosotros— la fe en Cristo a los corazones de los hijos de los hombres? Empezamos atesorando Su palabra, para que el poder de ella esté en nosotros13. Él ha prometido que, si lo hacemos, tendremos “el poder de Dios para convencer a los hombres”14. Eso podría ocurrir al enseñar en una reunión del cuórum o durante una visita a un miembro en su casa. Podría ser en una situación más informal, como en una conversación con un amigo o un familiar. En todas esas situaciones, si estamos preparados, podremos enseñar el Evangelio de la forma en que lo hacen los ángeles: por el poder del Espíritu Santo15.
Hace poco escuché a Jacob, un poseedor del Sacerdocio Aarónico en Papúa Nueva Guinea, testificar del poder del Libro de Mormón y cómo le había ayudado a resistir el mal y seguir al Espíritu. Sus palabras aumentaron mi fe y la de otras personas. Mi fe también creció al escuchar a poseedores del Sacerdocio Aarónico enseñando y testificando en sus reuniones de cuórum.
Hombres jóvenes, ustedes son mensajeros autorizados. Mediante sus palabras y acciones, ustedes pueden traer la fe en Cristo a los corazones de los hijos de Dios16. Como dijo el presidente Russell M. Nelson: “Serán para [ellos] como ángeles ministrantes”17.
El evangelio preparatorio
El aumento de fe en Cristo siempre produce un deseo de cambiar y arrepentirse18. Es lógico, entonces, que la llave del ministerio de ángeles esté acompañada de la llave del evangelio preparatorio, “el evangelio de arrepentimiento y de bautismo, y la remisión de pecados”19.
A medida que estudien sus deberes en el Sacerdocio Aarónico, verán que tienen el claro cometido de invitar a los demás a arrepentirse y mejorar20. Eso no significa que nos pongamos en las esquinas de las calles a gritar: “¡Arrepentíos!”. Lo que suele significar es que nosotros nos arrepintamos, perdonemos y ministremos a los demás, les ofrezcamos la esperanza y la paz que trae consigo el arrepentimiento, porque nosotros mismos lo hemos experimentado.
He estado con poseedores del Sacerdocio Aarónico, mientras visitaban a otros miembros del cuórum. He sido testigo de cómo su interés por ellos ablandaba corazones y ayudaba a sus hermanos a sentir el amor de Dios. Escuché a un hombre joven que daba testimonio a sus compañeros sobre el poder del arrepentimiento. Al hacerlo, se ablandaron los corazones, se hicieron compromisos y se sintió el poder sanador de Cristo.
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “Una cosa es arrepentirse y otra es que se nos perdonen nuestros pecados. El poder que hace esto posible está en el Sacerdocio Aarónico”21. Las ordenanzas del Sacerdocio Aarónico del bautismo y de la Santa Cena testifican y completan nuestro arrepentimiento para tener una remisión de pecados22. El presidente Dallin H. Oaks lo explicó de esta forma: “Se nos ha mandado arrepentimos de nuestros pecados y venir al Señor con el corazón quebrantado y el espíritu contrito, y participar de la Santa Cena… Al renovar nuestro convenio bautismal de esta forma, el Señor renueva el efecto limpiador de nuestro bautismo”23.
Hermanos, es un privilegio sagrado administrar las ordenanzas que traen la remisión de pecados a los corazones arrepentidos por medio del poder expiatorio del Salvador24.
Hace poco me hablaron de un presbítero, con dificultades para expresarse, que bendijo la Santa Cena por primera vez. Al hacerlo, un espíritu poderoso descendió sobre él y la congregación. Posteriormente en esa reunión, él dio su testimonio sencillo y claro del poder de Dios que había sentido durante la ordenanza.
En Sydney, Australia, cuatro miembros de un cuórum de presbíteros bautizaron a los miembros de la familia Mbuelongo. La madre de uno de esos presbíteros me contó el gran impacto que esa experiencia tuvo en su hijo. Esos presbíteros llegaron a entender lo que significa haber sido “comisionado por Jesucristo”25.
Como saben, los presbíteros pueden oficiar ahora en el templo para llevar a cabo bautismos vicarios. Mi hijo de 17 años me bautizó hace poco a favor de algunos de nuestros antepasados. Ambos nos sentimos profundamente agradecidos por el Sacerdocio Aarónico y por el privilegio de actuar para la salvación de los hijos de Dios.
Hombres jóvenes, al tomar parte diligentemente en sus deberes del sacerdocio, ustedes participan con Dios en Su obra de “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre”26. Este tipo de experiencias aumenta en ustedes el deseo, y los prepara para enseñar el arrepentimiento y bautizar conversos como misioneros. También los prepara para una vida de servicio en el Sacerdocio de Melquisedec.
Juan el Bautista, nuestro ejemplo
Poseedores del Sacerdocio Aarónico, tenemos el privilegio y el deber de ser consiervos de Juan el Bautista. Juan fue enviado como un mensajero autorizado para dar testimonio de Cristo e invitar a todos a arrepentirse y bautizarse; es decir, Juan ejerció las llaves del Sacerdocio Aarónico que hemos estado analizando. Juan declaró, entonces: “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento, pero el que viene tras mí… es más poderoso que yo; él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”27.
De modo que el Sacerdocio Aarónico, con las llaves del ministerio de ángeles y el evangelio preparatorio, prepara el camino para que los hijos de Dios reciban, mediante el Sacerdocio de Melquisedec, el don del Espíritu Santo, que es el mayor don que podemos recibir en esta vida28.
¡Qué gran responsabilidad ha dado Dios a los poseedores del Sacerdocio Aarónico!
Una invitación y una promesa
Padres y líderes del sacerdocio, ¿pueden sentir la importancia del consejo que dio el presidente Monson de que ayudemos a los hombres jóvenes a comprender “lo que significa… ser portadores del sacerdocio de Dios”?29. Comprender y magnificar el Sacerdocio Aarónico los preparará para ser fieles poseedores del Sacerdocio de Melquisedec, misioneros llenos de poder, y esposos y padres rectos. Al servir, ellos entenderán y sentirán la realidad del poder del sacerdocio, el poder de actuar en el nombre de Cristo para la salvación de los hijos de Dios.
Hombres jóvenes, Dios tiene una obra que ustedes han de llevar a cabo30. La ordenación al Sacerdocio Aarónico que han recibido es esencial para ayudar a Sus hijos a recibir el poder expiatorio de Cristo. Les prometo que al hacer que estos deberes sagrados sean algo preferente en sus vidas, ustedes sentirán el poder de Dios como nunca antes. Entenderán su identidad como hijos de Dios, llamados con un santo llamamiento para hacer Su obra; y, al igual que Juan el Bautista, ayudarán a preparar el camino para la venida de Su Hijo. De estas verdades doy testimonio en el nombre de Jesucristo. Amén.
Referencias
- Esto fue lo que le sucedió a Moisés. Luego de su extraordinario encuentro con Dios, él comenzó a verse a sí mismo diferente: como un hijo de Dios. Esta perspectiva le ayudó a resistir a Satanás, quien lo llamó “hijo del hombre” (véase Moisés 1:1–20). Véase también Thomas S. Monson, “Ver a los demás como lo que pueden llegar a ser”,Liahona,noviembre de 2012, págs. 68–71; Dale G. Renlund, “A través de los ojos de Dios”, Liahona, noviembre de 2015, págs. 93–94.
- Thomas S. Monson, Capacitación de la Conferencia General, marzo de 2011.
- Véase Dale G. Renlund, “El sacerdocio y el poder redentor del Salvador”, Liahona,noviembre de 2017, págs. 64–67.
- Véanse 2 Nefi 31–32; 3 Nefi 11:30–41; 27:13–21; Éter 4:18–19; Moisés 6:52–68; 8:24.
- Moroni 10:32; véase también Predicad Mi Evangelio: Una guía para el servicio misional, 2004, pág. 6.
- Véanse Doctrina y Convenios 13:1; 84:26–27; 107:20.
- Romanos 10:14–15:17. José Smith enseñó esta misma verdad: “La fe viene por oír la palabra de Dios, mediante el testimonio de los siervos de Dios; ese testimonio siempre viene acompañado del espíritu de profecía y revelación” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith,2007, pág. 409).
- Moroni 7:22; véanse Alma 12:28–30; 13:21–24; 32:22–23; 39:17–19; Helamán 5:11; Moroni 7:21–25, 29–32; Doctrina y Convenios 20:35; 29:41–42; Moisés 5:58; véase también Mateo 28:19; Romanos 10:13–17.
- Véase George Q. Cannon, Gospel Truth,selecciones de Jerreld L. Newquist, 1987, pág. 54.
- Véase James Strong, The New Strong’s Exhaustive Concordance of the Bible, 1984, sección Diccionario hebreo y caldeo, pág. 66, sección Diccionario griego, pág. 7.
- Doctrina y Convenios 20:59.
- Véase Henry B. Eyring, “Para que se haga fuerte también”,Liahona, noviembre de 2016, págs. 75–78; Alma 17:3; Helamán 5:18; 6:4–5; Doctrina y Convenios 28:3.
- Véanse 1 Juan 2:14; Alma 17:2; 26:13; 32:42. Cumplir con Mi Deber a Dios: Para poseedores del Sacerdocio Aarónicoes una valiosa herramienta para lograr esto.
- Doctrina y Convenios 11:21; véase también Doctrina y Convenios 84:85.
- Véanse 2 Nefi 32:3; Doctrina y Convenios 42:14; 50:17–22.
- Véase Moroni 7:25.
- Véase Russell M. Nelson, “Honremos el sacerdocio”,Liahona,julio de 1993, pág. 47; véase también Alma 27:4.
- Véanse Alma 34:17; Helamán 14:13.
- Doctrina y Convenios 84:27.
- Véanse Doctrina y Convenios 20:46, 51–59, 73–79. Cumplir con Mi Deber a Dios: Para poseedores del Sacerdocio Aarónicoes una valiosa herramienta para entender nuestros deberes.
- Gordon B. Hinckley, “El Sacerdocio Aarónico: Un don de Dios”, Liahona,julio de 1988, pág. 48.
- El élder D. Todd Christofferson explicó: “El bautismo de agua es el paso final o supremo en el proceso del arrepentimiento. El renunciar al pecado, junto con nuestro convenio de obediencia, completa nuestro arrepentimiento; de hecho, el arrepentimiento permanece incompleto sin ese convenio” (“Edificar la fe en Cristo”,Liahona,septiembre de 2012, págs. 14–15). Véanse también D. Todd Christofferson, “El divino don del arrepentimiento”,Liahona, noviembre de 2011, págs. 38–41; Traducción de José Smith, Mateo 26:24 (en el Apéndice de la Biblia). La ordenanza de la Santa Cena es “una oportunidad que tenemos semanalmente de renovar convenios sagrados que nos permiten ser partícipes de la gracia expiatoria del Salvador con el mismo efecto espiritualmente purificador del bautismo y de la confirmación” (“Entender nuestros convenios con Dios,” Liahona, julio de 2012, pág. 21). Véase también Dallin H. Oaks, “Para que siempre tengan su Espíritu”, Liahona,enero de 1997, págs. 65–68.
- Véase Dallin H. Oaks, “El Sacerdocio Aarónico y la Santa Cena”,Liahona,enero de 1999, pág. 44.
- El élder David A. Bednar explicó: “Las ordenanzas de salvación y exaltación que se administran en la Iglesia restaurada del Señor son mucho más que rituales o representaciones simbólicas. Más bien, ellas constituyen canales autorizados por medio de los cuales pueden fluir las bendiciones y los poderes del cielo en la vida de cada persona” (“Siempre retendréis la remisión de vuestros pecados”,Liahona, mayo de 2016, pág. 60).
- Doctrina y Convenios 20:73.
- Moisés 1:39.
- Mateo 3:11.
- Muchos líderes de la Iglesia han señalado que el Espíritu Santo es el mayor don que recibimos en la vida terrenal. El presidente Dallin H. Oaks dijo: “El disfrutar de la compañía constante del Espíritu Santo es la posesión más preciosa que podemos tener en la vida mortal” (véase “El Sacerdocio Aarónico y la Santa Cena”, Liahona, enero de 1999, pág. 44). El élder Bruce R. McConkie enseñó: “Hablando desde la perspectiva de la eternidad, la vida eterna es el mayor de todos los dones de Dios. Pero si limitamos la perspectiva a solamente esta vida terrenal, el don del Espíritu Santo es el mayor de los dones que un ser mortal puede disfrutar” (“What Is Meant by ‘The Holy Spirit’?”, Instructor, febrero de 1965, pág. 57). El presidente Wilford Woodruff testificó: “Ahora bien, si ustedes tienen el Espíritu Santo —y cada uno debería tenerlo—, les puedo decir que no hay don más grandioso, no hay bendición más grande ni testimonio más fuerte que se hayan dado al hombre en la tierra. Pueden tener la ministración de ángeles; pueden ver muchos milagros; pueden contemplar muchas maravillas; pero afirmo que el don del Espíritu Santo es el don más grande que se pueda conferir al hombre” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Wilford Woodruff, 2005, pág. 50). Y el élder David A. Bednar agregó: “Los mandamientos de Dios que obedecemos y el inspirado consejo de los líderes de la Iglesia que seguimos, se centran principalmente en obtener la compañía del Espíritu. Básicamente, todas las enseñanzas y actividades del Evangelio se centran en venir a Cristo al recibir el Espíritu Santo en nuestra vida” (véase “Recibe el Espíritu Santo”, Liahona, noviembre de 2010, pág. 97).
- Thomas S. Monson, Capacitación de la Conferencia General, marzo de 2011.
- Véase Moisés 1:6.
























