“Guarda la Fe”

“Guarda la Fe”

Por el Presidente David O. McKay.
Liahona Septiembre 1951


Pero tú vela en todo, soporta las aflicciones, haz la obra de evangelista, cumple tu ministerio.

Porque yo ya estoy para ser ofrecido, y el tiempo de mi partida está cercano.

He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” 2 Timoteo 4:5-7.

Así escribió el apóstol Pablo a Timoteo cuando él era prisionero en Roma, posiblemente afrontando la muerte a la cual se refiere cuando es cribe, “Ya estoy listo para ser ofrecido”.

La parte que quiero recalcar de este último mensaje de Pablo a un jo­ven que estimaba mucho se puede decir en tres palabras, “Guarda la Fe”.

Una vez antes en una carta, Pablo había incitado a Timoteo a hacer la misma cosa—retener la fe.

“Ninguno tenga en poco tu juventud; pero sé ejemplo de los fieles en palabra, en conversación, en caridad, en espíritu, en fe, en limpieza.

“.. .Ten cuidado de tí mismo y de la doctrina; persiste en ello; pues haciendo esto, a tí mismo salvarás y a los que te oyeren.» 1 Timoteo 4:12-16.

“Guarda la fe”, guárdela. Para algunos de ustedes, tal admonición les parecerá repetida, pero estoy pensando en los jóvenes y señoritas quie­nes están esforzándose para armonizar las enseñanzas de la Iglesia res­taurada con unas de las enseñanzas que están oyendo en otros lugares, y con dichos que se oyen ocasionalmente por sus asociados. Estos jóvenes y señoritas son sinceros en sus deseos de hacer bien, y creo que quieren la verdad, pero están confusos; quieren saber a veces como Pilato, “¿Qué es la verdad?”

En todas estas perplejidades, en todos estos deseos de saber, yo les haría anclar sus almas con estos pensamientos: “Voy a retener la fe de mis padres hasta que lo he probado sin duda que esa fe no está en armo­nía con la verdad”, y yo sé que el día nunca llegará cuando una alma sin­cera pueda probar que esta fe no está en armonía con la verdad. Una al­ma sincera la encontrará en armonía con la verdad, porque es la verdad.

¿Qué significa retener la fe? Significa primeramente que aceptemos a Jesucristo, no tan solo como un gran maestro, un líder poderoso, sino como el Salvador, el Redentor del mundo. Ya sé que muchos estudiantes están leyendo comentarios de educadores de buena reputación, que dicen que para que uno pueda ser un cristiano, no es necesario aceptar a Cristo como Hijo literal de Dios, no es necesario creer en la resurrección literal del sepulcro. Pero aquel que retiene la fe aceptará a Jesucristo como Hijo de Dios, el Redentor del mundo. Este es el principio fundamental de la Iglesia de Jesucristo—y el joven que guarda esa fe, que retiene la divinidad de Cristo, se guardará en armonía con las enseñanzas del Salvador por el espíritu de fe.

Y andamos por fe en este mundo. Somos como el muchachito que se agarra de la mano de su padre en medio de una ciudad grande: Este muchachito está confuso por el rui­do y alboroto del gentío, y realiza que si se aparta, no podrá regresar otra vez a su padre. Por lo tanto, mien­tras esté agarrado de la mano de ese padre, está sin peligro. Tiene la se­guridad que su padre lo guiará otra vez a su casa. Así es con el joven quien guarda su fe en la obra de es­tos últimos días. Habrá confusión alrededor de él, sus pensamientos po­drán ser distraídos, pero tiene la mano en la de su redentor, y con fe en esa inspiración espiritual será dirigido a la verdad, su consciencia será despertada a esa grande realidad espiri­tual que está a nuestro alrededor.

El hombre es un ser espiritual, una alma, y en algún período de su vida cada hombre es poseído de un deseo irresistible para saber su parentesco al infinito. Realiza que no es solamente un objeto físico que será sacudido por un corto tiempo de una orilla a otra, sólo para ser sumergido en la corriente de la vida. Hay algo entre él que le urge subir sobre sí, para controlar su asociación, para dominar su cuerpo y todas las cosas físicas y vive en un mundo más alto y bello.

“James Russel Lowell” es el que escribió su descripción de ese her­moso día en junio:

Cada terrón ínsita poder,
Un instinto por dentro que se estira y se eleva.
Y tentando ciegamente hacia arriba buscando la luz.
Sube una alma en pasto y flores;

Así también en el hombre hay un anhelo espiritual, un deseo de co­munión espiritual que a todo tiempo puede elevarle de eso que es físico y sensual a la región espiritual. Yo creo que en este día estamos llegando más a la realidad de esta grande verdad.

Joven, señorita, guarden su fe. Comprendan que el mayor de los maestros, la perfección de humanidad, el Redentor del mundo, es el único guía seguro para toda alma hambrienta. Eso es lo que enseña el Mormonismo. No es dogma, es realidad.

El gran científico, Milikan, escribió esto.

“La cosa más importante en el mun­do es una creencia de valores morales y espirituales.

Estos pensamientos junto con esa ancla segura, guarda la fe: el conoci­miento que Jesucristo es el redentor del mundo. No permite que sofistería ni bonitas oratorias dadas por hombres quienes han perdido su ancla en Cristo, les conduzca de esa verdad.

Guarda la fe también quiere decir aceptar que el Salvador, un ser perso­nal resucitadlo, ha aparecido en esta dis­pensación y ha restaurado el autoridad a los hombres para predicar en su nom­bre, y oficiar en cosas que pertenecen a Dios: Eso también es una gran ancla. Unos de los jóvenes dicen, “nosotros no sabemos eso”—pero lo creen, y esa creencia con confianza en sus padres con confianza en sus propias experien­cias y sentidos, deberían ser suficiente para detenerlos en anclaje hasta que el conocimiento verdadero tome posesión de ellos, como lo hará. Ningún joven puede pegarse a esta verdad y vivir en obediencia a lo que inspira sin recibir una seguridad que ha aparecido en es­ta dispensación.

Oh que significa eso a un mundo in­crédulo ¿Quién puede apoderarse del significado completo? Que revelación fué dada al hombre concerniente a la Trinidad. El sentido concerniente a la vida después de la muerte—y la realidad y parentesco personales después de la muerte.

El significado concerniente a la pa­ternidad de Dios al hombre y la her­mandad de una familia humana. To­das estas grandes preguntas están en esa gran declaración que José Smith re­cibió una visita personal del Padre y del Hijo.

Otra vez, guardar la fe significa que los jóvenes procurarán reservarse como quiso Pablo que Timoteo reservará, “ejemplar en acción, ejemplar en con­versación, en caridad, en espíritu, en fe, en pureza”.

Me acuerdo de un mensaje que le mandó una madre a su hijo. Fué es­crito en un fardo pequeño que contenía, creo yo, un regalo a su hijo. La madre le mandó con unos de los misioneros, y me fué entregada en Liverpool para ser adelantada. En la faz del paquete, escrito en la letra de la madre, estaba el nombre del joven, seguidos por estas palabras “Guárdate limpio.”

En esta frase breve fué expresada la más sincera esperanza y oración de una madre para un joven a quien quería más que a su propia vida. “Guárdate limpio”. Para retener la fe de nuestros padres tenemos que estar limpios de los pecados del mundo, jóvenes tanto como señoritas. Guardar la fe quiere decir precisamente eso.

¿Hay algo que contribuya más a la paz y felicidad del hombre que vivir cas­to? La perpetuidad de nuestro gobier­no depende en la estabilidad de nuestros hogares, y la estabilidad de nuestros hogares depende en la pureza de la pa­rentela de esos hogares, los padres tan­to como las madres.

Juventud de la tierra, cuando decimos guarda la fe, tan sólo le estamos amo­nestando que sean patriotas tanto co­mo hombres verdaderos, que sean fuer­tes en su juventud, para que sean dig­nos de paternidad: Señoritas, que pue­dan poseer la belleza de honorable y digna maternidad. Así pueden contri­buir a la fuerza de su comunidad, a la fuerza y perpetuidad de la nación que amas, ya sea propia felicidad aquí y en el porvenir.

Oh, yo amo la Iglesia que enseña es­tos altos ideales, no solo en teoría, pe­ro en práctica; y amo a los jóvenes y señoritas quienes están inclinados a protegerse de los malignos de los cua­les están rodeado, quienes están ancla­dos a la fe de sus padres. No lo esta­mos sobrecreciendo, no lo podemos so­brecrecer, es la verdad; es eterno. Los principios del Evangelio son verdadera­mente el poder de Dios hacia la salva­ción.

Finalmente, guardar la fe quiere de­cir guardar las leyes de nuestro país. Ningún hombre que guarda la fe par­ticipará hechos desleales e ilegales.

Para aceptar a Jesucristo como el Hi­jo de Dios, el Salvador del Mundo; pa­ra creer en la resurrección e inmortali­dad del hombre, para su tolerante, ca­ritativo, benevolente, casto, para defen­der la pureza del hogar; para ser leal a nuestro país, y fiel a nuestro Dios. Estas son unas de las virtudes notadas por la admonición de Pablo para rete­ner la fe.

Que Dios nos ayude como jóvenes y señoritas, como miembros de la Iglesia en hacer esto, es mi oración en el nom­bre de Jesucristo. Amén.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría y etiquetada , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario