Poned a prueba mis palabras

Poned a prueba mis palabras

John A. Widtsoe
(Evidences and Reconciliations, [Salt Lake City: Murray and Gee, 1943]

El evangelio del Señor Jesucristo aconseja a los hombres poner a prueba su veracidad. Definitivamente aprueba el método experimental. El Salvador estableció este principio con una brillante declaración: «Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta» (Juan 7:16, 17). Otra ocasión señaló: «Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí y yo en el Padre» (Juan 10:37,38). Las palabras del apóstol Pablo: «Examinadlo todo; retened lo bueno» (Tesalonicenses 5:21), tienen la misma importancia. En las Escrituras hay constantes consejos de que permitamos que los efectos de vivir el evangelio sean la evidencia de su verdad, como por ejemplo: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:16); o «manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras» (1 Pedro 2:12).

José Smith, el Profeta, usó este método de comprobar la verdad. Leyó las palabras de Santiago: «Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y les será dada» (Santiago 1:5); y, creyendo en Dios, fue al bosque a verificar la realidad de la promesa hecha allí. Así fue como tuvo la Primera Visión…

En las Escrituras, con frecuencia se menciona que la doctrina de la verdad y la falsedad se pueden reconocer por sus efectos, y también nos aconseja comprobar las afirmaciones del evangelio rindiendo obediencia a sus principios de acción. La obediencia en sí llega a ser un llamado para realizar ciertas cosas que como consecuencia traen ciertas recompensas. Por tanto se puede contar la obediencia como una fase del método experimental.

Todos deberían probar sus creencias religiosas. Pero esto debe hacerse con buen espíritu y con el método correcto. También debe haber un deseo sincero y honesto de buscar la verdad. Deberá buscarse la verdad y la bondad, y no la falsedad y la maldad, de un sistema; entonces éstas si existen, se descubren inmediatamente. No es preciso esforzarse por aumentar el prejuicio. Una persona que honradamente busca la verdad deberá aceptarla sin vacilación al encontrarla y dedicarse completamente a ella. Una persona que busca la verdad debe tener un sólo propósito: encontrar la verdad. Deberán descartarse los errores, a pesar de gustar de los apetitos humanos. . .

El método experimental es aplicable y deberá usarse en el campo de la religión, así como en cualquier otro campo. Solo así podrá obtenerse una convicción plena de la verdad. «Practicar nuestra religión» es el método más directo de obtener un «testimonio de su veracidad», y ese debe ser el interés constante de cada Santo de los Últimos Días.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría y etiquetada , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario