¿Visitó Cristo a las Américas?
Por Mary Wilding
Liahona septiembre 1951
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también me conviene traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Juan 10:16.
Quizá lo de mayor significación para nosotros es la creencia de que esta deidad realmente apareció entre ellos aquí. El vino muy misteriosa y súbitamente de) Este, de la tierra del nacimiento del sol, más allá del gran océano. Procediendo su venida hubo una inmensa catástrofe.
A aparición y ministerio de Cristo entre los antiguos habitantes de este continente forman la idea central o clave del Libro de Mormón. Porque el mero propósito del Libro de Mormón, de acuerdo con su prefacio, es “convencer al Judío y al Gentil de que Jesús es el Cristo, el Dios Eterno, que se manifiesta a todas las naciones”. Sin embargo, viene a la mente del lector del Libro de Mormón la pregunta: “Si Cristo vino a este continente, ¿hay alguna prueba o evidencia, además del Libro de Mormón, de que apareció aquí personalmente?»
A causa de la casi total destrucción de los libros y registros de los primeros habitantes en el tiempo de la Conquista Española, debemos basarnos en leyendas o tradiciones al buscar una contestación a esta pregunta. En las leyendas y tradiciones de los varios pueblos de este continente parece conservarse la evidencia de la visita de nuestro Salvador aquí entre los antiguos habitantes. Por supuesto, después de un período de cerca de 1900 años, hay la posibilidad de que muchos errores e ideas falsas se introduzcan en las muchas narraciones y repeticiones de estas tradiciones y leyendas. Sin embargo, se han consultado muchas fuentes y se dará un resumen de aquellos puntos en los que están de acuerdo la mayoría de los escritores sobre civilizaciones antiguas.
En muchas partes de México, Centro y Sud-América, existía, según la tradición, una deidad o dios que se conocía en cada tierra por nombres diferentes pero que poseía las mismas cualidades y tenía la misma descripción. En México se conocía por Quetzalcoatl, en Yucatán como Kukulcán, en Perú como Viracocha, en Chiapas como Votán, en Guatemala como Gucumatz, en Oaxaca como Wixepecoche y en Colombia como Bochica. Estas diferencias en los nombres pueden atribuirse a las diferencias en los idiomas de las varias tribus Indias que existían en el tiempo de la Conquista o cuando estas tradiciones fueron registradas.
A. Hyatt Verrill, quien ha estudiado las características faciales de las diversas deidades como se captaron en las esculturas y también las características y atributos que se les atribuían, cree que todas son una y la misma deidad. Hasta afirma además su creencia de que esta deidad vino de la tierra de los Hebreos y era de ascendencia Hebrea. (Kansas City Times, marzo 20, 1930.)
La mayor parte de las leyendas indican que esta deidad fué el Creador de la tierra. Nació de una virgen. Quizá uno de los rasgos más sorprendentes de esta deidad es que tenía un cuerpo de carne y hueso. Esto lo distingue y diferencia de todos los demás dioses en el Nuevo Mundo porque era una persona y no un animal o monstruo astronómico. Había muchos dioses, tales como dioses del viento, de la lluvia, del maíz y del fuego, pero no poseían cuerpos humanos como el hombre Kingsborough declara: “Sólo Quetzalcoatl tenía un cuerpo humano como el del hombre, los otros dioses eran de naturaleza incorpórea (Kingsborough Antigüedades Mexicanas.)
Se creía que esta deidad participaba del sufrimiento, el dolor y aún la muerte. Fué crucificado o se le dió muerte; murió voluntariamente para expiar por los pecados de los hombres. La gente de Yucatán tenía una creencia en el tiempo en que los Españoles vinieron de que:
“A Bacab, el Hijo, le dió muerte Eopuco, quien lo azotó y le puso una corona de espinas sobre su cabeza y lo colocó con los brazos extendidos sobre una viga de madera, a la cual creían que no había sido clavado sino atado; y que murió ahí y permaneció durante tres días muerto; y que al tercer día vino a la vida o resucitó y ascendió al cielo, donde está con su Padre; inmediatamente después vino Echuah, quien es el Espíritu Santo y llenó la tierra con todo aquello que en ella hacía falta.” (Kingsborough, Antigüedades Mexicanas.)
Quizá lo de mayor significación para nosotros es la creencia de que esta deidad realmente apareció entre ellos aquí. El vino muy misteriosa y súbitamente del Este, de la tierra del Nacimiento del Sol, más allá del Gran Océano. Precediendo su venida hubo una inmensa catástrofe.
“La tierra fué sacudida por terribles temblores y las olas del mar se mezclaron con fuegos volcánicos para abatirla y sumirla”. (J. D. Baldwin, América Antigua). “El sol y la luna fueron oscurecidos y la tierra se abrió”. (Bancroft, Razas Nativas.)
Hay una tradición similar entre los peruanos de Sud-América. Cieza de León, una de las autoridades más dignas de confianza en cuanto a civilizaciones Incas, relata lo siguiente:
“Antes de que los Incas reinaran en estos reinos, o se hubiera oído de ellos, los Indios relatan otra cosa mucho más notable que todas las demás que ellos cuentan: Porque declaran que estuvieron un largo tiempo sin ver el sol y que, sufriendo mucho mal por su ausencia, grandes plegarias y juramentos se ofrecieron a sus dioses, implorando la luz que necesitaban. Estando así las cosas, el sol, resplandeciendo muy brillante, resurgió de la Isla de Titicaca, en el gran lago de Collao, a lo cual todos se regocijaron. Inmediatamente después, dicen que vino de alguna dirección del sur un hombre blanco de gran estatura, quien, por su aspecto y presencia, inspiraba gran veneración y obediencia”. (Citado por Harold I. Velt, Civilizaciones Perdidas de América.)
De acuerdo con los registros, esta catástrofe y destrucción tuvo lugar en el año Ce Calli o traducido a nuestro sistema de tiempo, sería 33 A. D., que coincide con el tiempo en que Cristo fué crucificado en Jerusalén.
Compárense estas leyendas con la profecía hecha por Samuel, el profeta Lamanita, en Helamán 14:20-25 y también con la relación de tres días de oscuridad y destrucción al tiempo de la crucifixión de Cristo que se da en 3 Nefi 8:5-23.
A esta deidad que apareció entre estos pueblos antiguos se le describe como un hombre blanco. Era alto de estatura y tenía cabello largo y oscuro y era barbado. (El hecho de que era barbado era significativo, porque entre los Mayas era muy raro y considerase vergonzoso tener pelo en la cara; para prevenirlo, las madres escaldaban las caras de los muchachos chicos para evitar el crecimiento de barbas.) Imágenes de esta deidad esculpidas en piedra, que han sido encontradas en Chichón Itzá, muestran que tenía barba. Generalmente se le describía vestido con una larga túnica blanca.
La obra de esta deidad aquí fué muy similar al ministerio de Cristo entre los Nefitas. Se dice que trajo una religión mejor y más blanda. Enseñó el amor fraternal, la bondad, la paz y la castidad. También se creía que enseñó las artes y educó a la gente, habiéndoles dejado leyes para que las observaran. Mientras estuvo entre la gente aquí, ejecutó muchos milagros—curó a los enfermos, sanó a los ciegos e hizo que lloviera y crecieran las cosechas. Un escritor católico del siglo 16 dice al escribir del Dios Peruano y su cultura: “Tanto se asemejaban a los preceptos de Jesús, que nada faltaba en ellos más que su nombre y el de su Padre”. (D. G. Brinton, La Raza Americana.)
Es significativo que después de completar su obra, la deidad escogió a unos hombres para que siguieran adelante cuando él los dejara:
“Se dice que en el lejano pasado vino entre ellos (la Tribu Seminóle de Florida) un ser que los instruyó en las artes de civilización. Estableció entre ellos su reino y su religión. Les enseñó a hacer pan de las raíces de un árbol sagrado y les ordenó que participaran de éste en memoria de él. Finalmente los dejó, prometiendo volver, pero antes de irse, escogió a doce hombres para administrar y gobernar en su lugar cuando él los hubiera dejado”. (Rey L. Pratt, El Evangelio Restaurado.)
Antes de partir, esta deidad prometió regresar. Es casi una creencia universal entre los varios pueblos que él volverá.
“Los Quichés (de Sud-América) esperaban el regreso de Viracocha no simplemente como un gobernador terrenal para regir su nación, sino como un dios, por su divino poder resucitaría a los muertos” (Garcilaso, Reales Comentarios de los Incas, Vol. I.)
Hay un acuerdo muy notable entre las autoridades en tradiciones Indias de que la partida de Quetzacoatl de su pueblo aquí no fué por la muerte:
«. . .Los dejó, no sufriendo la muerte, sino desapareciendo en alguna manera de su visita. De aquí que se esperaba universalmente que algún día regresaría. . . El lugar de su nacimiento está casi siempre situado en el Este, de esa parte vino la primera vez cuando apareció como hombre entre los hombres; hacia ese punto regresó cuando desapareció; y aún vive ahí, esperando el tiempo señalado para su reaparición.” (Mitos del Héroe Americano.)
¿Qué efecto tuvo esta deidad sobre los primeros habitantes de este continente? Ya sea que fuera conocido como Quetzacoatl entre los Aztecas, Ru- kulcán entre los Mayas, o Viracocha entre los Peruanos, su influencia fué grandemente extensa y significativa. Mientras que esta gente vivía como él les había enseñado, prosperaban; fué un período de paz, orden y abundancia —una “edad de oro”—según Montesinos.
“Únicamente Quetzacoatl entre todos los dioses era preeminentemente llamado Señor; de tal manera que cuando alguien juraba, diciendo, por Nuestro Señor, se refería a Quetzacoatl y no a ningún otro, aun cuando había muchos otros dioses altamente estimados” (Bancroft, Razas Nativas.)
Varios templos, tales como el Templo de la Cruz en Palenque, el Templo de Kukulcán en Chichón Itzá y el Templo a Quetzacoatl en San Juan Teotihuacán, fueron construidos en su honor y aún permanecen hoy como monumentos a esta deidad. La importancia de esta deidad se demuestra por el hecho de que era conocido y adorado en to das las tierras de este continente:
Las descripciones afines de blancura, barba, calidad de humano, brillantez, líder de cultura y reformador están continuamente distribuidas desde Chile hasta el Río Grande. Sin embargo, parece extenderse aún más lejos—el Che-yenne Vinuk, el Arapaho Nili-an-can y el Pienegro Napiwa todos poseen estas características excepto la barba. En Sud-América el Isuma de Venezuela y el Tupi Zume parece haber sido también la misma persona.” (Clark Wis-sler, El Indio Americano.)
Para aquellos que conocen la vida de Cristo como se encuentra en la Biblia y de su aparición y ministerio aquí entre los Nefitas como se encuentra en el Libro de Mormón, parece haber una relación muy estrecha entre ello y las tradiciones de la deidad de esta primera gente aquí en México, Centro América y Sud-América. Por la similitud de estas tradiciones y relaciones con la vida y muerte de Cristo, el Presidente John Taylor, el quinto presidente de la Iglesia, ha dicho: “No podemos llegar a ninguna otra conclusión excepto que Quetzacoatl y Cristo son el mismo ser.” (John Taylor, Meditaciones y Expiación.)
BIBLIOGRAFÍA
Baldwin. J. D. América Antigua.
Bancroft, H. H., Razas Nativas.
Brinton, D. G., La Raza Americana.
De Roo, P., Historia de América Antes de Colón.
Embree, Edwni, Indios de las Américas. Kingsborough, Antigüedades Mexicanas. Means, Philip A., Civilizaciones Antiguas de: los Andes.
Morley, Sylvanus G., El Maya Antiguo. Poindexter, Miles, El Ayar-Inca.
Pratt, Rey L., El Evangelio Restaurado. Prescott, William, Conquista da México. Talmage, James E., Articulos de Fe.
Taylor, John, Meditación y Expiación.
Velt, Harold I., Civilizaciones Perdidas de América.
Verrill, A. Hyatt, E: Indio Americano.
Viejas Civilizaciones del Nuevo Mundo Bajo Cielos Peruanos.
Willard, Theodore A., Los Imperios Perdidos, de los Itzas y Mayas.
Wissler, Clark, El Indio Americano.

























Interesante, interesante
Investigare mas a fondo el tema.
– Sugiero corregir los errores ortográficos.
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