Arrepiéntanse y vivan la regla de oro
Por Élder Joseph F. Merrill.
Conferencia General de Abril, 1951.
Así que, todas las cosas que queráis que los hombres con vosotros, así también vosotros con ellos, porque esta es la y los profetas. (Mateo 7:12).
Hermanos y hermanas: Para ponerme de pie en este púlpito y dirigir unas palabras a los miles de personas reunidas aquí y a los miles que escuchan por radio es para ser humillado grandemente por el sentido de una pesada responsabilidad hacia tan grande auditorio de decir algo de provecho. Estoy confortado, sin embargo, en mi humildad por el pensamiento de que el Mormonismo, el evangelio restaurado de Jesucristo, está cargado de verdades preciosas que cualquiera de éstas sobre las cuales hablamos es digna de la atención de todos nosotros, de todo ser humano normal. ¿Pero no son éstas conocidas por todos los Santos de los últimos días, habiéndolas oído muchas veces previamente? Sí, este puede ser el caso, pero si las amamos, otra discusión más de ellas será escuchada con más o menos satisfacción. Cuando menos esta es mi experiencia. Espero que también sea la suya.
El Mormonismo, como lo acabo de definir no es una fe protestante, ni católica, ni judía como es enseñado por otras iglesias. Está saturado por muchas enseñanzas no aceptadas por otras iglesias. Esto es indicado a veces cuando se dice que somos gente peculiar, por lo cual estamos a veces muy orgullosos y al mismo tiempo estamos muy humildes y agradecidos; porque nosotros creemos y testificamos que estas enseñanzas características son la verdad absoluta porque nos han llegado de visitaciones y revelaciones de origen celestial, de Dios y sus mensajeros.
Es vulgar decir que el Mormonismo es una religión de todos los días porque requiere que sus adherentes implanten en sus vidas diarias la enseñanza de que la fe es muerta sin obras como el Apóstol Santiago lo dijo. Tienen que practicar todas las virtudes que los harán santos en verdad. Algunas de estas virtudes se consideran básicas en una vida cristiana aceptable a todas las iglesias cristianas. Una declaración de algunas de éstas se encuentran en los artículos once, doce y trece de nuestra fe y son como sigue:
11.—‘’Nosotros reclamamos el derecho de adorar a Dios Todopoderoso conforme a los dictados de nuestra propia conciencia y concedemos a todos los hombres el mismo privilegio, no importa como, donde o lo que adoren”.
- —Creemos en estar sujetos a los reyes, presidentes, gobernantes y magistrados y en obedecer, honrar y sostener la ley.”
- —“Creemos en ser honrados, verídicos, castos benevolentes, virtuosos y en hacer bien a todos los hombres. .. ” Es el énfasis que ponemos en algunos de éstos — la castidad por ejemplo— que eleva mas alta nuestra posición moral que está mantenida por otros grupos religiosos.
Permítame aquí hacer un paréntesis para decir unas palabras de tributo a nuestro amado presidente fallecido, Jorge Alberto Smith. Hemos sido amigos por sesenta y dos años. Desde ese tiempo he estado conectado cércamente con él en la obra de la Iglesia. Por unos cuantos años estuvimos juntos en la mesa directiva de la Asociación de Mejoramiento Mutuo de la Estaca de Lago Salado, cuando la estaca incluyó todo el distrito de Lago Salado. He dicho muchas veces que nunca he conocido un hombre que trató más sinceramente y con un amor más grande que Jorge Alberto Smith. No es que aprobaba todo lo que hacían los hombres, sino que como iban a él los que estaban en error, parecía como si sintiera mayor compasión por ellos, según su necesidad de ayuda.
¿Viendo al mundo hoy, qué podemos ver relativo a los estandartes de moralidad expresados por los tres artículos de nuestra fe? No importa en cual dirección miramos y sin pasar las fronteras de nuestra propia nación podemos ver que las condiciones morales están malas, son en partes muy malas. Iniquidades de las más malas y abominables existen en todos lugares. Yo hablo de estas cosas únicamente para que nos acordemos de nuestro deber, como yo lo veo, de menospreciar y eliminar estos males que existen entre nosotros, tanto como esté en nuestro poder. ¿Pero no existe en muchos lugares entre nosotros una apatía reprensible en estas cosas? ¿No enseñamos la tolerancia y el libre albedrío? Es una pregunta hecha algunas veces. ¿Por qué meternos en los asuntos de otros? Esta es una pregunta inspirada por Satán. Ciertamente, debemos defendernos contra el merodeador, el ladrón, el despojador de la santidad de nuestros hogares y familias y el destructor de las cosas que tomamos por sagradas y amadas como la vida, la libertad y el seguir la felicidad.
El libre albedrío es un derecho inapreciable dado por Dios a cada niño nacido en mortalidad, pero no incluye el derecho de dañar o destruir el bienestar de nuestros semejantes. ¿Han leído en el periódico recientemente acerca de la existencia de grupos viciosos de narcotizadores que especializan en la venta de morfina y mariguana a los jóvenes y animan con lo mismo fiestas entre muchachos y muchachas que a veces terminan en orgías? Sin duda han oído de las actividades criminales de las máquinas robadieces que están por todo el país, las cuales ganan millones de dólares por año, en el juego y en las apuestas en las carreras de caballos. Siendo éstas otras actividades en las cuales se pierden millones de dólares. Males que provienen al consumir bebidas alcohólicas (el costo de estos en América es de casi ocho millones) también han llegado a una magnitud enorme. ¿No tenemos más o menos una indiferencia para éstos y otros muchos males?
El Concilio Nacional de Seguridad y otras agencias, repetidas veces avisan que el alcohol es responsable de un gran número de nuestros accidentes, turbaciones, pesares y muertes.
¿Entonces por qué consumimos bebidas alcohólicas? ¿Hasta que punto se debe esta tolerancia a la propaganda? Los cerveceros, se dice, están haciendo un buen negocio. Este año han llegado a consumir cien millones de barriles de cerveza y esperan llegar a consumir la cantidad de ciento veinte millones de barriles. Mucho de este consumo lo llevan a cabo en los hogares porque allí es donde pueden desarrollar el uso de cerveza para las mujeres y jóvenes. Así se dice que los cerveceros están dando mucha atención a los principios de venta en tiendas. Casi toda la propaganda de cerveza es dirigida hacia el hogar, explotando el gran interés de la televisión, también se hace uso exagerado de las caricaturas de señoritas jóvenes en los anuncios. Esta invasión del hogar con propaganda de cerveza, sin embargo, ha encontrado una oposición vigorosa.
¿Qué podemos hacer? Este es un problema que cada hogar debe tratar de resolver. No olvidemos el aviso dado divinamente en las Doctrinas y Convenios que dice: “Males y designios existen y existirán en los corazones de, los hombres conspiradores en los últimos días.” La lealtad a nuestras doctrinas y principios demandan que estemos alertas y activos en deshacer de nosotros y nuestros semejantes la iniquidad y el mal lo más que nos sea posible. No vayamos a olvidar sino a actuar. Hay otros males a los cuales deseo referirme: males que atraviesan las relaciones con nuestros semejantes. Cuando preguntado por el abogado cual es el más grande mandamiento de la ley Jesús dijo:
“Amarás al Señor tu Dios de todo corazón y de toda tu alma y de toda tu mente.”
Este es el primero y el grande mandamiento y el segundo es semejante a éste.
“Amarás a tu prójimo como a tí mismo” (Mat. 22:37-39). Nosotros aceptamos otra declaración de Jesús como otra versión del segundo mandamiento.
Es como sigue:
“Así que todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros a ellos; porque ésta es la ley y los profe tas.” (Mat. 7:12).
En esta época moderna le llamamos a la declaración de esta ley La Regla de Oro. Esta ley es también aplicada en el artículo trece de nuestra fe.
“¿Hasta que punto vivimos esta ley en todas las relaciones con nuestros semejantes?”
Inmediatamente después que estalló la guerra en Corea en 1950 el precio de los comestibles y otras muchas cosas empezaron a subir, no es que el costo de producción hubiera subido tan rápido. ¿Entonces por qué? Casi al mismo tiempo o en unos casos antes de ésto los líderes de algunos grupos de obreros pidieron un aumento de salario. ¿Por qué? ¿Fué la Regla de Oro la que movió a los responsables en el aumento de precios o los que buscaron sueldos más altos?
Pues se ha dicho que la ley de provisión y petición gobierna estas cosas. Para decir que ésto es la verdad, es un ultraje aplicar el significado aceptado de la palabra “ley” al fenómeno de la naturaleza o a los estatutos de constituidos grupos humanos autorizados para hacer estos estatutos. ¿Podemos aplicar este significado a la ley de provisión y petición a la manera en que la están practicando en asuntos comerciales, de ganar todo lo que pueden en lo que venden? ¿Y no es codicia y egoísmo lo que existe entre los poderes dominantes que trabajan en todos los asuntos comerciales sean grandes o pequeños, sean los participantes hombres de negocio, profesionistas u obreros?
Nosotros nos quejamos de la inflación. Costos elevados que disminuyen el poder de compra del dólar. ¿En el último análisis no son el egoísmo y la codicia los responsables de la inflación?. ¿Quiénes en los Estados Unidos son dañados por la inflación? Todos los que han comprado un bono del gobierno (cuando menos ocho millones de personas), todos los que tienen cuenta de ahorros, una póliza de seguro o una pensión (como cien millones de personas) todos los que trabajan por sueldo o salario que no sube en porcentaje tan rápido como el costo de la vida, (como 62 millones de personas) y todas las demás personas, excepto las pocas que están pagando deudas contraídas hace años. ¿Entonces para evitar el daño de las demás personas no debemos los noventa y nueve por ciento de nosotros aún como cosa que a nosotros mismos nos interesa, y como más importante todavía, todos los que queremos ser honestos y creer en la Regla de Oro, hacer todo lo posible para poner fin a la inflación?
Nuestra patria está entrando en uno de los períodos más críticos de su historia. Egoísmo y codicia están desbaratando todo. El diablo está encima de todo y gritando con alegría diabólica por la necedad completa desplegada en todos los niveles, en todos los grados y filas de la sociedad humana.
En este país nos estamos preparando rápidamente para la guerra (para defendernos, mejor dicho) armándonos con los implementos y armas más destructivas que el ingenio humano puede hacer. Los asombrosos progresos hechos en descubrimientos e implementos de las fuerzas naturales son maravillas milagrosas logradas por el mundo moderno. Estas se deben a las hazañas de los científicos e inventores ingeniosos. ¿Qué progresos hemos hecho en la línea de la ciencia social? El arte de vivir con nuestros semejantes agradablemente, que es la mejor de todas las artes humanas, está todavía en su infancia.
¿Cómo pueden ser sobrellevados los peligros que amenazan América, o quizás a todo el mundo, y reinar la paz suprema? La respuesta es precisa y sencilla. Arrepiéntanse todos y vivan la Regla de Oro. Esto quiere decir que vivamos los dos grandes mandamientos. Entonces el peligro de guerra se desvanecería, las turbaciones desaparecerían, la maldad cesaría, y la justicia reinaría suprema: No hay persona normal en el mundo que pueda contradecir esta verdad. ¿Entonces, por qué no nos arrepentimos y dejamos que la Regla de Oro gobierne nuestras vidas? ¿Quién tiene la respuesta? El Mormonismo la tiene, usted la tiene el diablo la tiene y no se arrepiente, y los millones de nuestros semejantes la tienen y no se arrepentirán tampoco por qué Satán los tiene en su poder. Por éso la paz no vendrá completamente a la tierra hasta que Satán sea atado. Pero el milenio vendrá. El Señor lo ha dicho, pero no sabemos cuando vendrá, ni nadie lo sabe porque ni el día ni la hora se ha revelado.
Sin embargo, hermanos y hermanas, su deber y el mío, el deber de todos los que creen en Dios y sus propósitos justos es, de tratar, tratar de traer la Regla de Oro a nuestras vidas, Esto lo podemos hacer bastante bien con la ayuda del Señor, ayuda que nos da abundantemente a todos si lo buscamos justamente.
Permítanme citar dos ocurrencias actuales relativas a la Regla de Oro. Hace años, el invierno en el Distrito de Cache fué muy largo y severo y resultó una falta de heno. Un oficial de la Iglesia fué informado por el mayordomo de su granja que podría vender varias toneladas de heno y que el precio corriente era de quince dólares por tonelada. Al mayordomo le fué dicho que lo vendiera a ocho dólares por tonelada, que era el precio razonable del producto. Yo relaté esta ocurrencia en la conferencia de octubre pasado.
Otra: Hace años una casa de ocho piezas se vendió en abonos mensuales, pero unos dos años después el comprador dijo que tendría que abandonar el contrato, no pudiendo, por causa de reveses financieros, continuarlo, y se cambió a un jacal de tres piezas. El vendedor le dijo que calculara la equidad que los dos años habían hecho en la casa, diciendo que sus escasos abonos serían devueltos. El hombre insistió que los abonos mensuales apenas habían sido una renta razonable. El rehusó aceptar cualquier reembolso. No obstante los arreglos del contrato, los dos partidos fueron afectuados por la Regla de Oro.
Yo he dicho que tenemos varias enseñanzas y doctrinas básicas. A éstas estamos convertidos y las aceptamos desde luego. Pero al usarlas en nuestras vidas es algo diferente. Nosotros somos humanos y más o menos hemos heredado las flaquezas del mundo, entre las cuales están: Indignidad, egoísmo y codicia. Además estamos envueltos en las costumbres del mundo en cuanto a nuestra conducta en los negocios y modos de ganar la vida. Para buscar el modo más fácil de vivir es hacer lo que el mundo hace. Al hacer esto, tal vez pecamos gravemente, por apartarnos más o menos del estandarte de la Regla de Oro.
¿Qué han hecho el egoísmo y la codicia? Han traído las guerras más grandes que se han registrado en la historia dando como resultado el sufrimiento, miseria y muerte de millones de seres humanos y la pérdida de millones de dólares en propiedades. Han traído iniquidad, crimen, desorden, pérdida de libertad y esclavitud a todos los lugares del mundo.
A causa de estas cosas que he mencionado y muchas otras este país está
en una situación crítica. ¿Cuál es la gran necesidad de hoy? La respuesta es como he dicho, arrepentimiento. Y arrepentimiento se ha proclamado de este pulpito muchas veces. Las condiciones actuales no se van a mejorar sin el poder de compra del dólar. ¿En el que haya más o menos arrepentimiento. No se puede esperar un arrepentimiento completo hasta que Satán sea atado, mientras tanto existe una turbación, que pienso, puede ser quitada. La disputa continúa entre los obreros y la administración, sueldos; condiciones de trabajo y huelgas deben ser quitadas. En todas las disputas de esta clase, ya indicada, el público tiene un interés vital que la ley tiene que proteger. ¿Cómo se puede hacer esto? Mi respuesta es, arbitraje obligatorio. Está fuera de la ley que los individuos resuelvan sus diferencias con sus puños, cuchillos o pistolas. Hay tribunales a donde pueden ir para arreglar sus diferencias en paz, aunque el público no tiene interés en el arreglo de esto. En las disputas entre obreros y administración, el público siempre tiene interés. ¿Para arreglar en paz estas disputas, en lo que constituye la base para los interesados, podemos encontrar una agencia mejor, ya calificada y competente, en lugar de un tribunal de arbitraje?
Sí, el público debe pedir que haya tales tribunales. Como podemos ver, si hubiéramos tenido arbitraje obligatorio en los doce años pasados, ahora tendríamos poco o mejor dicho, nada de inflación. Este país habría prosperado hasta un grado más alto de lo que ha hecho y las condiciones en América estarían mucho mejores de lo que están.
Hermanos y Hermanas, nosotros los que hemos hecho los convenios del bautismo y de la Santa Cena estamos obligados a guardar los mandamientos de Dios. Que con la ayuda del Señor podamos siempre tener el deseo, fuerza y valor para ser fieles, es mi oración y la digo en el nombre de Jesucristo, Amén.
























