Principios para ministrar
Tender una mano compasiva
Al seguir el ejemplo de compasión del Salvador, usted descubrirá que puede marcar una diferencia en la vida de los demás.

La compasión es tener conciencia de la angustia de las demás personas junto con el deseo de aligerarla o aliviarla. El convenio de seguir al Señor es un convenio de compasión para “llevar las cargas los unos de los otros” (Mosíah 18:8). La asignación de velar por los demás es una oportunidad de ministrar como lo haría el Señor: con “compasión, marcando una diferencia”, según la versión en inglés de Judas 1:22. El Señor mandó: “…haced misericordia y piedad, cada cual con su hermano” (Zacarías 7:9).
La compasión del Salvador
La compasión fue la fuerza impulsora del ministerio del Salvador (véase el recuadro: “Un Salvador compasivo”). Su compasión por el prójimo lo llevó a tender Su mano, en innumerables ocasiones, a quienes lo rodeaban. Al discernir las necesidades y los deseos de las personas, Él pudo bendecirlos y enseñarles de la manera que más les importaba. El deseo del Salvador de elevarnos por encima de nuestra angustia lo llevó al mayor acto de compasión: Su expiación por los pecados y el sufrimiento del género humano.
Su capacidad para responder a las necesidades de las personas es algo que debemos esforzarnos por lograr al prestar servicio. A medida que vivamos rectamente y escuchemos las impresiones del Espíritu, se nos inspirará para tender nuestra mano de maneras significativas.
Nuestro convenio de compasión
Nuestro Padre Celestial desea que Sus hijos sean compasivos (véase 1 Corintios 12:25-27). Para llegar a ser verdaderos discípulos, debemos desarrollar y mostrar compasión hacia los demás, en especial hacia los necesitados (D. y C. 52:40).
Al tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo por medio de nuestro convenio bautismal, somos testigos de que estamos dispuestos a ejercer la compasión. El presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, enseñó que el don del Espíritu Santo nos ayuda a hacerlo: “Ustedes son miembros bajo convenio de la Iglesia de Jesucristo.
“Es por eso que ustedes tienen el deseo de ayudar a una persona que lucha por seguir adelante llevando la carga del dolor y la dificultad. Ustedes prometieron que ayudarían al Señor a hacer que sus cargas fueran ligeras y recibieran consuelo. Se les dio el poder de ayudar a aligerar esas cargas cuando recibieron el don del Espíritu Santo”1
Por ejemplo, una hermana de Rusia pasó por una situación familiar difícil que le impidió asistir a la Iglesia por más de un año. Otra hermana de la rama tendió su mano compasiva todos los domingos al llamarla para contarle acerca de los discursos, las lecciones, los llamamientos misionales, los bebés que habían nacido y otras noticias de la rama. Cuando se resolvió la situación familiar de la hermana que estaba confinada en casa, ella sintió que todavía era parte de la rama gracias a las llamadas semanales de su amiga. ■
Los principios para ministrar tienen la intención de ayudarnos a aprender a cuidarnos los unos a los otros y no para que se compartan como un mensaje. A medida que conozcamos a aquellos a quienes servimos, el Espíritu Santo nos guiará para saber qué mensajes podrían necesitar, ademas de nuestro cuidado y compasión.
NOTA
- Henry B. Eyring, “El Consolador”, Liahona, mayo de 2015, pág. 18.
UN SALVADOR COMPASIVO
Considere la posibilidad de estudiar algunos de estos pasajes de las Escrituras para ver de qué manera la compasión de Jesucristo lo llevó a sanar, bendecir y enseñar a los que estaban a Su alrededor durante Su ministerio: Mateo 9:35-38; 14:14; 18:27, 33; 20:30-34; Marcos 1:40-42; 5:19; 6:30-42; 9:22; Lucas 7:13; 10:33; 15:20.
Cuatro sugerencias para desarrollar compasión
Si bien la compasión a menudo aumenta después de que experimentamos nuestras propias pruebas, hay algunas cosas que podemos hacer hoy para desarrollar compasión. Considere maneras en las que podría poner en práctica estos cuatro principios.
COMPASIÓN
- Orar
Pídalo en oración. Al apelar a nuestro Padre Celestial, Él abrirá su corazón y usted «llegará a sentir un sincero interés en el bienestar eterno y la felicidad de los demás» (Predicad Mi Evangelio: Una guía para el servicio misional, 2004, pág. 124; véase también Moroni 7:48).
- Practicar
Practíquelo. Puede mostrar compasión al escuchar y comprender. Póngase en la situación de ellos y considere cómo podrían sentirse.
Si fuera apropiado a la situación y el momento, podría ofrecer ayudarles a aliviar su dolor, sufrimiento y angustia.
- Impresiones
Siga las impresiones. El Señor puede revelarnos maneras de mostrar compasión que quizás no habríamos notado por nosotros mismos. Cuando sienta un impulso del Espíritu para ayudar a los demás, no dude en actuar de acuerdo con él.
- Amistad
Sea un amigo personal.
Mostrar compasión puede ser tan sencillo como demostrar interés genuino en la vida de las personas. Aprenda a escuchar realmente (véase «Principios para ministrar: Cinco cosas que hacen los buenos oyentes», Liahona, junio de 2018, págs. 6-9). Su amor por ellos aumentará y será más fácil reconocer maneras de demostrar ese amor.


























Muy sincero y claro
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Lo mejores deseos a los hnos/as la ministrar forma parte de la obra sel Señor para todos nosotros en el amor y la caridad
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Solo un Dios perfecto y con una misión de misericordia y compasión infinita hace posible nuestro cambio espiritual, una transformación y una vivififucacion cambiando nosotros nuestras preferencias y disposicion de abandonar nuestros pecados y eliminar el deseo de pecar por cumplir los mandamientos, seguirle, servirle y adorarle emulándolo en nuestro ministerio de compasión, misericordia y amor puro hacia todos nuestros hermsnos
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Excelente material. Gracias por compartirlo
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