Guía de estudio del Libro de Mormón
La esclavitud nefita y su liberación
(Mosíah 18-24)
Haciendo las cosas preciosas simples
Randal S. Chase
Después de la muerte de Abinadí, Alma se escapó al desierto con un grupo de creyentes justos; donde permanecieron por un tiempo. El enseñó y bautizó en las Aguas de Mormón. Luego huyeron aún más lejos hacia el desierto para escaparse del Rey Noé y de sus intentos de capturarlos y matarlos, pero fueron eventualmente encontrados y oprimidos por los lamanitas. Finalmente encontraron su camino hacia la tierra de Zarahemla.
ALMA Y SUS SEGUIDORES SE ESCAPAN AL DESIERTO (Mosíah 18)
Alma bautiza en la Aguas de Mormón
• Mosíah 18:1-7, 30 Alma enseña en privado en las Aguas de Mormón. Estamos ahora aproximadamente en el año 147 AC. y Alma, el converso de Abinadí entre los sacerdotes de Noé, se arrepintió de sus pecados y se fue a los alrededores, enseñándole al pueblo en privado las palabras de Abinadí (vv 1, 3). Estas incluían las profecías de Abinadí y sus enseñanzas «sobre la resurrección de los muertos, y la redención del pueblo, que iba a ser llevado acabo por el poder, y los sufrimientos y la muerte de Cristo y su resurrección y ascensión al cielo» (v. 2).
Aquellos que creyeron estas enseñanzas se fueron a zona de las fronteras cercanas (las montañas), a las que el rey había llamado Mormón, en la cual había una fuente de agua pura y donde Alma estaba escondiéndose en un matorral de árboles pequeños (w 4-6).
Allí escucharon más de las enseñanzas de Alma relativas al arrepentimiento y la redención (v. 7). Este bello lugar fue más tarde descrito como «el bosque inmediato a las aguas de Mormón» el cual era bello no sólo a los ojos; sino porque fue allí que»llegaron al conocimiento de su Redentor» (v. 30).
• Mosíah 18:8-11 Él invita a sus conversos a ser bautizados, y ellos aceptan con gusto. Como un sacerdote, Alma tenía la autoridad de bautizar, y él invitó a sus conversos a aceptar esta ordenanza sagrada y los convenios asociados a ella (vv 8-11).
Él les preguntó si estaban dispuestos a ser bautizados en el nombre del Señor; como un testimonio de que habían entrado en un convenio con el Señor (v. 10),y les explicó la naturaleza del convenio que estaban por hacer.
El Presidente Joseph Fielding Smith dijo: «Un convenio es un contrato y un acuerdo entre por loal menos dos partes. En el caso de los convenios del evangelio, los participantes son el Señor en el cielo y los hombres en la tierra. Los hombres están de acuerdo en guardar los mandamientos, y el Señor promete recompensarlos en conformidad.»1 Este fue por cierto el caso del convenio que Alma ahora invitaba a sus oyentes a que hicieran con el Señor.
Alma dio una lista de las cosas que prometerían hacer bajo este convenio:
- Entrar en el redil de Dios (v. 8).
- Ser llamados su pueblo (v. 8).
- Llevar las cargas los unos de los otros (v. 8).
- Llorar con los que lloran (v. 9).
- Consolar a los que necesitan de consuelo (v. 9).
- Ser testigos de Dios en todo tiempo, en todas las cosas y en todo lugar (v. 9).
- Servir al Señor y guardar Sus mandamientos (v. 10).
Alma también enumeró las promesas que el Señor estaba haciendo a cambio:
- Ellos serán «redimidos por Dios»
- Serán «incluidos entre los de la primera resurrección» (v. 9).
- Tendrán vida eterna (v. 9).
- Tendrán Su espíritu más abundantemente sobre ellos (v, 10).
El Presidente Marión G. Romney dijo en relación a las palabras de Alma acerca del bautismo: «No conozco una mejor explicación del convenio del bautismo.»2 Cuando el pueblo de Alma escuchó la naturaleza de este convenio, «batieron sus manos de gozo y exclamaron: Ése es el deseo de nuestros corazones» (v. 11).
• Mosíah 18:12-16 Alma bautiza a 204 personas, incluyéndose a sí mismo. Alma llamó a un hombre llamado Helam al agua y ofreció una oración para que el Señor derramara Su Espíritu sobre él; para que pudiera realizar esta ordenanza «con santidad de corazón» (v. 12). Cuando él sintió el Espíritu descender sobre él, ofreció la siguiente oración: «Helam, teniendo autoridad del Dios Todopoderoso, te bautizo como testimonio de que has hecho convenio de servirle hasta que mueras en cuanto al cuerpo mortal; y sea derramado sobre ti el Espíritu del Señor, y te conceda él vida eterna mediante la redención de Cristo, a quien él ha preparado desde la fundación del mundo» (v. 13).
En este punto, Alma y Helam fueron «sepultados en el agua» y «se levantaron y salieron del agua regocijándose, pues fueron llenos con el Espíritu.» Algo similar sucedió en nuestra dispensación cuando José Smith y Oliver Cowdery se bautizaron el uno al otro en el Río Susquehanna después de haber recibido el sacerdocio aarónico.
El Profeta José Smith dijo: «Hemos experimentado grandes y gloriosas bendiciones de nuestro Padre Celestial. No bien hube bautizado a Oliver Cowdery, cuando el Espíritu Santo descendió sobre él, y se puso de pie y profetizó muchas cosas que habían de acontecer en breve. Igualmente, en cuanto él me hubo bautizado, recibí también el espíritu de profecía y, poniéndome de pie, profeticé acerca de la aparición de esta Iglesia, y muchas otras cosas que se relacionaban con ella y con esta generación de los hijos de los hombres. Estábamos llenos del Espíritu Santo, y nos regocijamos en el Dios de nuestra salvación» (JS-History 1:73).
Como un sacerdote en apoyo del sacerdocio (v. 13), Alma ya había sido bautizado anteriormente, entonces este no fue un re-bautismo; de sí mismo a los efectos de hacer el pacto bautismal.. El Presidente Joseph Fielding Smith dijo: «Cuando Alma se bautizó a sí mismo con Helam, no fue el caso de Alma bautizándose a sí mismo, sino como un símbolo para el Señor de su humildad y completo arrepentimiento.»3 Y continuó, «Alma fue bautizado y tenía el sacerdocio antes de la venida de Abinadí, pero se involucró con otros sacerdotes bajo el reinado del inicuo Rey Noé, y cuando el bautizó a Helam, sintió que necesitaba un limpieza para sí mismo por lo que se sumergió en el agua como una señal de completo arrepentimiento.»4
Alma entonces procedió a bautizar a los demás de la misma manera, excepto que él no estaba inmerso con ellos nuevamente (w 15-16). En total, 204 personas fueron bautizadas.
• Alma 18:17-18 Alma organiza una iglesia y ordena sacerdotes oficiantes. Uno de los convenios que hicieron los conversos de Alma al ser bautizados fue que ellos «entren en el redil de Dios» y sean llamados el pueblo de Dios (v. 8). Por tanto, Alma procedió a organizar la «Iglesia de Cristo» y «quienquiera que era bautizado por el poder y autoridad de Dios, era agregado a su iglesia» (v. 17). Alma también ordenó a sacerdotes—uno para cada cincuenta personas—para enseñarles (v. 18).
• Mosíah 18:19-20, 23,25, 27-29 Alma le enseña al pueblo cómo deben vivir sus vidas como miembros de la Iglesia. Alma instruyó a sus nuevos sacerdotes ordenados quésólo iban a enseñar a estos nuevos conversos—aquellas cosas que Alma había enseñado y los escritos de los profetas; especialmente lo relativo al arrepentimiento y a la fe (vv 19-20). Él mandó guardar el día de reposo y que estubieran agradecidos a Dios (v. 23]. Se reunían un día a la semana—se presume que en el día de reposo—»para enseñar al pueblo y para adorar al Señor su Dios» y también en otros días «cuantas veces les fuera posible» (v. 25).
Ellos iban a vivir juntos; como una sociedad de Sión, con todo en común, cuidando al pobre, como una fe y religión sin contenciones «teniendo entrelazados sus corazones con unidad y amor el uno para con el otro» De ellos se esperaba que «diera [n] de sus bienes, cada uno de conformidad con lo que tuviera; si tenía en más abundancia, debía dar más abundantemente; y del que tenía poco, poco se le debía requerir; y al que no tuviera, se le debía dejar de lado» (v. 27). Todo esto había de ser hecho «de su propia y libre voluntad y buenos deseos para con Dios», no por compulsión (v. 28).
Como miembros de la iglesia de Cristo, ellos de voluntad «anduvieron rectamente ante Dios, ayudándose el uno al otro temporal y espiritualmente, según sus necesidades y carencias» (v. 29). Así habían pactado hacer por el bautismo, y así Dios esperaba que ellos ahora vivieran. Hoy no debería ser menor para los miembros bautizados de la Iglesia.
• Mosíah 18:31-35 la iglesia de Alma crece hasta alcanzar 450 personas. Todas estas cosas fueron hechas en las fronteras (montañas) de la tierra para que el rey no supiera acerca de ellos, pero, sin embargo, fueron eventualmente descubiertos (vv 31-23). Se acusó a Alma de» incitar al pueblo a que se revelara contra él», el rey, y éste «envió a su ejército para que los destruyera» (v. 33). Pero habiendo sido advertido de la venida del rey y su ejército, Alma y sus seguidores «tomaron sus tiendas y sus familias, y partieron para el desierto» (vv 34-35).
• Mosíah 23:1-5,19-20 la colonia de Alma establece la ciudad de Helam en el desierto. El Señor fortalece al pueblo de Alma lo suficiente para que fueran capaces de evitar ser tomados por el Rey Noé y sus soldados y «por el espacio de ocho días huyeron» al desierto (w 2-3).Se asentaron en «una tierra muy hermosa y placentera, una tierra de aguas puras» y al trabajar industriosamente, levantaron edificios y campos de cosechas (vv 4-5). Allí prosperaron y llamaron al lugar y a la ciudad «Helam»; quizás por el hombre a quien Alma bautizó primero en las Aguas de Mormón, aunque no tenemos la certeza de que sea cierto (w 19-20).
EL PUEBLO DE LIMHI SUFRE EN CAUTIVERIO Y LUEGO ESCAPA
(Mosíah 19-21)
El Rey Noé sufre la muerte por fuego
• Mosíah 19:1-8 Alguna de la gente del Rey Noé, se vuelve en su contra. El rey Noé había gastado los recursos del reino y a los hombres en busca de sus enemigos, por ello ahora sus fuerzas son pequeñas . En estas condiciones, empezó una división entre la gente, y una minoría de ellos comenzó a amenazar al rey (vv 1-3). Uno de ellos, un hombre fuerte llamado Gideón «sacó su espada y juró en su ira que mataría al rey» (v. 4). Casi tuvo éxito, pero el rey huyó a la torre cerca del templo y mientras estaba en ésta, podía ver a distancia que «el ejército de los lamanitas estaba ya dentro de las fronteras del país» (w 5-6). Él le pidió a Gideón que le perdonara la vida por el bien de la gente, y Gideón lo hizo, aunque el rey «no estaba tan interesado en su pueblo, como en su propia vida» (vv 7-8).
• Mosíah 19:9-21 el Rey Noé es matado con fuego por su propio pueblo. El rey y su pueblo huyeron al desierto con sus esposas y sus niños, pero los lamanitas los tomaron y comezaron a matarlos (vv. 9- 10). El rey mandó a los hombres que abandonaran a sus esposas y niños y que huyeran. Algunos de ellos no estaban dispuestos a hacer esto; pero otros lo hicieron (vv 11-12). Los que se quedaron con sus familias enviaron a sus «bellas hijas» para pedirle misericordia a los lamanitas, y los lamanitas «se compadecieron de ellos, porque los cautivó la hermosura de sus mujeres» (w 13-14).
Los lamanitas concedieron que ese grupo de nefitas pudieran regresar a la tierra de Nefi a condición de que cedieran la mitad de todas sus propiedades; y que continuaran haciéndolo cada año en tributo al rey de los lamanitas (v. 15). Entre este grupo estaba Limhi, el hijo del Rey Noé. Limhi era un hombre justo (vv. 16-17).
También entre este grupo estaba Gideón, quien había tratado de matar al Rey Noé antes de que los lamanitas los atacaran. Gideón «envió secretamente hombres al desierto para buscar al rey y a los que estaban con él»; pero en su lugar, encontraron a un grupo de nefitas regresando a donde ellos habían abandonado a sus familias—todos excepto el rey y sus sacerdotes (v. 18). Este grupo de hombres había deseado regresar a la tierra de Nefi y habían jurado que si sus esposas e hijos habían sido asesinados «procurarían vengarse y perecerían también con ellos» (v. 19). Cuando el Rey Noé (sin duda alguna por su propia seguridad personal) les ordenó no regresar, «se enojaron con el rey, e hicieron que padeciera aun hasta la muerte por fuego. Y estaban a punto de prender a los sacerdotes también, y quitarles la vida, y éstos huyeron de ellos» (vv 20-21). Y entonces la profecía de Abinadí se cumplió «Y acontecerá que la vida del rey Noé se estimará igual que un vestido en un horno ardiente» (Mosíah 12:3).
El pueblo de Limhi es Castigado
• Mosíah 19:25-26 Limhi se convierte en rey, y el pueblo disfruta paz por dos años. Limhi, siendo el hijo del rey y por ende su heredero, tenía el reino conferido sobre él por el pueblo. Él entonces entró en un convenido con el rey de los lamanitas por el cual su gente les pagaría como tributo una mitad de todo lo que poseían a cambio de la promesa de que los lamanitas no los mataran. Esta tregua resultó en dos años de paz.
• Mosíah 20:1-7 Los sacerdotes de Noé secuestran mujeres lamanitas, causando que los lamanitas buscaran destuir el pueblo de Limhi. Cerca de la tierra de Nefi, había un lugar llamado Shemlon; donde las hijas de los lamanitas se reunían para «cantar, para bailar y para divertirse» (v 1). Un día en particular, un grupo de ellas estaban allí, y los sacerdotes del Rey Noé, que todavía estaban escondiéndose en el desierto, las descubrieron. Los sacerdotes «se ocultaron y las acecharon» y cuando se presentó la oportunidad, raptaron a veinticuatro de las mujeres y se las llevaron al desierto, (w 2-5). Pensando que la gente de Limhi había hecho esto, el rey de los lamanitas envió a un ejército para destruirlos (w 6-7).
• Mosíah 20:11-18 Limhi descubre la razón por la cual los lamanitas están atacando. Se produjo una gran batalla en la que los nefitas se vieron muy superados en número, pero pelearon con valentía por el bien de sus vidas y las de sus familias (v. 11). Entre los muertos y los moribundos de los lamanitas descubrieron al rey de los lamanitas, quien no había muerto. Ellos curaron sus heridas y lo llevaron ante el Rey Limhi (vv 13-13). Limhi demandó saber porqué él los había atacado en violación del juramento, y a Limhi se le dijo que fue porque habían tomado las hijas de los lamanitas en Shemlon (vv 14-15). Gideón, que se había convertido en capitán del rey nefita, le recordó a Limhi que los sacerdotes de Noé estaban todavía escondidos en el desierto; y le dijo que tenían que haber sido ellos quienes habían hecho esto (vv 16-18).
• Mosíah 20:19-26 Cuando los lamanitas se enteran de que habían juzgado mal al pueblo de Limhi, regresan en paz a su propia tierra. Limhi y Gideón resolvieron ponerle un fin a las peleas con los laminitas y se re-sometieron a su yugo para salvar vidas (vv 19-22). Limhi le dijo al rey de los lamanitas: «todas las cosas concernientes a su padre y a los sacerdotes que habían huido al desierto, a quienes atribuyó el rapto de sus hijas» lo cual pacificó al rey con ellos (vv 23-24). Ellos fueron sin armas al ejército lamanita, donde su rey pidió por el pueblo de Limhi. Los soldados lamanitas también fueron pacificados y «volvieron con su rey en paz a su propia tierra» (w 25-26).
• Mosíah 21:1-5 Los lamanitas comenzaron nuevamente a perseguir a la gente de Limhi. No se nos dice la razón de esta nueva contienda, sólo que «los lamanitas empezaron otra vez a ser sacudidos por la ira contra los nefitas» (v. 2). Ellos no mataron a los nefitas por el juramento que habían hecho, «pero los golpeaban en las mejillas e imponían su autoridad sobre ellos; y empezaron a poner pesadas cargas sobre sus hombros, y a arrearlos como lo harían con un mudo asno» (v. 3). Desafortunadamente no había nada que la gente de Limhi pudiera hacer con este yugo y la persecución porque «los lamanitas … los habían cercado por todos lados» (v. 5).
«Todo esto se hizo para que se cumpliera la palabra del Señor [hablada por Abinadí]» (v. 4). Abinadí había profetizado que «»[Ellos] serán reducidos a la servidumbre, y serán heridos en la mejilla, sí, y serán conducidos por los hombres, y serán llevados a la muerte, y los buitres del cielo, y los perros, y aun las bestias salvajes devorarán su carne » (Mosíah 12:2). El Señor prometió «heriré a este pueblo mío con penosas aflicciones; sí, con hambre y con pestilencia; y haré que aúllen todo el día. Sí, y haré que les aten cargas sobre sus espaldas; y serán arreados como mudos asnos» (Mosíah 12:4-5).
• Mosíah 21:13-16 el pueblo de Limhi ora por su liberación; pero el Señor es lento en responder a sus gritos. Limhi sabía que sus sufrimientos se debían a su desobediencia a las advertencias de Abinadí (Mosíah 7:25-33). Entonces «se humillaron aun hasta el polvo, sujetándose al yugo de la esclavitud, sometiéndose a ser heridos, y a ser arreados de un lado a otro y a llevar cargas, según la voluntad de sus enemigos» (v. 13). En este estado de las profundidades de la humildad «clamaron fuertemente a Dios; sí, todo el día clamaban ellos a su Dios para que los librara de sus aflicciones» pero «el Señor fue lento en oír su clamor a causa de sus iniquidades» (vv 14-15).
Esto fue también en cumplimento de las advertencias del Señor a ellos en los días del Rey Noé. Abinadí había profetizado que a menos que se arrepientiesen, el Señor «los entregará]en manos de sus enemigos; sí, y serán reducidos al cautiverio, y serán afligidos por mano de sus enemigos … y nadie lo librará, salvo el Señor, el Dios Todopoderoso» (Mosíah 11:21-23). El Señor dijo: «Sí, y acontecerá que cuando ellos clamen a mí, seré lento en oír sus lamentos … no oiré sus ruegos ni los libraré de sus aflicciones» (Mosíah 11:24-25).
Aunque el Señor no los liberó inmediatamente, Él permitió que ellos «prosperaran gradualmente» (D&C 101:1-9). Él «empezó a ablandar el corazón de los lamanitas, de modo que empezaron a aligerar sus cargas» (Mosíah 21:15). El pueblo de Limhi «comenzó a prosperar gradualmente en la tierra, y comenzaron a producir grano con más abundancia, y rebaños y ganados; de modo que no padecieron hambre» (v. 16). Sin embargo, el Señor no vio conveniente librarlos del yugo.
• Mosíah 21:18-23 el rey y sus guardias descubren a Ammón fuera de las paredes de la ciudad y lo arrestan. Estando rodeado por los lamanitas, Limhi y su gente «se conservaban unidos en un cuerpo hasta donde les era posible; y aseguraron sus granos y sus rebaños; y el rey mismo no arriesgaba su persona fuera de los muros de la ciudad sin llevar a sus guardias consigo, temiendo caer de una u otra manera en manos de los lamanitas» (w 18-19). En esta situación de asedio, Limhi y su pueblo tenían cuidado de observar el territorio cercano por temor a alguna incursión de enemigos. Estaban particularmente ansiosos de apresar a los sacerdotes de Noé, que habían traído tales sufrimientos sobre ellos al robarse las hijas de los lamanitas (v. 20). Estos sacerdotes también «habían entrado de noche en la tierra de Nefi, y se habían llevado su grano y muchas de sus cosas preciosas; por tanto, los estaban acechando» (v. 21).
Fue en estas circunstancias que Ammón y sus hermanos llegaron de Zarahemla. Y el pueblo de Limhi, suponiendo que esos nefitas eran algunos de los sacerdotes de Noé, los tomaron los amarraron, y los pusieron en prisión y «si hubieran sido los sacerdotes de Noé, [Limhi] los habría mandado matar» (v. 23). La historia de Ammón está descrita en Mosíah 7-8, la cual discutimos previamente en el capítulo 17.
El pueblo de Limhi se Escapa a Zarahemla
• Mosíah 21:30-35 El pueblo de Limhi se humilla, se arrepiente de sus pecados, y desean ser bautizados, pero tienen que esperar. El pueblo de Limhi tenía grandes razones para lamentarse. Ellos se lamentaron porque «Noé y sus sacerdotes habían provocado al pueblo a cometer tantos pecados y maldades contra Dios; y también lamentaron la muerte de Abinadí, así como la partida de Alma y de la gente que salió con él… porque no sabían a dónde habían huido.» (w 30-31). Tanto el rey como su pueblo habían «concertado un convenio con Dios, de servirle y guardar sus mandamientos» (v. 31); y ahora que Ammón había venido, ellos «deseaban ser bautizados; mas no había en la tierra quien tuviera la autoridad de Dios. Y Ammón se negó a hacerlo por considerarse un siervo indigno» (v. 33). Por ende, tenían que esperar un tiempo antes de recibir esta ordenanza purificadora y ser organizados en la Iglesia (w 34-35).
• Mosíah 22:1-8 Ammón y el Rey Limhi estudian diligentemente para encontrar un medio de escapar de los lamanitas. El pueblo de Limhi deseaba librarse de la opresión lamanita; pero sabían que ellos no podían conseguir esto por medio de guerras, sólo podían obtener libertad esccapándose al desierto (vv 1-2). Gideón dio un paso adelante con un plan (w 3-5). Una de las salidas hacia el desierto estaba entre: «el pasaje que queda hacia atrás, que atraviesa el muro posterior, a espaldas de la ciudad» y los guardias lamanitas allí «se emborrachan de noche» (v. 6). Gedeón propuso que la gente «junte sus rebaños y ganados, para arrearlos al desierto durante la noche» (v. 6). Gedeón dijo que él iría a los guardias y les pagaría un último tributo de vino para asegurarse de que estuvieran ebrios, permitiéndole a los nefitas «saldremos por el pasaje secreto, a la izquierda de su campo, cuando se hallen borrachos y dormidos» (v. 7). Los nefitas decidieron «partiremos con nuestras mujeres y nuestros hijos, nuestros rebaños y nuestros ganados para el desierto; y viajaremos bordeando la tierra de Shilom» (v. 8).
• Mosíah 22:9-14 El plan funciona, y se escapan a la tierra de Zarahemla. Limhi dio su permiso y la gente reunió a sus rebaños, en anticipación a su partida, mientras que Gedeón llevó el tributo de vino a los guardias lamanitas (vv 9-10). Esa noche, ellos pasaron entre los guardias borrachos y dormidos y se escaparon al desierto. Rodearon la tierra de Shilom y «se dirigieron hacia la tierra de Zarahemla, conducidos por Ammón y sus hermanos» (v. 11).
Tenían con ellos su oro, su plata, cosas preciosas, y las provisiones que pudieron cargar (v. 12).
«Y después de estar en el desierto muchos días, llegaron a la tierra de Zarahemla, y se unieron al pueblo de Mosíah y fueron sus súbditos … Mosíah los recibió con gozo; y también recibió sus registros, así como los registros [de los jareditas] que habían sido encontrados por el pueblo de Limhi. (vv. 13-14).
EL PUEBLO DE ALMA SUFRE EL CAUTIVERIO Y LUEGO ESCAPAN
(Mosíah 23-24)
El pueblo de Alma en Helam
• Mosíah 23:1-5,19-20 la colonia de Alma funda la ciudad de Helam en el desierto. Como discutimos anteriormente, al final de Mosíah 18 (lo relativo a Alma y su pueblo en las Aguas de Mormón), ellos habían huido al desierto para escaparse de los soldados del Rey Noé, quienes querían matarlos. Ellos «huyen en un viaje de ocho días por el desierto» (vv 2-3), se asentaron en una «tierra muy hermosa y placentera, una tierra de aguas puras», y al trabajar industriosamente, establecieron campos de cosechas y edificios (vv 4-5). Prosperaron allí y llamaron el lugar y la ciudad «Helam» (vv 19-20).
• Mosíah 23:6-9,13 Los reyes deben ser evitados porque los reyes indignos causan la esclavitud y mucho lamento. En la seguridad relativa de Helam, el pueblo de Alma «deseaba que Alma fuera su rey, porque su pueblo lo amaba» (v. 6). Pero él se negó, diciendo «no es prudente que tengamos rey; porque así dice el Señor: No estimaréis a una carne más que a otra, ni un hombre se considerará mejor que otro» (v. 7). Alma concluyó: «si fuera posible que siempre tuvieseis hombres justos por reyes, bien os sería tener rey. Mas recordad la iniquidad del rey Noé y sus sacerdotes; y yo mismo caí en la trampa e hice muchas cosas abominables a la vista del Señor, lo que me ocasionó angustioso arrepentimiento» (w. 8-9). Los insta a recordar que Dios los ha liberado recientemente de los lazos de un rey impío, y les dice, «manteneos firmes en esa libertad con que habéis sido libertados y … no confiéis en ningún hombre para que sea rey sobre vosotros, (v. 13).
• Mosíah 23:14-19 Alma organiza la Iglesia entre ellos, y prosperan. Alma también aconsejó «ni confiéis en nadie para que sea vuestro amaestro ni vuestro ministro, a menos que sea un hombre de Dios, que camine en sus vías y observe sus mandamientos» (v. 14). Esto también estaba conectado, sin duda, a sus experiencias con los sacerdotes inicuos (incluso él mismo) entre la gente del Rey Noé. Como un hijo de Dios, Alma le enseñó a su gente que «cada uno amara a su prójimo como a sí mismo, para que no hubiese contiendas entre ellos» (v. 15). Alma era un sumo sacerdote y el fundador de su iglesia (de ellos) (v. 16), entonces aquellos que enseñaban a la agente tenían que recibir su autoridad de Dios; por medio de Alma, por una apropiada «consagración» (ordenación) (v. 17). Los líderes del sacerdocio «velaban por su pueblo, y lo sustentaban con cosas pertenecientes a la rectitud» y el pueblo «empezó a prosperar grandemente en la tierra» (vv 18-19).
El pueblo de Alma es descubierto por Los lamanitas
• Mosíah 23:30-35 el ejército de los lamanitas descubren a los sacerdotes de Noé. En el proceso de buscar al pueblo de Limhi, los lamanitas se perdieron; pero descubrieron a los sacerdotes de Noé y a su líder, Amulón en lugar llamdo Amulón (vv 30-31). Estos hombres, que una vez habían abandonado a sus esposas nefitas a merced de los lamanitas, ahora envían a sus esposas lamanitas (las mujeres que ellos habían capturado en Shemlon) para rogarle misericordia a estos guerreros lamanitas, las cuales salvaron sus vidas (vv 33-34). Ellos se unieron al ejército lamanita y todos fueron en busca de la tierra de Nefi. En el proceso, descubrieron a Alma y su pueblo.
• Mosíah 23:25-29 Los Lamanitas descubren a Alma y a su pueblo. Por algún tiempo, Alma y su gente habían disfrutado de seguridad en Helam, pero esa seguridad llegó a su fin cuando descubrieron a los «lamanita [s]… en las fronteras de la tierra, (v, 25). Huyendo de sus campos, el pueblo aterrorizado de Alma se reunió en la ciudad de Helam (v. 26). Alma calmó sus miedos al urgirles que recordaran al «Señor su Dios, y él los liberaría» (v. 27) y ellos «empezaron a implorar al Señor que ablandara el corazón de los lamanitas, a fin de que les perdonaran la vida, y la de sus esposas y de sus hijos» (v. 28). Alma y sus hermanos entonces «avanzaron y se entregaron en manos de ellos; y los lamanitas se apoderaron de la tierra de Helam» (v. 29).
Parecería sorprendente que la gente de Alma, que eran los más justos de aquellos que vivían en la tierra de Nefi y que habían respondido al predicamento de Alma y habían sido bautizados, ahora se encontraban en la misma clase de esclavitud que el pueblo de Limhi, el cual no había respondido al predicamento de Alma. Sin embargo, debemos recordar que todas estas personas fueron cómplices de la captura de Abinadí, su tortura, y muerte y por consiguiente, estaban sujetos al «ay de aquel» que él pronunció sobre todos ellos en ese momento. Por cierto, ellos se habían arrepentido y habían sido perdonados en un sentido espiritual; pero las consecuencias naturales de sus elecciones todavía permanecían. Su inicua ciudad y su pueblo habían sido disueltos y ellos estaban ahora bajo la misericordia de los lamanitas, cuya intención era someterlos.
El élder Marvin j. Ashton dijo: Nuestra libertad de escoger y nuestra línea de conducta, no proporciona libertad personal sobre las consecuencias de nuestros actos. El amor de Dios por nosotros es constante y no va a disminuir, pero no nos puede rescatar de los resultados dolorosos que son causados por decisiones equivocadas.»5
Cabe recordar que Abinadí había profetizado que la gente en la tierra de Nefi «serían llevados a la servidumbre, y serían heridos en la mejilla; sí, y será conducido por los hombres, y será matados; y los buitres del aire y los perros, sí, y los animales salvajes devorarán su carne» es importante tener en cuenta que el Señor prometió «heriré a este pueblo mío con penosas aflicciones … con hambre y con pestilencia y haré que aúllen todo el día. Sí, y haré que tengan cargas atadas a sus espaldas; y serán arreados como mudos asnos» (Mosíah 12:2,4-5). Ahora es el turno del pueblo de Alma.
• Mosíah 23:36-39 Los lamanitas someten a Alma y a su pueblo y ponen a Amulón al mando de ellos. Los lamanitas le prometieron a Alma a y su pueblo que les perdonarían la vida y les concederían su libertad si les mostraban el camino de regreso a la tierra de Nefi (v. 36). Pero una vez que Alma le huo mostrado el camino, los lamanitas no guardaron su promesa de libertad y «pusieron guardias alrededor de la tierra de Helam, sobre Alma y sus hermanos» (v. 37). Amulón—un ex sacerdote de Noé —estaba ansioso por gobernar sobre su ex compañero sacerdote y ahora enemigo, Alma y su pueblo. El rey lamanita concedió a su petición, con sujeción únicamente a la condición de que «no tendría poder para hacer cosa alguna que fuese contraria a la voluntad del rey de los lamanitas. (v. 39).
• Mosíah 24:1-7 Amulón le enseña el lenguaje de los nefitas a los lamanitas. Habiendo ganado favor ante los ojos del rey lamanita, Amulón y sus compañeros sacerdotes se convirtieron en maestros de los lamanitas (vv 1-4). Siendo los lamanitas analfabetos, y los sacerdotes de Noé instruidos (aunque inicuos), este arreglo funcionó para beneficio de ambas partes, y se sintieron «amigables los unos con los otros» (v. 5), y «el idioma de Nefi comenzó a ser enseñado entre todo el pueblo lamanita» (v. 4). Sin embargo, esto fue estrictamente un ejercicio intelectual porque los lamanitas «no conocían a Dios; ni les enseñaron los hermanos de Amulón cosa alguna concerniente al Señor su Dios, ni la ley de Moisés, ni les enseñaron las palabras de Abinadí; pero sí les enseñaron que debían llevar sus registros, y que se escribiesen unos a otros» (vv 5-6).
Esta alfabetización recién descubierta hizo que los lamanitas «aumentaran sus riquezas, y comenzaron a negociar unos con otros y a fortalecerse; y comenzaron a ser gente astuta y sabia, según la sabiduría del mundo … se deleitaban en todo género de iniquidades y pillaje, menos entre sus propios hermanos.» Pero Dios tenía otro propósito. Este conocimiento del idioma de los nefitas más tarde sería de gran valor cuando los hijos de Mosíah trajeran el evangelio a los lamanitas.
El pueblo de Alma es Liberado por el Señor
• Mosíah 24:8-11 Amulón amenaza matar al pueblo de Alma si oraban. En su nueva posición de poder, «empezó a imponer su autoridad sobre Alma y sus hermanos; y comenzó a perseguirlos y a hacer que sus hijos persiguieran a los hijos de ellos» (v. 8). Amulón conocía a Alma desde sus días juntos como sacerdotes de Noé, y lo odiaba. Le «impuso tareas y les fijó capataces» haciendo sus aflicciones tan grandes que «empezaron a clamar fervorosamente a Dios» (vv 9-10). Mostrando la verdadera naturaleza que él y sus compañeros sacerdotes de Noé poseían, Amulón ordenó al pueblo de Alma a cesar de orar, «y les puso guardias para vigilarlos, a fin de que al que descubriesen invocando a Dios fuese muerto» (v. 11). Hasta aquí la pretendida piedad de los sacerdotes, que Abinadí vio en su maldad al condenarlos.
• Mosíah 24:12-16 el Señor responde a sus oraciones silenciosas. Para preservar sus vidas, el pueblo de Alma «no alzó su voz al Señor su Dios, pero sí derramaron sus corazones; y él entendió los pensamientos de sus corazones» (v. 12). El Señor escuchó sus oraciones silenciosas y les envió Su «voz» (se presume por medio de Alma) durante este tiempo de gran aflicción con una promesa: «Haré convenio con mi pueblo y lo liberaré del cautiverio. Y también aliviaré las cargas que pongan sobre vuestros hombros, de manera que no podréis sentirlas sobre vuestras espaldas, mientras estéis en servidumbre; y esto haré yo para que me seáis testigos en lo futuro, y para que sepáis de seguro que yo, el Señor Dios, visito a mi pueblo en sus aflicciones» (vv 13-14). De acuerdo con esta promesa, sus cargas fueron aligeradas porque «el Señor los fortaleció de modo que pudieron soportar sus cargas con facilidad, y se sometieron alegre y pacientemente a toda la voluntad del Señor» (v. 15).
• Mosíah 23:21-24 Mormón dice que el castigo desarrolla paciencia y fe. Comentando sobre este período de la historia de los nefitas,mientras él compendiaba el registro, el profeta Mormón dice: «El Señor considera conveniente castigar a su pueblo; sí, él prueba su paciencia y su fe» (v. 21). Para apreciar plenamente lo que él está diciendo, debemos saber que en 1828, cuando José Smith estaba traduciendo el Libro de Mormón, la palabra «castigo» significaba «purificar», o «preparar para algo más grande» entonces, para purificarnos y hacernos mejores, el Señor ejercita y prueba nuestra fe y «quien pone su confianza en él será enaltecido en el último día. Sí, y así fue con este pueblo» (v. 22) Ésta es precisamente la razón por la cual el Señor permitió ser enviados al cautiverio—para que pudieran aprender a confiar en Dios; para su liberación y para que, en el proceso, aprendieran a ser pacientes (w 23-24).
Concerniente a la paciencia, El élder Neal A. Maxwell dijo:
La necesidad de que tengamos este curioso atributo es citada varias en las escrituras, incluyendo al Rey Benjamín, quien agrupó los atributos de un santo y la paciencia, está como uno de los atributos (Mosíah 3:19; Alma 7:23).
La paciencia no es indiferencia. De hecho, es importante someterse tanto al Señor, como a lo que las escrituras llaman «proceso del tiempo.»
La paciencia está ligada estrechamente a la fe en nuestro Padre Celestial. De hecho, cuando somos excesivamente impacientes, estamos sugiriendo que sabemos lo que es mejor— mejor que lo que sabe Dios. O por lo menos, estamos sugiriendo, que nuestro límite de tiempo es mejor al de Él. De cualquier manera estamos cuestionando la realidad de la omnisciencia de Dios, como si, algunos parecieran creer que Dios estaba en un tipo de postdoctorado….
Leemos en Mosíah acerca de cómo el Señor prueba la paciencia de Su pueblo al mismo tiempo que pone a prueba su fe (Mosíah 23:21). No sólo se trata de soportar—sino de soportar bien y con gracia las cosas que el Señor «juzgue conveniente imponer sobre nosotros» (Mosíah 3:19); así como lo hicieron un grupo de antiguos santos americanos que cargaban pesos inusuales y que se sometieron «alegre y pacientemente a toda la voluntad del Señor» (Mosíah 24:15)
El Señor ha dicho dos veces: «Y buscad siempre el rostro del Señor, para que con paciencia retengáis vuestras almas, y tendréis vida eterna» (D&C 101:38; Lucas 21:19). ¿Pudiera ser que sólo cuando nuestro auto control se ha vuelto total, llegamos a una verdadera posesión de nuestras propias almas?6
• D&C 136:31 «Mi pueblo debeser probado en todas las cosas». En nuestra propia época, el Señor le ha dicho a los Santos «mi pueblo debe ser probado en todas las cosas, a fin de que estén preparados para recibir la gloria que tengo para ellos, sí, la gloria de Sión; y el que no soporte el castigo, no es digno de mi reino.» El profeta José Smith dijo: «tendrán que pasar por toda clase de pruebas. Y es muy necesario para ustedes ser probados [así] como … Abraham y otros hombres de Dios, y … Dios estará con ustedes, Él los sostendrá… y torcerá las cuerdas de su corazón, y si ustedes no pueden soportarlo, no serán aptos para una herencia en el reino Celestial de Dios.»7
El Señor quedó suficientemente impresionado con la paciencia y fe del pueblo de Alma mientras que estuvieron en cautiverio ya que «la voz del Señor vino a ellos otra vez, diciendo: Consolaos, porque mañana os liberaré de la esclavitud» (Mosíah 24:16).
• Mosíah 24:17-25 Ellos hicieron un viaje apresurado por el desierto hasta Zarahemla. Con absoluta fe en la palabra de Dios, Alma y su pueblo pasaron toda la noche juntando sus rebaños y su grano (v. 18). La siguiente mañana, el Señor causó un sueño profundo en los guardias de los lamanitas y los capataces, y el pueblo de Alma pasó por entre ellos hacia el desierto, con Alma guiando el camino (w 19-20).
Después de viajar todo un día, se detuvieron en un valle que llamaron Alma y le dieron gracias a Dios por su liberación [vv21-22). Entonces, El Señor le dijo a Alma «Date prisa, y sal tú y este pueblo de esta tierra, porque los lamanitas han despertado y te persiguen; por tanto, sal de esta tierra, y yo detendré a los lamanitas en este valle para que no persigan más a este pueblo» (v. 23). Ellos partieron del valle y viajaron otros doce días por el desierto, guiados por Dios; a través de Alma, hasta que llegaron a la tierra de Zarahemla y fueron recibidos con gozo por el Rey Mosíah y su pueblo (vv 24-25). Aproximadamente era el año 120 AC.
Notas
- En Reporte de La Conferencia, octubre de 1970, pág. 91.
- En Reporte de La Conferencia, octubre de 1975, pág. 109; o revista Ensign, noviembre de 1975, pág. 73.
- Respuestas para preguntas del evangelio, compilado por Joseph Fielding Smith Jr., 5 volúmenes, 1957-66,3:203.
- Doctrinas de Salvación, compilado por Bruce R. McConkie, 3 volúmenese, 1954-56, 2:336-37.
- En Reporte de La Conferencia, octubre de 1990, pág. 24; o revista Ensign, noviembre de 1990, pág. 20.
- «Paciencia,» en revista Ensign, octubre de 1980, pág. 28.
- En Diarios de Discursos, 24:197.


























